24 de marzo de 2010


Las procesiones

Ana Dolores García

Conocemos como «procesión» un desfile generalmente religioso, aunque el significado del vocablo es, por supuesto, mucho más amplio. Se trata sencillamente de un grupo de personas que de modo ordenado va de un lugar a otro. Etimológicamente la palabra proviene del latín processus, progresión, acción de avanzar.

En el lenguaje coloquial hasta solemos decir aquello de «la procesión va por dentro», pero en este caso nos estamos refiriendo a la música que siempre acompaña a las procesiones religiosas, y lo que queremos dar a entender es que «la música nos va por dentro», aunque no queramos exteriorizar aquello que nos abruma o molesta.

Ya en el Antiguo Testamento se nos mencionan algunas procesiones, como las vueltas de Josué y sus tropas durante siete días alrededor de los muros de Jericó hasta que al fin éstos se derrumbaron. Y también la procesión danzante del rey David llevando el Arca de la Alianza a Jerusalén. (Libro II de los Reyes).

Los paganos también celebraban procesiones en honor a sus dioses. En Grecia la más importante era la del peplo, que se celebraba anualmente al finalizar las fiestas panateneas en honor a la diosa Atenas, patrona de la ciudad. El peplo era una vestidura ancha y sin mangas, tejida durante todo el año por las mujeres, que era llevada como ofrenda en procesión solemne hasta la Acrópolis donde, para concluir la fiesta, también se sacrificaban animales a Atenea y se celebraba un gran banquete degustando la carne de los animales sacrificados.

En Roma igualmente había procesiones religiosas en honor a los dioses de su Olimpo o a los cónsules, además de las que se realizaban para celebrar alguna victoria de las legiones romanas.

En la actualidad y en el mundo occidental, son las procesiones del catolicismo las más conocidas. Es en la Edad Media donde surgen las primeras noticias de procesiones cristianas. Las manifestaciones del arte en todas sus formas, también en la pintura y la escultura, facilitaron el auge de esas muestras de fervor popular, que constituyen la parte más importante del culto externo de la religiosidad. Se sabe de la existencia de este tipo de celebraciones en todas las mayores ciudades de Italia desde el siglo XIV en adelante.

Al arte medieval siguió el del renacimiento, haciéndose más numerosos los talleres de orfebres y artistas que se consagraron primordialmente a la talla de figuras religiosas. A partir del Concilio de Trento (siglo XVI) las procesiones adquirieron un auge importante dentro de las celebraciones de la Iglesia Católica. A ello ayudó, sin dudas, que en aquella época pocos tenían el conocimiento de la lectura, por lo que las imágenes jugaron un papel principal en la difusión y exteriorización de la fe.

En el mundo hispano las procesiones que se celebran en Semana Santa en numerosas ciudades de España son las que cuentan con más fama. Asimismo cabe mencionar las procesiones de Guatemala y la procesión del Señor de los Milagros en Lima, catalogada como la mayor del mundo.

Foto: Google, Procesión de Ntra. Sra. de Desamparados,
Orihuela, España.
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