Antes de atacar Siria, un Nobel de la Paz debería pensar en las víctimas.
- Vladimir Putin
31 de agosto de 2013
El hogar de Ancianos Mons. Adolfo Rodríguez
Hogar de Ancianos
Mons. Adolfo Rodríguez
Una obra de la Iglesia de Camagüey
sin ayuda gubernamental
por
Eduardo F. Peláez Leyva
Al sueño
de Monseñor Adolfo Rodríguez de construir un hogar de ancianos para aliviar sus
precarias condiciones de vida y subsanar la carencia de esas instituciones en
la ciudad de Camagüey, le falta poco para convertirse en realidad. Nosotros, como camagüeyanos en la diáspora,
tenemos la gran oportunidad de contribuir con nuestro pequeño grano de arena a
terminar esta obra y sentirnos parte de un legado de humildad, caridad y
solidaridad con nuestras raíces cubanas.
Nuestra generación, que supo
enfrentar la llegada del comunismo a
nuestra patria y tuvo que marchar al exilio con tristeza pero con la esperanza
de un regreso inmediato, ha contemplado la fuga de los años en tierras extrañas
con la impotencia de no haber podido incorporarse a la intrahistoria de nuestra
querida ciudad de Camagüey. Alguno de nosotros ha regresado brevemente a reunirse
con la familia, otros lo han hecho buscando sus raíces, a su iglesia, o
llevando quizás a sus hijos o nietos a donde yacen los restos de sus abuelos en
el cementerio de El Cristo.
Otros han optado por no regresar mientras el sistema dictatorial permanezca en el poder y, desgraciadamente, ya son demasiados los que han fallecido sin haber cumplido el sueño del regreso... la vuelta a Ítaca. Todos hemos pagado el precio de ser libres con el sacrificio de la diáspora. El pecado más grande de la revolución es el haber roto la continuidad histórica generacional, el habernos privado del quehacer diario, de dejar huellas en el suelo amado.
Otros han optado por no regresar mientras el sistema dictatorial permanezca en el poder y, desgraciadamente, ya son demasiados los que han fallecido sin haber cumplido el sueño del regreso... la vuelta a Ítaca. Todos hemos pagado el precio de ser libres con el sacrificio de la diáspora. El pecado más grande de la revolución es el haber roto la continuidad histórica generacional, el habernos privado del quehacer diario, de dejar huellas en el suelo amado.
Nuestra Iglesia decidió quedarse
obedeciendo su
misión evangélica y pastoral. Monseñor Adolfo Rodríguez Herrera, camagüeyano, nacido en la ciudad de Minas en 1924, pastoreó la iglesia camagüeyana del 1964 al 2002, convirtiéndose en el primer arzobispo camagüeyano y su primer obispo nativo.
misión evangélica y pastoral. Monseñor Adolfo Rodríguez Herrera, camagüeyano, nacido en la ciudad de Minas en 1924, pastoreó la iglesia camagüeyana del 1964 al 2002, convirtiéndose en el primer arzobispo camagüeyano y su primer obispo nativo.
La
labor
desempeñada por Monseñor Adolfo durante esos largos años es
inconmensurable. Como
párroco de la ciudad de Vertientes, inauguró tres colegios parroquiales y
un
dispensario médico. Siendo ya Arzobispo de Camagüey, bajo su iniciativa y
liderazgo entre otras muchas cosas, se logró la restauración de la
Catedral, se
fundó el Hogar Padre Olayo, y se rescató la procesión del Santo
Sepulcro. Inspiró
a muchos sacerdotes camagüeyanos, entre ellos a los actuales obispos
Mons. Mario Mestril, de Ciego de Ávila, Mons.
Wilfredo Pino Estévez, de Guantánamo-Baracoa, a Mons. Álvaro Beyra
Luarca, de Bayamo-Manzanillo y al arzobispo de Camagüey, Mons. Juan
García Rodríguez.
Fue uno de los obispos firmantes de la carta pastoral "El
amor todo lo espera". Presidió la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba y la Comisión Justicia y Paz que condenó públicamente el fusilamiento de tres jóvenes que robaron una embarcación para salir del país. Falleció en mayo de 2003 a los 79 años de edad y actualmente se encuentra en proceso de beatificación.
Fue uno de los obispos firmantes de la carta pastoral "El
amor todo lo espera". Presidió la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba y la Comisión Justicia y Paz que condenó públicamente el fusilamiento de tres jóvenes que robaron una embarcación para salir del país. Falleció en mayo de 2003 a los 79 años de edad y actualmente se encuentra en proceso de beatificación.
Ayudar a completar El Hogar de Ancianos Monseñor Adolfo
Rodríguez tiene una significancia histórica muy señalada ya que nos
adentramos en los quinientos años de la fundación de nuestra ciudad y Camagüey
se maquilla ante el mundo arreglando calles y edificios, marginando las
verdaderas necesidades de su pueblo y, en especial, el cuidado de la salud de
los ancianos.
La ciudad de Camagüey cuenta con
318,000 habitantes y el municipio muestra una media de envejecimiento de un 17%
superior a la media del país. El gobierno poco o nada hace al respecto. Los
retiros no alcanzan para satisfacer las necesidades más elementales y nuestros
ancianos adolecen de un mala nutrición y de un maltrecho cuidado de la salud.
Dispuesto a remediar esta situación y
aprovechando un viaje a España, Monseñor Adolfo le planteó al Presidente de Castilla-La Mancha el proyecto
de un hogar de ancianos. El Presidente se interesó y le pidió un estudio
detallado. En el año 1993, gracias a la benevolencia española, le fue otorgado
un presupuesto de 416,000 Euros, lo suficiente para comenzar la construcción.
Con la ayuda de este gran empuje, de otras donaciones más pequeñas de la
comunidad europea, y de la mano de obra voluntaria de brigadas de feligreses de
la Iglesia Católica de Camagüey, trabajando con bloques y ladrillos fabricados
a mano con recursos propios de la tierra y con herramientas rudimentarias, se
pudo terminar la obra estructural. Se
necesita mucho para completar el trabajo en el interior del edificio. Aparte de
la carpintería de aluminio (marcos para puertas y ventanas, etc.) faltan las
instalaciones eléctricas, las de agua fría y caliente, los equipos de
laboratorio, la farmacia, la cocina, la lavandería, los ascensores, las losas
para los pisos y los muebles (camas, balances, mesas y sillas para el comedor, equipos
de aire acondicionado para el
laboratorio clínico, etc.).
El exilio cubano ha sido muy generoso
como lo demuestra la ayuda consistente
que hemos estado brindando a nuestros familiares en Cuba, la mano amiga
tendida a los que vinieron de Cuba en el éxodo del Mariel y así sucesivamente a
cuanto cubano ha llegado a las playas del exilio.
¿Cómo podríamos ayudar? Todos somos
capaces de contribuir de acuerdo con nuestras posibilidades, desde un
dólar hasta una cifra de cuatro o cinco números. Hace falta recaudar dinero para importar equipos y materiales no existentes en Cuba; comprar o mandar a fabricar muebles, puertas y ventanas; comprar, en fin, otros equipos y materiales necesarios.
dólar hasta una cifra de cuatro o cinco números. Hace falta recaudar dinero para importar equipos y materiales no existentes en Cuba; comprar o mandar a fabricar muebles, puertas y ventanas; comprar, en fin, otros equipos y materiales necesarios.
Si una comunidad tan lejana como la de
Castilla-La Mancha contribuyó tan generosamente con más de medio millón de
dólares, cómo los camagüeyanos y cubanos del exilio no vamos ni siquiera hacer
el intento de igualar esa cifra para ayudar a nuestros ancianos, que pudieran
haber sido nuestros propios padres, tíos o nosotros mismos, si Dios no nos
hubiera permitido salir de Cuba y haber emprendido una vida decorosa.
Un pequeño grupo de camagüeyanos ya ha
dado el primer paso para ayudar a esta causa humanitaria, creando un grupo de
apoyo llamado HAMAR (Hogar de Ancianos
Monseñor Adolfo Rodríguez). Este grupo se ha estado reuniendo periódicamente
para los efectos de coordinar un programa que abrace a cuanto camagüeyano o
cubano en general dispuesto a contribuir no solamente con dinero, sino con
ideas creativas para lograr este objetivo. Hasta el presente se ha confeccionado
un folletín con la explicación de este proyecto para hacerlo llegar a las manos
de cuanto camagüeyano o cubano esté a su alcance.
Para más información sobre este
proyecto puede dirigirse a cualquiera de estos miembros del Grupo de Apoyo
HAMAR: Padre Alberto Rodríguez, OP, al (305) 322-4911 o por email a: arl1945@aol.com; Gisela Ibarra y Wilfredo Burgos al (305) 763-4403 o giseus@yahoo.com;
Rafael Ángel Quevedo al (305) 442-3127 o chafa@comcast.net.
Las donaciones* (cheque o money order)
deberán hacerse a nombre de "Camagüeyanos Católicos, Inc." con la
referencia "HAMAR" y podrán enviarse a:
Camagüeyanos
Católicos, Inc.
6800 SW 40
St., #343
Miami, FL
33155.
__________________
*Siendo Camagüeyanos Católicos Inc. una
organización sin fines de lucro exenta de
federal income tax bajo la sección 501 (a) del código fiscal, las
contribuciones al proyecto HAMAR son deducibles de impuestos.
El Panteón de Agrippa
Monumentos de la Roma Eterna:
el Panteón de Agrippa o Panteón de Roma
Ana Dolores García
La palabra panteón proviene del
griego: “pan”, traducida por todo, y “theon”
que quiere decir de los dioses. O sea, que su significado
primigenio es el de “conjunto de todos los dioses de una religión o una
mitología”.
La palabra fue derivando en otro
concepto y pasó a identificarse como templo de todos los dioses. ¿Fue ese el propósito
de Agrippa al construirlo? Por
testimonios del historiador y senador romano Dion Casio se conoce que la intención de Agrippa fue más
bien la de crear un culto a los dioses protectores de la dinastía julia, Marte y Venus y, de paso,
divinizar al propio Julio César. Es por ello que su primer nombre ni siquiera
fue “panteón”. Su significado actual dista mucho de la etimología de la
palabra: panteón, hoy, se refiere mayormente a una edificación funeraria donde reposan
los restos de una familia.
“Marco Agrippa, hijo de Lucio,
cónsul por tercera vez,
(lo) hizo”
Tal es la
inscripción en latín que puede leerse en el friso del pórtico de entrada. La
fecha no consta, pero los historiadores la sitúan entre los años 27 y 25 a.C. Sin embargo, lo que vemos detrás de ese friso no
es precisamente el panteón o templo construido por Agrippa, puesto que luego de
haber sufrido daños por un incendio en el año 80 y de ser reparado sufrió nuevos daños, -esta vez irreparables-, en el
año 110.
Fue después de esto cuando el
emperador Adriano ordenó la construcción de un nuevo templo que es el que se
visita actualmente, de forma esférica, aunque el primitivo “Panteón” era de
planta rectangular. Además, su entrada no estaba orientada como la actual sino
al sur, en el lado opuesto.
Típica de la época de su construcción en tiempos
de Adriano y aún posterior a ella, es la cúpula circular tan característica de
la arquitectura romana, tal como la cúpula de la Basílica de San Pedro y que, además, se extendió a otros países a través de siglos. Muestras
son, entre otros edificios famosos, la cúpula de los Inválidos en París y la del
capitolio de EE.UU. El diámetro de la cúpula del Panteón es aún mayor que el de
la cúpula de San Pedro. Es por tanto, la mayor cúpula de hormigón en el mundo.
Casi
seis siglos después de haber ido reconstruido por Adriano, el Panteón fue transformado
en iglesia cristiana. Fue por decisión
del emperador bizantino Flavius
Phocas Augustus
que, siendo emperador de tierra conquistada, lo cedió al Papa Bonifacio
IV. El templo fue dedicado a todos los mártires de las persecuciones religiosas,
muchos de cuyos restos fueron trasladados hasta allí desde las catacumbas. Se
le dio el nombre de “Sancta María ad Martyres” y hoy en día sigue siendo
iglesia católica abierta para el culto. Constituye el primer caso de la conversión
de un templo pagano al culto cristiano. Además, en el descansan los dos
primeros reyes de Italia y el insigne
pintor Rafael. Su interior es
bien sencillo y se encuentra enriquecido por bellos frescos.
El Panteón de Roma, de Agrippa
o de la Rotonda, -que también así se le llama-, ocupa todo un lateral de una
pequeña plaza conocida por ello como de la Rotonda. En el centro de la plaza se alza uno de los
ocho obeliscos que los romanos se trajeron de Egipto durante sus conquistas.
Se trata de uno de
los dos que existían en el Templo de Ramsés en Heliópolis. Fue trasladado
primeramente al templo de Isis cerca de la Basílica Menor de Santa María Sopra
Minerva, precisamente detrás del Panteón. En el año 1373 se le encontró cerca de la iglesia
renacentista de san Macuto, de donde fue trasladado frente la iglesia de Santa
María in Aracoeli, sobre el Capitolio. Por último fue coocado frente al Panteón
en la Piazza della Rotonda por el papa Clemente XII en 1711 y se le agregó una
bella fuete obra de Filippo Barigioni.
En
1980 el centro histórico de Roma, incluyendo el Panteón y la Piazza della
Rotonda fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
La Piazza della Rotonda, el domingo 28 de julio de 2013, colmada de turistas y romanos que buscaban un alivio del calor:
El Papa Francisco elige al nuevo secretario de Estado
secretario de Estado
al italiano Pietro Parolin
J.
Beltrán,
La Razón, Madrid
Era el nombramiento más
esperado desde que Jorge Mario Bergoglio fuera elegido Sucesor de Pedro el
pasado mes de marzo. No en vano, el secretario de Estado es la mano derecha del
Papa, lo que equivaldría al cargo de «primer ministro» en un Estado.
Pues bien, será el italiano
Pietro Parolin, actual nuncio de la Santa Sede en Venezuela, quien tome el
relevo del salesiano Tarcisio Bertone, que fue nombrado por Benedicto XVI en
2006, un año después de su elección. Francisco no ha querido demorar su
nombramiento y en cinco meses ha puesto nombre y apellidos al que será uno de
los pilares del Gobierno del Vaticano y, por tanto, de la Iglesia.
Con su nombramiento, que se
hará oficial de forma inminente, según ha podido confirmar LA RAZÓN, se cumplen
los pronósticos de quienes planteaban para el puesto a un italiano. Sin
embargo, más que por equilibrio de fuerzas por el hecho de no ser Francisco italiano,
lo cierto es que el currículum de Parolin habla de la vuelta del perfil de un
diplomático a la Secretaría de Estado, de un hombre con un expediente académico
impecable que conoció la realidad africana en su primer destino, que vivió
desde Roma los desafíos geopolíticos de los 90, contribuyó a establecer las
relaciones directas con el gobierno chino y ha sabido actuar como embajador
vaticano con mano izquierda ante las presiones del régimen chavista.
Además, Parolin llega al cargo
con 58 años, convirtiéndose en el más joven de los secretarios de Estado del
último siglo. Monaguillo de su parroquia en de Shiavon, perteneciente a la
diócesis italiana de Vicenza, se quedó huérfano de padre con tan sólo diez
años. Su madre, maestra de educación primaria, le sacó adelante junto con sus
dos hermanos.
Hace cuatro años, Benedicto XVI le encomendó
la tarea de ser el nuncio apostólico en Venezuela, una plaza harto complicada
teniendo en cuenta la presión del régimen bolivariano de Hugo Chávez al resto
de América Latina y el control interior del fallecido líder populista que
buscaba hacer sobre los creyentes
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