MADRE MARÍA de la ENCARNACIÓN
VEGAS VILLAREJO, STJ
Desde Uruguay, donde residía desde hace años, llegó la noticia del fallecimiento de la Madre Encarnación, la única de nuestras profesoras en el Colegio Teresiano de Camagüey que permanecía con vida. Sigue acompañándonos ahora desde la Casa del Padre, gozando ya de la Gloria del Señor que supo ganarse con una vida ejemplar. (adg)
Cuando descubría era Voluntad de Dios algo que se le sugería o pedía, iba hasta las últimas consecuencias por doloroso y difícil que fuera. Así nos lo demostró una vez más, cuando teniendo 96 años y sin casi nada de visión, se le sugirió la conveniencia de que pasara a vivir a la Residencia de San José, casa de hermanas mayores, en Montevideo, después de 15 años en la comunidad y colegio de Rivera. Si el Señor lo quiere, así está bien, dijo.
Fue una mujer de mucho carácter, que se dejó transformar a lo largo de su vida. Desde hace años los profesores, padres de familia, hermanas, todos la reconocíamos como una mujer bondadosa.
Una persona a la que se acercaban los profesores para compartirle sus preocupaciones y pedirle consejo. La habían descubierto como una persona muy fiel, que sabía guardar los secretos. Se preocupaba por su vida de relación con Dios y con los hermanos. En Rivera ayudó a más de treinta profesores/as para que pudieran sacar su Licenciatura.
Sencilla, buena, sumamente recta, justa, humilde, trabajadora. Muy exigente consigo misma, austera, pero bondadosa con los demás. Atenta a lo que el otro pudiera necesitar. Se dejó hacer y deshacer por el Señor. Era una mujer de fe.
Su vida espiritual siempre fue algo primordial para ella. Cuando ya la visión no le respondía, pedía que le leyeran y le grabaran cassettes para poder escuchar, y así tenía grabado El Camino de Perfección, Las Moradas, de Santa Teresa, y más cosas. Fiel a su tiempo de oración, hasta los últimos días, cantaba y rezaba con otra hermana que sí podía leer las oraciones.
Su amor a la Virgen fue algo que impresionaba y conmovía. Lo mismo que el no sentir ni una sola vez una queja al ir aceptando no poder leer y tener que dejar de tejer.
Fue una persona que se iba haciendo a los nuevos adelantos tecnológicos, llegó a dominar la computadora. Tenía mucho espíritu de superación, no quería molestar. Ella misma, previendo y aceptando sus limitaciones, preparó a una docente laica para que la supliera en la administración del Colegio.
Durante más de 65 años fue ecónoma, comenzó en el año 1939 en el Colegio de Tortosa, pasando por Valladolid, Calahorra, Camagüey, Santana do Livramento, Montevideo, llegando en el año 1989 a la comunidad de Rivera; hasta ese momento había sido profesora en Tarragona, en Campo Criptana y en el mismo Colegio de Tortosa. En diciembre del 2008 llegó a nuestra comunidad de la Residencia San José.
Encarnación nació en Trujillo (Cáceres) el 14 de junio de 1912 y entró en la Compañía el 22 de diciembre de 1944.
Ya es plenamente feliz. ESTÁ EN DIOS. Vivir desde esta realidad su ausencia física, es lo que nos consuela a sus familiares que tanto quería y a nosotras, ante el vacío tan grande que dejó.
Gracias, Encarnación, tu vida es fuerza para nosotras.
Cortesía: Pilarín Rodríguez Briz, stj