Camino de la Cruz
11ª Estación
Jesús es clavado en la cruz
«Han taladrado mis manos y mis pies,
puedo contar todos mis huesos»
Salmo 21, 17-18
Por fin en la cruz te acuestan.
Te abren una y otra mano
un pie y otro soberano,
y a todo, manso te prestas.
Luego, entre Dimas y Gestas,
desencajado por crueles
distensiones de cordeles,
te clavan crucificado
y te punzan el costado
y te refrescan de hieles.
Y que esto llegue es preciso
y así todo se consuma,
y, a la carga que te abruma,
el cuello inclinas sumiso.
Conmigo en el paraíso
serás hoy- al buen ladrón
prometes. Tierna lección
la de tus palabras ciertas.
Toma mis manos abiertas.
Toma mis pies: tuyos son.
Atravesé tus manos y tus pies,
no con clavos sino con pecados.
Tus manos, Señor, igual a las mías,
pero ellas sólo han repartido
paz y ternura.
Las mías, Señor, sólo amaguras.
Tus pies a la choza del pobre
han dado sus pasos.
Los míos, hacia el ocaso.
Cada vez que levanté mis manos
para horadar las tuyas,
tuve que buscar tus sagradas palmas.
Al entrar en los clavos,
mordía mi propia alma.
Siempre, Señor, ahora lo entiendo,
estuviste con las manos abiertas,
generoso hasta el dolor,
y tu rostro, mirando al cielo,
mientras yo buscaba en ídolos consuelo.
Mi Dios, dame fuerzas para abrir mis manos,
que de ellas salgan caricias, bondad,
dulzura y caridad.
Dame la gracia de mirar al cielo
y clava Tú mi corazón
con el deseo ferviente
de tocar a la puerta de tu casa
y decirte, sin temor,
Abbá, Padre, aquí estoy.
Versos, Gerardo Diego.
Reflexión, Santiago Soto Obrador.
La Erección de la cruz, óleo sobre madera, Pieter Pauwel Rubens,
Museo de Amberes, Bélgica.
Via Crucis, Saint-Anne-de-Beaupré, Québec, Canada
Montaje, Ana Dolores García
Serie/pps Cuaresma 2009
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