BOSQUEJO DE UN ASESINO LLAMADO “CHE” GUEVARA:
- Gabriel Astengo
- Ernesto Guevara de la Serna, fue un sociopata argentino, nacido en Rosario y más conocido como el “Che” o “el Chancho”, que en el argot latinoamericano significa cerdo, mote que le impusieron sus jovenes amigos por su poca aficion a la higiene personal.
Proveniente de una familia pudiente de la clase media alta, comenzó sus estudios de Medicina, los que nunca concluyó, para dedicarse segun él, «a correr mundo».
En Perú conoce a la troskista Hilda Gadea, mujer poco agraciada y mucho mayor que él, quien lo inicia en esa variante radical de la doctrina marxista y con quien procrea una hija.
Su afán aventurero lo lleva a Guatemala, donde se identifica con el gobierno pro-marxista de Jacobo Arbenz, y de donde sale huyendo luego de la caida de éste, producto de una rebelion nacionalista encabezada por Castillo Armas.
Llega asilado a México, donde conoce a Fidel Castro y se une al Movimiento 26 de Julio, con el que comienza a entrenar para un desembarco en Cuba. Su introvertida personalidad y sus prejuicios racistas contra los indios y negros, no son bien mirados por los futuros expedicionarios, en su inmensa mayoria compuesto por cubanos idealistas que soñaban con derrocar la dictadura impuesta por Fulgencio Batista el 10 de Marzo de 1952.
El 2 de Diciembre de 1956 el grupo expedicionario desembarca en Las Coloradas, al sur de la provincia de Oriente, cerca de los enclaves montañosos de la Sierra Maestra. El desembarco fue todo un desastre, pero Castro y un pequeño grupo logran sobrevivir e internarse en los montes de espesa vegetacion, donde más tarde se reagrupan.
Ya en la Sierra Maestra, el “Che”, comienza a destacarse por su total sumisión a Fidel Castro y por sufrir constantes ataques de asma. Por su proximidad a Castro es ascendido a comandante, antes que otros rebeldes con mas méritos que él.
Constante intrigante junto a Raúl Castro, en contra de revolucionarios de claras y definidas tendencias democráticas, como Frank País, René Ramos Latour, Jorge Sotus, Huber Matos, Higinio Diaz y muchos más, Guevara se va ganando poco a poco la total confianza de Castro, quien más tarde lo utilizaría para sus solapados planes hegemónicos.
Luego de la muerte de Frank País, producto de la infame delacion de Vilma Espín Guillois (cumpliendo secretamente órdenes de Castro), la sección civilista y democrática del Movimiento 26 de Julio queda definitivamente acéfala. Los revolucionarios santiagueros, que tan valientemente habían combatido el 30 de Noviembre de 1957, tienen que huir de la ciudad, abandonar la lucha clandestina e integrarse a las guerrillas de la Sierra Maestra controladas por Castro.
No obstante ya en la Sierra, surgen algunos enfrentamientos ideologicos, siendo el más destacado la polémica entre Guevara y René Ramos Latour, el Comandante “Daniel”, segundo hombre de Frank País.
He aqui algunos fragmentos de esta polemica escrita:
En una carta del 14 de diciembre de 1957, Guevara escribía a Daniel:
”Pertenezco por mi preparación ideológica a los que creen que la solución de los problemas del mundo está detrás de la llamada cortina de hierro y tomo este movimiento como uno de los tantos provocados por el afán de la burguesía de liberarse de las cadenas del imperialismo”.
Daniel responde a Guevara el 18 de diciembre de 1957: ”Los que tienen tu preparación ideológica piensan que la solución a nuestros males está en liberarnos del nocivo dominio yanqui por medio del no menos nocivo dominio soviético”.
En aquella misma carta, Ramos Latour agregaba que la ideología del Movimiento 26 de Julio se inspiraba en el pensamiento político de José Martí, que consistía en hacer de Cuba un país democrático y próspero, pero con justicia social, y que los pactos con otras fuerzas opositoras eran necesarios y saludables.
Un tiempo después, Rene Ramos Latour caería combatiendo heroicamente contra el ejercito de Batista.
Meses más tarde, Castro designa a Guevara y Camilo Cienfuegos, para comandar la invasión hacia las provincias occidentales.
Luego de librar pequeñas escaramuzas, Guevara negocia con jefes militares corruptos de Batista su paso por la provincia de Camagüey, entregandoles a éstos fuertes sumas de dinero en efectivo, siendo el caso más destacado el del Coronel Dueñas, quien le cedió el paso a los rebeldes por el sur de Ciego de Avila. Por el contrario las fuerzas de Camilo, tuvieron que enfrentarse contra militares honorables, que aunque defendiendo un mal gobierno , no se dejaron comprar.
Al llegar a la provincia de Las Villas, Guevara confronta nuevos problemas, ya que los grupos rebeldes que combatían en esa zona se niegan a ponerse bajo su mando. Finalmente y sin más alternativas al respecto, se ve prácticamente obligado a firmar el Pacto de El Pedrero junto a los líderes del “Directorio Revolucionario 13 de Marzo” y así aunar esfuerzos para atacar la ciudad de Santa Clara con fuerzas combinadas de ambas agrupaciones.
Otros grupos de insurgentes no pactan con Guevara y continuan la lucha de manera independiente, como el “Segundo Frente Nacional de El Escambray”, quien no reconoce el mando impuesto de Guevara.
Al caer el “famoso” tren blindado en manos de los rebeldes, ahi comienza el fabricado mito de “el guerrillero heroico” otorgándole a Guevara una inmerecida fama, cuando en realidad el peso del combate lo llevaron los hombres del Directorio Revolucionario.
Al triunfo de la Revolución, Guevara es designado jefe militar de la Fortaleza de La Cabaña, donde se destaca por su sangre fria e inmensa crueldad contra los políticos, policías y soldados del régimen vencido.
La misma cruel actitud, que más tarde emplearía contra sus antiguos compañeros de lucha, quienes no se someterían al giro comunista del proceso revolucionario. Sus cientos de atrocidades en aquella etapa estan más que documentadas.
Ernesto Guevara junto a los Castro fueron los artífices de la traición a los postulados originales de la Revolución Cubana y de la entrega de nuestra soberanía nacional en manos de la Unión Soviética. Los verdaderos contrarrevolucionarios de aquel histórico proceso.
Años más tarde, cumpliendo órdenes de Castro en su afán expansionista, trata de apuntalar un régimen de tendencia comunista en el Congo, pero malogrado su intento y a punto de caer prisionero, logra escapar y regresa derrotado a Cuba, donde es recibido de manera clandestina y con suma frialdad por parte del gobierno comunista, por motivo de su fracaso en tierras africanas.
Finalmente y para salvar el mito de “el guerrillero heroico”, la dictadura castrista lo pone al frente de una nueva campaña expansionista, pero esta vez en tierras latinoamericanas. Se monta un entramado publicitario al mejor estilo hollywoodense, con “carta de despedida” y todo (que más tarde se descubriría que fue escrita por el propio Castro para ensalzar su ego) y lo envían al frente de un grupo de “problemáticos” oficiales castristas a su postrera campaña en Bolivia.
En aquel país todo le fue mal desde el principio, los comunistas bolivianos le viraron la espalda, sus tácticas guerrilleras fueron un total desastre, sus antiguos métodos de sobornar militares no le funcionaron, el campesinado lo ignoró, Castro lo abandonó, Regis Debray lo delató y ya sin logística, con su grupo diezmado, cae herido gritando acobardado «¡¡no me maten, no me maten, soy el “Che” Guevara y valgo más vivo que muerto!!»
Hecho prisionero fue trasladado a La Higuera, donde se le trató con respeto en todo momento como prisionero de guerra, en claro contraste con su conducta en Cuba, donde antes de asesinar friamente a sus adversarios, los vejaba e insultaba. Horas más tarde el alto mando boliviano decidía sumariamente ejecutarle.
¡Y cosas de la vida! El oficial de más alto rango que se encontraba ese día en La Higuera, era un cubano exilado, el Mayor Félix Ismael Rodríguez Mendegutía, quien recibió directamente la orden del Presidente de Bolivia, Gral. René Barrientos, de que el mercenario fuera ajusticiado.
Dicen que cuando el Mayor Rodríguez le comunicó a Guevara la decisión gubernamental, éste se puso pálido. Más tarde entró el sargento Terán y se oyeron varias descargas.
El que a hierro mató, a hierro moría.
El Mayor Félix Rodríguez, quizá sin proponérselo, era la representación de nuestro pueblo cubano haciendo ejemplar justicia con un asesino.