Una historia
de horror moderna
Por Diego Trinidad
En esta nueva historia de horror moderna no hay
muertos—todavía. Pero es mucho peor, mucho más destructiva. Se
trata de la muerte de una nación entera: Estados Unidos de América. El título
de la nueva historia de horror moderna es “2016: Obama’s America”
(La América de Obama en el 2016). Es un brillante documental realizado y
producido por Gerald Molen, productor de las películas Schindler’s List,
ganadora del Oscar como la mejor del año en 1993 y Brave Heart
en 1995. Basado en dos libros del escritor Dinesh D’Souza sobre el
presidente, The Roots of Obama’s Rage (Las Raíces de la Rabia
de Obama) y Obama’s America (La América de Obama) y en uno de
los libros escritos por el mismo presidente Dreams from my Father (Sueños
desde mi Padre), el documental trata de explicar cómo y por qué el
presidente es quien es hoy y los resultados que dejará a Estados Unidos si es
reelecto este año como presidente. Los Estados Unidos en el 2016 es la nueva historia de horror
moderna.
Dinesh D´Souza
D’Souza, quien escribió además el libreto del documental y lo codirigió (con
John Sullivan), es un escritor y analista político americano de origen indio —nació en Bombay (ahora llamado Mumbai),
India en 1961— y emigró a Estados Unidos
como estudiante universitario en 1978. Para su asombro, en 1988, al final
de la segunda administración de Ronald Reagan, fue invitado a participar en el
equipo de la Casa Blanca como asesor del presidente. Ha escrito varios
libros, incluyendo una de las primeras biografías de Reagan (1997) que se
publicó después del retiro del presidente. Ha trabajado en las más prominentes
organizaciones conservadoras del país (American Enterprise Institute, Heritage
Foundation, Hoover Institution) y ahora es presidente de King’s College en
New York.
D’Souza hace años ha estado estudiando al presidente para explicarse cómo la
vida de dos hombres tan similares como él y él presidente (los dos nacidos
fuera de EU en el mismo año, uno de descendencia africana, el otro india, los
dos bien educados y triunfadores, pero uno convertido en un peligroso radical
izquierdista, el otro en un conservador convencido) pueden haber tomado caminos
tan diferentes en sus vidas.
De esa
manera comienza el documental, basándose en el libro autobiográfico escrito por
el presidente sobre los sueños de su padre. Pero el libro solo ofrece
algunos indicios de cómo el presidente fue influenciado por su padre, de manera
que el autor sigue los pasos del futuro presidente en su niñez, juventud y vida
adulta para descubrir qué sucedió.
D’Souza
viajó a Nairobi, Kenya, a Jakarta, Indonesia, y a Hawaii, entrevistando a
muchas figuras en la vida del presidente, incluyendo a su abuela de crianza y a
su medio hermano en Kenya (quien vive en una choza ganando el equivalente de $1
al día y no recibe ningún apoyo
de su medio hermano), a varios que lo conocieron en Indonesia y visitando la
casa donde vivió y la escuela (madrassa islámica) donde
estudió por un año en Jakarta. Finalmente, D’Souza entrevistó a muchos
que conocen bien al presidente, tanto defensores como antagonistas. Así logra
formar el cuadro de este hombre tan básicamente extraño, tan poco americano,
que es el presidente.
En su libro The Roots of Obama’s Rage del 2011, D’Souza
enfatiza como la ideología anticolonialista de Barack Obama padre ha influenciado
y moldeado la de su hijo que ahora es presidente de Estados Unidos. Esta
importancia que D’Souza da a esa ideología anticolonialista en el presidente ya
fue criticada cuando su libro apareció hace dos años. Ahora D’Souza hace
lo mismo con el documental y ese es su único defecto. Porque a pesar que
D’Souza lo menciona y hasta entrevista por varios minutos a Paul Kengor,
autor de un nuevo libro, The Communist, hay otra influencia
mucho más vasta y mucho más determinante en la vida del presidente. La influencia que ejerció el poeta comunista
(miembro del Partido Comunista de Estados Unidos, copia de cuyo carnet es
producido en el libro y en el documental) Frank Marshall Davis.
Según Kengor, un destacado historiador de la
Guerra Fría y autor de otros cinco libros previos, Davis fue el fundador y
editor de uno de los más importantes periódicos comunistas en Estados Unidos,
el Chicago Star en 1947, y en su expediente aparece que era
considerado como un peligroso y activo agente de la Unión Soviética por el FBI.
Lo más interesante de la minuciosa investigación
de Kengor es que logró encontrar las copias del Chicago Star (no están ni
siquiera en la Biblioteca del Congreso en Washington) y en los artículos
escritos por Davis en los años 1940s y 1950s, se puede ver una gran similitud
con los discursos del presidente durante su campaña electoral en el 2008 y
después. Sus discursos casi parecen copias de los artículos de Davis en el
Chicago Star. Desafortunadamente, D’Souza no enfatiza esto como es
debido. Por supuesto, es posible que D’Souza haya decidido a propósito no
destacar la gran influencia de un comunista sobre el presidente. No es lo
mismo anticolonialismo que comunismo y quizás de esa manera el documental
hubiera sido atacado y desacreditado mucho más por sus detractores. Pero
consideremos que fue más importante en la formación del presidente.
Obama
padre
Barack Obama solo conoció a su padre por dos años y eso no se puede contar. Obviamente un niño de dos años no
tiene memorias ni puede ser influenciado por nadie a esa edad. Obama
padre estudió desde 1959 a 1962 en la Universidad de Hawaii, donde conoció y se
casó con Stanley Ann Dunham, la madre del presidente en 1961. En 1962,
Obama padre los abandonó a los dos para irse a estudiar economía en la Universidad
de Harvard (no se graduó ni en la universidad de Hawaii ni en Harvard de nada), regresando a Kenya en 1964,
donde tuvo dos hijos más con otra mujer americana que lo acompañó, Ruth Baker,
y unos cuantos hijos más con su primera esposa, de quien nunca se divorció.
Obama padre, a pesar de tener malamente tres años
de educación universitaria en Estados Unidos, se convirtió en un importante
asesor económico en
la nueva nación de Kenya (1963) en los ministerios de Transporte y de
Finanza. Poco más tarde, trabajó como el economista principal (senior
economist) del Ministerio de Planeamiento y Desarrollo Económico de Kenya
encabezado por su benefactor, el Ministro Tom Mboya, uno de los dirigentes del
movimiento independentista de Kenya junto con su primer presidente, Jomo
Kenyatta.
Mboya fue asesinado en 1969 y Obama padre fue
despedido de su cargo poco después. Mboya se había convertido en uno de
los principales oponentes del presidente Kenyatta a la vez que su carrera había
dado un vuelco hacia la izquierda cuando se convirtió en gran aliado del
presidente de Ghana Kwame Nkrumah, uno de los líderes más radicales de los
nuevos países independientes de África. Kenyatta, en contraste, tomó una
posición más a favor de Occidente y el asesinato de Mboya se atribuye a esa
rivalidad.
Obama padre escribió un importante artículo en 1965 (citado en el documental y
publicado en East Africa Journal), donde abiertamente recomienda una
economía socialista para Kenya y la colectivización de la tierra. Señala además
que “teóricamente no hay límites para que el gobierno no imponga hasta el 100%
de impuestos sobre ingresos, siempre y cuando el pueblo reciba beneficios del
gobierno conmensurados con los impuestos sobre esos ingresos”. El
presidente nunca ha mencionado este conocido artículo de su
admirado padre, pero tiene que haberlo leído después de su intensa
investigación sobre sus raíces africanas. De manera que en este caso por
lo menos, de su padre sí lo aprendió.
En
1971, Obama padre visitó a su hijo en Hawaii por un mes (Obama hijo tenía solo
10 años), regresó a Kenya y murió en un accidente de carretera en 1982, su
tercero. En el primero mató a otro hombre, en el segundo perdió las dos
piernas, en el tercero perdió la vida. En los tres accidentes estaba conduciendo
borracho, pues se había convertido en un alcohólico varios años antes.
¿Por qué el presidente llegó a admirar tanto a su padre? Porque su madre,
a pesar de que se casó casi enseguida con Lolo Soetoro, otro estudiante
indonesio a quien conoció también en la Universidad de Hawaii en 1965, siempre
le habló de su padre con gran admiración y afecto. La familia Saetoro se mudó a
Jakarta en 1966, pero Barack hijo nunca se adaptó a la nueva vida en Indonesia
y su madre lo regresó a Hawaii a vivir con sus abuelos maternos en 1971.
Frank Marshall Davis
Fue en
Hawaii donde Barack hijo conoció al poeta comunista Frank Marshall Davis, buen
amigo de su abuelo Stanley Dunham. Entre los 10 y 18 años, los años más
importantes y formativos en la vida de cualquier joven, el futuro presidente
fue bien adoctrinado por Davis no solo en su ideología comunista sino en la
ideología anticolonialista que profesaba (y también supuestamente profesaba
Obama padre) y en la teología marxista de liberación (esta “teología” no fue
instrumental como religión en la formación del presidente, quien básicamente no
es un hombre religioso, pero años más tarde, curiosamente se encontró con la
Teología de Liberación otra vez, ahora predicada por su otro gran mentor, el
Pastor Radical Jeremiah Wright de Chicago). Stanley Dunham visitaba a
Frank Marshall Davis frecuentemente (los dos compartían además de las ideas
políticas, el gusto por el alcohol) y llevaba a su nieto a esas
reuniones. Nadie tuvo mayor
influencia en el futuro presidente y nadie moldeó más su carácter que Frank Marshall Davis.
Esto es un hecho cierto y no puede ni debe
dudarse. Además, el mismo presidente lo admite en su libro Dreams
from my Father, donde menciona a “Frank” (pero no su apellido ni su
comunismo) como una gran influencia en su vida más de veinte veces.
Influencia de la madre
Pero no solo eso, sino que en realidad, su propia madre fue una influencia
mucho mayor en la vida del presidente que ningunos “sueños’ que su padre jamás
tuvo. Fue una mujer que odió intensamente a Estados Unidos. Se casó
y siempre tuvo relaciones con hombres extranjeros y de color, y vivió una buena
parte de su vida fuera de Estados Unidos, porque no soportaba a su propio
país. No hacía falta peor influencia que esta, pero la tuvo también de
sus abuelos maternos, los cuales, antes de mudarse a Hawaii, asistían a una
iglesia en los suburbios de Seattle, Washington, conocida como “la iglesita
roja de la colina”, por el radicalismo de su pastor y su congregación.
D’Souza está convencido que el anticolonialismo es la fuerza que más influyó en
el presidente, transmitido por Davis y por su propio padre. Solo que
Barack Obama padre no era particularmente anticolonialista. Pero SI era
un socialista convencido. Aquí es donde D’Souza se equivoca. No son las ideas
anticolonialistas sino las izquierdistas y comunistas las que convirtieron al
presidente en el radical que es hoy. Contado por él mismo, en sus días
universitarios en Occidental College de
Los Angeles, Columbia University de
New York y Harvard, sus relaciones preferidas, las cuales buscaba ávidamente,
eran con jóvenes izquierdistas tercermundistas y profesores marxistas. Estas
ideas fueron todavía más cimentadas por otros dos hombres: Saul Alinsky y Bill
Ayers en los años 1980s en Chicago.
Saul Alinsky y Bill Ayers
Alinsky ya había muerto, pero sus
libros Reveille for Radicals (1946) y Rules for
Radicals (1971) fueron enormemente influyentes en el presidente, ya
que Alinsky es reconocido como el fundador del movimiento de organizaciones
comunitarias, la única profesión de Obama hijo antes de ser presidente.
Alinsky, quien no era comunista (consideraba al comunismo como irrelevante,
pero importante como aliado de los radicales que planeaba influenciar), tenía
raíces radicales desde joven y comenzó su carrera política en Chicago como
amigo de Al Capone y su teniente principal Frank Nitti. Dedicó su
libro Rules for Radicals a Satanás, según Alinsky el primer
radical en la historia.
Ayers fue uno de los fundadores del
movimiento radical de estudiantes Students for a Democratic Society en
los 1960s. Poco después cofundó el grupo aún más radical y violento, The
Weather Underground. Admitió haber colocado bombas en el Pentágono, el
Capitolio y estaciones de policía en New York y San Francisco. Fue
fugitivo de la justicia y uno de los más buscados por el FBI, junto con su
esposa Bernardine Dohrn por muchos años. Ambos, por cierto, abiertamente han
admitido ser comunistas y socialistas durante casi todas sus vidas y nunca se
han arrepentido de sus actividades terroristas, algunas de las cuales costaron
vidas de inocentes. Cuando ambos se entregaron, el estatuto de
limitaciones había caducado y no fue posible procesarlos. Además, algunas
grabaciones obtenidas ilegalmente por el FBI documentando sus actividades
terroristas no podían ser admitidas como evidencia. En lugar de ir a la
cárcel, los dos radicales terroristas hoy en día son distinguidos “educadores”
y ciudadanos ejemplares en Chicago.
El presidente lanzó su carrera política desde la
casa de Ayres y Dohrn en Chjcago en 1995 y más tarde los dos estuvieron en las
juntas directivas del Woods Fund y Annenberg Challenge
en Chicago por seis años.
Estas dos organizaciones patrocinaron y contribuyeron por mucho tiempo a los
más radicales grupos comunitarios en Chicago. Pero según el presidente, Ayers y
Dohrn solo son sus “conocidos”, únicamente porque comparten el mismo
vecindario.
Valor del Documental
El documental es muy efectivo porque D’Souza conduce sus entrevistas y narra
sus reportajes con gran objetividad. No es de ninguna manera un ataque
partidista contra el presidente. Es simplemente un recuento de la verdad,
aunque D’Souza a veces no la interprete como debe ser. La primera hora,
ofrece la información necesaria para probar su tesis sobre el anticolonialismo
como las raíces radicales del presidente. Es en la última media hora en
la que el documental se convierte en una historia de horror moderna.
En esta parte final, D’Souza describe como el
presidente piensa y planea cambiar radicalmente a Estados Unidos si logra ser
reelecto este año. Su entrevista con el ex Comptroler (Regulador
de la Moneda) de Estados Unidos David Walker es muy reveladora, pues Walker
habla del enorme daño que las políticas económicas del presidente han hecho y
seguirán haciendo al país si no son frenadas. Además, según Walker esto ha sido
a propósito, como parte del plan para destruir —y luego reconstruir a la manera
“progresiva”— la sociedad americana. La visión de Estados Unidos después de
cuatro años más bajo este presidente no se puede describir sino como
escalofriante y atemorizante en extremo. Y así lo logra este excepcional
documental.
Unos comentarios finales y otra
predicción de mi parte.
Primero,
debo mencionar algo que no está en el documental puesto que este libro que
contiene los datos acaba de ser publicado. Escrito y bien documentado por Aaron
Kline y Brenda Elliott, el libro Fool Me Twice (Engáñame dos veces)
ofrece una visión todavía peor que el documental, introduciendo un elemento que
desde junio se está poniendo en práctica: la futura documentación y legalización
de todos los millones de inmigrantes ilegales en Estados Unidos.
Quien
conozca y recuerde lo que logró el Partido Demócrata en California en 1996,
cuando mas de dos millones de inmigrantes ilegales fueron inscritos para votar
en el estado, lo que ha cambiado permanentemente y para siempre la política y
la economía del gran estado de California —la quinta economía del mundo entonces, pero
ahora ya en noveno lugar y bajando continuamente— saben muy bien que esto es enteramente
posible. El presidente lo puede lograr, además, sin siquiera contar con
el Congreso para cambiar las leyes de inmigración, por medio de decretos
presidenciales. Si doce millones de inmigrantes ilegales en Estados
Unidos son inscritos para votar gracias a un presidente demócrata, obviamente
su gran mayoría votará por ese partido por largos años por
agradecimiento. Esa sería la destrucción final de esta gran nación.
Segundo, hay todavía algo importante que D’Souza no menciona siquiera.
Esto es el enorme resentimiento del presidente por la decepción que sufrió
cuando visitó a Kenya en 1988. Después de estudiar en Occidental College de Los Ángeles, donde compartió un apartamento
con dos jóvenes islamistas pakistaníes, al graduarse, Obama hijo viajó a
Pakistán, donde pasó un mes en casa de uno de sus amigos y luego siguió rumbo a Kenya. (Nadie sabe, y
el presidente nunca ha explicado, quien pagó por los gastos de un viaje tan
largo y costoso; sus abuelos definitivamente no tenían los medios para
hacerlo).
Allí se
enteró de la verdad sobre su padre cuando conoció a muchos de sus familiares en
la aldea nativa de su padre. Conversó también con varios amigos sobrevivientes
de su padre. Obama padre no solo fue un alcohólico abusador de todas sus
mujeres, sino un fracasado a través de su vida, quien terminó viviendo en la
pobreza, sin trabajo y casi sin amigos. ¿Y qué de sus “sueños”? No
mucho. No hay indicios —y D’Souza
no los ofrece— que Obama padre fue
ningún soñador ni tampoco ningún idealista. Fue un hombre relativamente
práctico y adaptable a sus circunstancias toda su vida. Al final, en
realidad perdió el control sobre su propia vida cuando se dejó dominar por su
alcoholismo.
Pero el presidente nunca ha admitido nada de esto, aunque bien lo sabe. Al
parecer, prefiere culpar al ex presidente de Kenya Jomo Kenyatta por los
fracasos de su padre. Como Kenyatta fue relativamente pro occidental
aunque un gran crítico del colonialismo, el presidente tiene otra causa para
resentir los valores de la sociedad donde creció y vive. Después de todo,
Estados Unidos es el líder de Occidente y por muchos años apoyó las políticas
coloniales de Europa, con sus grandes abusos y “explotación” de las poblaciones
indígenas de África y Asia. Así seguramente lo interpreta el presidente.
Por su
padre parece todavía sentir admiración. ¿Pero cómo saber si es
verdad? No por lo que escribe en sus libros, especialmente en Dreams
from my Father. Aunque D’Souza confía demasiado en lo que
supuestamente recuerda el presidente de su pasado, varios investigadores han
demostrado concluyentemente que casi todo lo que el presidente cuenta en el
libro es inventado o mentira. Es difícil, entonces, darle tanto valor a lo que
es más una creación literaria que una verdadera autobiografía. En
realidad, Dreams from my Father tiene que ser tomado no solo
con un grano de sal, sino con un salero entero.
Pero en mi opinión, nada de esto, por terrible que sea de contemplar,
sucederá. En primer lugar, el presidente no será reelecto este año.
Pero en segundo lugar, aunque milagrosamente (o por otros medios más
siniestros) lograra esa reelección, el Congreso
—al menos la Cámara pero casi seguramente también el Senado— quedaría
en manos del partido republicano. Si solo la Cámara sigue bajo control
republicano, esta vez definitivamente le negará los fondos al gobierno
continuamente para que pueda funcionar. Si también el Senado es
controlado por los republicanos y el presidente ilegalmente trata de gobernar
por decreto, será indiscutiblemente enjuiciado (impeached), procesado y
condenado por el Congreso, quedando destituido de inmediato. Cuando el
proceso contra el presidente Clinton, la Cámara lo enjuició, pero el Senado,
controlado por los demócratas, no lo condenó.
Esta
vez es distinto. Esa es nuestra salvación. Pero por si acaso, que esa sea
la gran lección de todos los que vean, como deben ver, el documental
2016. Que voten en contra del presidente masivamente para evitar siquiera
la posibilidad de ver la destrucción que predice el documental.