2 de febrero de 2013

INVITACIÓN


Mons. José Grau Adán, actual párroco de la iglesia de Ntra. Sra. de la Soledad y ViceRector del PreSeminario San Agustín, en Camagüey, se encuentra temporalmente en Miami y presidirá este sábado 2 de febrero la celebración de la festividad de la Patrona de nuestra diócesis, Ntra. Sra. de la Candelaria, y el Centenario de la creación de la diócesis de Camagüey, hoy arquidiócesis.

Mons. Grau será el celebrante principal de la Eucaristía en la Ermita de la Caridad a las 3.00 PM y después pasaremos al salón Padre Félix Varela, contiguo a la ermita, para disfrutar de un ameno rato de confraternidad.

Participemos todos para celebrar nuestra fe orando juntos por Cuba y nuestra Iglesia, conmemorar la fundación de nuestra diócesis, honrar a nuestra Patrona y, al mismo tiempo, recrear entre amigos las inolvidables vivencias del legendario terruño, que nos hemos traído en la memoria.

LAS ROSQUILLAS DE SAN BLAS


Las rosquillas de san Blas

Blas de Sebaste, venerado como san Blas, fue un médico, obispo de Sebaste en Armenia (actual Turquía).  Vivió como ermitaño en una cueva en el monte Argeus y murió mártir durante las persecuciones a los cristianos realizadas por el emperador romano Licinio en los comienzos del siglo IV. Es el patrono de Paraguay, de Dubrovnik (Croacia) y de muchas ciudades de España e Hispanoamérica. 

Se le considera también patrono de los enfermos de garganta debido a los milagros que se le atribuyen en ese sentido. Según una leyenda, san Blas salvó a un niño de morir ahogado por una espina de pescado. 
      
Por este motivo, el 3 de febrero es tradicional bendecir unos cordones de colores conocidos como "cordones de San Blas" y colocárselos en el cuello. Igualmente es tradicional en las iglesias el bendecir las gargantas mientras se hace una invocación al santo. Y no podían faltar los dulces típicos, como recipientes  de la protección de las gargantas que se atribuye al Santo, y que incluye también la bendición de los alimentos que se ingieren. Entre esos dulces típicos las que acaparan el favor popular son las rosquillas, bendecidas en muchas iglesias al término de la celebración litúrgica de ese día.  

Así ocurre en una iglesia de Jaén, Andalucía, La Magdalena, en la que se llegan a vender entre 5,000 y 6,000 bolsas al precio de un euro, que se destina a obras sociales o de  caridad. 

En el refranero español hay múltiples frases y sentencias populares que hacen referencia a san Blas:

Por san Blas la cigüeña verás, y si no la vieres: año de nieves.

Por san Blas: hora y media mas. (Tiempo mas que dura la luz solar al haber transcurrido ya mes y medio desde el comienzo del invierno). 

O este otro que aparte de piadoso, no deja de ser práctico:
San Blas bendito, cúrame la garganta y el apetito.

Dos recetas de rosquillas
(Eva Arguiñano)

Rosquillas de san Blas
Estas rosquillas cubiertas con glaseado comenzaron a popularizarse a finales del siglo XIX. Probablemente es uno de los productos más consumidos en las romerías de san Blas. Eva Arguiñano nos sugiere esta receta en la que opta por hacerlas en el horno para obtener unas rosquillas con poca grasa.

Ingredientes (25-30 rosquillas):
  • 500 gr. de harina
  • 7 huevos
  • 2 cucharadas de azúcar
  • 125 ml. de aceite virgen extra
  • 2 cucharadas soperas de anís
  • - Para el baño:
  • 4 claras de huevo
  • 400 gr. azúcar glas
  • un chorrito de anís
Elaboración de la receta de rosquillas de San Blas

Pon los huevos, el azúcar, el anís y el aceite en un recipiente amplio. Incorpora la harina (poco a poco) y amasa con las manos hasta que quede una masa homogénea.

Coge porciones del tamaño de una ciruela y, sobre la mesa ligeramente untada de aceite, haz unas tiras. Para formar las rosquillas, únelas por los extremos. Colócalas sobre papel de horno e introdúcelas en el horno (previamente calentado) a 165º C durante 20 minutos. Déjalas enfriar.

Bate las claras con una batidora de varillas eléctrica e incorpora el azúcar, sin dejar de batir. Agrega el anís y sigue batiendo hasta conseguir un merengue espeso.

Báñalas por un lado y deja que se sequen. Colócalas en una fuente y si quieres, puedes adornar las rosquillas de San Blas con un ramillete de grosellas y unas hojas de menta.

Consejo:  Las claras de huevo se montan mejor a temperatura ambiente y añadiéndoles unas gotas de zumo de limón o una pizca de sal gruesa. El recipiente y el batidor deben estar bien limpios y secos.

Vídeo: 


Rosquillas de anís
Ingredientes (4 personas):
  • 1/2 copita de anís
  • 1/2 vaso de aceite
  • 3 cucharadas de azúcar
  • 10 cucharadas de harina
  • 3 huevos
  • unos anises verdes
  • Para la glasa:
  • 100 gramos de azúcar glas
  • un chorrito de agua
Elaboración de las rosquillas de anís

Mezcla el aceite, el anís, los huevos y el azúcar. Ve añadiendo la harina y mezclando con una varilla hasta que la masa se suelte de las paredes del recipiente (puede admitirte más o menos cantidad de harina).

Después, amasa con las manos. Trabaja esta mezcla en una superficie enharinada y deja reposar unos 30 minutos. A continuación, estira un cilindro delgado y da forma a las rosquillas.

Colócalas sobre una placa de horno forrada con un papel antiadherente (o bien untada con aceite y harina). Hornea a 200 grados durante 8-10 minutos. Deja enfriar y báñalas con una glasa que habrás preparado mezclando el azúcar glas con un poco de agua.

Adorna las rosquillas con los anises y sirve.

Consejo: Las rosquillas te servirán como postre, para desayunar o merendar. Según el momento del día, la puedes acompañar con moscatel, anís, café o chocolate.

Cómo conservar las rosquillas: Las rosquillas se mantienen más tiempo frescas si una vez frías las colocas en una caja de cartón y luego las cierras con papel plástico.

FRASE DE SABIDURÍA


Cuando todos los días resultan iguales es porque el hombre ha dejado de percibir las cosas buenas que surgen en su vida cada vez que el sol cruza el cielo. 
- Paulo Coelho (1947- ) Escritor brasileño.

1 de febrero de 2013

MONS. ADOLFO RODRIGUEZ HERRERA


 MONS. ADOLFO RODRÍGUEZ HERRERA

Mons. Adolfo Rodríguez Herrera fue el cuarto obispo en la historia de nuestra diócesis y nuestro primer obispo nativo. Nacido en Minas, provincia de Camagüey, el 9 de abril de 1924, Mons. Adolfo, -como cariñosa y respetuosamente le llamábamos sus feligreses-, estudió en los seminarios "Santa María" de Camagüey, "San Basilio Magno" de Santiago de Cuba y "El Buen pastor" de La Habana, de donde pasó a la Universidad Pontificia de Comillas en Cantabria, España.  

Allí fue ordenado sacerdote el 18 de julio de 1948 por Mons. Manuel Hurtado, obispo de Tarazona, diócesis de la provincia de Zaragoza, España.  Regresó a Camagüey ese mismo año y comenzó a ejercer su sacerdocio como Coadjutor de la Santa Iglesia Catedral. Más tarde, en 1950, fue nombrado párroco de Vertientes y asesor diocesano de la Federación de la Juventud Católica. Más tarde fue párroco de Ciego de Ávila, vicario general de Camagüey y gobernador eclesiástico de la diócesis por la ausencia del Obispo Carlos Riu Anglés.

 El 27 de mayo de 1963, S.S. Juan XXIII lo nombró Obispo Titular de Tiberiópolis y Auxiliar de Camagüey y  fue consagrado como tal en la Santa Iglesia Catedral de Camagüey el día 16 de julio de 1963. S.S. Pablo VI lo nombró Obispo Titular de Camagüey el 10 de septiembre de 1964.

Durante sus casi treinta y seis años al frente de la Diócesis, Mons. Rodríguez Herrera desarrolló una excepcional acción pastoral afrontando situaciones adversas y difíciles, al contar con un clero insuficiente para cubrir las necesidades espirituales de sus fieles. Su incondicional confianza en Dios (su lema en el escudo episcopal era la cita bíblica "Es bueno confiar en el Señor") le ayudó a cumplir con creces el mandato divino de "apacienta mi ovejas" que aceptó al recibir el báculo de obispo.

Cuando la diócesis fue elevada al rango de arzobispado metropolitano por el Papa Juan Pablo II el 5 de diciembre de 1998, fue nombrado primer arzobispo de Camagüey y recibió el palio arzobispal de manos del propio Juan Pablo II el 29 de junio de 1999 en la basílica de San Pedro en el Vaticano.  Ejerció como presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba durante el período 1999-2001.

El 10 de junio de 2002, el Papa aceptó su renuncia al gobierno pastoral de la archidiócesis por razón de su edad, en conformidad al canon 401, párrafo 1, del Código de Derecho Canónico.

Falleció el 10 de mayo de 2003 a consecuencia de un paro cardíaco  en   su residencia en la calle  Cisneros, Camagüey, a su regreso de asistir a un enfermo. El funeral se celebró en la catedral  al siguiente día en horas de la tarde, en lo que fue una impresionante manifestación de duelo del pueblo camagüeyano. A continuación su féretro fue llevado en hombros hasta el cementerio general de la ciudad, contiguo a la iglesia del Santo Cristo del Buen Viaje. Sus restos fueron trasladados posteriormente a la catedral de Camagüey.