LLEVADLE A TORDESILLAS
Por Elsa M. Rodríguez
Lamentablemente en Venezuela no existe ninguna
ciudad que se llame Tordesillas. Si existiera, seguramente que pronto tendrían
que llevar allí a una o más personas, para tratar de que las mismas vuelvan en
razón.
Según nos contaron desde Caracas, el que fuera
presidente-dictador, Hugo Chávez Frías falleció a las 5:20 de la tarde del
pasado 5 de Marzo, producto de un paro cardíaco. Recordemos que Chávez había
estado bajo cuidado médico desde hacía mucho tiempo atrás, ya que desde
mediados del 2011 se quejaba de dolores en una rodilla, luego de un tumor
pélvico, luego dijo que tenía cáncer, después que ya estaba mejor, luego se
alegró de que ya estaba limpio de cáncer, para volver a decir que tenía que
regresar a Cuba, donde se ha estado tratando de todos sus males desde que los
mismos comenzaron, hasta que finalmente y después de mucho estira y encoje y de
muy diversas versiones, de si había fallecido o no, de si estaba entubado o no,
de si había regresado por sus propios pies a Caracas, porque alguien le había
visto y otros decían que no, pero al fin y después de aparentemente dudar si lo
decía o no, su heredero Nicolás Maduro le dijo al mundo que su Comandante ya
había fallecido.
Después de lo dicho, Maduro descansó y comenzó la
odisea del cuerpo del fallecido Chávez; le hicieron recorrer por todas las
calles de la ciudad por horas y horas, lo instalaron en capilla ardiente para
que todo el pueblo le pudiera ver y así lo hicieron, por días y días. Dijeron
que lo embalsamarían para que quedara para siempre a la vista de todo su
pueblo. Posteriormente dijeron que no, que los expertos decía que no podía ser
embalsamado.
Nicolás Maduro, como amoroso guardián de su jefe,
cuida de que su cuerpo viaje de aquí para allá y de allá para acá. Tal parece
que Nicolás Maduro se hubiese convertido en la forma encarnada de la reina española
que al morir su marido Felipe El Hermoso, lo paseó por meses y meses, haciendo
que militares y gente de la nobleza les acompañasen en este periplo del rey
muerto junto a una esposa que había enloquecido por la muerte del amor de su
vida, por lo cual la Historia la recuerda como Juana La Loca, por lo cual tuvo
que ser recluída en Tordesillas.
Esperamos que no sea éste el caso de Nicolás
Maduro y que no haya enloquecido por la muerte de su tan admirado Hugo Chávez
Frías, porque al paso que va, tal parece que quiere repetir la hazaña de la
hija de la Reina Isabel La Católica, lo único que como no existe en Venezuela
una ciudad que se llame así, no habrá donde llevar a Maduro para recluirle,
para ver si recupera la razón y los venezolanos puedan descansar de tanto
ajetreo y puedan organizar sus vidas. Porque de no ser así, es posible que de
ahora en adelante tengamos que hablar del aspirante a la presidencia de
Venezuela, como de Nicolás, el Desquiciado.
Elsa M. Rodríguez
Hialeah, FL