Elsa M. Rodríguez
Cuando el odio y el rencor son más fuertes que la inteligencia y la tolerancia, se pueden cometer muchos errores. Nos puede suceder a todos, porque tal parece que esos sentimientos son demasiado fuertes y para controlarlos se necesita de mucho amor y mucha paciencia, pero sobre todas las cosas es necesario utilizar el raciocinio. Se puede hacer mucho daño cuando no se controlan estos sentimientos.
Cuando un país como España tiene en su haber (como todos los países con una historia larga), infinidad de guerras y sucesos que han afectado la integridad de sus hijos, como específicamente pasó en la Guerra Civil, una guerra entre hermanos que dividió a las familias, que cercenó amistades y que marcó la historia de ese país con recuerdos difíciles de borrar tanto de un bando como del otro, se hace necesario que la gente haga un alto, que reflexione y piense que el futuro de su patria depende de que puedan sanar las heridas poniendo cada uno de su parte para dejar que todo lo bueno o lo malo que sucedió entonces quede en los anales de la historia, para estudio de las futuras generaciones y que no se repitan los errores del pasado. Es la única forma de continuar adelante.
España aparentemente había logrado esa meta cuando tuvieron el período de Transición después del fallecimiento del que había sido el dictador Francisco Franco Bahamonde. Tal parece que entonces todos, independientemente de su ideología, decidieron pasar página y con un borrón y cuenta nueva, comenzar desde cero para llegar a la democracia en la que se vive hoy en ese país, siendo ejemplo a seguir para otros lugares del mundo con problemas similares.
Sin embargo, tristemente para todos en ese país, tanto los que no quieren recordar, como los que no quieren perdonar, hoy en España se vive un momento en el que con el pretexto de la Memoria Histórica y bajo su manto, se están desenterrando los cadáveres del pasado y las heridas que estaban aparentemente cerradas, vuelven a sangrar.
Quitan nombres a las calles, tiran estatuas, borran consignas sobre la patria, se pretende convertir en atea a una nación que siempre fue católica y especialmente se trata de desmembrar al país con nacionalismos trasnochados y separaciones de criterios y olvido de la lengua nacional, donde en el lugar que antaño estuvo la Madre Patria, hay un grupo de comunidades autónomas que quieren independizarse y están convirtiendo al país en una especia de Torre de Babel.
De todas las cosas que se quieren borrar de la época del franquismo, la última de la que hemos tenido noticia, es la que nos parece más absurda, es el que poco a poco se esté tratando de borrar del mapa de la Comunidad de Madrid, el Valle de los Caídos, un lugar que ya por derecho propio tiene un espacio en la historia de España, y que si no lo es debería ser Patrimonio de la Humanidad.
Según Franco, este monumento se creó en homenaje a todos, de ambos bandos, que habían luchado en la Guerra Civil. Según los republicanos, ese monumento es la muestra viva del abuso cometido contra los enemigos de Franco. Dicen que allí llevaban a trabajar a los presos políticos y que muchos de ellos morían por lo peligroso que era el trabajo en ese lugar. Muchos hemos visitado esa obra maestra de la arquitectura, donde descansan Francisco Franco y José Antonio Primo de Rivera, y que fue el resultado del ingenio de algunos y del trabajo de muchos. Ahora, sin embargo, se pretende que no haya visitas públicas al mismo, eliminando así una fuente de ingresos que ayudaría a preservarlo, considerando que el gobierno no tiene interés en hacerlo.
Puede que el lugar tenga malos recuerdos a los enemigos de Franco, pero en lugar de borrarlo del mapa, y si el odio y el rencor no les cegara tanto, lejos de hacer que ese monumento desaparezca poco a poco, ellos debían convertirlo en un homenaje a los suyos que según dicen fueron los que lo construyeron con su esfuerzo, su sudor y hasta sus vidas. Lo contrario es hacer ni más ni menos que los Talibanes, con la diferencia que estos talibanes izquierdistas no ponen explosivos para destruirlo, sino que dejan que el tiempo y su desidia sean los que acaben con el monumento.
Francamente, debían utilizar más la sabiduría y la inteligencia y un poquito menos el odio, porque si fueran inteligentes utilizarían este lugar como un símbolo del trabajo y el sufrimiento de aquellos que tenían una ideología diferente y, ya que muchos murieron allí, un mausoleo para los mismos. Además, el gobierno español debería ser más realista y ya que les gusta una doctrina basada en el materialismo, obtener ventaja económica de este lugar, con una propaganda adecuada y un mantenimiento mejor para que los turistas que acudan a visitarlo sea quienes lo mantengan y además les dejen a las arcas del patrimonio nacional un dinero del cual están muy necesitados, especialmente en estos momentos en que la crisis les ataca fuertemente.
Definitivamente, como se ve, el odio y el rencor borran las luces del conocimiento y la inteligencia.
Elsa M. RodríguezHialeah, FLlapupasmiami@att.net _____________________________