Fidel Castro:
entre el miedo y la mentira
Pedro Roig
No llores por el desastre de tu vida en la sociedad comunista, llora por la mentira y el miedo que has tenido que vivir. Así como la libertad es una necesidad abierta al futuro, la mentira comunista no tiene límites y puebla todos los rincones de las vivencias del cubano.
Parafraseando a Fidel Castro en los primeros días de su llegada triunfal a La Habana, podemos decir: nos casaron con la mentira y por más de 50 años nos han obligado a vivir con ella. Porque la revolución cubana no ha sido otra cosa que una criminal mentira.
Al principio le fue fácil, su carga de mentiras no conocía los límites. En mayo de 1964 Fidel Castro declaró que nosotros íbamos atener dentro de 10 años una producción de leche superior a Holanda, y una producción de queso superior a Francia. En diciembre de 1966 afirmó en un discurso en la Asamblea de la Federación de Mujeres Cubanas, que "en 1970 la isla habrá de tener alrededor de 8 millones de vacas y terneras que habrán de ser buenas productoras de leche... habrá tanta leche que se podrá llenar la bahía de La Habana de leche".
Fue una época delirante, Castro mentía y Cuba aplaudía. El 2 de enero de 1965, el comandante en Jefe, haciendo énfasis en el discurso triunfalista de la revolución, afirmó: "la gran batalla de los huevos ha sido ganada. De ahora en adelante el pueblo podrá contar con 60 millones de huevos cada mes". Para entonces se había perdido la distancia entre el show, la mentira y la realidad.
Se vivía con velocidad de vértigo. La gente estaba aprendiendo a subsistir entre el entusiasmo que generaban las promesas, el miedo a un brutal aparato represivo que exhibía los terribles castigos, y el hambre de una economía colapsada. En este medio la conducta colectiva fue perdiendo la facultad para manifestar abiertamente la crítica al sistema. De esta forma la mentira y el miedo se hicieron inseparables compañeras en el trágico camino de la catástrofe revolucionaria.
La Historia nos dice que Fidel Castro mintió desde el primer día. El 2 de enero de 1959 en el parque Céspedes de Santiago de Cuba dijo: "Yo no soy comunista", afirmación que volvió a repetir el 13 de enero en La Habana. En abril de ese mismo año, reunido con periodistas en Washington, declaró: "esta revolución no es comunista sino humanista", y días más tarde volvió a mentir en la Sociedad Norteamericana de Editores de Periódicos: "No soy comunista, ni los comunistas tienen fuerza para ser determinantes en mi país". Años más tarde afirmó: "la mentira es y será justificable".
De regreso a La Habana, Fidel Castro, con su habilidad para convocar emociones en una colectividad impresionante, preguntó: "¿Es que acaso pudiera alguien afirmar que he mentido alguna vez al pueblo?".
Pero no tardó mucho tiempo en contradecirse. El 2 de diciembre de 1961 declaró al mundo: "Soy marxista-leninista y seré marxista-leninista hasta el último día de mi vida". Es evidente que la vida de Fidel Castro es un obsceno discurso de protagonismo apocalíptico, exageraciones y falsedades.
Durante sus años de alianza marxista con la Unión Soviética, Fidel Castro trataba el tema del embargo de Estados Unidos a Cuba con la arrogancia del que se sentía parte integral del equipo ideológico que ganaría la "Guerra Fría". En diciembre de 1975, en un alarde de prepotencia declaró: "Al principio (los Estados Unidos) bastante que nos fastidiaron con sus cancelaciones... pero cuando ya por suerte no dependemos de ellos para nada, ni en el comercio, ni en los abastecimientos, ni en nada, si ya salimos victoriosos ahora, después de la victoria, ¿con qué nos pueden amenzar? ¿Con cancelar qué cosa?"
El embargo de Estados Unidos era un tema marginal, inconsecuente para Cuba. En abril de 1985, en una entrevista para la revista Playboy, dijo: "Los Estados Unidos tienen menos y menos cosas para ofrecer a Cuba... ¿Deberíamos privar a otros países socialistas de nuestros productos, para venderlos a los Estados Unidos? Hay un dicho popular que dice: no cambies la vaca por la chiva." Para 1989, con la caída del muro de Berlín, quedó perfecta mente establecido que Castro había confundido los animales a los que había hecho referencia. La vaca ha estado siempre a 90 millas de Cuba.
Con el terror y el falso triunfalismo como arma de lucha, Fidel Castro pervirtió el espíritu democáatico de la revolución de Frank País y José Antonio Echeverría, encarcelando y asesinando a los opositores. Así en los umbrales de la muerte, pudiéramos imaginar su epitafio: "Aquí yace Fidel Castro, que obligó a los cubanos a vivir por más de medio siglo entre el miedo y la mentira".
Pedro Roig es Historiador, Abogado y Asesor Principal del Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Americanos de la Universidad de Miami.
Remitido por Rogelio Zelada.