1 de junio de 2016

Olivia de Havilland



Olivia de Havilland

Rosa Belmonte, abc.es   

Joan Fontaine en una entrevista: «Me casé la primera, gané un Oscar la primera, tuve un hijo la primera. Si me muero ella estará furiosa porque otra vez le habré ganado». La protagonista de «Rebeca» desapareció en 2013. Olivia de Havilland, que se mostró entonces más «conmocionada y entristecida» que furiosa, no sólo sobrevivió a su hermana sino que es probable que en julio llegue a los 100 años. La primera. Le ha dicho a su médico que tiene planeado vivir hasta los 110.

Olivia de Havilland nació en Tokio el 1 de julio de 1916 de padres británicos. Se nacionalizó estadounidense el 28 de noviembre de 1941, nueve días antes de Pearl Harbor. «Me habrían mandado a un campo de concentración», exagera.

Hacía años que era una estrella. De 1935 es «El capitán Blood». De 1936, «La carga de la brigada ligera». Y de 1938, «Robin de los bosques». Las tres con Errol Flynn, de quien recuerda su entusiasmo al besarla en la última. Las medias dejaban ver en todo su vigor ese instrumento con el que el actor tocaba el piano. De 1941 es «Murieron con las botas puestas», la última película que hizo con Flynn.

Olivia no era muy partidaria de Hollywood. De hecho, en los años 50 se marchó a vivir a París. Todos los años, en Navidad y Semana Santa, solía leer las Escrituras en la Catedral Americana. Tenía experiencia. Una de las cosas locas que Joan Fontaine reprochaba a su hermana es que de pequeña la aterrorizaba leyéndole la Crucifixión. «La quería mucho de niña», dijo Olivia. También le rompió la clavícula. «Nuestro mayor problema es que teníamos que compartir una habitación», dijo también Olivia sobre el origen de su rivalidad. Pero si hubieran tenido una habitación propia, como Virgina Woolf, «no nos hubiéramos divertido tanto».

En 1939, Joan Fontaine hizo un pequeño papel en «Mujeres», la película de George Cukor. Fue este quien llamó a Olivia de Havilland para proponerle hacer «Lo que el viento se llevó» el mismo año (David O. Selznick la había visto en «Robín de los bosques»). Aceptó, pero no era tan fácil. Jack Warner, su dueño en el estudio, dijo que ni hablar y además le preguntó que por qué querría hacer a Melania y no a Escarlata. En todo caso, no la iba a dejar ir. Así que Olivia se fue a hablar con Ann, la mujer de Jack Warner, para solucionarlo. Y vaya si hizo de Melania. En el futuro, Olivia de Havilland acabó con la esclavitud de los actores en el sistema de estudios gracias al pleito que ganó en 1944. Como el futbolista Bosman, dio nombre a una reglamentación.

Durante el rodaje de «Lo que el viento se llevó», Selznick quiso que Olivia hiciera «Rebeca» pero Warner se negó otra vez. Se lo propuso a Joan. En 1941 llegaría «Sospecha». Y el Oscar. Olivia no lo había ganado por su Melania. Ahora estaba nominada por «Si no amaneciera» y Joan por la película de Hitchcock. Ganó esta. Estaban sentadas en la mesa de Selznick. Cuando Ginger Rogers anunció la ganadora, Fontaine se paralizó: «Pensé que mi hermana iba a saltar sobre la mesa y agarrarme del pelo». Lo contó en sus memorias «No Bed of Roses» (1978). Olivia de Havilland se refiere a este libro como «Ni una pizca de verdad».

Salió con Howard Hughes, John Huston y Jimmy Stewart, fue piloto de avión, ganó dos Oscars, se casó dos veces (con un escritor y un editor), tuvo dos hijos (uno murió a los 41 años), se siguió peleando con su hermana (ni siquiera se hablaron en el funeral de su madre) y declaró en secreto ante el Comité de Actividades Antiamericanas.

Como otras estrellas, estaba en el Independent Citizens’ Committee of the Arts, Sciencies and Professions. Y allí se introdujeron comunistas. En 1958 la llamaron a declarar acusada de serlo. «Me puse un vestido rojo y dije: ‘‘Por favor, no piensen que el color explica mi opinión política’’». Fue la primera mujer en presidir el jurado de Cannes. «Nunca conocí a Goddard ni a Truffaut ni a Bardot».

31 de mayo de 2016

La Feria de Sevilla del Centro Español de Washington DC



La Feria de Sevilla
del Centro Español
de Washington DC

Ana Dolores García
 
La Feria de Sevilla que se presenta cada verano en la capital de Estados Unidos celebrará este año su Veinticinco Aniversario. No es tal  como la original Feria que evoca con su nombre, ni en magnitud ni en duración. No hay paseo a caballo por el Real ni de volantas y calesas. Las casetas de baile no son tan numerosas y, como tampoco es nocturna, no la alumbran miles de farolillos. No dura una semana sino solo cinco horas de un domingo… Pero el esfuerzo de sus organizadores a través de estos cinco lustros, ha cosechado fruto exitoso en concurrencia y aceptación.  No es fácil imaginar que aquella primera feria con la que empezó esta aventura del sentir español de sus organizadores fuera hoy un espectáculo capaz de reunir a cerca de siete mil personas.

Fue en el verano de 1989 cuando se llevó a cabo la primera, con mucho entusiasmo y poquísimo dinero. En su conjunto fue solo una combinación de pulguero, tarima para bailar sevillanas y venta de comida española casera. La organizaron varias damas fundadoras de “Casa de España”, --grupo antecesor a la sazón formando ya parte  del Centro Español de Washington DC-, con el loable intento de conseguir algún beneficio económico que engrosara los fondos para la adquisición de una casa social para el Centro.  Si la idea daba resultado, se tenía la intención de repetirla en años sucesivos.  

Aquel "intento de feria”, celebrado en el Parque Fort Reno de Washington fue el comienzo. Para la siguiente y las otras que vinieron después, la organización fue mas elaborada: las casetas de baile iban aumentando animadas con la presentación de alumnos de las distintas academias de bailes españoles del área. El propio Centro Español presentaba distintas casetas para la venta variada de comida típica de las principales regiones de España: Andalucía,  Levante, la region cantábrica… Como aliciente y otra forma de ingresos, se rifaba un pasaje en avión a  España.

La Feria crecía y el Fort Reno Park ya resultaba insuficiente. Problemas con el estacionamiento de los coches y la venta de bebidas alcohólicas  (vino y sangría) movieron a la directiva del CEW a buscar otro lugar donde plantar la Feria. Fue fácil encontrar el lugar idóneo: los amplios terrenos que circundan el Centro de Arte Strathmore, del Condado de Montgomery en Maryland.

Los gastos subieron estrepitosamente, pero las ventajas que se obtienen lo ameritan. En Strathmore no hay que preocuparse por el transporte gracias a la contigua estación del Metro. La entrada es libre y tampoco es un problema el aparcamiento de vehículos, pues el amplio estacionamiento del Metro es gratuito los sábados y domingos.

El sabor sevillano de la feria washingtoniana comienza con la Salve Rociera  y continúa con la interpretación de alumnos de diferentes escuelas de baile. Aunque no solo Sevilla está presente en la Feria, porque los restaurantes y las casetas del CEW permiten la degustación de paellas, empanadas, sardinas a la plancha, pan con chorizo, vino, sangria, etc., a mas de postres típicos de la culinaria española.  

La Embajada de España patrocina el evento, así como comerciantes españoles del área metropolitana, Porcelanosa, “Pesca Deli”, y diferentes restaurantes de comida española, La Taberrna del Alabardero, José Andrés con sus establecimientos “Jaleo”, La Tasca, Cheffeliciano…

El éxito de la feria en los últimos años se ha debido a varios factores: uno de ellos, el fácil acceso y la amplitud del recinto; otros grandes responsables son la alegría y el buen ambiente. Y por supuesto y en primerísimo lugar, la organización con que se presenta. Un esfuerzo tenaz por parte de quienes la llevan a cabo y colaboran con los directivos del CEW para cumplir uno de los propósitos de la Institución: dar  a conocer la cultura de España, tanto al pueblo norteamericano que también disfruta de ella, como al resto de la comunidad hispana que reside en las áreas metropolitanas de Washington y Baltimore.  

La Feria de Sevilla del Centro Español de Washington DC de este año se celebrará este  domingo 5 de junio, con el mismo éxito y animación de años anteriores y en su lugar habitual: Centro Strathmore, North Bethesda, MD. de 11:00 am a 5:00 pm

30 de mayo de 2016

Poner los pies en Polvorosa

 
Del dicho al hecho,
no va mucho trecho
 
Marlene María Pérez Mateo                       

    La literatura sapiencial saturada de historias, mitos, personajes y sobretodo gran saber es parte de todo pueblo. En el saber popular se crece: “Vox populus, vox Deus”. Es esta sencilla, pero para mi entrañable reseña,  un viaje por su razón y origen en la patria cubana, y en las muchas patrias que a ella dieron origen. “La sabiduría viene llamando por las calles y levanta su voz en las plazas”, nos recuerda un versículo bíblico (Pro 1, 20). Así sea.

III

“Poner los pies en Polvorosa”

      Poner los pies en Polvorosa hace referencia a un hecho del que nos separan 1138 lustros. En aquel entonces el Rey Alfonso III, el Magno, Rey de Asturias y León encabezó una batalla de la cual resultó victorioso en los campos de Polvorosa, poblado ubicado en la localidad de Palencia, Provincia de Zamora,   España. Sus enemigos los sarracenos salieron despavoridos ante el ímpetu de los asturianos y atemorizados por la simbología fatídica para ellos del eclipse de luna, acontecido  a la sazón. Polvorosa es el segundo nombre de varias localidades benavetanas en la actualidad.

      Poner los pies en Polvorosa, o mas bien fuera de ella, se utiliza aun hoy como recordación de la huida despavorida acontecida por aquel entonces. Significó y sigue significando salir a toda velocidad para ponerse a buen recaudo y fuera del alcance de seguros atacantes.

29 de mayo de 2016

Entre tantas dudosas certidumbres...


Entre tantas dudosas certidumbres
que me mienten, halagan los sentidos,
Tú, callado y sin nubes, tan desnudo,
tan transparente de ternura y trigo
¿qué me quieres decir -labios sellados-
desde tu oculto y cándido presidio?...
 
Mas ya sé lo que quieres, lo que buscas.
Si la Esperanza es prenda de prodigios,
si el sol de Caridad arde sin tregua,
lo que pides es Fe, los ojos niños.
Quererte, sí, y creerte. ¿Tú me esperas?
¿Me quieres Tú? ¿De veras que yo existo?
¿Tú me crees, Señor? Yo creo y quiero
creer en Ti, quererte a Ti y contigo.

De un poema de Gerardo Diego al Santísimo Sacramento