Olivia de Havilland
Joan Fontaine en una entrevista: «Me casé la primera, gané un Oscar la primera, tuve un hijo la primera.
Si me muero ella estará furiosa porque otra vez le habré ganado». La
protagonista de «Rebeca» desapareció en 2013. Olivia de
Havilland, que se mostró entonces más «conmocionada y
entristecida» que furiosa, no sólo sobrevivió a su hermana sino que es probable
que en julio llegue a los 100 años. La
primera. Le ha dicho a su médico que tiene planeado vivir hasta los 110.
Olivia de Havilland nació en Tokio el 1 de julio de 1916
de padres británicos. Se nacionalizó estadounidense el 28 de noviembre de 1941,
nueve días antes de Pearl Harbor. «Me habrían mandado a un campo de
concentración», exagera.
Hacía años que era una estrella. De
1935 es «El capitán Blood». De 1936, «La carga de la brigada ligera».
Y de 1938, «Robin de los bosques». Las tres con Errol Flynn,
de quien recuerda su entusiasmo al besarla en la última. Las medias dejaban ver
en todo su vigor ese instrumento con el que el actor tocaba el piano. De 1941
es «Murieron con las botas puestas», la última película que hizo con Flynn.
Olivia no era muy partidaria de Hollywood. De hecho, en
los años 50 se marchó a vivir a París.
Todos los años, en Navidad y Semana Santa, solía leer las Escrituras en la
Catedral Americana. Tenía experiencia. Una de las cosas locas que Joan Fontaine
reprochaba a su hermana es que de pequeña la aterrorizaba leyéndole la
Crucifixión. «La quería mucho de niña»,
dijo Olivia. También le rompió la clavícula. «Nuestro
mayor problema es que teníamos que compartir una habitación»,
dijo también Olivia sobre el origen de su rivalidad. Pero si hubieran tenido
una habitación propia, como Virgina Woolf, «no nos hubiéramos divertido tanto».
En 1939, Joan Fontaine hizo un pequeño papel en
«Mujeres», la película de George Cukor. Fue este quien llamó a Olivia de
Havilland para proponerle hacer «Lo que el viento se llevó» el mismo año (David
O. Selznick la había visto en «Robín de los bosques»). Aceptó, pero no era tan
fácil. Jack Warner, su dueño en el estudio, dijo que ni hablar y además le
preguntó que por qué querría hacer a Melania y no a Escarlata. En todo caso, no la iba a dejar ir. Así que Olivia se fue a hablar con
Ann, la mujer de Jack Warner, para solucionarlo. Y vaya si hizo
de Melania. En el futuro, Olivia de Havilland acabó con la esclavitud de los
actores en el sistema de estudios gracias al pleito que ganó en 1944. Como el
futbolista Bosman, dio nombre a una reglamentación.
Durante el rodaje de «Lo que el viento se llevó»,
Selznick quiso que Olivia hiciera «Rebeca» pero Warner se negó otra vez. Se lo
propuso a Joan. En 1941 llegaría «Sospecha». Y el Oscar. Olivia no lo había
ganado por su Melania. Ahora estaba nominada por «Si no amaneciera» y Joan por
la película de Hitchcock. Ganó esta. Estaban sentadas en la mesa de Selznick.
Cuando Ginger Rogers anunció la ganadora, Fontaine se paralizó: «Pensé que mi hermana iba a saltar sobre la mesa y agarrarme del pelo».
Lo contó en sus memorias «No Bed of Roses» (1978). Olivia de Havilland se
refiere a este libro como «Ni una pizca de verdad».
Salió con Howard Hughes, John Huston y
Jimmy Stewart, fue piloto de avión, ganó dos Oscars, se casó
dos veces (con un escritor y un editor), tuvo dos hijos (uno murió a los 41
años), se siguió peleando con su hermana (ni siquiera se hablaron en el funeral
de su madre) y declaró en secreto ante el Comité de Actividades Antiamericanas.
Como otras estrellas, estaba en el Independent Citizens’
Committee of the Arts, Sciencies and Professions. Y allí se introdujeron
comunistas. En 1958 la llamaron a declarar acusada de serlo. «Me puse un
vestido rojo y dije: ‘‘Por favor, no piensen que el color explica mi opinión
política’’». Fue la primera mujer en presidir el jurado de Cannes. «Nunca conocí a Goddard ni a Truffaut ni a Bardot».