Pero nada más lejos de la realidad, dichas galletas fueron inventadas y bautizadas con tal nombre medio siglo antes y no en España sino en el Reino Unido, donde los maestros reposteros James Peek y George Hender Frean, propietarios de la prestigiosa ‘Peek, Frean & Co’ de Londres, decidieron crear una nueva y original galleta, diferente a los biscuits que hasta entonces producían y se servían junto al tradicional “té de las cinco”.
El motivo fue conmemorar la Boda Real que se celebraría en St. Petersburgo el 23 de enero de 1874 entre el príncipe Alfred, duque de Edimburgo, (cuarto hijo de la reina Victoria y Alberto de Sajonia) y María Alexandrovna (hija del zar Alejandro II de Rusia y María de Hesse-Darmstadt).
Se hicieron muy populares en varios países de Europa, particularmente en España donde, después de la Guerra Civil, la galleta se convirtió en un símbolo de recuperación económica debido a que las panaderías las producían masivamente, gracias a excedentes en las cosechas de trigo que abarataron su precio. Tienen la particularidad de que pueden mojarse en leche caliente sin que se deshagan fácilmente debido a su escasa humedad (entre 1% y 6%). Son galletas de bajo precio y relativo bajo contenido en grasa y azúcar.