La timba y
el pan con timba:
¿Intercambio
cultural?
Camilo Ernesto Olivera Peidro
LA HABANA, Cuba. Cubanet - -El éxito de Bailando,
tema de la autoría de Descemer Bueno, disparó de nuevo en la Isla el
nacionalismo musical. Con todo este asunto del mal llamado intercambio cultural
Cuba-EEUU, la oligarquía geriátrica verde olivo encontró a sus Silvio Rodríguez
y Pablo Milanés, en Descemer, Gente de Zona y Buena Fe. La maniobra de
exportación ideológica es hacia el Norte.
La timba y el pan con timba
En septiembre de 1990, desapareció el pan que se
ofertaba en venta libre. A partir de ese momento, se raciono a uno por persona
y anotado en la libreta de abastecimiento. Le llamaban Toma 1, en irónica
referencia a un programa que exhibía películas de cierto vuelo artístico en la
TV nacional.
En 1991, Cuba quedo a la deriva y en los inicios
de una fuerte crisis económica. Su madrina económica, la URSS, dijo
definitivamente adiós.
Hace un tiempo tuve que hacer silencio frente a
un chiste de humor negro que expresaba: si el Titanic hubiera estado lleno de
cubanos, y la orquesta sobre cubierta tocara Timba, la mayoría se hubiera ahogado
bailando.
“Somos lo que
hay, lo que se vende como pan caliente”
(Manolín, el
Médico de la salsa).
Manolín y su orquesta, lograron cobrar el precio
de entrada más alto, para un concierto en Cuba, en la década de los noventa.
Fue en 1994, el lugar: Palacio de la Salsa del Hotel Riviera. Puerta: 40
dólares estadounidenses. En ese momento cada USD equivalía a casi 200 Pesos
Cubanos (CUP).
Carlos Manuel y su Clan, prácticamente se chuparon
el presupuesto para pago de agrupaciones de la Dirección de Cultura en la
provincia Las Tunas. Cobraron 90 000 pesos por un solo concierto. Este record
fue roto más adelante por las orquestas Van Van y Charanga Habanera.
Manolín llegó a Miami diciendo que era
perseguido. Carlos Manuel arribó expresando más o menos lo mismo. Para el
primero, la ciudad del sol se convirtió en la jaula de su mediocridad. Para ser
artista cubano con éxito en Miami, hay que trascender Miami. Carlos Manuel,
estuvo un tiempito llenando el cabaré del Hotel Fontainbleau de Miami Beach.
Pero le dio por hacer esperar al público, y hasta se embarcó en una disputa
mediática estéril con Marc Anthony que lo sepultó.
Pero en Cuba, el público quería creer que Manolín
era una estrella en los EEUU. Y del fiasco de Carlos Manuel, se supo gracias a
los distribuidores clandestinos de casetes VHS con programas de la TV Miamense.
Ese era el consuelo para los cubanos en medio de
los apagones, el hambre y el calor. Seguir presumiendo que la isla era el
ombligo del mundo, que la Timba arrasaba el mercado internacional, cuando
Paulito y su Élite tocaban en tugurios en Italia. Mientras aquí se tenía
derecho a un solo pan, sin timba.
“Mi cabeza está vacía y yo no puedo más”
(Descemer
Bueno y Gente de Zona)
Según una fuente que pidió anonimato, el
Ministerio de Cultura se encuentra al borde del cero presupuesto. Pero no falla
el dinero para mandar a Miami a los artistas amaestrados y “apolíticos”.
El festival HabanaArte, que se celebra por estos
días en la capital, es una pantalla para tapar el déficit. Los próximos meses,
son de una incertidumbre aterradora para varias instituciones culturales.
Mientras tanto, la música sigue sonando. Todos
sabemos que este barco se hunde. Creemos que todavía queda tiempo para seguir
bailando. La cabeza está vacía y la Timba ahora se llama Cubatón.
“Déjame entrar, déjame entrar” (Buena Fe)
La memoria musical del exilio histórico se ancló
en La Habana de los 50s y 60s. Los que llegaron después de 1980, aferraron la
suya, también, a su visión de la isla que dejaron atrás. Quienes arribaron
desde 1994, no comparten la herencia de los que llegaron en el 80. Mucho menos
la música de los 60s.
Cada generación, en la emigración, es un país
dentro de otro. A estas alturas ya es de ilusos soñar con un exilio unido, que
diga no a las manipulaciones de un intercambio cultural que viene por un solo
lado. En Miami, teatros y centros nocturnos están invadidos por los
heraldos culturales del régimen cubano. La música es un modo de manipular al
exilio desde Cuba.