23 de mayo de 2015

Entre El Herald y El Granma


Entre El Herald y El Granma

Wendy Guerra

Como trabados en un elevador, asfixiados en el entresuelo de las noticias, como quien trata de descubrir dónde están las omisiones de una información, dónde el lejano entendimiento de un fenómeno o la ausencia de vínculo al no pisar el terreno real a causa de la cortina de hierro que nos aísla, como quien camina a tientas tratando de apartar la subjetividad para intentar saber qué ocurre de lado a lado, así hemos vivido todos estos años.

Por un lado desde Cuba:

Una sola opinión sobre las cosas, palabra oficial, modo gubernamental de marchar sobre los acontecimientos. Militarización de un documento que en décadas nos va a narrar, describir, asentar de un modo ajeno, con esa condición esquemática que no dirá absolutamente nada de lo que en realidad estamos sintiendo. Abres el periódico 'Granma' en la mañana y sientes que poco de lo que lees se relaciona contigo, con tus verdaderos problemas y que tu cotidianidad no es importante para la versión oficial. Sobrecumplimientos y  galardones, triunfalismos, metas, como si los que redactaran las noticias no padecieran la verdadera vida que ahora ficcionan por acuerdo gubernamental.

Así es de lejano el pas de deux entre mi país y el modo de narrarme internamente. Abres el 'Granma' en la mañana (órgano Oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba) y solo puedes confiar en la legitimidad de la fecha, y a veces, solo a veces en los partes meteorológicos, tal vez en alguna que otra carta a la redacción que se deja pasar la queja como válvula de escape. Abres el 'Granma' y te preguntas cuál es el país para el que se imprimen estas noticias, de quién hablan, de  que hablan y dónde estás tú aquí... El enfoque desde Cuba, total y absoluto, de todo lo que ocurre en Miami es negativo, mediocre, estamos completamente incomunicados..."el diario no hablaba de ti, ni de mi".

El Nuevo Herald:

Leo las noticias de Miami y los titulares internacionales. Ya lo sé, en todas partes hay censura, en todas partes hay un tono y una marca, un límite, una línea a seguir en el corte editorial, pero al leerlo, siento que aquí cada periodista tiene derecho a escribir con autonomía sobre tópicos sagrados o frugales, tiene derecho a intervenir con identidad lo que escribe. Se puede leer arriba o debajo del iceberg la voluntad de quien decide tocar libremente el tópico con sus manos, aunque trabaje para un medio que responde a determinados intereses.

Hay periodistas claramente de izquierda y los hay claramente de derecha, esto se nota abiertamente. Pero cuando leo un editorial sobre Cuba algo que me falta es el contacto con lo que pasa más allá de la noticia. El sedimento de un país que se expresa más allá de lo que le es impuesto a regañadientes, más allá, incluso, de nuestras decisiones de quedarnos o abandonarnos. No todo el mundo acata, no todo el mundo recibe del mismo modo la orden o el castigo. No todo el mundo acepta, traga y asume. En especial, las narraciones en plural se encuentran despojadas de autenticidad.

Faltaría el contacto con la gente, ese que por el momento se hace imposible al no ser autorizados corresponsales o enviados especiales que puedan ir conviviendo entre nosotros, caminando por las calles, sintiendo que más allá de un acuerdo entre gobiernos, más allá de una ley o un convenio entre presidentes existe una reacción humana que falta en los editoriales y hasta en la simple narración de un texto informativo.

Muchas veces se juzga por lo que está correcto decir o lo que debería ser u ocurrir desde la perspectiva occidental o cívica,  pero nunca por lo que  realmente pasa en un país que, desde hace décadas, ha dejado de ser coherente, común o simplemente un país guiado con estos códices. La lectura con Cuba debe ser referida desde el terreno político y, debajo de la política hay motivos del ser humano que compulsan muchas resoluciones, igualmente políticas que cambian el panorama social y su curso histórico. ¿Hasta cuándo se ignorará este síntoma?

Otras publicaciones internacionales hablan de un territorio que desconozco aun viviéndolo, amándolo y padeciéndolo. Lo que ocurre en Cuba es tan cerrado que, tal como ocurre en ciertas zonas de Asia o ciertas zonas del mundo árabe, se necesitan analistas de rigor para llegar al fondo de las cosas. El trayecto que dibuja la ida y vuelta de la información encarna distanciamiento, y siendo Cuba un país recluido por seis décadas, se pierde el latido, la traducción, la transparencia o certeza de lo que estallará o de lo que se mantendrá inmóvil, amordazado o a punto de saltar al vacío en los próximos meses.  Analizar Cuba es un trabajo de mucho cuidado.

Estamos pues, atrapados en el entresuelo de la comunicación y leernos legítimamente se hace casi imposible. No se trata de lo que queremos que pase, no se trata de lo que estamos acostumbrados a ver pasar, se trata de lo que está pasando y no es obvio.

¿Seguiremos narrando en abstracto o podremos entender que las cosas toman un curso distinto al esperado?

El 17 de junio del 2015 se cumplirán seis meses de los discursos de Obama y Raúl al pueblo de Cuba, los periódicos del mundo hablan sobre las reacciones de ambas cúpulas y del modo en el que se conducen las delegaciones sobre el camino de las negociación. De lo que muy poco se ha hablado aquí es de que en estos seis meses ha cambiado sustancialmente el ánimo y el carácter de los ciudadanos.  De este cambio radical saltará el verdadero desenlace del destino de Cuba.

Ojalá el 'Granma' nos deje explicar por qué, ojalá puedan designar una oficina de 'El Nuevo Herald' para que se entienda cómo el pueblo se expresa en las calles, cómo se discute y se pelea a propósito del tópico.

Seis meses más tarde se siente como si  un disparo hubiese sonado en el aire, dispersando opiniones y voluntades, como si y ya no existiera posibilidad de volver atrás.

Nosotros estamos atrapados en el entresuelo de las noticas que provocamos y de las que somos protagonistas. ¿Alguien escucha? ¿Alguien comprende lo que pasa?

De su blog “Habáname”

21 de mayo de 2015

¡Papa o muerte... Venceremos!


¡Directo de Cuba!

(Décimas dedicadas al nuevo acercamiento
entre el gobierno de Cuba y el Vaticano,
y la visita del Papa a la Isla en septiembre:

¡Papa o muerte! ¡Venceremos!

¡Amigos! ¡Qué confusión!
¡Qué confusión hay formada!
Yo no entiendo nada, nada,
de “Santa Revolución,”
patriotismo… religión…
Ya aquí no se sabe bien
si aplaudir a Dios o a quién,
y ya no sé de esta suerte
si hay que decir “Patria o Muerte”
o debo decir “Amén.”

 Ahora la Iglesia es “la onda”
y hay Navidades felices,
¡Si ya hay hasta quien dice
que la tierra no es redonda!
Y aunque Cristo no se esconda,
el líder máximo es “el.”
Y así en este enredo cruel
ya ni sabré en lo adelante
si Fidel es Comandante
o si es el “Padre Fidel.”

En las clases ya no sé
qué valores resaltar.
Si hablar de santos, de altar,
de comunismo o de qué,
si recito o rezaré.
Y en el colectivo obrero,
no sé qué hacer, caballeros.
Al darle a alguno la mano,
¿le debo decir “hermano”
en lugar de “compañero?"

Y me tiene preocupada
mi hija, que va a estudiar
su carrera militar.
¿De qué va a salir graduada?
Como madre preocupada
yo me pregunto ahora
si se graduará en su escuela
de teniente, coronela,
o de “madre superiora.”

Prendes la televisión
y hay un sacerdote hablando
y en la radio están cantando
un canto de procesión.
¡Ay mi Dios, qué confusión!,
¡Ay qué lío tan siniestro!,
¡Ay “San Martí”! San Maceo,
Santo Comité Central…
¿Canto el Himno Nacional
o murmuro un Padrenuestro?

Al parecer se va en pos
de conformar un glorioso
socialismo religioso
mezclado bien de los dos.
¡Viva el “compañero Dios"!
Porque aunque nunca lo vemos,
todos, todos lo queremos
y el cielo nos será fiel;
Que viva Santo Fidel:
¡Papa o Muerte... Venceremos!!

 Circula por Internet en DondeTuSabe.
Remitido por Mª del Carmen Expósito.

 

19 de mayo de 2015

Décimas para otros tiempos


Décimas para otros tiempos
El 20 de Mayo

Aurelia Castillo de González

Tierra de Cuba ¡florece!
¡Lindos pájaros ¡cantad!
Que un aura de libertad
los ánimos estremece.
¡Sol hermoso, resplandece
con tu mas límpido rayo!
Salid del mortal desmayo
alma de la patria mía,
y florece de alegría
¡Que llega el 20 de mayo!

Cuando flote la bandera
en cada cubano techo,
desde el Canal al Estrecho,
del Golfo a la austral ribera,
cuando la metralla fiera
no lleve de muerte el rayo,
salid del triste desmayo,
¡Que el bronce canta una historia!
¡Almas, floreced de gloria,
que llega el 20 de Mayo!

Esplendorosas estrellas
brillad con luz mas divina,
que otra estrella se ilumina
bella entre todas las bellas.
De las regiones aquellas
de Yara viene su rayo.
Salid de vuestro desmayo
que el mundo aplaude en su honor.
¡Almas, floreced de amor
¡Que llega el 20 de mayo!

 

18 de mayo de 2015

Detrás del encuentro del Papa y Raúl Castro

 
Detrás del encuentro del Papa y Raúl Castro

Mary Anastasia O’Grady
Wall Street Journal
Lunes, 18 de mayo de 2015  

La calidez y hospitalidad que el papa Francisco le mostró a Raúl Castro en el Vaticano hace unos días dejó atónitos a muchos católicos, y con razón. El dictador fue a Roma para pulir su imagen y el pontífice le ayudó.

Durante el encuentro, Castro se burló de la fe al bromear que si el Papa se portaba bien, él podría regresar a la Iglesia Católica. También se burló de todos los refugiados cubanos, vivos o muertos, al obsequiarle al Papa una pieza de arte que mostraba a un migrante rezando.

El papa Francisco le dio al dictador una copia de su exhortación apostólica de 2013 titulada La alegría del Evangelio, en la que critica duramente la libertad económica. Es como predicarle a los devotos. Como dijo Raúl, “Él es jesuita y yo también fui a una escuela jesuita”. En serio.

Siempre es posible que el papa Francisco busque acercarse al régimen para cambiarlo. Tal vez tenga en mente una versión espiritual del Caballo de Troya, que una vez que cruce las puertas del infierno cubano despliegue un ejército de ángeles.

Con Dios todas las cosas son posibles, pero sospecho que esta reconciliación con Castro tiene raíces más mundanas.

El Santo Padre es un hijo de la Argentina del Siglo XX, definida ideológicamente por el nacionalismo, el socialismo, el corporativismo y el sentimiento antiestadounidense. No me extrañaría descubrir que estas tendencias influyen en sus opiniones sobre Estados Unidos y la isla a 144 kilómetros de sus costas.

Cuando la dictadura cubana perdió a su mecenas soviético a principios de la década de los 90, casi colapsó. El año pasado, los profundos problemas económicos volvieron a dar la apariencia de que obligarían a un cambio. A medida que disminuyeron los subsidios petroleros venezolanos a La Habana, el podrido sistema de la isla quedó al borde del colapso.

Era una oportunidad para que la Iglesia mostrara solidaridad con el indefenso pueblo cubano, o al menos no tomar partido. En cambio, el Vaticano intervino para ayudar a los Castro. En diciembre nos enteramos que el Papa Francisco negoció el descongelamiento de las relaciones entre Obama y Castro, que aunque es improbable que genere mejoras en los derechos humanos, ya está generando un renovado interés en invertir con el gobierno militar.

Algunos católicos han tratado de excusar la hostilidad del Papa hacia la libertad económica en La alegría del Evangelio al argumentar que creció en una economía corrupta dirigida por el Estado y, probablemente, la confundió con un sistema capitalista. Es un disparate. El estatismo argentino explícitamente denuncia la economía de mercado.

Hay otra explicación más factible sobre por qué el Papa muestra su desdén en su exhortación por una “cruda e ingenua confianza en la bondad de aquellos que poseen poder económico y en el funcionamiento sacralizado del actual sistema económico”. Esta se encuentra en la convicción argentina de superioridad cultural sobre los capitalistas acaparadores de dinero del norte y su fe en el Estado para protegerla.

El historiador mexicano Enrique Krauze rastrea su origen en un rechazo intelectual a EE.UU. después de la derrota española en la guerra hispano-estadounidense de finales del siglo XIX. Los ejemplos que cita en Redentores, su libro de 2011, incluyen al poeta nicaragüense Rubén Darío y el historiador franco-argentino Paul Groussac, quienes caracterizaron a los estadounidenses como bestias incivilizadas. Al mismo tiempo, según Krauze, el Cono Sur, y Argentina en particular, importaron la idea de un “socialismo que lucha para mejorar el nivel económico cultural y educativo de los pobres, a la vez que genera un estado nacionalista”.

En 1900 el uruguayo José Enrique Rodó publicó Ariel, en el que enfatiza la “superioridad de la cultura latina sobre el mero utilitarismo patrocinado” por el norte. Rodó fue “el primer ideólogo del nacionalismo latinoamericano” y su influencia se extendió por toda la región. “El latinoamericanismo, especialmente en el sur, también fue anti-yankeeismo”, escribe Krauze.

Cuba vuelve a ser, 115 años después, símbolo de la lucha entre el norte y el sur. A muchos intelectuales latinoamericanos no les gusta la dictadura, pero detestan la riqueza y el poder de EE.UU. Saben que un colapso completo de Cuba probablemente traerá de regreso a los estadounidenses. Es por eso que toleran el statu quo.

Sólo puedo especular sobre las opiniones del Santo Padre sobre Cuba, pero se está ganando una dudosa reputación política. En agosto de 2014 levantó la prohibición al padre Miguel d’Escoto Brockmann, de la comunidad Maryknoll, para celebrar misa. El clérigo comunista, que se desempeñó como ministro de Relaciones Exteriores del sandinismo marxista, fue degradado por el papa Juan Pablo II por rehusarse a alejarse de la política.

Después de levantar la prohibición, el padre d’Escoto se apresuró a denunciar al querido pontífice polaco por “abuso de autoridad”. También declaró a Fidel Castro mensajero del Espíritu Santo en “la necesidad de luchar” para establecer “el reino de Dios en esta tierra, que es su alternativa al imperio”.

La semana pasada, el reverendo Gustavo Gutiérrez, el peruano que lanzó la teología de la liberación, regresó al Vaticano. Le dijo a los periodistas que la Iglesia nunca condenó su pensamiento y elogió las ideas del papa Francisco sobre la pobreza. No mencionó la pronunciada caída de la pobreza en Perú desde que las autoridades tiraron por la borda sus ideas. Tal vez el Papa hable de ello durante su viaje a Cuba en septiembre.

Escriba a O’Grady@wsj.com  

Remitido por Joe Noda

17 de mayo de 2015

La muerte de "El Rey de los campos de Cuba"


La muerte del Rey de los Campos de Cuba

Jorge Oller Oller

(Manuel García, Rey de los campos de Cuba. Grabado de un retrato hecho en el estudio de Antonio J. Estévanez en Cayo Hueso, 1887).

El bandolero más famoso de la época colonial fue sin lugar a dudas Manuel García, conocido como el “Rey de los campos de Cuba”. Según cuentan fue un “Robin Hood” criollo que robaba a los ricos para socorrer a los campesinos pobres y burló a cuantos Generales españoles trataron de capturarlo. El 24 de febrero de 1895,  Manuel García y unos cuarenta hombres bajo su mando, debían incorporarse a las fuerzas cubanas de Juan Gualberto Gómez y Antonio López Coloma en el poblado matancero de Ibarra, para iniciar la Guerra de Independencia. No llegaron. En circunstancias no esclarecidas, Manuel García fue asesinado después de avituallar a su tropa en la tienda de Ceiba Mocha. 

Manuel García y Ponce de León nació en la finca Guayacán del poblado de Alacranes el 1ro. de febrero de 1851. Era hijo de un matrimonio campesino pobre procedente de las Islas Canarias. Aprendió a leer y escribir y se aficionó a las peleas de gallos y al juego de naipes gracias a  la influencia que ejerciera en él su amigo Tomás, un muchacho hijo de esclavos, pendenciero y audaz. Un día, jugando a las cartas con unos desconocidos en un bohío apartado y convertido en garito, Tomás se dio cuenta que les hacían trampas y en la bronca que se armó mató a uno de ellos a machetazos y huyó. Manuel García no le vería más pero le dejó inculcado ese espíritu aventurero, valiente y decidido que le acompañó toda su vida. Cuando murió el padre, madre e hijo buscaron fortuna en La Habana y Bejucal, antes de establecerse en Quivicán, dedicándose a las labores del campo.

Manuel García se convirtió en un laborioso agricultor. Conoció a la joven Rosario Vázquez a quien todos conocían como Charito y se casaron. En un guateque pueblerino, el alcalde se obstinó en bailar con Charito. Ella se negó y él la humilló. Manuel abofeteó al regidor y lo retó a un duelo a machetazos, pero el acobardado funcionario, se escudó en su autoridad y lo envió a la cárcel por un tiempo. Unas semanas después de ser liberado, Manuel García fue a ver a su madre que ahora vivía con José García Gallardo, un rico hacendado de la zona; llegó en los momentos en que ella era brutalmente golpeada por el amante. Lleno de rabia y venganza sacó su afilado machete y lo hirió de gravedad.

Para no ir de nuevo a la cárcel huyó y se unió a la banda de Perico Torres, un conocido bandolero que merodeaba por las zonas de Güines, Quivicán y Bejucal, e incluso, atrevidamente, incursionaba también en la ciudad de Matanzas.

Después de estar un tiempo en la partida de Perico decidió formar su propia cuadrilla. Tenía veinticuatro años y muy pronto se hizo famoso por sus audaces asaltos y secuestros de personas adineradas.  Eludió  cuantas celadas le tendieron las fuerzas coloniales gracias a la protección que le brindaron los guajiros. Estos le avisaban de la proximidad de los guardias civiles, lo ocultaban  en cuevas y montes y le procuraban alimentos y pertrechos. Esta ayuda franca de la gente del campo era motivada porque  Manuel García no olvidó su esencia guajira, ni el rudo trabajar de la tierra, ni las miserias vividas, ni los abusos de las autoridades.

Con el botín que obtenía en sus andanzas alivió muchos sufrimientos de las familias pobres de la llanura Habana-Matanzas-Santa Clara que lo aclamaban como el Rey de los Campos de Cuba. El titulo le gustó y lo calzó en su firma cuando enviaba las misivas de rescate, exigencias de dinero o en mensajes a la prensa.

Terminadas la Guerra de los Diez Años y la Guerra Chiquita, muchos patriotas marcharon a otros países para reorganizarse y continuar la lucha por la independencia y libertad de Cuba. También salieron algunos jefes de bandas y Manuel García lo haría en compañía de su esposa en 1885, instalándose en Cayo Hueso. Trabajó en la tabaquería de Eduardo Hidalgo Gato y se integró al Club Patriótico Cubano aprendiendo de las experiencias de los hombres que durante diez años defendieron sus ideales en los campos de batalla.

En ese ambiente de patriotismo, unido a sus ardientes deseos de regresar a Cuba, no tuvo inconveniente en enrolarse a una pequeña expedición organizada por el brigadier Juan Fernández Ruz, con el propósito de crear las condiciones necesarias para la guerra libertadora que se gestaba.  En septiembre de 1887, Manuel García con los grados de comandante conferidos por el brigadier, abordó, junto con tres combatientes más, un pequeño velero de pesca que los  llevó a Puerto Escondido, en la costa norte de Matanzas.

De nuevo en las antiguas zonas donde operaba, reagrupó a su cuadrilla y la armó con los llamados rifles “relámpago”, filosos machetes Colling, revólveres Smith y cuchillos de monta. Cada uno de sus doce hombres cargaba también cincuenta cartuchos, mantas y hamacas y cabalgaban en briosos  caballos con elegantes monturas mejicanas.

Tal como se lo ordenaron, contactó y colaboró con los jefes de los grupos revolucionarios de La Habana y Matanzas,  buscó lugares propicios para desembarcar expediciones y refugios seguros, fustigó a patrullas españolas y organizó entre los guajiros un sistema de información que permitía conocer  y transmitir los movimientos de las tropas españolas. Como los días pasaban y los jefes mambises necesitaban más tiempo y recursos para preparar y comenzar la lucha, Manuel García volvió a su antiguo oficio de bandolero para sostenerse y contribuir a la causa de la libertad.

En los años siguientes y durante la “época de zafra”, el famoso bandolero amenazaba a los hacendados con quemar sus campos de caña si no le pagaban algún dinero, mientras que el llamado  “tiempo muerto”, lo dedicaba a secuestrar ricos para obtener rescate. Parte de estos dineros lo entregaba al General Julio Sanguily y otros jefes de La Habana y Matanzas para comprar armas.

En el mes de diciembre de 1894, Manuel García realizó el secuestro más  importante de todos los que había realizado hasta entonces.  Bien trajeado con un uniforme de oficial español y acompañado de uno de sus hombres disfrazado de sargento, fue a la casa de vivienda del ingenio El Carmen, cerca de Jaruco,  para secuestrar, nada menos, que a Don Rafael Fernández de Castro y Castro, Gobernador Civil de la provincia de La Habana y Diputado por la Isla de Cuba a las Cortes Españolas. Como el político no se encontraba allí, Manuel García se llevó a su hermano Antoñico.

La Familia Fernández de Castro pagó la fabulosa suma de ocho mil pesos en monedas de oro por su rescate. Cuando fue liberado, el Gobernador Civil ofreció la tentadora recompensa de 20,000 pesos oro por la cabeza del Rey de los Campos de Cuba. La prensa de la época destacó tanto el secuestro como las increíbles sumas de dinero que se manejaron para el  rescate y la recompensa.

Todo el oro que recibió Manuel García de éste rescate lo envió a Juan Gualberto Gómez, delegado en Cuba del Partido Revolucionario Cubano, quien inmediatamente le escribió a José Martí para que determinara el destino de ese dinero. Martí le ordenó que lo devolviera inmediatamente y argumentaba:. “La Revolución solicita el concurso de todos los cubanos; Manuel García es un cubano; si mañana, pronunciado el movimiento, él se incorpora a las filas cubanas, allá será  lo que sus hechos y merecimientos le permitan que sea, al igual que cualquiera de los creadores y fundadores de la Patria; pero con su vida actual nosotros no tenemos conexión.

Manuel García respetó la decisión de Marti y sin ningún resentimiento acató la orden de Juan Gualberto Gómez y Antonio López Coloma de unirse a las fuerzas que se concentrarían en el pueblo de Ibarra, uno de los lugares previstos para el levantamiento independentista en la provincia de Matanzas, el 24 de febrero de 1895. Le aguardaba el nombramiento de Jefe de la escolta del General Pedro Betancourt, jefe militar de la provincia de Matanzas. 

El día 23, en el poblado de Ceborucal, Manuel García se alzó con unos cuarenta hombres y emprendió la marcha rumbo a Ibarra dando vivas a Cuba libre. Alrededor de las ocho de la noche llegó a Ceiba Mocha e hizo un alto en la tienda del pueblo para abastecerse y, en nombre de la República de Cuba, le pidió al dueño, José Fraguera,  dinero y las provisiones necesarias para sus hombres. El Rey de los campos de Cuba le extendió a Fraguera un recibo por los 90 centenes, 3 luises y 60 pesos plata que le entregó.

Cuando se disponían a continuar viaje, llegaban el sacristán de la iglesia de Jaruco Felipe Díaz de la Paz y el guardia civil del mismo pueblo Vicente Pérez, para tomar unas cervezas en la tienda. Comenzó un tiroteo. El guardia fue herido y huyó, pero el sacristán, que también estaba armado, disparó sin tino sobre el grupo cubano alcanzando a Manuel García, quien cayó  muerto del caballo. El mulato José Plasencia, al ver a su jefe en el suelo y ensangrentado saltó sobre el acólito y lo mató a machetazos.  Esta es la versión más difundida y que, con los estilos y talentos propios de cada periodista, publicaron los principales diarios en aquellos días.

Otros periódicos informaron que su muerte ocurrió al disparársele accidentalmente el arma que portaba, o que cayó en un enfrentamiento con las fuerzas españolas aunque no hubo ninguna confirmación de combates en la zona. 

Sin embargo, los testimonios de algunos alzados, que fueron recogidos posteriormente por los periodistas Eduardo Varela Zequeira, Álvaro de la Iglesia y otros más, coinciden en cuanto al alzamiento en Seborucal, el abastecimiento de la partida en Ceiba Mocha y el tiroteo en que resultó herido el guardia civil y muerto el sacristán de Jaruco. Pero afirman que todos los alzados salieron ilesos, incluyendo a su jefe que ordenó la marcha hacía  Ibarra.

Como era su costumbre, Manuel García después de cabalgar un rato, se adelantó con dos de sus prácticos - Fidel Fundora y Alfredo Ponce - para reconocer la zona y evitar ser sorprendidos.  Mientras la tropa marchaba al paso, los tres avanzados se perdieron en el camino. Unos minutos después se escuchó un disparo de fusil y después otros. Todos corrieron en zafarrancho de combate hacia el lugar y encontraron a Manuel García agonizando y un poco más adelante a Alfredo Ponce. 

Fidel Fundora había desaparecido y también las bolsas de dinero y la documentación que llevaba Manuel García en sus alforjas.  Era evidente que el Rey de los Campos de Cuba había sido asesinado por la codicia y la traición de uno de sus hombres.

Los alzados estaban desconcertados, muerto el jefe se dispersaron, dejando abandonado el cadáver a la orilla del camino. Unas horas después una patrulla española lo halló llevándolo al Cementerio de Ceiba Mocha donde fue reconocido y exhibido. El reportero de La Discusión, Eduardo Varela Zequeira, y el fotógrafo de La Caricatura, Higinio Martínez,  fueron los primeros periodistas en llegar y telegrafiar la noticia. El cuerpo de Manuel García fue enterrado en el cementerio, y meses después su amigo Luís Mouriño  exhum’o los restos secretamente y los guardó en la Finca La Julia.  

Con el tiempo, el nombre de Fidel Fundora se fue relacionando con la recompensa que ofreciera el Gobernador de La Habana Rafael Fernández de Castro. También con la amistad de alguno de los conocidos patriotas que recibieron dineros de Manuel García  para comprar armas y lo derrocharon en juergas y juegos.   

En la colonia, la prensa españolista distorsionaba cuanto hacia por la revolución como crímenes de un despiadado bandolero que aterrorizaba las llanuras matanceras. En la Republica, fue el protagonista  romántico y justiciero del cine, series radiales, folletines, postalitas  y novelas: idolatrado por lo niños, soñado por quinceañeras y héroe de todos

Pero ni los exagerados titulares de los diarios sensacionalistas coloniales, ni la imagen novelera divulgada en la Republica ofrecieron la verdadera imagen de este campesino que, obligado por los abusos de las autoridades y los poderosos, se alzó en los campos como bandolero y, al llamado mambi, abrazó su causa por la cual luchó y murió.  

El 24 de febrero del 2000, fueron colocados los restos de Manuel García en el panteón que fue construido en el cementerio de Ceiba Mocha para perpetuar su memoria.  Alli se recordó la verdadera historia de su vida y su aporte a la libertad de Cuba.
Fuentes: 
Eduardo Várela Zequeira: Entrevista a Manuel García  diario La Discusión  1 de febrero de 1895
 Periódico La Caricatura 3 marzo de 1895
Alvaro de la Iglesia: Manuel García, rey de los campos de Cuba: su vida y sus hechos. Imprenta La Comercial, 1895 
Juan Gualbeto Gómez “Algunos preliminares de la revolución de 1895” Conferencia ofrecida en el Ateneo de la Habana en 1913
Eduardo Zamacois: revista  Nuevo Mundo, Madrid, 18 de marzo de 1919
Gerardo Castellanos: Paseos efímeros, Editorial Hermes, La Habana 1930 pp 32-34

Reproducido de www.cubaperiodisticas.cu
Remitido por Joe Noda