Hazme una cruz sencilla, carpintero
(2ª Parte)
León Felipe (1884-1968)
Marlene María Pérez Mateo
La Cruz de
Occitania
Fue usada
primeramente por los Condes de Forcalquier en Provenza, región histórica
cultural del sur de Francia; y posteriormente se extendió a Occitania, franja
mediterránea del país galo, de la cual conserva nombre. Hoy también es usada en
Languedos, Forcalquyier y Tolosa. Es una
cruz tricúspide vacía, es decir hueca, confeccionada en oro, curvilínea en sus
extremos donde se remata en tres puntas.
La cruz Ortodoxa o
bizantina
Es una cruz de ocho
brazos, un eje vertical y tres horizontales, de ellos el mas inferior el
oblicuo, mas alto al lado derecho apuntando al buen ladrón y mas bajo en el
izquierdo apuntando al mal ladrón, crucificados con Jesús según textos
bíblicos. Debajo tiene la calavera de Adán, según tradición enterrada en el
Gólgota. Incluye en ocasiones a María y a Juan evangelista a los lados.
La cruz de San Jorge
Es una cruz griega
roja sobre fondo blanco. Se usó por primera vez en Génova, centro marítimo del
Mediterráneo. Los ingleses preconizaron su uso como modo de protección y la
incorporaron a su bandera, y por decantación a los símbolos de sus ex-colonias
británicas.
La cruz de Santa Brigida
Atribuida a la Patrona y
evangelizadora de Irlanda. Se cuenta una leyenda donde la Santa galesa logro la conversión del cacique pagano
de Kildare, Irlanda cuando con unos pocos juncos tejió una cruz. Hoy es una tradición
casi olvidada el de colocar el primero
de febrero, inicio de la primavera irlandesa, en las puertas de las casas el símbolo de la cruz de juncos para llamar a
buenos augurios y ahuyentar los malos espíritus.
Es una cruz latina
de gules. Usa una espada en la parte horizontal inferior, y los brazos
rematados con una flor de lis. Indica el sentido caballeresco y el martirio de
Santiago. Data del siglo XII. Se usa por parte de la Orden de Santiago, patrón
de España.
La cruz Tau:
La cruz de San Antonio abad y Santa Tecla.
Recuerda la última letra del alfabeto hebreo y la decimonovena del alfabeto griego.
Fue parte de la rúbrica de San Francisco de Asís. Su origen se remonta al siglo
IV en el Concilio de Letrán, pero
encuentra puntos de enlace con el libro de Exequiel, cuando se usó como marca en
las puertas de los israelitas, y en el libro del Apocalipsis para los denominados
siervos y salvos. Se usó durante la segunda cruzada.
(CONTINUARÁ)
(CONTINUARÁ)