18 de febrero de 2016

¡Viene Obama: el que no salte es yanqui..!


¡Viene Obama:
el que no salte es yanqui!
Alejandro Rodríguez Rodríguez
 
-¿Ya te anotaste en la lista? me dice un viejo del barrio
 
¿En cuál…?- pregunto y subo una ceja, porque eso de “la lista” siempre suena a que te van a quitar algo ya sea menudo para la corona de un muerto o tiempo libre para chapear y botar basura.
 
– Pues en la lista pa’ las guaguas que van a llevar a la gente a recibir a Obama allá al aeropuerto de La Habana
 
Y así, de esta peculiar manera, se entera uno aquí de la próxima visita del Presidente Barack Obama a Cuba.
 
Entonces voy al Facebook y lo confirmo: “Habemus Obama…” postea Paquito en latín lo que en criollo significa  “al fin, mijo…”. Y  “Esta es tu casa, Obama” pone otro, recordando aquellas placas metálicas que mucha gente pegaba en las puertas de sus casas por allá por los años de la Cuba efervescente, y que decían “Esta es tu casa, Fidel”.
 
En las redes el anuncio ha sonado bastante, y en la calle un poco también, pero sin tanto análisis de causas y consecuencias. Algo normal, diría yo: bastante parecido a cuando vino Hollande; más fuerte que cuando viene Maduro, pero menos que cuando viene Francisco.
 
Según lo que he podido percibir, nadie espera que Obama sea el rey mago que llegue a traernos soluciones: en honor a su visita no bajarán los precios del tomate, ni subirá el salario del maestro, ni ETECSA dejará de tocarnos las nalgas, ni brotarán de la tierra edificios nuevos (con su firma y sus ojitos…) dando vivienda digna a todos los albergados y agregados que habitamos este país.
 
Tampoco se materializará una moderna flota de guaguas en que la gente pueda ir a trabajar a las oficinas de un recién legalizado Partido Verde “Salvemos a la Cotorra”, o a comprar un 14ymedio impreso en el estanquillo del parque.
Tal vez por eso la resonancia es menor; porque la gente lo que quiere no es Obama, sino mejores salarios, comida barata, casa propia, transporte, Internet y libertades de expresión y asociación.
 
Sin embargo todo el mundo sabe que Obama, y en primer lugar la gestión del conflicto que haga el gobierno de su país, va a resultar muy importante en el destino final de todo lo anterior.
 
Si yo fuera ellos, quito de una vez el puñetero bloqueo (argumentando ante el Congreso la urgencia de utilizar en publicidad comercial las gigantografías de la carretera…) y le doy la oportunidad al gobierno cubano de probar que pueden convertir este en un país próspero, aunque el gobierno no diga siquiera cuánto tiempo necesita en un escenario post-embargo para hacer de Cuba un país de donde no se marchen a la primera los jóvenes, los artistas, los peloteros, los médicos… en fin, todo el mundo menos los mosquitos del Dengue.
 
Ya no está de moda que los cubanos vayamos a recibir mandatarios con alegría proletaria, pero si lo estuviera, podría pasar ahora como cuando mandaron a una conga santigüera a recibir al presidente de Tanzania, Julius Nyerere, y dicen que el coro gritaba: “¡Niyerere, Niyerere…. vinimo’a recibirte sin saber quien’ ere…!
 
Pues aquel coro hoy podría decir algo así como “Obama, Obama, gracias por la’relacionej pero… ¿nos trajiste jama?”.
 
Y la foto “pitiyanqui” de allá arriba— si le interesa…—, no es una foto reciente: me la hice poco después del 17-D, sabiendo que hoy iba a utilizarla.

alejo3399.com

17 de febrero de 2016

El abuelo de Pablo

El abuelo de Pablo

Hermann Tertxch

Uno de los más claros indicios de que el Frente Popular, antes aún de ser reeditado en su versión 3.0/Siglo XXI, está ganando por fin la Guerra Civil española de 1936, está en que, desde hace ya mucho tiempo, las mentiras con las que se reescribe la historia de España son aceptadas sin reservas por todos. Incluso por quienes saben de su falsedad. El vencedor impone eso que llaman ahora la narrativa, el discurso o sencillamente la versión hegemónica de la historia y el canon bibliográfico que lo sustenta. Todas las administraciones públicas españolas, da igual quién las gobierne, publican desde hace lustros ya cuentos sobre la historia de la II República, la guerra y el franquismo. Siempre desde una visión partidaria del Frente Popular. Cada vez con menos ánimo de equidad.
 
En algunos de esos libros con más ficción que hechos, se cuenta que Manuel Iglesias, el abuelo del líder de Podemos, Pablo Iglesias, fue condenado a muerte por dictar sentencias desde un tribunal militar republicano. Y que su pena habría sido conmutada por informes favorables de falangistas que intercedieron en su favor. No. Es cierta su presencia en un tribunal militar que firmó centenares de penas de muerte. Pero eso podría entenderse como acto de guerra. El abuelo de Pablo Iglesias fue condenado a muerte por participar en sacas, es decir, en la caza de civiles inocentes desarmados en la retaguardia en Madrid.
 
En concreto, por ser quien identificó y sacó de su casa para asesinarlos al marqués de San Fernando, Joaquín Dorado y Rodríguez de Campomanes, y a su cuñado, Pedro Ceballos. Eso fue el 7 de noviembre de 1936 en la calle del Prado, número 20. Acudió allí Manuel Iglesias acompañado por Manuel Carreiro «el Chaparro», Antonio Delgado «el Hornachego» y otros milicianos armados conocidos como «el Vinagre», «el Ojo de Perdiz» y «el Cojo de los Molletes». El abuelo dirigía esa ilustre compañía porque era él quien conocía a su paisano de Villafranca de los Barros, el desdichado marqués. Este y su cuñado fueron conducidos a la checa en la calle Serrano, 43. Al día siguiente aparecieron ambos asesinados en la Pradera de San Isidro.
 
Detenido tras la guerra, Iglesias fue condenado a muerte. Sorprende que, conmutada la pena por 30 años de prisión, Iglesias saliera en libertad tras cumplir solo cinco y obtuviera además de inmediato un empleo en el Ministerio de Trabajo de José Antonio Girón de Velasco, un absoluto privilegio en la posguerra. No puso Manuel, como podría pensarse, una vela a sus benefactores Franco y Girón. Mantuvo viva la llama del odio en la familia. Al menos uno de sus seis hijos fue miembro de la banda terrorista FRAP. Era el padre de Pablo.

Lo preocupante hoy no es aquel crimen atroz del 7 de noviembre de 1936 en una guerra en la que hubo tantas atrocidades cometidas en ambos lados. Preocupante es la admiración sin reservas que muestra hacia aquel miliciano criminal un nieto suyo que puede pronto gobernar España. La trágica deriva de la democracia española ha convertido en práctica certeza de que, antes o después de nuevas elecciones, se constituirá un gobierno del Frente Popular en el que Iglesias ocupará, como otros comunistas, un cargo principal.
 
No se conoce a Iglesias en sus infinitas peroratas políticas y morales la mínima reflexión crítica sobre las prácticas criminales del Frente Popular en las que participó su abuelo. Ni una aproximación de luto y pesar por el dolor causados por los milicianos. Cuando los criminales se convierten en ídolos y ejemplo, alguien siempre cae en la tentación de emularlos.
 
En su celebrado libro «La incapacidad del luto», Alexander y Margarethe Mitscherlich expusieron que el proceso de curación de sociedad e individuo tras una tragedia traumática bélica y criminal exige luto y especial compasión por las víctimas ajenas, los muertos a manos del propio bando. Ellos trataban el nazismo y la necesidad de que los alemanes se reconciliaran con su pasado a través del luto por las víctimas causadas en su nombre.
 
Así fui educado yo por un padre que había servido como diplomático a un régimen criminal, la Alemania nazi, y que pagó después en cárceles de ese mismo régimen el repudio a su militancia anterior. Para que jamás cayéramos como él y millones habían caído en las ideologías del populismo y el odio, nos educó en el poder curativo de la verdad frente al mito político, en la defensa a ultranza de la conciencia individual frente a la muchedumbre.
 
La transición no estuvo lejos de este luto cruzado como proceso liberador en el marco de la reconciliación nacional, como paso necesario hacia una cultura de la memoria común de todos los españoles ya liberados de bandos. España, pobre siempre en escenificar y solemnizar intenciones, no llegó a institucionalizarla. Y después fue tarde. La frágil arquitectura de la reconciliación habría de saltar por los aires alevosamente dinamitada por el revanchismo liderado por José Luis Rodríguez Zapatero.

Hoy volvemos a estar lejos de aquella reconciliación y el odio brota de los discursos y medios de gran parte de una izquierda que asumió entera el discurso de Zapatero. Millones de españoles están en proceso de dejarse seducir por una ideología potencialmente tan criminal como la profesada en su día por el abuelo de Iglesias o mi padre, la comunista o la nacionalsocialista. Veo en Podemos la soberbia del desprecio y la voluntad de criminalización de todo discrepante.
 
Asustan la frivolidad de los políticos y su ignorancia al trivializar los mensajes totalitarios. Cuando niegan los peligros tachándolos de «imposibles» «a estas alturas» «en la Europa desarrollada». Así se negaba la amenaza en los años veinte y treinta del siglo XX cuando protagonizaron su brutal e imparable ascensión los totalitarismos, frente a democracias tan cuestionadas, frágiles y corruptas como las actuales. Europa estará sometida pronto a muy virulentos vaivenes que despertarán fuertes pasiones.
 
Tras setenta años de paz, se extiende y generaliza por el continente, y muy especialmente en España, la derrota de la razón frente a los tumultos de los sentimientos. Y la cobardía de la mentira, hoy también llamada corrección política. La única fuerza capaz de hacer frente a la amenaza de un nuevo delirio de masas como el que cubrió Europa de ruinas y de muertos en el siglo XX es la verdad.
 
Son las verdades que la política tradicional no se atreve a exponer a sus electorados y deja en manos de populismos de todo signo para que las manipulen a su antojo. La verdad por dura e implacable que sea, tan despreciada e ignorada en España, es el único instrumento que podría hacer reaccionar a las sociedades. Para hacer frente a la nueva barbarie totalitaria que llega cabalgando los torrentes de mentiras sentimentales tan perfectamente representadas por el cuento que esconde las verdades del abuelo de Pablo.

 ABC, Madrid

16 de febrero de 2016

Un ángel llamado Marlene Dietrich

Un ángel llamado
Marlene Dietrich
José María Zavala

La celebérrima actriz berlinesa Marlene Dietrich (1901-1992) hizo honor durante una etapa decisiva de su vida a su nombre de nacimiento, Marie Magdalene, que no tardó en quedar reducido a Marlene. Como la María Magdalena del Evangelio, poseída por siete demonios en la gran pantalla, fuera de ella pasó en cambio de ser una mujer fatal a mostrarse compasiva y misericordiosa con el prójimo. Parafraseando el título de una de las mejores películas de su filmografía, aclamada desde su mismo estreno como la más grande producción cinematográfica alemana tras la Primera Guerra Mundial –aludimos, claro está, a “El ángel azul”, estrenada en 1930–, la Dietrich concebida por su director vienés Josef von Sternberg representó en la vida real la otra cara de su papel de ficción.

Con su par de piernas torneadas, la voz aterciopelada, seductora, y un rostro bello que tenía algo de máscara y emulaba a la vez a un ángel y a la chica del guardarropa de un cabaret barato, volcó toda esa irresistible pasión en socorrer a los necesitados. Cuando, recién terminada la Segunda Guerra Mundial, filmaba en Francia una de sus películas, se conmovió al ver a los desharrapados obreros del escenario y mandó que les comprasen blusas, camisas y overoles hasta vestir en total a más de una treintena de personas sin reparar en gastos. En otra ocasión se enteró de que un trabajador del estudio ahorraba con denodado esfuerzo para comprarse un Ford y, ni corta ni perezosa, se lo regaló ella en un alarde de generosidad.

Pero no acabo ahí la cosa. Tras sufrir con dieciocho años un accidente que le causó un daño irreparable en la muñeca, tuvo que abandonar la carrera de violín iniciada a los siete años, renunciando a un brillante porvenir como concertista.

Obligada por las circunstancias, ingresó así en la reputada escuela dramática de Max Reinhardt. El destino quiso que poco después los grandes estudios cinematográficos alemanes UFA pidieran a la escuela de Reinhardt unas cuantas comparsas para rodar cierta escena en una casa de juego, y Marlene, con los cabellos peinados en trenzas sujetas con un gran lazo de tafetán, aspiró a uno de esos papeles. El director de reparto era aquel día un checoslovaco, rubio y atractivo, de nombre Rudolf Sieber. El joven indicó a Marlene que se subiera las trenzas, se pusiera un vestido escotado y procurase actuar como una muchacha vulgar. Al verla transformada así, Sieber sucumbió a sus encantos y se casó con ella en 1923.

Quince años después, cuando Hitler invadió Checoslovaquia, Marlene volvió a comportarse como un ángel. La familia de su marido fue llevada a un campo de prisioneros y ella no cejó desde entonces hasta averiguar su paradero. Por fin logró que un funcionario del sector ruso de Berlín le diera un pase para la zona oriental. Una vez localizados los presos se encargó de ponerlos a salvo en el sector occidental de Berlín.

En las filas del rancho
Pero el culmen de sus buenas obras fue ceder el talento de artista para la diversión de los soldados estadounidenses durante tres años de la Segunda Guerra Mundial, llegándose a jugar el tipo por trabajar cerca del frente. Tampoco tuvo reparo alguno en aguardar con encomiable paciencia su turno en las filas del rancho para que le sirvieran el plato, ni en dormir entre ruinas infestadas de ratas. Algunos soldados recordaban haberla visto arrimar el hombro para levantar un jeep volcado en Italia. Contrajo pulmonía en Bari. Estuvo a punto de ser hecha prisionera cuando retrocedía con las tropas en la batalla de las Ardenas. Entró en Roma con las fuerzas estadounidenses, encaramada en un camión, mientras entonaba canciones con su voz baja y cálida, el ademán soñoliento y burlón, haciéndose acompañar con un serrucho musical.

El padre, Louis Erich Otto Dietrich, un subteniente testarudo que llegó a ser comandante de un renombrado regimiento de caballería, dotó a su hija de su misma fibra espartana. Su madre, Wilhelmina Elisabeth Joséphine Felsing, una distinguida dama de origen francés y acerado temple, tampoco le iba a la zaga. Marlene pasó buena parte de su niñez en diversas plazas fuertes de Alemania Oriental donde su padre estaba de guarnición. Hizo sus primeros estudios con institutrices que le enseñaron francés desde los tres años e inglés desde que cumplió los seis. Fue sometida a férrea disciplina para formar su carácter: prescindía del abrigo cuando sentía frío y se abstenía de beber agua cuando tenía sed. Implacable con ella misma y tierna con los demás, como un ángel.

EL DEMONIO DE HITLER
Marlene Dietrich aborreció con toda su alma a Adolf Hitler y al régimen nazi de terror que él representaba. Como ella era la estrella cinematográfica más refulgente de Alemania, la visitaron en tres ocasiones enviados especiales del Führer para ofrecerle el trono de reina de la industria del celuloide en su país. Llegaron a insinuarle que el mismísimo Hitler en persona pondría el corazón a sus pies. La insinuación provino en una de aquellas visitas nada menos que de Joachim von Ribbentrop, ministro de Asuntos Exteriores del Tercer Reich desde febrero de 1938 hasta abril de 1945. Tras el exitoso estreno de «El ángel azul», Marlene había salido rumbo a Hollywood en compañía de Von Sternberg. Poco después actuaba ya con Gary Cooper en su primera película estadounidense, «Marruecos», que la catapultó a la fama. No era extraño así que hasta un demonio como Hitler suspirase por ella.

 La Razón, Madrid

15 de febrero de 2016

Mario García Menocal

Hoy en Palmas Amigas hace 2 años
 
 
Presidente Mario García Menocal Deop

Por Marlene María Pérez Mateo

En 1913, tomó la presidencia de la República de Cuba, Mario García Menocal Deop, siendo su tercer presidente.

Nació en Jaguey Grande en 17 de diciembre de 1866. Como muchas familias cubanas la suya radicó en el extranjero durante la etapa colonial.  Estudió hasta graduarse como Ingeniero Civil en la Universidad de Cornell y formó parte de la fraternidad Delta-Kappa- Epsilon.

Ingresó en el Ejercito Libertador en Santa Cruz, en junio de 1895, alcanzando el grado de Mayor General. Luego de licenciarse del ejército se desempeñó como Jefe de policía Municipal  de La Habana y luego como inspector de Obras Publicas. Creó la Asociación Nacional de Veteranos del Ejercito Mambí en 1906. Encabezando a la agrupación Conjunción Patriótica fue electo presidente para el periodo 1913-1921. Promulgó en 1914 la ley de la Defensa económica y por ella se creó la moneda nacional y mas tarde la impopular implantación del Servicio Militar Obligatorio. Declaró la guerra a Alemania durante la primera guerra mundial y ello devino en un alza desmesurada del precio de la azúcar y de allí la “Danza de los millones o vacas gordas” y luego obviamente “Las vacas flacas”, la ruina bancaria.

Menocal profesionalizó la enseñanza en Cuba. Estableció la división entre escuelas públicas urbanas y rurales e introdujo la asignatura agricultura en la enseñanza y el servicio de los maestros ambulantes. Creó el sistema de Escuelas Normales con cátedra de oposición. Construyó en la Universidad de La Habana los pabellones de Astronomía, Física y Química.

Tras su periodo como presidente viajó por Europa. Fue profesor de Universidades en Norteamérica y se dedicó a los negocios de la industria azucarera. Luchó contra Machado y lideró la oposición a Batista. Murió el 8 de septiembre de 1941.

 Marlene María Pérez Mateo
 

Cuba: ajiaco, no caldosa

Roberto Fabelo, XII Bienal La Habana

Cuba: ajiaco,
nunca caldosa

Williams Iván Rodríguez Torres

En las últimas cinco décadas los cubanos hemos mal aprendido a no tomar las cosas por lo que son; tenemos doctorados en sacudir la mata por los gajos y no por el tronco, en darle al que no te dio, y en partir la soga por la parte más débil. Pareciera que somos másteres en brincar la talanquera, ponernos en la acera de la sombra, en mirar para el otro lado y cubrirnos de grasa deslizable; somos especiales a la hora de emitir criterios ajenos, o de permanecer como espectadores en un debate para dar “nuestra” opinión cuando sepamos de qué lado está la mayoría para ponernos de esa parte, aún sabiendo que creemos todo lo contrario.

En la Cuba de hoy todo es causa y efecto. Todo es parte de un engranaje que aunque no funciona, porque a veces marcha adelante, otras muchas lo hace hacia atrás, y otras tantas, apenas se percibe movimiento. Pero sin dudas es un mecanismo triturador y aplastante.

No soy ecónomo, ni dado a los números; soy solo un ciudadano más que es parte de la masa que constantemente ha sido aplastada por los mazos, por los que somos pasados una y otra vez para sacarnos hasta la última gota de jugo. Soy parte de la masa, pero no soy masa, soy individuo con criterio propio y con vivencias múltiples, casi incontables, como las de cualquier cubano a lo largo de esta isla.

Constantemente veo con dolor cómo se culpa a quienes son resultado y no causa, por ejemplo: Se culpa a los carretilleros de los altos precios. Es cierto que son elevados, ¿pero no son insuficientes los salarios? Se culpa a los merolicos de acaparar lo que se saca en las tiendas, ¿no será que existe un perenne desabastecimiento de todos los productos comenzando por los más necesarios y terminando por los más insignificantes? Se culpa a la población por el derroche de agua ¿No se derrama más en los miles, o millones de salideros en las conductoras y acometidas que en su mayoría tienen entre sesenta y cien años a lo largo del país? (dato ofrecido por el sistema informativo de la Televisión Cubana).
 
Criticamos constantemente el precio del transporte público, de los camiones, camionetas y autos privados, ¿no es peor el que le sube el precio al combustible y promete revisar el precio del mismo cada tres meses y no lo hace, aún cuando el precio en el mercado mundial ha bajado más del doble del precio que tuvo al tomarse la medida? ¿Quién será peor, el que golpea, o el que manda a golpear?

Los cubanos estamos en momentos de definición, aún cuando muchos simulan que nada está sucediendo; en lo que va de año el éxodo de compatriotas se ha cuadriplicado, o quintuplicado, al punto que alguien me comentó: Estamos ante un nuevo Mariel, otro Boca de Camarioca, o una nueva crisis de los balseros, con la diferencia que ese número creciente y significativo de hermanos que sale huyendo, lo hace por mar, por terceros, cuartos y cuantos países tenga que cruzar. Es preocupante ver el número de profesionales y deportistas que están abandonando sus colaboraciones, misiones o abusivos contratos oficiales en el extranjero. ¿Aún así insiste alguien en decir que nada está sucediendo?

Una vez más nos corroen la apatía y la desidia, la falta de proyectos de vida como individuos y el miedo a “coger el rábano por las hojas”, a enfrentar de cara la verdad, nuestra verdad, sin relativismos; de manera que no nos dejemos zarandear por las circunstancias, que no seamos veleta ante el cambiante viento, que antes soplaba del este-noreste, luego del suroeste y hoy casi de un norte franco.

Nadie tiene derecho a decidir por nosotros, nadie tiene derecho a hablar por nosotros, nadie es dueño de esta isla y su destino. Solo estas once millones de almas pueden ser capaces de enrumbar el futuro. Nadie, ni de adentro, ni de otras tierras tiene derecho a someternos a lo que fue un malogrado proyecto de nación a su antojo. Nadie ha de traernos de afuera un proyecto para nuestro futuro. Nos toca a nosotros reconstruirlo, reconstruirlo con la ayuda de todos aquellos que estén dispuestos a darnos la mano, donde las arbitrarias prohibiciones y los caprichos queden fuera.

Invito a cada hermano cubano a mirar a su alrededor, basta ser un poco observador para ver lo que fue este país durante los primeros cincuenta años del siglo pasado. Miremos nuestras ciudades, la arquitectura y las construcciones que heredamos de aquellos que se esforzaron en la construcción de un país que permaneció a la vanguardia de este continente y de la misma manera, veamos qué va quedando de aquel esplendor, qué nos queda de nuestras ciudades colmadas de vertederos, baches, parques oscuros, monumentos ultrajados, cientos de edificios en peligro de derrumbe, zonas industriales en ruinas y abandono. El deterioro es de San Antonio a Maisí.
 
Lo más triste de todo es que a mi entender, esa destrucción es solo la física, la material; la cual a lo largo de estos casi eternos cincuenta y tantos años ha tenido miles de justificaciones, o de culpables externos. Pero la vida no es para pasarla quejándonos, o buscando culpables, es para encontrar soluciones, para resolver las dificultades que se nos presenten, con ingenio y ayuda, sin soberbias y caprichos que a nada conducen, solo al fracaso. Quien no es capaz de resolver las crisis de su casa, que le entregue las llaves al vecino. La historia nos lo ha mostrado de la manera más cruda.

Mucho más preocupante es que de esa misma manera se ha ido destruyendo el alma de la nación, una nación domesticada, pero de alma rebelde, un país de personas emprendedoras que apostaron al proyecto equivocado, pero capaz de despertar y salir adelante sacudiéndose el polvo de la larga caída, del letargo que va pasando.

Espero que por el bien de nuestros hijos, las divisiones de los cubanos por la política termine más temprano que tarde, que nuestro parlamento sea plural y representativo, donde se apele a la voluntad del único a quien se debe servir, el pueblo y no al gobierno. Espero que para un futuro cercano Cuba pueda ser dirigida por un gobierno incluyente, no por un partido único y rector. Confío en que el desarraigo de la juventud quede atrás, que sean los jóvenes de hoy quienes hagan carrera política inclusiva y no de vetos, cercas y alambradas.
 
Ojalá y los cubanos de hoy acabemos de hacernos conscientes de que nuestros hijos no tienen por qué seguir escapando, ojalá y no sigamos permitiendo que nuestra nacionalidad siga siendo caldosa donde todo está batido, apachurrado y sin identidad propia, mejor que sea ajiaco donde hay de todo, pero donde todo se identifica, donde cada ingrediente difiere de los demás enriqueciendo el sabor. Tomemos conciencia para que los que se han ido puedan regresar y nadie más tenga que marcharse de Cuba.

Williams Iván Rodríguez Torres (Pinar del Río, 1976).
Técnico en Ortopedia y Traumatología.
Artesano
 Revista Socio Cultural Convivencia
Enlace: Dagoberto Valdés Convivencia

14 de febrero de 2016

Señor, no me dejes caer en la tentación

Señor, no me dejes caer en la tentación
de abandonarte y olvidarte,
ni de dejar de saber que eres mi fuerza,
ni de abandonar la oración
creyendo que no escuchas mis plegarias.
 
Que no sea más importante lo  material que lo espiritual,
que no dé mas importancia a las cosas que a Ti.
Que el ruido no sea mas fuerte que el silencio,
que las dificultades no sean mayores que mi fe.
Que la caridad salga siempre por mis manos
y que mis labios siempre te alaben y te bendigan.
Javier Leoz, betania.es