Apuntes históricos sobre la serie "Isabel" de la tve
El Suspiro del Moro
Mabel Villagra (Asesora histórica
arabista de 'Isabel' RTVE.es
El
"Suspiro del Moro" da nombre a un lugar en los alrededores de Granada
y a una emotiva escena que vemos en el último capítulo de “Isabel”, y que ha
sido inmortalizada a lo largo de los siglos en producciones literarias,
pictóricas o en la leyenda popular. ¿Cuál es el origen de esta leyenda?
¿Cómo se transmitió a lo largo de los siglos?
El Hecho Histórico
Conquistada
Granada en 1492, Boabdil parte a su exilio y desde lo alto de una colina, se
emociona hasta llorar viendo el espléndido pasado y los recuerdos que deja
atrás. Aixa, su madre, se percata del lloro y le increpa con una frase que
pasará a la Historia: "Llora como mujer lo que no supiste defender
como hombre".
Las
crónicas árabes al hablar de la partida de Boabdil a su exilio en Láujar, en
Las Alpujarras, no mencionan este hecho, que sí ha sido recogido a lo largo de
los siglos por alguno de los cronistas cristianos que hablan de la Granada
Nazarí.
Una
primera versión ya se conocía en vida de Boabdil, por lo que no se
podría descartar que sea en parte verdad. Nos la cuenta el cronista Hernando
del Pulgar, quien narra la historia de este modo:
“Este día fizo el rey moro dos actos de tristeza
que fueron: que tienen por costumbre los Reyes Moros, cuando pasan algún río de
poco agua, que los caballeros moros les cubren los pies e los estrivos con los suyos
y él no quiso consentir; é cuando suben alguna escalera, dexan los alpargares,
e gelos lleva al más principal moro que allí está, y él no lo quiso consentir.
É como fue a su casa que está en la alcazaba entró llorando, lo que él había
perdido: é díxole su madre, que pues no había seydo para defenderlo como home,
que no llorase como muger”.
La
particularidad es que se desarrolla en el interior de la Alcazaba, no fuera, en
lo alto de un collado.
Años
después, otro cronista, el Obispo Antonio de Guevara, mantiene este diálogo
durante una visita que hace a Granada el Emperador Carlos I (y V de Alemania)
para visitar los lugares de los cristianos nuevos en la ciudad de la Alhambra.
Menéndez y Pelayo y más contemporáneamente, Leonardo Villena creen que la fecha
es de 1526 coincidiendo con el viaje a Granada tras la boda con Isabel de
Portugal. Menéndez Pelayo afirma que este relato que nos cuenta el morisco es
verídico y que pudo suceder por aquellos días. La escena del encuentro
tiene lugar en el mismo lugar que hoy es “Suspiro del Moro”:
“Iban con
el rey Chiquito aquel día la Reina, su madre, delante, y toda la caballería de
su corte detrás; y como llegasen a ese lugar, a do tú y yo tenemos agora los
pies, volvió el Rey atrás la cara para mirar la ciudad y Alhambra, como a cosa que
no esperaba ya más de ver, y mucho menos de recobrar.
Acodándose, pues el triste rey, y todos los que
allí íbamos con él, de la desventura que nos había acontecido, y del famoso
reino que habíamos perdido, tornámonos todos a llorar, y aun nuestras barbas
todas canas a mesar, pidiendo a Alá misericordia, y aún a la muerte que nos
quitase la vida. Como a la madre del Rey (que iba delante), dijesen que el Rey
y los caballeros estaban todos parados, mirando y llorando el Alhambra y ciudad
que habían perdido, dio un palo a la yegua en que iba, y dijo estas palabras:
«Justa cosa es que el Rey y los caballeros lloren como mujeres, pues no
pelearon como caballeros»”.
A
diferencia de la versión tradicional, Boabdil en esta ocasión no está solo, la
corte con sus caballeros y criados están de su lado. Y la alusión a costumbres
tan medievales e islámicas como mesarse la barba, la oración a Alá o el deseo
de morirse da veracidad al relato.
Otro
cronista que recogió viva esta tradición
también de labios de algunos moriscos
ancianos, durante la Conquista de Granada o a los hijos de aquellos que
vivieron aquellos eventos, es Luis Mármol y Carvajal; éste parece continuar el
relato de Hernando del Pulgar en donde lo dejó y añade el uso del árabe, lengua
que conoce, para darle mayor verosimilitud:
“Algunos quieren decir (el rey Boabdil) volvió
primero a la ciudad y que entró en una casa donde tenía recogida su familia en
la Alcazaba; mas unos moriscos muy viejos, que, según ellos decían se hallaron
presentes aquel día, nos certificaron que no había hecho más de hacer
reverencia al Rey Católico y caminar la vuelta de la Alpujarra, porque cuando salió
de la Alhambra había enviado su familia delante, y que en llegando a un sitio
que está cerca del lugar del Padul, que es de donde últimamente se descubre la
ciudad, volvió a mirarla, y poniendo los ojos en aquellos ricos alcázares que
dejaba perdidos, comenzó a suspirar reciamente, y dijo Alabaquibar, que es como si dijéramos Dominus Deus Sabaoth, poderoso
Señor, Dios de las batallas; y que viéndole su madre suspirar y llorar, le
dijo: «Bien haces, hijo, en llorar como mujer lo que no fuiste para defender
como hombre.» Después llamaron los moros
aquel sitio el Fex de Alabaquibar en
memoria deste suceso”.
Falsa imagen de Boabdil
Son por
estas historias arriba descritas por la que nos ha llegado la imagen errónea de
un Boabdil débil, “zugaybi” (en árabe
desdichadillo”, pusilánime, frente a
su madre Aixa, mujer de carácter, enérgica y sobre todo una auténtica
madre-coraje que luchó contra las rivalidades de harén y de palacio.
No es
del todo cierto el retrato que de ambos, y en especial de Boabdil, se desprende
en la famosa frase de Aixa, porque, por ejemplo, en las últimas semanas del
reino nazarí en Granada, Hernando de
Baeza nos muestra, en el fragmento final de su libro, a un rey que sale
decidido a morir combatiendo en la Guerra Santa frente a los cristianos y a dar
la vida, si es preciso, por su reino ("Es mejor morir una vez, que
vivir muriendo varias veces”, dirá Boabdil a su Madre).
Boabdil
toma esta decisión de combatir por él mismo, se ha lavado ritualmente, purificado
y, justo antes de salir, una llorosa Aixa le ruega que se quede, que no quiere
perderle a él y que no comprometa a su pueblo si no quiere tener en Granada un
final parecido a lo ocurrido en Málaga. Baeza da a entender que, con aquel
gesto, Aixa pudo mostrarse más favorable a pactar con los cristianos, así
favoreció los primeros diálogos entre los Reyes Católicos y los visires y
representantes nazaríes para tratar los acuerdos de la Capitulación.
Entonces, ¿mito o realidad?
Hoy en
día, aquella colina Fax Allah Akbar que Mármol mencionara citando
fuentes moriscas es conocida como "Puerto del Suspiro del Mor". Sin
embargo, hay autores que rechazan tanto el mito del Suspiro como la
localización el mismo: es el caso de Leonardo Villena, escritor y profesor
granadino, quien en su libro El último suspiro del Rey Boabdil pone en
duda esta opinión de Menéndez Pelayo.
Mármol
considera que la narración fue un bulo inventado por el obispo Guevara, para
atraerse la atención del Emperador y su esposa, y que acabó convirtiéndose en
leyenda, aunque olvida la mención que ya a finales del XV y principios de XVI,
hace Hernando del Pulgar.
Incluso
rechaza que la ruta tradicional sea la actual que aparece en las carreteras y
mapas: «Es falso lo del famoso 'Suspiro del Moro' (en la antigua carretera
Granada-Motril) porque Boabdil no pasó por ese lugar, Boabdil, sólo se detuvo para ver Granada
en unas crestas serranas de El Padul, en el puerto de 'El Manar', porque por
allí discurría el camino de la Alpujarra», señalaba el escritor en 2011 para el
diario “Ideal”.
Falso
mito o verdad a medias, la leyenda de “El suspiro del moro”, sigue
cautivándonos a pesar del paso de los siglos, por ser una de las más emotivas
que hayan dado juntas la Historia y la Literatura: Aún hoy la frase de Aixa
resuena como refrán en aquellas situaciones que lamentamos y que se tornan
imposibles en la vida diaria.
Sin
referirse precisamente a Boabdil, “Los Puntos” nos cantan la historia de un
moro cuya alma está encantada por perder un día Granada y
al que cuando el sol se va se le escucha
hablar, paseando su amargura por la Alhambra, recordando y llorando por Granada…
La
canción fue uno de los grandes éxitos del cuarteto español “Los Puntos” en la
década de los años 70´s. Nos la conserva Youtube: