15 de noviembre de 2014

Tras las huellas de Teresa. La primera fundación


Ávila: La primera fundación:
el Convento de San José

Teresa de Jesús fundó en Ávila el primer convento  de la reformada Orden de las Carmelitas Descalzas, el de San José, también conocido como “el de las Madres”,   el 24 de agosto  de 1562.  La Santa  confesó en sus escritos  que la iniciativa le vino por inspiración directa de Dios cuando era monja en el Monasterio de la Encarnación. Al principio trató de resistir, pero terminó aceptándola cuando llegó al convencimiento de que se lo mandaba Dios. Para esta obra  contó con el apoyo de importantes personalidades, como el obispo Álvaro de Mendoza.

A finales del siglo XIX, coincidiendo con la llegada del ferrocarril, el monasterio se componía de un conjunto de casas, que se agruparon creando un espacio arquitectónico que aún hoy se conserva y una pequeña iglesia, hoy desaparecida, que fue sustituida, entre 1608-1615, por otra levantada con las trazas del arquitecto Francisco de Mora, planteando el prototipo de iglesia carmelitana, con una planta longitudinal de nave única y orientación norte-sur. A cada lado de esta nave se abren tres capillas.

Este convento recoge el ideal monástico de Teresa de Ávila, caracterizado por la sencillez y austeridad. Se conservan las antiguas dependencias conventuales que permiten imaginar cómo era aquel primer convento de la reforma y el espíritu de su promotora: cocina, refectorio, celda de la santa, claustro, campana fundacional y la llamada “escalera del

diablo”, por la que Teresa cayó en las Navidades de 1577, rompiéndose el brazo izquierdo. Varios de estos elementos pueden contemplarse en el museo del convento.

El convento de San José fue declarado Monumento Nacional en 1968.

Dirección:
Calle de Las Madres, 4
05001 Ávila
Telf:  34 920 222 127

Horario:
Del 26 de octubre al 28 de marzo: de 10.00 a 14.30; 16.00 a 19.00 h.
Del 30 de marzo al 25 de octubre: Todos los días de 10:00 a 13:30; 16:00 a 20:00 h. Último pase 30 minutos antes de cerrar
 
Entrada: 1,40 €/persona y grupos 

Envenenó Fernando el Católico a su yerno Felipe el Hermoso?


¿Envenenó Fernando el Católico
a Felipe el Hermoso?

César Cervera, abc.es
Adelantándonos a los próximos episodios
de la serie televisiva “Isabel”,
 reproducimos esta crónica del ABC madrileño
que nos narra acontecimientos posteriores
a los actuales capítulos de la serie.

Como años después le ocurriría a su hijo Carlos I,  la llegada al trono de Felipe I fue vista con recelo por parte de la nobleza castellana a causa de su condición de extranjero. El apodado como Felipe «el Hermoso» procedía de los lejanos Países Bajos y, desde el principio, se hizo rodear de una corte de consejeros que solo hablaban en francés, salvo alguna excepción como el enigmático señor de Belmonte. Dos meses después del nombramiento de Felipe y Juana como Reyes de Castilla, el hombre que dio dos emperadores al mundo (Carlos V y Fernando I de Alemania) cayó enfermo en extrañas circunstancias tras beber agua fría mientras jugaba al juego de la pelota. En pocos días desarrolló un cuadro de neumonía y falleció súbitamente. Las investigaciones posteriores han apuntado a que pudo ser víctima de algún tipo de envenenamiento o, lo más probable, de la peste.

Los historiadores ven en los beneficios que consiguió Fernando el Católico de la muerte de su yerno un elemento altamente sospechoso. Cuando la nobleza castellana todavía estaba sopesando entre si era menos malo un rey extranjero o uno aragonés aconteció la repentina muerte de Felipe I. En pocos meses, el entonces Rey de Aragón aprovechó la supuesta locura de su hija Juana para recluirla en Tordesillas y proclamarse regente de Castilla con plenos poderes.  

Felipe de Habsburgo, nacido en Brujas el 22 de junio de 1478, fue el primer monarca de esta dinastía en reinar en España. Con la intención de aislar políticamente a Francia, los Habsburgo cerraron una serie de alianzas con los Reyes Católicos a finales del siglo XV que incluían el matrimonio de Felipe «el Hermoso», hijo de Maximiliano I –Sacro Emperador Romano-,  con la Infanta de Castilla Juana. Curiosamente, el apelativo de “el Hermoso” se lo dio el Rey Luis XII de Francia cuando la pareja viajaba hacía España para ser coronados y se detuvieron en Blois. Allí el rey los recibió y al verle exclamó: «He aquí un hermoso príncipe».

La enemistad entre el suegro y el yerno
El primer episodio de fricción entre Felipe el Hermoso y los Reyes Católicos ocurrió tras la muerte del Príncipe Juan, el hermano mayor de Juana “la Loca”, el 4 de octubre de 1498. En palabras del embajador español en la corte Imperial, Gómez de Fuensalida, Felipe barajó la posibilidad de reclamar las coronas de Castilla y Aragón con la ayuda del Rey de Francia, con el que mantenía unas relaciones sumamente cordiales.   Fue a partir de entonces cuando creció la desconfianza de Fernando el Católico, siempre hostil al Reino de Francia, hacia su yerno.

La amistad de l duque de Borgoña con Francia originó la enemistad con los Reyes Católicos
Aunque los reyes españoles trataron en varias ocasiones de desmontar la alianza de Felipe el Hermoso con Francia, éste no solamente se negó sino que castigó a Juana, quien llegó a quejarse de no tener dinero para pagar a su séquito y de ser objeto de continuos desplantes. El acoso psicológico se alargó durante años hasta que la muerte de otro Príncipe de Asturias,  el hijo de la hermana mayor de Juana, propició al borgoñés la ocasión de castigar directamente a Fernando el Católico. Así, con el propósito de hacerse con el control del reino aragonés de Nápoles y entregárselo posteriormente a Francia, “el Hermoso” propuso que su hijo Carlos, que ya era el heredero de los Reyes Católicos, se casara con Claudia de Francia, una de las hijas del monarca galo. Por supuesto, la Corte española se negó en rotundo y el rechazo de la propia Juana rompió el acuerdo.
A pesar de la mala relación con los padres de ella, Felipe y Juana viajaron a España el 26 de enero de 1502 para ser presentados en las principales ciudades castellanas como Príncipes de Asturias y posteriormente hacer lo propio en Aragón. Sin embargo, una vez conseguido su propósito de asegurarse la herencia de los Reyes Católicos, el Duque de Borgoña anunció que quería regresar a sus posesiones norteñas. La propia reina Isabel intentó convencerle de que era necesario que permaneciera más tiempo en España, ya que debía afianzar su autoridad en los que en el futuro iban a ser sus reinos. El 19 de diciembre de ese mismo año Felipe el Hermoso abandonó la corte de los Reyes Católicos, para desconsuelo de la Princesa Juana, que tuvo que quedarse junto a sus padres debido a que se encontraba embarazada del que sería su cuarto hijo.

Felipe el Hermoso solo volvería a España una vez fallecida Isabel de Castilla para tomar posesión del trono. En noviembre de 1504, Fernando proclamó a Juana Reina de Castilla y tomó las riendas de la gobernación del reino acogiéndose a la última voluntad de su esposa. Y aunque en la concordia de Salamanca (1505) se acordó un gobierno conjunto de Felipe, Fernando «el Católico» y la propia Juana, esta situación terminó con la llegada del borgoñés a la península, quien convenció a parte de la nobleza castellana, a base de regalos y concesiones, de que el suponía una amenaza menor que la procedente de un rey aragonés. El duque de Medina-Sidonia y el cardenal Cisneros no dudaron apoyar al extranjero. Visiblemente ofendido, Fernando se retiró a Aragón y Felipe fue proclamado Rey de Castilla  el 12 de julio 1506 en las Cortes de Valladolid con el nombre de Felipe I. Un reinado que solo duraría dos meses.

El vaso de agua fría que marcó su muerte
Según apuntan los cronistas de la época, Felipe I se encontraba en el palacio burgalés Casa del Cordón cuando empezó a sentirse enfermo el 16 de septiembre de 1506. Al beber un vaso de agua fría tras jugar un partido de pelota sintió las primeras fiebres. En los siguientes días el estado del Monarca fue agravándose hasta presentar un cuadro de neumonía. En una carta enviada por uno de los médicos que le atendió se describen algunos de los síntomas de la enfermedad:   «Estábase con la calentura y con sentimiento en el costado, y escupía sangre. Y se le hinchó la campanilla, que decimos úvula, tanto que apenas podía hablar».

A la muerte de Felipe I, su corazón fue enviado inmediatamente a Bruselas
El 25 de septiembre de 1506, con tan solo 28 años, falleció el primer Rey de Castilla perteneciente a la familia Habsburgo.   Y una vez que quedó certificada su muerte, sus servidores flamencos le vistieron bajo las instrucciones de Juana con sus mejores galas, tras lo cual se le instaló en un trono desde donde presidió simbólicamente los ritos religiosos. Por la mañana, se procedió a embalsamar su cuerpo, siendo su corazón enviado inmediatamente a Bruselas.

Con toda celeridad, Fernando el Católico preparó su “asalto” al trono castellano, que en los primeros meses quedó bajo la regencia del cardenal Cisneros. Cuando el aragonés regresó a Castilla, encerró a su hija, que había mostrado un comportamiento inquietante durante el cortejo fúnebre de su marido, en Tordesillas y asumió la regencia hasta 1507. Mientras tanto, por las ciudades castellanas prendió la sospecha de que la prematura muerte de Felipe I era consecuencia de un envenenamiento. El más probable asesino para muchos no podía ser sino el máximo beneficiado de su muerte: su suegro.

Frente a aquellos rumores, los historiadores e investigaciones modernos apuntan que la causa más posible fue la peste, enfermedad que había aparecido en la corte algunos meses antes. Asimismo, Felipe I de Habsburgo era célebre por sus numerosas relaciones extramatrimoniales y sus visitas a prostíbulos, donde era frecuente la aparición de todo tipo de infecciones y el contacto con personas de higiene descuidada.
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14 de noviembre de 2014

El Emperador en su Laberinto


El emperador en su laberinto

Rosa Townsend
 
Para entender el mundo de Obama hay que mirar a su media naranja política, confidente y cancerbera, conocida en círculos de Washington como “Rasputín”. Nada ocurre en la Casa Blanca, en Estados Unidos o en el planeta sin que el presidente reciba el consejo y aquiescencia de Valerie Jarrett, una vieja amiga de la época de Chicago.

Al verdadero Rasputín, el ruso, se le achaca que la desmedida y perniciosa influencia que ejerció sobre el zar Nicolás II acabó aislando a éste de la realidad, forzando su renuncia en 1917. Durante su reinado, señalan los historiadores, la Rusia Imperial pasó de ser uno de los grandes poderes mundiales al colapso total, militar y económico.

Nuestra rasputina nació hace justo hoy 58 años en Irán, es soltera, abogada, dedicada en cuerpo y alma a los Obama, Michele incluida. Y desde hace 20 años el poder en la sombra de Barack. Fue Valerie la impulsora de su meteórica carrera política y la que le estimula su ya legendario ego, a niveles patológicos. Vean por ejemplo cómo le describió en una entrevista con el editor de The New Yorker: “Creo que Barack sabía que los talentos que Dios le había dado son extraordinarios. El sabe lo listo que es… nunca nadie le ha desafiado intelectualmente… La mayoría de su vida se la ha pasado aburrido mortalmente, porque tiene demasiado talento para hacer lo que hace la gente ordinaria”.

En otras palabras un semidiós, un mesías al que los humanos comunes deben rendirle culto. Sobre esa premisa se gestó el “fenómeno Obama” de adulación de masas, que dio paso después a una presidencia imperial, con una secta de cortesanos que a todo han dicho “yes”.

Desde un principio el reinado de Obama no ha sido sobre América, ni siquiera sobre el partido demócrata, sino sobre él y su magia política. Aladino en la Casa Blanca. Sobrado de talento, ideas y carisma ¿para qué se iba a molestar en relacionarse con congresistas, ni siquiera con los demócratas? Se hubiera “muerto de aburrimiento”, como ha explicado Valerie. Tales encuentros son cosas que hace la “gente ordinaria”.

En el grupo de los “ordinarios” de la historia figurarían entre otros Bill Clinton y Ronald Reagan, ambos proclives a resolver diferencias políticas con amistosos contactos personales, nacional e internacionalmente. Y en distinta medida también lo han hecho el resto de los presidentes. Porque forma parte de la teatralidad de gobernar EEUU.

El papel protagonizado por Obama es muy distinto, un cruce entre el soliloquio del Hamlet de Shakespeare y el de la fábula de Andersen en la que nadie se atreve a decirle al emperador que está desnudo.

En Washington nadie se ha atrevido realmente a decirle al presidente las verdades que debería oír: que tal o cual política es contraproducente, que su empecinamiento está polarizando al país, etc. Y a los osados que intentaron advertirle que no tenía el traje presidencial puesto o que debía cambiar de atuendo, Valerie los ha ido apartando. La revista Político ha llegado a acusarla de “aislar intencionadamente al presidente de gente que le puede ayudar o enseñarle algo”.

Así se explica la frustración de entre otros los ex jefes de la CIA y el Pentágono, Bob Gates y Leon Panetta. Pero hay muchos más ejemplos. Los reporteros que hemos cubierto de cerca su campaña hemos visto descreídos la salida o marginación de brillantes consejeros como David Axelrod, Robert Gibbs o Rahm Emanuel. Todos habían chocado con “ella”.

Poco a poco la Oficina Oval se convirtió en una jaula, con un presidente aislado de la realidad, rumiando sus ideas —con frecuencia desacertadas— y escuchando sólo el eco lisonjero de sus súbditos. Sin valiosos consejeros independientes que le desafíen intelectualmente, que le espoleen para que reaccione y salga de su laberinto.

Pero Obama no es una víctima. No. Es el cómplice encantado de su terapeuta política. Ella está ahí porque él la ha contratado, porque como dice The New Republic, “refleja la auténtica versión de sí mismo”.

Frente a ese espejito mágico se hizo añicos el hechizo el 4 de noviembre. Tras seis años de porfiar con la realidad, ésta vino a pisarle los talones en forma de una masacre electoral. ¿La culpa? Naturalmente la tenemos todos menos él, empezando por nosotros, ingrato pueblo que no hemos sabido apreciar sus esfuerzos. Y siguiendo por esas docenas de ingratos candidatos demócratas que se negaron a que hiciera campaña por ellos.

Esta es la historia de cómo el mesías salvador se ha convertido en un paria, repudiado no ya por el electorado sino por su propio partido. La marca Obama se ha vuelto radioactiva. Incluso súbditos leales del West Wing preparan la estampida.

Cuentan fuentes internas que en 1600 Pennsylvania Avenue se respira fatalismo y que el presidente está harto de lo que ha pasado y ansioso por recuperar la relevancia.

Alguien debiera haberse atrevido a advertirle sobre el alto costo de la egolatría y el tribalismo políticos.

Read more here:       
http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/article3835342.html
Remitido por M. del Carmen Expósito
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Presentación del Libro "Mujeres de la Patria..."


FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO DE MIAMI

Presentación del libro:
 
Mujeres de la Patria:
Contribución de la Mujer a la Independencia de Cuba
(Tomo I: La guerra de los Diez Años)
Ediciones Universal, 2014 / 978-1-59388-259-4
de la historiadora cubana
Teresa Fernández Soneira

Sábado 22 de noviembre de 2014 - 1:00 P.M.,  

MIAMI-DADE COLLEGE. WOLFSON CAMPUS (DOWNTOWN)
300 N.E. 2nd. Ave. Salón 3314. Edificio 3 - 3er. piso

Teresa Fernández Soneira nació en La Habana en 1947. Es una investigadora de temas cubanos y ha hecho aportes importantes a la historia de Cuba con los libros: Apuntes desde el Destierro (1990); CUBA: Historia de la Educación Católica 1582-1961(1997); Con la Estrella y la Cruz: Historia de las Juventudes de Acción Católica Cubana (2002), y Niños que Triunfan - el Centro Mater, su historia y sus colaboradores (2008), todos de Ediciones Universal.

En Mujeres de la Patria, Contribución de la mujer a la independencia de Cuba, la autora nos revela el papel que desempeñó la mujer cubana antes y durante las guerras de independencia. Fernández Soneira considera que ninguna historia que se escriba sobre Cuba estará completa si no incluye la contribución de la mujer.

Este libro ha sido un proyecto al que le ha dedicado más de ocho años de trabajos y desvelos. En él el lector verá la entrega, valentía y amor a Cuba de las casi dos mil mujeres que se han encontrado en esta investigación, y que han desempeñado un papel especial en la Isla y el exilio durante la etapa de las conspiraciones, y las guerras de independencia.

Esta obra consta de dos tomos. El tomo I cubre la etapa de las conspiraciones y la Guerra del 68 hasta el Pacto del Zanjón. El volumen II, en preparación, abarca la guerra del 95, el exilio, y la ansiada independencia.

Se presenta junto a dos importantes escritoras e investigadoras cubanas: Madeline Cámara y Yara González-Montes con el tema: “La historia y el ensayo desde la perspectiva femenina”.

Los esperamos a todos en esta presentación dentro del marco de
La Feria Internacional del Libro de Miami.

Los que no puedan asistir y deseen adquirirlo pueden pedir información a:
EDICIONES UNIVERSAL: P.O. BOX 450353, MIAMI, FL 33245-0353
ediciones@ediciones.com                                       

Remitido por María del Carmen Expósito 
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Hermano Victorino, Nº 2

San Juan Bautista de La Salle
Hermano  Victorino: retos de una vocación

Manuel Bonet 

Estaba a punto de subir una entrada de la toma de hábito del Hermano Victorino y sin embargo me he tenido que detener para hablar antes de los retos de su vocación.

Pocos datos tenemos de la familia del Hermano Victorino, así que desconocemos los pormenores sobre cómo vivieron su deseo de ser Hermano. En una Francia con un alto respeto hacia lo clerical, no era apreciado el deseo de ser Hermano. Les invito a leer la obra “La frágil esperanza de un testigo. El itinerario del H. Michel Sauvage” (1923-2001), publicado en la colección de estudios Lasallianos, en especial desde la página 47 a la 55, donde comenta su proceso vocacional inicial.

No sabemos cómo se vivió el proceso vocacional del pequeño Agustín en su hogar. Si hubo comentarios indebidos, al fin y al cabo, era el primer vástago. Aquella decisión no incluía el ser sacerdote, que era más valorado y apreciado. El decidir ser Hermano incluía un cierto repudio incluso social. ¿Por qué ser Hermano, si nunca dirías Misa? ¿Por qué consagrarte al Señor  si permanecerás siempre entre chicos dando clases? Remito a la biografía del H. Michel Sauvage, del que tomo el siguiente fragmento que expresa con creces mi comentario anterior.  “Igualmente evidente  para mí durante mi partida, erla fuerte evidencia de que entrar con los Hermanos era tomar una camino que no conducía al sacerdocio. Muchos en mi entorno lo expresaban preguntando: ¿Por qué renuncias a ser sacerdote? La mayoría no lo entendían. Y algunos no dudaban en expresarme su desaprobación o su tristeza. Mis padres estaban completamente de acuerdo, sobre todo mi padre. Pero mi hermano mayor y más aun mi hermana religiosa, sin hacérmelo notar nunca directamente, aceptaban mal mi elección. La sufrían como una carencia. Necesitaban mucho tiempo para comprender y aceptar”. (Cfr. p. 49).

Cuando los Hermanos llegaron a Cuba, su vocación, para algunos “incompleta”, no era bien vista o comprendida. Recuerdo en mi caso, las burlas y comentarios irónicos de un sacerdote sobre mi vocación como Hermano y era 2002. En las crónicas de la formación del colegio del Sagrado corazón de Jesús en Guantánamo, se narra que “los inicios fueron duros debido a la poca hospitalidad ofrecida por los pobladores que no veían bien a estos “curas extranjeros” vestidos con sombreros de tres picos y estrafalariamente”.

En cualquier caso, el joven Agustín se encontró en medio de muchos chicos de su edad que deseaban ser Hermanos para toda su vida, pues en aquellos años, “la vocación sacerdotal o religiosa era considerada como un honor para la familia, un estado superior. Con un matiz notable: hacerse Hermano no era bien comprendido. Un muchacho capaz de estudiar que entraba en las órdenes, normalmente debía orientarse hacia el sacerdocio. Finalmente y, sobre todo, optar por la Vida religiosa, era renunciar al mundo. Cuando partíamos para el Noviciado menor de los Hermanos, la perspectiva  evidente era que no volveríamos más a nuestra casa. En efecto, los novicios menores no regresaban a sus casas durante las vacaciones. Esa era una gran diferencia con los Seminarios menores. Estos seguían el régimen de los internados de la época: vacaciones en familia más o menos cada seis semanas. Durante las vacaciones, mi hermano, seminarista mayor, vivía en nuestra casa. (Cfr 45-46).

A esto sumemos la experiencia del desarraigo del entorno familiar, los cambios físicos y psicológicos de la adolescencia, el ambiente tan anticlerical que empezaba a respirarse en Francia en estos años. Tuvo valor el joven Agustín al decidir ser Hermano Lasallista, tuvo mucho valor.

Valor para decidir ante las presiones de su sociedad.
Valor para dejar la familia atrás.
Valor para decir Sí al Señor
Valor para entender que su vocación era para siempre.
Valor para ser educador de generaciones,
y todo para seguir a Jesús al estilo de La Salle.

13 de noviembre de 2014

Tras las huellas de Teresa. El convento de la Encarnación

Ávila: el convento de la Encarnación
El Monasterio de la Encarnación fue fundado en 1478 en el interior de la ciudad amurallada. Es a principios del siglo .XVI cuando el convento se traslada a las afueras de la ciudad, construyéndose el monasterio sobre unos terrenos adquiridos al Cabildo y que, anteriormente, habían constituido el cementerio judío.

El 4 de abril de 1515, día en que la Santa era bautizada en la también iglesia abulense de San Juan Bautista, se inauguraba, aún sin concluir, el monasterio de las Carmelitas.  Este Monasterio es uno de los lugares esenciales de la vida de Teresa de Ávila, donde permaneció casi ininterrumpidamente desde 1535 hasta 1574.

Cuando una joven Teresa de Cepeda, de apenas veinte años y sin permiso paterno, ingresó en la Orden del Carmelo, el monasterio era uno de los más poblados de la ciudad. Contaba con un número muy elevado de bienes, y al igual que en otros muchos, la vida de convento no era rigurosa, existiendo diferencias sociales muy acusadas entre las monjas. Teresa pudo observar que muchos nobles, ante la imposibilidad de casar a sus hijas, las hacían monjas de este convento para que pudiesen mantener la vida lujosa a la que estaban acostumbradas.

Fue aquí y ya a tan  temprana edad,  donde Teresa levantó las primeras críticas a la laxa regla conventual que nada tenía que ver con el ideal de disciplina, servicio y oración que ella anhelaba. Y fue durante estos años que comenzó a fraguar la reforma de la orden carmelitana. Permaneció en el convento treinta años, siguiendo los consejos de san Juan de la Cruz, Francisco de Borja y Pedro de Alcántara mientras preparaba la Reforma del Carmelo.  De la Encarnación saldría para fundar el convento de San José, su primer Convento de la Orden reformada, la de las Carmelitas Descalzas.  Regresaría después, no ya como monja sino como Priora, en 1571, para una estancia de tres años tras los cuales reanudó su peregrinar incansable en la fundación de nuevos conventos.

El de la Encarnación de Ávila ha sufrido varias reformas en el curso de sus muchos años. A finales del siglo XVI, la celda que ocupó Teresa de Jesús se destinó a oratorio de las religiosas para posteriormente construir una capilla  en 1717.

En el siglo XVIII se transformó el interior de la primitiva iglesia dentro de una estética barroca. La planta es de cruz latina, con una sola nave y los altares y retablos pertenecen también al gusto barroco. En la fachada meridional del monasterio destaca el alto campanario de una sola pared, en el que están abiertos los huecos para colocar las campanas. Frente a esa fachada principal, la estatua de la Santa, en plena marcha por los caminos de Castilla.

El Convento alberga también un museo teresiano, en el que una de las obras más sobresalientes es un dibujo realizado por Juan de la Cruz que representa a Cristo en la Cruz. También se puede visitar la celda de la Santa y otros aposentos donde se muestran objetos de su uso. Hay una representación visual de su vida y peregrinaje, un mapa que señala todas sus fundaciones y una selección de sus escritos. Un patio interior del convento está pavimentado  con una representación del “Castillo Interior” escrito por Santa Teresa en 1577. En dicho libro, Santa Teresa compara el alma con un castillo de siete aposentos, análogas a los siete cielos.    

El Convento de la Encarnación fue declarado Monumento Nacional en 1983.

Dirección y teléfono
Paseo de la Encarnación, s/n. 05005 Ávila (Ávila)
Teléfono: +34 920211212


Horarios
De lunes a viernes, de 9.30 a 13.30 h. de 15.30 a 18.00 h.
Sábados, domingos y festivos, de 10.00 a 13.00 h. y de 16.00 a 18.00 h.

Tarifas / Precios de las entradas: Normal: 1,30 €;  Reducida: 1,10 € (grupos).

12 de noviembre de 2014

El comercio de esclavos de doctores cubanos

 

El comercio de esclavos de doctores cubanos


Mary Anastasia O’Grady

Wall Street Journal


Las culturas de Occidente no aprueban la trata de personas, una actividad del “crimen organizado en la que seres humanos son tratados como posesiones para ser controlados y explotados”, según la definición del diccionario. Sin embargo, cuesta encontrar a un periodista, político, burócrata de desarrollo u otro activista sindical en cualquier parte del mundo que siquiera haya pestañado ante el amplio negocio de trata de personas que lleva a cabo La Habana. Esto merece más atención en momentos en que los doctores cubanos son alabados por su trabajo en África durante la crisis del ébola.

Cuba está recibiendo elogios por su “diplomacia de doctores” internacional, por la que envía profesionales médicos temporalmente al exterior, aparentemente para ayudar a países pobres a combatir la enfermedad y mejorar el cuidado de la salud. Sin embargo, los doctores no son un regalo de Cuba. La Habana recibe pagos por sus misiones médicas ya sea del país anfitrión, en el caso de Venezuela, o de los países donantes que envían fondos a la Organización Mundial de la Salud. Se supone que el dinero se destina a los salarios de los trabajadores cubanos, pero ni la OMS ni ningún país les paga directamente a ellos. En cambio, los fondos son abonados en la cuenta de la dictadura que, a decir de todos, se queda con la mayor parte de los fondos y le da al trabajador un estipendio para vivir con la promesa de un poco más a su regreso a Cuba.

Es el crimen perfecto: al enviar a sus súbditos al exterior a ayudar a personas pobres, el régimen se gana la imagen de un contribuidor desinteresado a la comunidad global pese a que explota a trabajadores y se enriquece a costa de ellos. Según DW, la cadena internacional de televisión alemana, La Habana obtiene cerca de US$7.600 millones al año por la exportación de trabajadores de la salud.

Este es un gran negocio, que si no fuera realizado por marxistas mafiosos seguramente ofendería a los periodistas. En cambio, se lo tragan. En una entrevista el 24 de octubre con Jim Yong Kim, presidente del Banco Mundial, la presentadora de CNN Christiane Amanpour se animó cuando habló sobre los trabajadores de la salud cubanos en África. “Cuba claramente tiene algo que enseñarle al mundo con su rápida respuesta, ¿no?”, dijo efusivamente Amanpour. Kim concordó, calificándolo como un “gesto maravilloso”.

Lo que cobran los trabajadores cubanos en las trincheras del ébola sigue siendo un secreto de Estado. Sin embargo, la trata de personas no es algo nuevo para La Habana ni se limita a la profesión médica. En octubre de 2008, un juez federal en Miami falló a favor de tres trabajadores cubanos que afirmaron que habían sido enviados, junto con otros 100, por el régimen a Curaçao para trabajar a cambio de la deuda de Cuba con Curaçao Drydock Company. Los demandantes describieron condiciones de trabajo horrendas por el que les pagaban tres centavos por hora.

El diario estadounidense The Christian Science Monitor informó en su momento que la compañía “reconoció que los pasaportes de los trabajadores cubanos fueron incautados y que sus sueldos impagos fueron deducidos de la deuda que La Habana debía a la compañía”. Tomás Bilboa, del Cuba Study Group en Washington, dijo al periódico que “estos tipos de violaciones no son fuera de lo común para el gobierno cubano”. El abogado de los demandantes indicó al diario que después de que se quejaron, sus familiares en Cuba perdieron empleos y acceso a la educación y sufrieron el acoso de pandillas.

Hacer de los profesionales médicos un producto de exportación está generando una escasez de doctores en Cuba, que exacerba la extensa carencia en el cuidado de la salud. Un gobierno humanitario podría volcar su atención a esta miseria nacional, pero no hay dinero allí. En cambio, Cuba vende la mano de obra de sus profesionales de la salud al exterior incluso en medio de persistentes brotes de dengue y cólera en la isla.

Los doctores cubanos no son obligados a punta de pistola a convertirse en esclavos expatriados, pero reciben propuestas que no pueden rechazar. Como contó el doctor cubano Antonio Guedes, quien ahora vive en el exilio en Madrid, a DW, quien no coopere puede perder su empleo o, como mínimo, su posición, o su hijo no tendrá cupo en la universidad. En cuanto al caso de Curaçao, el régimen mantiene a los trabajadores de la salud bajo constante vigilancia y confisca sus pasaportes. Algo de eso no suena voluntario.

Cuando han tenido la oportunidad, muchos de los traficados han huido. Sólo en los últimos dos años, casi 3.100 cubanos han aprovechado un programa de visado especial de Estados Unidos que reconoce la explotación de profesionales médicos cubanos enviados a terceros países. Como castigo, el régimen les prohíbe a sus familias irse de Cuba para verlos. Obtener certificación para practicar medicina en EE.UU. puede ser largo y arduo.

Grupos de doctores en Brasil han presionado al gobierno brasileño para que exija a Cuba elevar el suelo de esclavos que pagaba a algunos de los 11.000 trabajadores médicos cubanos en ese país. Sin embargo, la fiscal federal ¬Luciana Loureiro Oliveira dijo que hay evidencia de que La Habana aún se queda con al menos 75% del dinero asignado por los donantes como salarios. Ella calificó esto como “francamente ilegal” porque viola las leyes laborales brasileñas y dijo que los cubanos deberían ser pagados directamente.

Eso sería el fin de las buenas obras de Cuba en Brasil.

Escriba a O’Grady@wsj.com
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