8 de agosto de 2009


Homenaje a Martí
Martha Pardiño


De tu ardoroso pecho, en pleno fuego,
de improviso emergió la roja rosa,
y en tu frente resaltó la refulgente estrella,
¡De todo el firmamento la más hermosa!
¿De dónde ese rumor de golondrinas?
¿De dónde aquellas rosas blancas sin espinas?
¿A dónde van y de dónde salieron?
¡Tal vez, Maestro, se van a unir contigo
allá en el cielo!

Al pronunciar tu nombre allá en la muerte,
se estremecen de llanto los luceros.
Los campos de la patria que tú amabas,
hoy teñidos de sangre, gritan su desconsuelo.
Para ti, amadísimo Maestro, se encienden los colores de la tarde,
las notas de las liras te cantan sus poemas,
y un rayo de luz atraviesa los campos
de Dos Ríos,
esplendoroso y blanco, y como el mármol,
duro y frio.
Martha Pardiño
Mayo 19, 2006
Miami, Florida

Ilustración: web

7 de agosto de 2009


El último aldabonazo
(Continuación de un artículo de Luis Sánchez, aparecido en el blog La Nueva Cuba)

El deseo de formar un partido se hizo más fuerte cuando, a pesar de las promesas en sentido contrario, Grau pareció tratar de que lo reeligieran: hasta entonces Chibás había atacado a menudo a los ministros de Grau, pero no al propio Grau. En la primavera de 1947, Chibás y sus seguidores debatieron la conveniencia de romper con el gobierno. Los auténticos de la provincia de Oriente, el movimiento juvenil y la sección femenina de los auténticos parecían los más deseosos de una ruptura.

No se podía decir de Chibás, quisiera desahogar rencores personales, ni que su dinero, que había heredado de su padre el ingeniero, tuviera un origen deshonesto, lo cual le daba una firme posición moral desde la cual pudo lanzar su famoso eslogan: «Verguenza contradinero» dicho por Maura. Sin embargo, él era muy feo, miope y bizco, de modo que nunca era posible saber en qué dirección estaba mirando. Estas características físicas le hacían suponer que la gente se reía de él (lo cual era verdad a menudo). También hacía pensar que estaba enamorado de sí mismo. Era evidentemente un extrovertido espectacular de neurótica persistencia. Estuvo quizá influido por Perón, aunque su filosofía política se concentraba en la simple idea de desarraigar la corrupción.

Por otro lado era el vocero estruendoso con familiares deseos nacionalistas, pidiendo una Cuba «libre del imperialismo económico de Wall Street y del imperialismo político de Roma, Berlín o Moscú».Ya llevaba mucho tiempo metido en política. Chibás se había opuesto siempre firmemente a los comunistas pero es posible que si Grau lo hubiera hecho su heredero en el liderazgo de los auténticos en lugar de Prío, se habría comportado de manera diferente. Cierto que llegó a hablar tanto en favor de Grau a comienzos de 1940 que se ganó el apodo de “el Goebbels de Grau,” e hizo mucho para sustanciar el deseo nacional de una revolución, el culto a la cual dominaba todavía a la juventud del país. Por otro lado era constitucionalista de corazón.

El 15 de mayo, tras un acuerdo largamente preparado de antemano, Chibás y sus amigos dieron el paso de formar públicamente su partido, EL PARTIDO DEL PUEBLO CUBANO U ORTODOXO, y que ellos eran los genuinos depositarios de la verdadera tradición revo¬lucionaria en lugar de los auténticos

En el Partido del Pueblo Cubano (PPC), Chibás fue apoyado desde el principio por otros miembros de la generación anti Machado, como Emilio Ochoa, Manuel Bisbé, Luis Orlando Rodríguez, Rafael García Bárcena, Roberto Agramonte, Herminio Portell Vilá, Jorge Mañach y Luis Conte Agüero -el primer secretario del partido-, con muchos de los primitivos auténticos y la mayoría de sus cofrades de Oriente.

En la segunda quincena de junio Aureliano Sánchez Arango, ministro de Educación, lanzó un fuerte contraataque contra Chibás y en defensa del gobierno, acusándolo de especulador del café, jefe de la difamación, posible dictador y apóstol de la mentira. Chibás en respuesta acusó al ministro de robar caudales públicos y de dedicarse al negocio de la madera en Guatemala. Hasta entonces no había atacado a este ministro aunque le desagradaba, quizá porque se sentía celoso de su éxito y elegancia. Los dos antiguos colegas del famoso directorio estudiantil de 1927 estuvieron vituperándose durante semanas, llevados y traídos en la prensa, las ondas, en discursos públicos y en entrevistas y correspondencia. Sánchez Arango presentó una inmensa cantidad de pruebas para demostrar que era inocente de todo lo que se le acusaba y desafió a Chibás a sostener con él un debate de cuatro días en la radio. Chibás respondió diciendo que mostraría las pruebas de la acusación que él hizo el 21 de julio contra el ministro de Educación. Las mostró, pero no le dejaron entrar en el ministerio, él sabía que no lo dejarían entrar, y por lo tanto prometió que

«El próximo domingo a las nueve y media de la noche, ante las cámaras de la televisión y los micrófonos, abriré mi cartera de mano y mostraré a la nación las pruebas del peculado con respecto a los libros de texto, el mobiliario y las comidas escolares, los negocios en Guatemala y otras cosas aún peores que demuestran que el gobierno de Carlos Prío es el más corrupto de la historia de la República.»

(Continuará)

Piratas en Bedoya
Ana Dolores García

La plazoleta de Bedoya es una de las más tradicionales de Camagüey, famosa entre los agramontinos por las fiestas populares que allí se han celebrado durante más de un siglo de sanjuanes.

Forma parte de los barrios periféricos del Príncipe, hoy casco histórico, y está situada muy cerca de la Plaza del Carmen y de la de San Juan de Dios, enclaves del Camagüey turístico actual.

A la plazoleta de Bedoya la forman la conjunción de tres calles: Hermanos Agüero, Martí y Honda. Se le conocía de antaño como la plazoleta del Pozo de Gracias, por encontrarse en ella un pozo que según el decir popular nunca se secaba. De sus aguas se abastecían el vecindario y los transeúntes, militares o no, que entraban o salían de la villa. Pasó luego a llamarse Plaza de Bedoya y no se sabe el porqué. El historiador Miguel A. Rivas Agüero, que lo hubo investigado, supone que Bedoya fue tal vez el apellido de algún bodeguero de la plazoleta.

Contiguo a la plazoleta se encuentra el callejón más corto de Camagüey con sólo cuatro metros de longitud, cuyo comienzo fue el patio de una casa. Tan poca cosa es, que sigue manteniendo su nombre de "Callejón de la Miseria".

En los archivos de la Iglesia Parroquial Mayor, hoy Catedral Metropolitana, consta que la Plazoleta de Bedoya fue ocupada por el pirata inglés Henry Morgan en su incursión del año 1668 a Puerto Principe. Los hombres de Morgan arribaron a la plazoleta a través de la calle San Diego (Martí) después de derrotar a los defensores de la villa en el combate del Paso de Carrasco sobre el río Tínima. Allí se posesionaron de dos cañones de los príncipeños y los llevaron hasta la plazoleta de Bedoya, donde los emplazaron. Repusieron fuerzas y probablemente saciaron su sed con el agua del Pozo de Gracias. Luego recorrieron la villa y la saquearon, quemaron los archivos de la Parroquial Mayor y se retiraron cargando con su botín.

Ana Dolores García ©2008
Ilustración: web

Efemérides

Margaretha Geertruida Zelle, o mejor, Mata Hari, como es conocida universalmente, nació en Leeuwarden, Países Bajos, el 7 de agosto de 1876. Fue una famosa bailarina de «striptease», condenada a muerte por espionaje y ejecutada durante la I Guerra Mundial

Su padre era un sombrerero y su madre era de ascendencia javanesa (Java formaba parte del Imperio Holandés). Al morir la madre de la joven, su padre suplió la ausencia materna con excesivos cuidados hacia una joven que muy pronto destacó por su belleza. Se casó a los 18 años, tras mantener una breve correspondencia con un militar que no conocía, mucho mayor que ella y que había puesto un anuncio en un periódico. Desde niña, los uniformes militares habían suscitado en ella una especial atracción.

Tuvo dos hijos, siendo el varón envenenado presuntamente en venganza por el trato dado por su marido a un sirviente nativo; una cuestión acaecida en su estancia de casada en Java, donde había sido destinado su esposo. La muerte de este hijo supuso un duro golpe para la familia. El marido buscó amparo en la bebida y empezó a frecuentar poco el hogar. Se dice que esta soledad llevó a Mata Hari a sus primeros contactos con la cultura javanesa y con las técnicas amatorias orientales, que le proporcionarían años más tarde fama como cortesana de lujo.

De vuelta a Europa, tras separarse y perder en Holanda el juicio sobre la custodia de su hija debido a su libertina vida en la isla, según declaró su marido, realizó más tarde algunos intentos fallidos en París como modelo de diseñadores, fracasos que conllevaron a un auténtico trauma en su vida por carecer de recursos económicos para vivir. Más tarde volvió a París de nuevo, armada de valor y amparada en sus rasgos orientales heredados de su madre. La literatura romántica de evasión de finales del siglo XIX había popularizado una imagen difusa y añorada de la oriental.

Aprovechando estas circunstancias, se hizo pasar por una supuesta princesa de Java ejerciendo de bailarina exótica, protagonizando espectáculos de strip-tease. La mentira e imaginación, como salida obligada para superar su penosa situación económica, empezó a dar sus frutos y a la vista de sus ventajosas consecuencias, pasó a convertirse en algo habitual. En París fue un revuelo con auténticas pugnas por conseguir localidades de las primeras filas en sus espectáculos de danza. También fue cortesana y tuvo romances secretos con numerosos funcionarios militares e incluso políticos de alto nivel, y, en general, con la alta sociedad.

Su fama como bailarina crecía, pero ya no era tan joven y, al ir perdiendo sus encantos físicos, que conforme al canon de belleza actual no parece que fueran tan extraordinarios, empezó a ejercer con más frecuencia de cortesana, amparada por el mito que había creado, para seguir manteniendo el mismo nivel de vida.

En aquellos tiempos, intentó recuperar a su hija que vivía con su padre pero resultó imposible. Mandó a su ama de llaves, que volvió con las manos vacías tras varias horas de espera a la puerta del colegio donde estudiaba. Aquel día su padre fue a recogerla. Aquella niña murió en los Países Bajos de un ataque al corazón años después de la muerte de su madre, curiosamente días antes de un viaje a Java en el que había puesto muchas esperanzas.

En 1917, siete meses antes del final de la "Gran Guerra", fue sometida a juicio en Francia acusada de espionaje, de ser una agente doble para Alemania y de haber sido la causa de la muerte de miles de soldados. Fue declarada culpable sin pruebas concluyentes y basadas en hipótesis no probadas que hoy en día (principios del siglo XXI) no se sostendrían en un juicio moderno, de hecho, una asociación de su ciudad natal solicitó al Ministerio de Justicia francés una revisión póstuma del caso, pero esta petición no fue atendida.

Fue ejecutada por el pelotón de fusilamiento el 15 de octubre de 1917. La leyenda sostiene que la escuadra tuvo que ser vendada para no sucumbir a sus encantos, sin embargo, son probados los hechos de que lanzó un beso de despedida a sus ejecutores y que, de los 12 soldados que constituyeron el pelotón de fusilamiento, sólo acertaron curiosamente 4 disparos, uno de ellos en el corazón que le causó la muerte instantánea. El oficial a cargo, como así se disponía en estos casos, ultimó el acto innecesariamente con un disparo de gracia en la sien. La noticia recorrió el mundo.

Hay incluso narración periodística que detalla este dramático momento describiendo la expresión de su rostro, forma de caída y disposición final del cuerpo en el suelo.
Su cuerpo, que no fue enterrado, se empleó para el aprendizaje de anatomía de los estudiantes de medicina, como se hacía con los ajusticiados en aquella época, pero su cabeza, embalsamada, permaneció en el Museo de Criminales de Francia hasta 1958, año en el que fue robada, seguramente, por un admirador.

Biografía de Mata Hari según Wikipedia
Ilustración: web

6 de agosto de 2009



Patria
(fragmento)

José Jacinto Milanés

Hijo de Cuba soy, a ella me liga
un destino potente, incontrolable:
con ella voy: forzoso es que la siga
por su senda horrible o agradable.

Con ella voy sin rémora ni traba,
ya muerda el yugo o la venganza vibre.
Con ella iré mientras la llore esclava,
con ella iré cuando la cante libre.

Buscando el puerto en noche tenebrosa
puedo morir en la difícil vía;
mas siempre voy contigo ¡oh Cuba hermosa!
y apoyado al timón espero el día.

Ilustración: web

Raúl Castro en brazos de Fulgencio Batista

Efemérides
Pedro Pablo Arencibia

Fulgencio Rubén Batista y Zaldívar, quien por varias décadas desempeñó de un modo u otro el papel de caudillo u hombre fuerte en nuestra política dirigiendo directamente o tras bastidores el entramado del gobierno de la República, falleció en Mallorca, España, el 6 de agosto de 1973.
La pátina del tiempo atenúa los matices con que en un principio se juzga a los hombres y a sus acciones, y las comparaciones también ayudan a que luzca pequeño lo que pareció ser el capítulo más bochornoso de nuestra historia republicana. Hoy en día hay voces que se atreven a juzgar y hasta disimular errores y desmanes, enfatizando la parte positiva que pudo haber habido en la gestión gubernativa de este sargento-general-presidente-senador-dictador que fue Fulgencio Batista. En ese sentido es lo que sigue, tomado de un análisis de Pedro Pablo Arencibia en su blog Baracutey Cubano. (adg)

«El filósofo inglés Santallana con su frase de que el que no conozca la Historia va a tener como castigo que repetirla, sintetizó el carácter pragmático que tiene la Historia para el ser humano.

Fidel Castro y Fulgencio Batista, y muchos otros, están en nuestra historia patria nos agrade o no; tuvimos como pueblo la oportunidad de que sus pasos por la historia cubana fueran inadvertidos, insignificantes o efímeros, pero no lo hicimos; hicimos todo lo contrario: la respuesta mayoritaria como pueblo fue cruzarnos de brazos y dejar que las cosas pasaran; todavía hoy decimos que no debemos meternos en Política (que no es lo mismo que convertirnos en políticos), actividad que de por si no tiene nada de denigrante pese a la abundancia y exuberancia de malos ejemplos.

En Cuba y en nuestros días la investigación histórica con relación a la impronta que dejó Fulgencio Batista en su tránsito de 25 años por la alta política cubana es muy diferente a la que se hacía décadas atrás, aunque sigue siendo excepcional; décadas atrás, después de 1959, no había excepcionalidad […] En el exilio cubano de Miami no podía pasar algo diferente a lo que excepcionalmente está sucediendo en Cuba pese al régimen totalitario que existe; en el exilio se vive en democracia y con las libertades garantizadas por un Estado de Derecho. En el exilio se expresan abiertamente los admiradores de Fidel Castro y su tiranía pese a que hoy por hoy cuando se hace el balance de lo que han significado el Batistato y el Castrismo para Cuba y los cubanos, el estigma de haber sido o ser fidelista es, o debería ser, peor que el haber sido, o ser trasnochadamente, batistiano; veámoslo muy brevemente.

Fidel Castro llegó casi a medio siglo de ejercicio de su tiranía, Batista tuvo 7 años de dictadura autoritaria. Los fusilados y muertos por el régimen de Fidel Castro sobrepasan las 10,000 víctimas detalladamente registradas, Batista permitió el asesinato de aproximadamente 2,000 personas en su período de 1952 a 1958 (las fuerzas revolucionarias asesinaron a 1000 personas aproximadamente), pero Fidel Castro provocó y alentó la muerte de personas que lo único que querían era irse del país mientras que los esbirros batistianos asesinaban fundamentalmente a aquellos que le hacían oposición violenta a la dictadura batistiana.

Los presos en Cuba antes de 1959 cabían en 14 cárceles, y muy pocos eran prisioneros políticos. Hoy Cuba tiene más de 200 establecimientos penitenciarios con una población penal entre 80, 000 y 100,000 presos (la cifra exacta es secreto de Estado) y tiene la mayor cantidad de presos políticos per cápita de América y Europa. En abril de 1961 llegaron a casi 100,000 los detenidos políticos en cárceles y estadios, y las ametralladoras 30 y 50 apuntaban a los detenidos en los estadios; se dinamitó el Presidio Modelo de Isla de Pinos.

Batista en su período dictatorial tuvo tres períodos de supresión de garantías constitucionales que duraron cuando más 2 meses, y posteriormente podía publicarse íntegramente todo lo que se había prohibido; la sanción por publicar lo prohibido en ese período de censura podía llegar a los dos años de prisión según los Estatutos Provisionales batistianos; Fidel Castro no ha permitido desde los años 60s la libertad de expresión y de imprenta y ha sancionado a 20 y más años a opositores que solamente han escrito sus puntos de vista: La «Ley Mordaza» y de la Independencia Nacional han sido los instrumentos jurídicos para imponerle esas injustas y criminales sanciones.

Fidel Castro envió tropas cubanas a subvertir el orden, inclusive el orden constitucional, en otros países y a intervenir en guerras de facciones en varios continentes provocando la muerte de miles de cubanos, y de decenas de miles de habitantes de esos países, mientras que Batista no intervino militarmente en ningún país aunque ayudó a la República Española en su lucha contra las tropas franquistas pero no con el envío de soldados cubanos. Todo lo contrario: en la II Guerra Mundial planteó que enviaría azúcar pero no hombres a combatir en contra del eje Berlín-Roma-Tokio; quizás por eso, y por el antinorteamericanismo común entre Fidel y Franco, Franco sintió simpatías hacia Fidel Castro después del 1 de enero de 1959.

Ha transcurrido tiempo suficiente para que ese juez que es el tiempo nos ayude a hacer un balance objetivo de lo que han significado las diferentes personalidades de nuestra anterior historia republicana. La Historia debe reflejar la vida de una sociedad, de un pueblo, de un hombre y la vida no es en blanco y negro, la vida es matices… »

Pedro Pablo Arencibia, Baracutey Cubano
Ilustración: web

5 de agosto de 2009

Aquel 5 de agosto



LA HABANA, Cuba, agosto (www.cubanet.org) – Sonó el despertador. A los treinta años, era el verano más sofocante que recordaba. Toda la noche hubo apagón en Alamar y la mañana no resultaba más fresca. Se fijo en el calendario. Viernes cinco de agosto de 1994.

Los recién inventados camellos eran arrastrados por los lentos capetrés (camiones rusos), por lo que decidió coger una botella con un amigo, para salir de la ciudad dormitorio. No tenía el día para montar bicicleta. En la ciudad fue directo al cliente del día, la extra hotelera Occidental Gaviota, en calle 16, Miramar. Tenía reunión a las diez de la mañana con el ejecutivo principal.

Mientras esperaba en el recibidor de la antigua casa vivienda convertida en oficinas, escuchó a un funcionario comentar que “iba a ensillarse” (colocar la pistola en el cinto) “porque a mí no me van a coger de jamón”. Percibió nuevamente la alarma en el ambiente y recordó los días anteriores.

Recordó el periodo especial con su secuela de miserias. Luego los sucesos de Cojímar, cuando los guardafronteras ametrallaron en el muelle a un grupo de personas que huían del país, y una tarde de procesión en Regla donde los manifestantes, que cargaban el cadáver de otra víctima del régimen, gritaban asesinos a los policías.

Luego pensó en el hundimiento del remolcador 13 de marzo, el 13 de julio, y a renglón seguido en el segundo intento de secuestro de la lanchita Baraguá, de Casablanca.

Después de la reunión con el militar-empresario se dirigió a su oficina, donde sería recogido a la una de la tarde para visitar las instalaciones del Parque Morro-Cabaña, en especial el restaurante ubicado en la Batería de los Doce Apóstoles, al otro lado de la bahía.

No había electricidad en la ciudad, ni transporte para salir de ella. La televisión sólo trasmitía en horas de la noche. Casi todos los centros de trabajo estaban cerrados. El vagabundeo se había apropiado de la ciudad sin alimentos, cansada de promesas incumplidas y con la curiosidad de lo que sucedería con la lancha Baraguá llena de fugitivos, que continuaba detenida en medio de la bahía. Corrían rumores: se preparaba un barco para sacar a los que quisieran rumbo a Estados Unidos.

El auto demoró casi veinte minutos en recorrer los 1500 metros entre Belascoaín y la entrada del túnel de la bahía. Negros, mulatos y blancos paseaban por el malecón sin respetar el sol de agosto, ni los pocos y viejos autos que en el verano de 1994 circulaban por la avenida. Sólo paseaban, con la expectativa puesta en lo que ocurriría con la lanchita de Casablanca.

En el restaurante Batería de los Doce Apóstoles, allende al canal del puerto, es de donde se ve hermosa la ciudad, el equipo de trabajo se sentó a disfrutar del mojito, mientras discutía de publicidad. Sin embargo, la tensión exterior fue atrapando a los presentes. Delante de ellos cientos habaneros, concentrados en la Avenida del Puerto, corrían de un lado a otro. Trescientos metros de mar los separaban de las multitudes que corrían, cuando vieron aparecer los policías.

La gravedad de los sucesos dio por terminado el encuentro de negocios antes de lo previsto. Pasadas las 4 de la tarde subieron al auto para cruzar el túnel. La imagen de la ciudad era la de un campo de batalla. Un grupo de personas apedreaban un auto patrulla, mientras los oficiales trataban de esconderse en el interior. Las personas corrían de un lado a otro sin orden, sólo con el terror y la euforia retratados en los rostros.
El funcionario que iba “ensillado”, dijo:

-¡Hay que sacar los tanques!

El auto se movió rápidamente hacia la calle 23 donde, agrupados en bloques compactos, se encontraban hombres y mujeres de pulóveres blancos que llevaban una inscripción sobre el pecho: Contingente Blas Roca. En sus manos llevaban palos, machetes, cabillas. La porra “del proletariado” esperaba la orden de avanzar sobre la ciudad, escoltada por las tropas de asalto de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.

El auto siguió por la calle O y dobló por 19 hasta detenerse en el lugar de donde había partido. Eran las cinco de la tarde del viernes cinco de agosto de 1994.

Esa noche, a las nueve, al teatro Carlos Marx no le cabía un alpiste. Carlos Varela, con el sombrero calado hasta los ojos, cantaba:

Guillermo Tell no comprendió a su hijo,
que un día se aburrió de la manzana en la cabeza
echó a correr y el padre lo maldijo,
¿entonces cómo iba a probar su destreza?

Aleaga Pesant
Tomado de Cubanet.org

Ilustración: web

Pichón de emigrante



Cuando me pongo pesimista

No hay forma de que mire a mi hijo y no vaticine que en algunos años estará subido a una balsa para llegar a La Florida o casado con una extranjera en plan de salir de Cuba. Sólo de verlo me doy cuenta que intentará a toda costa dejar atrás este pedazo de tierra, al que está atado por la testarudez de sus padres y por el absurdo migratorio que le impide viajar. Sin apenas saberlo, él es hoy el pichón de emigrante que algún día desplegará las alas y volará lejos de aquí. Un embrión de exiliado, al que sólo le falta conocer cuál será el destino de su peregrinaje.

Qué más quisiera yo que se quedara. Pero no tengo un solo argumento convincente para decirle que no se marche. ¿Cuál razón pudiera argumentarle? ¿Qué pronóstico optimista sería suficiente para convencerlo? ¿Habrá algún atisbo de cambio para hacerlo desistir de su idea? Si yo misma no estoy segura que deba permanecer aquí, cómo voy a tratar de que eche raíces en un país donde pocos pueden dar frutos.

Después del último discurso de Raúl Castro ante la Asamblea Nacional, con su “sombra” de continuidad, con su halo de “más de lo mismo”, con su apagada oratoria de tiempos pasados, sólo tengo el impulso de ser -para mi hijo- remo, vela, visa, ala… en el camino de su pronta escapada.

Yoani Sánchez, Generación Y
Ilustración: web

Cuentos de Calleja



Muchos de los que hoy oyen la frase «Tienes más cuentos que Calleja» se preguntarán quién fue ese señor tan cuentista o cuentero.

Yo sí conocí los Cuentos de Calleja. No sé si porque mis padres se llevaron a Cuba la costumbre de leerlos, (como se llevaron también la costumbre de leer el «Diario de la Marina»), el caso es que en mi casa los había por docenas y que su lectura ocupó buena parte de mi niñez.

Ya ni recuerdo si mis padres los compraban o si venían como oferta de alguna marca de chocolate. Pequeños, con un formato de tal vez 6x4”, compartían mis ocios con los juegos a la rueda o a las muñecas, y ayudaban de un modo excelente a emplear el tiempo en aquella época en que no contábamos con televisión y, sobre todo, a abrir la cultura a narraciones infantiles, fábulas y cuentos de buenos escritores

Desde hace semanas me vienen dando vueltas en la cabeza los cuentos de Calleja. Su recuerdo me ha motivado a buscar algo sobre esos libritos ya tan borrosos en mi memoria. No es poco lo que aparece sobre ellos y sobre el creador de aquella colección en la enciclopedia virtual que tan a mano nos facilita la Internet. Comparto algunas cosas que acabo de leer, por si alguien aquí los conoció también.

Saturnino Calleja nació en 1853 en las cercanías de Burgos, por esas tierras donde hoy vive el Chino’e la Vigía. En 1879 fundó en Madrid la Editorial Calleja que, -ahora me entero-, llegó a ser la más popular en España, Hispanoamérica y Filipinas.

Fue un éxito logrado por don Saturnino a base de publicar grandes tiradas de libros que por su precio reducido estuvieron al alcance de familias de escasos recursos, y los que a veces distribuía gratuitamente en las escuelas rurales de España. Eran tiempos en los que en España se decía de un pobre que «pasaba más hambre que un maestro de escuela», frase que también se repitió en Cuba en los tiempos del gobierno de Machado.

Por ello es tan encomiable la labor desarrollada por Calleja a través de su casa editorial. A más de publicar libros pedagógicos e instructivos, de Matemáticas, de Historia Universal o Sagrada, escritos especialmente para niños, así como libros clásicos de la literatura española o traducciones de la literatura universal, tales sus varias ediciones de “El Quijote” y la primera edición de “Platero y yo”, lo más popular de la Editorial fue su prolija colección de cuentos minúsculos, tan baratos, que estaban al alcance de cualquier niño. Al alcance de sus bolsillos y de sus mentes. Los coleccionaban con interés y así se iban aficionando a la lectura.

Estos libritos, con su letra pequeña y sus ilustraciones en blanco y negro condicionadas por el necesario bajo costo de su producción y las limitaciones de la industria impresora, desgranaron en sus escasas páginas lo más encantador de la literatura fantasiosa. Cada uno de ellos nos podía ofrecer un cuento de Andersen, de los hermanos Grimm, o alguno de aquellos con los que Sherezada entretuvo al sultán durante mil y una noches.

No todos eran tan conocidos o excepcionales. Los había también con menos pretensiones que reflejaban costumbres y ambientes típicamente españoles. Fueron muchos y hoy desconocidos los autores de ese tipo de narraciones, escritores anónimos y asalariados que firmaban simplemente con iniciales, aunque algunos de ellos en realidad fueran después escritores famosos. Hasta el mismo Calleja escribió varios de ellos, pero los archivos de la colección se perdieron durante la Guerra Civil española de 1936.

Hay otra frase que a menudo repetimos cuando oímos el final feliz de una historia de amor, y de la cual no sabemos su origen. Pues bien: era la frase final de muchos de esos cuentecitos de Calleja: «Fueron felices y comieron perdices, y si tú no comiste fue porque no quisiste», que a veces trocaba su segunda parte por «y a mí no me dieron porque no quisieron».

Se dice que los Cuentos de Calleja fueron lectura preferida de los niños españoles y de Hispanoamérica durante las primeras décadas del siglo pasado. Bueno, no tan atrás en el tiempo pero bastante cerca, yo también tuve la suerte de disfrutarlos.

Ana Dolores García ©2008
Ilustración: web

El últrimo aldabonazo



PRIMERA PARTE

Hoy se cumplen 58 años del «último aldabonazo» que Eduardo Chibás se propuso dar a la conciencia cubana. Su muerte causó verdadera conmoción en nuestro pueblo e hizo llorar a miles de cubanos seducidos por la repetida frase «vergüenza contra dinero». El hastío ante la corrupción, el nepotismo y el latrocinio por una parte, y por otra sus fogosas arengas fueron motivo suficiente para que muchos depositaran en él una fe ciega. Cuando el disparo que se auto infringió resultó mortal, quienes lo tenían por loco no se atrevieron a decirlo. Se hizo de él un ídolo. El culto hacia su persona fue un antecedente del culto semejante que se rendiría años después hacia los líderes de la revolución castrista.

Transcurridos ya tantos años, cabe enfocar su vida desde una perspectiva más serena. Lo que sigue tal vez no encierre toda la verdad sobre ella, pero no deja de referirse a detalles de su carácter que pueden bajarlo del pedestal al que fue ascendido y colocarlo en un plano más realístico. Este análisis o recuento, escrito por Luis Sánchez y tomado del blog «La Nueva Cuba» será presentado en varias partes debido a su longitud. Es sólo una opinión, la impresión personal que emite quien lo escribe. (adg)


Tenia cuarenta años, era hijo de una familia rica, religiosa y bien relacionada de Guantánamo. Su abuela era una Agramonte. Su padre, Ingeniero, formó parte del gobierno de Carlos M de Céspedes: Eduardo Justo Chibás, que prosperó por haber sido uno de los propietarios de la Guantánamo Ice and Electric Company, director de tranvías y electricidad en Santiago y propietario de un cafetal en Yateras.

Educado en el colegio de Dolores en Santiago y en Belén, los dos colegios más famosos de Cuba, había viajado por Europa y Estados Unidos, y desde su juventud había gozado las ventajas del privilegio, siendo uno de los miembros del Havana Yacht Club.

Sin embargo, desde los veinte años había estado comprometido con la política radical y se tenia por revolucionario, siendo a esa edad un miembro destacado (tesorero) del Directorio Estudiantil opuesto a Machado. Como le había pasado a la mayoría de los de su generación, la experiencia de la lucha como conspirador revolucionario, -cosa que no había dejado de hacer entre 1927 y 1933-, fue inolvidable.

Chibás se pasó en el destierro casi todo ese tiempo, y en la cárcel desde enero de 1931; se opuso, sin embargo, al terrorismo del ABC.
Había sido un destacado líder estudiantil y frecuente orador durante los debates extraordinarios que llevaron a la formación del gobierno del doctor Grau San Martín, a quien verdaderamente él había nombrado para la presidencia. En los numerosos discursos que pronunció en público durante el primer mandato de Grau, explicó insistentemente que la lucha contra Machado no había sido simplemente una revuelta, sino una «revolución que trata de cambiar la estructura económica del régimen […] destruir los grandes monopolios extranjeros, eliminar sus servidores indígenas, y devolver al pueblo las propiedades que le han robado políticos sin escrúpulos».

Su oratoria era siempre demagógica, inspirando emociones y creando deseos que él no podía satisfacer plenamente. Su lenguaje estaba entreverado de marxismo, Siempre, en sus discursos o sus escritos, habló de la «revolución cubana», como si fuera un proceso continuo. Expulsado de Izquierda Revolucionaria por abogar en pro de la unificación con Grau, llegó a ser conocido, a finales de la década de 1930 y en la de 1940, como un contendiente incontrolable, que luchó en varios duelos. Para el doctor Grau San Martín supuso una gran ayuda y un ligero estorbo; pero Chibás se convirtió en su principal discípulo en las elecciones de 1939 y 1940, así como en las de 1944.

Chibás no entró a formar parte del gobierno de Grau, pero durante dos años fue su principal defensor. Sin embargo, estuvo siempre rodeado de un grupo de amigos, una camarilla de devotos admiradores, dispuestos a luchar por Chibás en sus duelos o a defenderlo de sus enemigos. Desde 1945, Chibás se había estado ganando muchos partidarios gracias a sus discursos por radio, siendo uno de los primeros políticos del mundo que empleó este instrumento.

En ellos atacaba valerosamente la corrupción y el gangsterismo, y no temía hacer acusaciones personales de asesinato cuando conocía los nombres de los culpables. Por otra parte cada vez era más evidente que a pesar de sus dotes radiofónicas la irracionalidad se iba agudizando con fases de ayuno, y permanecía horas enteras metido en la bañera, telefoneaba a los amigos de modo frenético, y sus discursos tenían cada vez más la histeria de la locura que genialidad.
Cada vez se vio metido en más escándalos y crisis: el presidente del Senado lo acusó de instigar a las multitudes contra el legislativo; atacó personalmente a Blas Roca a puñetazos y en sus mítines había siempre incidentes violentos; sin embargo, no dejó de hablar de la continuación de la «revolución cubana», de playas públicas para el pueblo y de poner fin a la corrupción en el gobierno. Su fama en toda la nación y el no estar manchado evidentemente por la corrupción, lo convirtieron en el posible sucesor de Grau como presidente.

Pero se le opusieron los auténticos, cosa que de modo lento pero seguro llevó a la división en el movimiento auténtico: los auténticos de siempre temían a Chibás, del que desconfiaban por considerado un megalomaníaco, mientras que los amigos de Chibás veían en él al salvador de la nación.

(Continuará)

4 de agosto de 2009

Dolores del Río



Ayer se cumplieron ciento cinco años del nacimiento de Dolores del Río, la gran dama del cine mexicano, acontecido en Durango el 3 de agosto de 1904. Triunfó en Hollywood en los comienzos de su carrera y en México durante la época de oro de su industria cinematográfica. Nacida en el seno de una familia «bien», arruinada ésta a causa de la revolución que sacudía a Mexico, María de los Dolores (su verdadero nombre) y su madre se trasladaron a la Capital Federal mientras su padre emigraba a los Estados Unidos.

De educación esmerada, cultivó también el arte de la danza. En la ciudad de México continuó frecuentando los grandes salones gracias a la posición social de su madre. Allí conoció a Jaime Martínez del Río, con quien contrajo matrimonio en 1921 y de quien tomó el apellido «del Río» que la identificaría para la posteridad, no los de Asúnsolo y López Negrete de sus progenitores.

Emigraron a Estados Unidos, donde el productor Edwin Carewe la lanzó al estrellato: compartió créditos y éxitos con los más afamados actores y actrices de la época. Y mientras sus triunfos iban en ascenso, la estrella de su marido -convertido en guionista- declinaba, por lo que éste decidíó marchar a Alemania donde se suicidó en 1929.

A la consolidación de la actriz en el mundo de Hollywood contribuyó su segundo matrimonio, con Cedric Gibbons, Director Artístico de la Metro Goldwyn Mayer. Comenzaban por entonces los filmes del cine sonoro y aunque al principio se temió por esta circunstancia, el cambio no representó ninguna dificultad para ella. Se le consideraba, además, la mujer más bella de Hollywood después de Greta Garbo.

Una primera «caza de brujas» realizada en la década de los años 30 involucró a actriz. El declive de sus éxitos, el posterior escándalo producido por su romance con Orson Wells y su divorcio de Gibbons, motivaron su decision de regresar a México en 1942. Allí de inmediato le fue ofrecido el papel protagónico del filme « Flor Silvestre» junto a Pedro Almendáriz.

Su debut no pudo ser más afortunado. Bajo la dirección de Emilio (el Chino) Fernández, y filmada por Gabriel Figueroa, «Flor Silvestre» alcanzó prontamente la categoría de « clásica». De no menos calidad fue la posterior «María Candelaria». La temática sencilla, humana y de neorealismo de estas películas, unida a la profesionalidad del binomio Fernández-Figueroa, hicieron de ellas, y de otras como ellas, el mejor exponente de lo que se llamó «la época dorada» del cine mexicano. Era de oro que se extendió, en declive, hasta finales de la década de los años 50.

En 1954 Dolores del Río quiso regresar a EEUU para filmar una película junto a Spencer Tracy, pero le fue negada la visa por su activismo y sus relaciones con personajes simpatizantes del comunismo internacional. En 1959 contrajo un tercer matrimonio. Esta vez con un productor teatral, Lewis Ryley. Intervino en algunas películas durante la década de los sesenta, pero a partir de entonces dio atención preferente a las representaciones teatrales. Su último filme lo protagonizó con Anthony Quinn en 1978, «The children of Sánchez».

Dolores del Río murió en Newport Beach, California, el 11 de abril de 1983. Sus restos reposan desde el año 2005 en la Rotonda de las Personas Ilustres, donde comparten honores y el respeto de la nación mexicana.

Ana Dolores García
Ilustración, escena de «María Candelaria»: web

Efemérides


Hoy se cumplen 150º años del fallecimiento del cura de Ars. Fue un sacerdote diocesano, miembro de la Tercera Orden Franciscana, que tuvo que superar incontables dificultades para llegar a ordenarse de presbítero. Su celo por las almas, sus catequesis y su ministerio en el confesonario transformaron el publecillo de Ars, que a su vez se convirtió en centro de frecuentes peregrinaciones de multitudes que buscaban al Santo Cura. Con motivo de ese sesquicentenario, Benedicto XVI ha designado este año como Año Sacerdotal.

Su verdadero nombre: San Juan Bautista María Vianney. Pero en todo el universo es conocido con el título de Cura de Ars, porque el hecho real es que consagró prácticamente toda su vida sacerdotal a la santificación de las almas del minúsculo pueblo de Ars y que de esta manera unió, ya para siempre, su nombre y la fama de su santidad al del pueblecillo.

En tiempos del Santo Cura, Ars tendría más o menos unos 370 habitantes. Hoy, al recorrer sus calles parece que no han pasado los años. Únicamente la basílica, que el Santo soñó como consagrada a Santa Filomena, en la que hoy reposan sus restos en preciosa urna, dice al visitante que por el pueblo pasó un cura verdaderamente extraordinario.

El marco externo de su vida no pudo ser más sencillo. Nacido en Dardilly, en las cercanías de Lyón, el 8 de mayo de 1786, tras una infancia normal y corriente en un pueblecillo, únicamente alterada por las consecuencias de los avatares políticos de aquel entonces, inicia sus estudios sacerdotales, que se vio obligado a interrumpir por el único episodio humanamente novelesco que encontramos en su vida: su deserción del servicio militar. Terminado este período, vuelve al seminario, logra tras muchas dificultades ordenarse sacerdote y, después de un breve período de coadjutor en Ecully, es nombrado, por fin, para atender al pueblecillo de Ars. Allí, durante los cuarenta y dos años que van de 1818 a 1859, se entrega ardorosamente al cuidado de las almas. Puede decirse que ya no se mueve para nada del pueblecillo hasta la hora de la muerte.

3 de agosto de 2009

Patria


Te añoro en el silencio del recuerdo.
por tí he sufrido y he clamado tanto,
que cada gota triste de mi llanto
tórnase verso, agongojado y lerdo.

Por no penar más, mis labios muerdo
hundido en la penuria del quebranto.
sólo anhelo la sombra de tu manto
para cubrir la angustia en que me pierdo.

Cuánto diera por verte enardecida,
rugiendo cual leona acorralada
o arengando al combate en la trinchera.

Rota la frente, con el alma herida,
perdido el Gorro Frigio en la jornada,
pero enhiesta, soberbia y altanera.

Y después, Ave Fénix renacida,
abrazando en patriótica jornada,
a mi Escudo, a mi Himno y mi Bandera.

Orestes A. Pérez
Miami, Fl.
Libreonline.com
Ilustración: web

El Teatro «Alhambra» de La Habana


El Teatro Alhambra de La Habana fue inaugurado el 13 de septiembre de 1890. Situado en la esquina de las calles Consulado y Virtudes, sus comienzos fueron de un género más serio y lírico que el que luego le dio la fama que goza en la historia de nuestro teatro vernáculo.

El local era un caserón de una sola planta que había servido sucesiva e infructuosamente de taller de herrería y salón de patinaje. El teatro fue inaugurado por una compañía de zarzuelas españolas y, desde luego, aquellas funciones no estaban limitadas a la audiencia masculina que caracterizó posteriormente la etapa más popular del Alhambra, aunque ya las mismas comenzaban a matizarse con chistes de doble sentido y picardías que, por supuesto, eran muy del agrado del público. Tenía un fuerte competidor en el “Albizu”, otro teatro habanero de la época, con muy buen ambiente y fama.

En 1898 cambió de nombre por el de “Casino Americano”, sin que lograra alcanzar mucho éxito por ello, hasta que dos años más tarde el local fue alquilado por Federico Villoch, Miguel Oreja y José López Falco, con quienes comenzó una temporada que marcó el rumbo definitivo del original Alhambra” En 1900 empezó esta nueva etapa del Alhambra, que quiso y logró ser ventana hilarante del acontecer cubano, de su política y de sus costumbres.

El género, desde luego, no era nuevo en Cuba, porque quedan crónicas de ensayos anteriores. No podemos olvidar que ya en 1868 fue precisamente una representación teatral, la del juguete cómico «Perro huevero aunque le quemen el hocico» en el teatro Villanueva de La Habana, la que, con sus ironías vedadas y chistes mordaces en las fechas en que los cubanos se levantaban en armas, contribuyó a encender los ánimos políticos en La Habana y a favorecer el ambiente propicio para los sucesos que culminaron años después con el fusilamiento de los estudiantes de medicina.

Federico Villoch (1868-1954) fue el más prolífero de los libretistas del “Alhambra” y uno de los mayores responsables de su éxito durante los treinta y cinco años en los que se subía y bajaba el telón tres veces cada día. Se le considera autor de cientos de libretos, algunos tan exitosos como “La Casita Criolla” y “La Isla de las Cotorras”. Se le llegó a llamar “el Lope criollo” y Antón Arrufat, escritor y crítico bien exigente, ha manifestado de él que: "Su teatro [...] no sólo es importante por el valor del libreto, -menor, sin dudas, pero firme y delicioso-, sino para la comprensión de la historia de nuestro teatro y como documento para el estudio de la sensibilidad de las tres primeras décadas de este siglo ." [XX]

Conocidos humoristas cubanos como los hermanos Gustavo y Francisco Robreño compartieron con Villoch en la creación de los libretos. Por el popular escenario desfilaron notables figuras de nuestra farándula, como Enrique Arredondo, Arquímedes Pous, Blanca Becerra y Carmita Quintana entre muchos más, sin contar a las hermosas vedettes que deleitaban a todos con sus bailes provocativos.

La música fue también uno de los elementos importantes en cada representación, que habitualmente comenzaba con los compases de algún danzón conocido. Intercaladas en la trama podían escucharse igualmente otras melodías, guarachas, sones o rumbas.

Jorge Anckermann (1877-1941) comenzó a colaborar en el “Alhambra” en 1911 poniéndole música a los libretos de Villoch. Suya fue la música de “La Casita Criolla”, en la cual estrenó el género del “tango congo”, así como su inmortal guajira “El Arroyo que murmura”. A Anckermann se le cuentan más de 500 partituras y unos 1159 números musicales.

Otros músicos del “Alhambra” que contribuyeron con sus creaciones fueron José Marín Varona, Rafael Palau y Marín Mauri. Fue Mauri precisamente el primer compositor del “Alhambra”.

Los personajes representados en el “Alhambra” fueron siempre los mismos: el gallego, el negrito y la mulata, entes míticos de nuestra más legítima idiosincrasia. A la chanza y la parodia no escapaban tampoco el guajiro, el bobo, el chino, el botellero… situados en cualquiera de nuestros escenarios típicos y naturales: el solar o la calle, y con el lenguaje habitual de esos lugares pero, eso sí, salpicado de dichos y frases no aptos para los oídos de las damas de aquella época.

El teatro Alhambra cerró sus puertas el 18 de febrero de 1935, al desplomarse el techo de su vestíbulo. Con él concluyó un capítulo único en la historia del teatro cubano.

El Alhambra, como todo en esta vida, tuvo detractores y seguidores. Detractores en el aspecto moral y también en el de su valor literario y artístico por la generalmente pobre calidad de sus repetidos argumentos y diálogos. Para algunos críticos sólo se trataba de un espectáculo chabacano y vulgar. Seguidores, fácil es suponerlo, no hace falta decir que fueron muchos.

A pesar de sus detractores, el Alhambra ha quedado en nuestra historia como testigo elocuente y excepcional de nuestro folclore, de la representación de nuestros estereotipos, de la afición innata que tenemos a la burla para usarla como arma poderosa, y de esa proverbial costumbre del cubano de reírse de sus propios problemas.

Ana Dolores García
© Copyright 2006
Ilustración: web

2 de agosto de 2009

José White


José White y Laffite, violinista y músico cubano, nació en Matanzas en 1836, hijo de un comerciante francés y una negra cubana. Desde niño comenzó a tocar el violín, convirtiéndose en un afamado concertista que paseó su arte por toda Europa. Aunque llegó a tocar dieciséis instrumentos, fue un Stradivarius el compañero inseparable de sus conciertos. Su primera obra musical la compuso a los quince años y fue una partitura para misa para ser tocada por orquesta. En 1855 dio su primer concierto en Matanzas y partió a Europa. Un año después ganaba el primer premio de violín en el Conservatorio de París.

Fue aclamado por la crítica y el público de las grandes capitales de Europa al igual que Claudio Brindis de Salas, ambos virtuosos violinistas cubanos. En Nueva York lo oyó tocar José Martí, que le dedicó varias crónicas, en las que entusiasmado decía sobre él:

«White no toca,-subyuga: las notas resbalan en sus cuerdas, se quejan, se deslizan, lloran: suenan una tras otra como sonarían perlas cayendo. Momentos hay en que su arco no corre sobre el violín: se irrita con él, lo hiere, lo enajena, lo arrastra y lo esclaviza con una irresistible voluntad. Precipita, confunde, mezcla, rueda sobre las cuerdas docilísimas, corrientes de notas. Jamás vi yo triunfo tan completo del hombre sobre las dificultades de la armonía…»

A pesar de sus triunfos por las capitales del mundo, White no olvidó a su tierra natal. Por sus ideas independentistas en los tumultuosos años de la Guerra de los Diez Años el gobierno español lo expulsó de Cuba en 1875. Viajó por México, Venezuela y Brasil, y regresó a Europa. Falleció en París a la edad de ochenta y dos años en 1918.

Sin embargo, es por otro hecho por el que a sus compatriotas cubanos José White se nos hace más que un virtuoso concertista o un compositor destacado de piezas para violín. Una simple y hermosa melodía suya de habanera, «La Bella Cubana», es la que ha logrado para él nuestra admiración y el aura que goza entre nosotros. Una melodía que por más de un siglo es y seguirá siendo estandarte perpetuo de tradición y cubanía.

Ilustración y texto:web

La Bella Cubana,
http://www.youtube.com/watch?v=-Hp1SlALW2o

La Sachertorte vienesa



A un buen dulce no hay quien se resista y, si es de chocolate, mucho menos. Cuando además está avalado por una tradición de casi dos siglos y ha deleitado antaño el paladar de emperadores y emperatrices y el de millones de los actuales turistas que llegan a Viena preguntando por la pastelería Sacher o la de Demel, la tentación de disfrutarlo se hace mandato.

¿En que consiste ese dulce? La Sachertorte la forman dos capas de bizcocho de chocolate unidas por mermelada de albaricoque y cubiertas por una gruesa capa de chocolate glaseado.

Tradicionalmente las raciones se suelen servir en forma de cuña, acompañadas de crema chantilly. Cada pieza de las fabricadas por Sacher, deben llevar su marca, bien sobre el pastel, o con una redonda y pequeña tableta de chocolate negro y duro sobre la cuña.

La historia de la tarta es confusa. En 1832 había en la casa del político austriaco von Metternich un joven aprendiz de cocina llamado Franz Sacher al que le fue encargada una tarta especial para un banquete que ofrecía en su casa el señor Metternich. Tartas de chocolate había muchas, pero la que por lo visto ideó Sacher tuvo algo especial: un poco de mermelada de albaricoque separando dos capas de chocolate. Además, cubrió todo con una capa de chocolate glaseada y dura. Gustó tanto, que la tarta se fue haciendo popular y su creador fue adquiriendo fama de buen repostero y cocinero.

Después de un tiempo en Budapest, Sacher regresó a Viena y comenzó a trabajar con el repostero Dehne que era proveedor de la Corte, y prosiguió complaciendo la demanda de su gustada tarta. Al cabo de algún tiempo decidió abrir su propia pastelería a la que dio su apellido. La tarta de chocolate por él creada se continuó fabricando por Dehne, que trabajaba para Demel, otro famoso repostero vienés cuyos dulces, según se dice, eran los favoritos de la Emperatriz Sissi.

Pasado el tiempo y encargado del café Sacher su hijo Edouard, -quien en 1876 lo situó en un nuevo local cercano a la Ópera creando un restaurante que después ha pasado a ser el elegante hotel Sacher-, fueron haciéndose más tirantes las relaciones entre las dos pastelerías respecto a cuál de ellas era que tenía el derecho a fabricar y vender la tarta “Sacher”.

Demel arguía que la tarta había sido creada por un pastelero suyo durante la celebración del Congreso de Viena en 1814 y que por lo tanto tenía derecho a usar el nombre. Su tarta, sin embargo, era algo diferente, ya que no intercalaba la mermelada entre las capas de chocolate, sino que la colocaba inmediatamente debajo de la cubierta dura.

La disputa fue resuelta por un juez al otorgar el derecho a la casa «Sacher». Demel, la sigue fabricando pero sin ese nombre. Hoy en día, ambos históricos y famosos cafés continúan satisfaciendo el refinado gusto vienés y ambas tartas son igualmente deliciosas.

Los ingredientes básicos son los mismos: chocolate y mermelada de albaricoque, pero la fórmula original sigue siendo un secreto y nadie conoce la composición de las tres clases de chocolate que forman la cubierta.

Ana Dolores García
Foto: web

Efemérides



Enrico Caruso nació en Nápoles, Italia, en 1873, y murió el 2 de agosto de 1921.Fue uno de los tenores italianos y del mundo más famosos de la historia de la ópera, y para muchos el mejor. Fue también el cantante más popular en cualquier género durante los primeros veinte años del siglo XX y uno de los pioneros de la música grabada.

Cantó en muchas de las salas de ópera más importantes del mundo, incluyendo el Teatro San Carlo de Nápoles, La Scala de Milán, el Teatro Colón de Buenos Aires y el Covent Garden de Londres, aunque es más conocido por haber sido el primer tenor del Metropolitan Opera en Nueva York durante diecisiete años. El célebre director de orquesta italiano Arturo Toscanini, que dirigió algunas de las óperas donde Caruso cantó en el Metropolitan, lo consideraba uno de los más grandes artistas con los que había trabajado.

Por otro lado, fue el primer vocalista de la historia en realizar grabaciones sonoras de canciones. Durante su carrera realizó cerca de 260 grabaciones y ganó millones de dólares con la venta de sus discos de 78 rpm. El 8 de abril de 1904, grabó Mattinata, una canción de Ruggiero Leoncavallo, la que se considera como la primera canción compuesta exclusivamante para ser grabada.

Caruso visitó Cuba y en su recorrido a través de la Isla los camagüeyanos también tuvieron oportunidad de disfrutar su voz.

Editado de Wikipedia.com
Ilustración: web

Reflexión



Los hombres tienen hambre: hambre de pan;
los pueblos tienen hambre: hambre de Dios.
Que llegue hasta los hombres el mismo pan;
que llegue a las conciencias el mismo amor.

Del pan que sacia el hambre: ¡Danos, Señor!
Del pan que engendra hermanos: ¡Danos, Señor!

Que el pan y amor unidos, cual nuevo sol,
irradien luz y vida a un mundo en flor.
Y el hambre de los hombres quede al final
vencida por la fuerza de un nuevo amor.

Himno Eucarístico,
Letra y música: Alfredo A. Morales F.S.C.

Un Diógenes moderno


¿Se podría sobrevivir sin dinero? En Utah, un moderno hombre de las cavernas lo lleva haciendo por casi una década. Muchos piensan que está loco.

Daniel Suelo vive en una cueva. A diferencia del promedio de los norteamericanos que viven entrampados por las tarjetas de crédito, la deuda, aferrándose a una hipoteca o aterrados por la próxima reducción de empleados en la Oficina, él no está preocupado por la crisis económica. Ello se debe a que decidió que la mejor manera de mantenerse solvente es, en primer lugar, no ser solvente nunca. Hace nueve años, desde el otoño de 2000, que Suelo decidió dejar de utilizar el dinero. Simplemente lo dejó como si fuera el mal hábito de usar drogas.

Su refugio, oculto en un cañón bordeado de cascadas, dista una hora a pie del pequeño pueblo de Moab, en Utah, donde quienes lo conocen tienen de él dos opiniones distintas: es un profeta de los últimos días o un loco irremediable. El blog de Suelo, -que mantiene gratis en la biblioteca pública de Moab-, sugiere que él es las dos cosas. «Cuando viví con dinero, nunca me alcanzaba», escribe. «El dinero representa necesidad, el dinero representa las cosas del pasado (deuda) y las cosas para el futuro (crédito), pero nunca representa lo que está presente».

En un día cálido a comienzos de la primavera, escalé varios acantilados y rocas para poder llegar a la entrada de su cueva, y allí encontré una nota firmada con el dibujo de una «funny face»: CHRIS, SIÉNTASE LIBRE PARA USAR CUALQUIER COSA, PARA COMER CUALQUIER COSA, PORQUE NADA AQUÍ ES MIO. Desde el exterior, el lugar da ganas de llorar: es del tamaño del baño de los coches de Amtrak, con espacio suficiente para unas macetas que cuelgan del techo, una estufa formada con piedras, baldes llenos de frijoles y arroz, una cama de mantas sobre la tierra y no mucho más. Suelo lleva viviendo allí desde hace tres años, y así huele.

Christopher Ketchan,
Ilustración: Mark Heithof
Blogger
Colaboración: Gladys Gutiérrez