El antiguo Palacio
de los Capitanes Generales
El Palacio de los Capitanes Generales, en la actualidad Museo de la Ciudad, se encuentra
ubicado en “La Habana Vieja”, junto a la antigua “Plaza de Armas”. Ocupa toda
una manzana y está considerada la obra de mayor importancia arquitectónica de
todo el desarrollo barroco en Cuba. Fue edificado en el lugar donde se
encontraba la antigua Catedral de La Habana y su construcción comenzó en el año
1776.
En efecto, en el
lugar donde hoy está emplazado el palacio ya existía en 1574 un pequeño templo
católico. Algunos historiadores afirman
que esta iglesia fue la incendiada por el pirata Jacques de Sores en 1555. La
primitiva iglesia llegó a ser verdaderamente rica en obras y esculturas convirtiéndose en Parroquial Mayor.
En 1741
resultó seriamente dañada por la
explosión del navío Santa Bárbara, que estaba atracado en el cercano
puerto de La Habana. Fueron tantos los daños que hubo que demoler la iglesia,
por lo que la Parroquial Mayor fue trasladada a la zona conocida como La
Plazuela de la Ciénaga, propiedad de la orden de Padres Jesuitas.
Durante la época del Marqués
de la Torre, gobernador español, sobre
los escombros de la edificación se comenzó en 1776 la construcción de la Casa
de Gobierno, la que se terminó en 1792, bajo el mandato de don Luis de las
Casas, convirtiéndose en la residencia de los gobernadores coloniales de la
isla. En ella vivieron, sucesivamente, 65 Capitanes
Generales enviados por España para gobernar en Cuba.
El edificio albergaba además
de la Capitanía General, otros departamentos estatales y particulares. La
planta alta con vistas a la Plaza de Armas, estaba ocupada por la oficina del
Gobernador; en la parte que da a la calle Obispo se encontraban las oficinas
del Ayuntamiento Municipal, y los entresuelos y la planta baja fueron ocupados
por comerciantes y escribanos que alquilaban a plazos sus oficinas. El ala
norte que mira hacia la calle Mercaderes fue destinada a la cárcel pública,
luego esta sección fue ocupada por la Real Audiencia, donde se celebraron frecuentes congresos con fuertes debates de instituciones criollas como
la Sociedad Económica de Amigos del País o la llamada Junta de Fomento.
En el patio interior del
palacio está enclavada una estatua de Cristóbal Colón, colocada en este lugar
en el año 1862. El edificio ocupa toda una manzana, tiene forma de cuadrilátero y mide 22 metros
de alto.
Por su importancia para la Corona, casi todos los materiales con que fue
construido fueron importados: ladrillos de Málaga, hierros de Bilbao y mármol
de Génova. Las 10 columnas de su portal, de piedra labrada y que forman a su
vez nueve arcos iguales, son de mármol de Carrara y adornan la entrada
principal del palacio, sobre la que destaca la Corona Real española con el
escudo y el collar de la Orden del Toisón de Oro.
Al terminar en 1898 el dominio colonial
español sobre Cuba, el Palacio de los Capitanes Generales fue convertido en
residencia y oficinas de las autoridades norteamericanas hasta el término de su
intervención el 20 de mayo de 1902. A
partir de entonces pasó a llamarse Palacio Presidencial y en él se alojaron los
presidentes de la nueva república hasta llegado el año 1920. Fue Mario García
Menocal, entonces Presidente de la república, quien decidió la construcción de
un nuevo y mas amplio edificio, por lo que el antiguo Palacio de los Capitanes
Generales pasó a ser sede del Ayuntamiento de La Habana.
En 1967 el régimen castrista lo convirtió en
Museo de la Ciudad de La Habana, con 40 salas de exposiciones permanentes,
dedicadas a preservar la memoria de las gestas independentistas cubanas y el
fragor de la búsqueda de la identidad nacional. Sus ambientes habitacionales
rememoran épocas señoriales y recrean espacios interiores con el encanto de
notables colecciones.
La historia de Cuba está
reflejada en las diferentes salas de exposiciones. La Sala de las Banderas
expone las enseñas nacionales más importantes de las guerras de independencia, entre
estas la que trajo Narciso López en 1850
o la de Carlos Manuel de Céspedes, Padre de la Patria, y las que presidieron
numerosos actos de los clubes de exiliados cubanos en Tampa y Cayo Hueso. Otra
de las salas expone armamento mambí utilizado en las diferentes contiendas,
pinturas alegóricas a los próceres independentistas y pertenencias de los
héroes de la manigua.
Algunas salas
se han destinado a mostrar la decoración colonial del palacio, con piezas de
alto valor, un ejemplo elocuente es el llamado Salón Blanco que cuenta
con lujosos espejos venecianos. El espacio más visitado en el museo es el Salón
del Trono, construido imitando al gran salón del Palacio Real de Madrid,
que cuenta con exposiciones de joyas y
vajillas pertenecientes a numerosas figuras históricas como la zarina rusa
Catalina la Grande, y obras pictóricas de consagrados artistas cubanos
como Leopoldo
Romañach, Armando Menocal, Víctor Manuel, Amelia Peláez, Mariano Rodríguez,
René Portocarrero y Wifredo Lam.
El Palacio de los Capitanes Generales,
ahora Museo de la Habana, guarda también entre sus muros la escultura original
de la Giraldilla, símbolo oficial y legendario de la ciudad, réplica de la que
se conserva en el Castillo de la Fuerza oteando el horizonte, para
preservarla de los rigores de agentes externos que llegarían a destruirla.