29 de septiembre de 2012

RUMORES MACABROS

Cementerio de Guanabacoa


Rumores macabros

Por Edelberto Marcia

Una historia de horror se está cocinando en estos días en La Habana, sazonada por el imaginario popular con macabros hilos de realidad.

Autoridades policiales estarían tras la pista de una posible venta de "aceite" en el mercado negro, luego que unos malhechores extrajeran semanas atrás tres toneles con residuos grasos del crematorio de Guanabacoa, en La Habana.  Otras versiones extraoficiales apuntan a que fueron detenidos tres custodios cuando intentaban sacar las grasas del lugar.

"La policía está tomando medidas de seguridad urgentes porque existen rumores de que se ha estado vendiendo como aceite de cocina", confirmó una fuente cercana al Cementerio Nuevo de Guababacoa, en cuyo interior se ubica el más importante crematorio de la capital cubana.

Fue allí donde presumiblemente los ladrones cometieron la fechoría con esos desechos humanos, que son un atentado a la integridad física de las personas debido al riesgo biológico que encierran.

Cierto o no, el rumor ha corrido como pólvora por la capital cubana y sus ecos han llegado a Miami. Hasta ahora las autoridades no se han pronunciado sobre el asunto. Fueron infructuosos los intentos de establecer comunicación con empleados del cementerio guanabacoense.

El crematorio de Guabanacoa fue inaugurado en 2006, equipado con tecnología española, y cuenta actualmente con dos incineradores. Tres años y más de 3000 cadáveres después, Mercedes Costa Rodríguez, Directora Provincial de Servicios Necrológicos en Ciudad de La Habana, admitía el deterioro de partes y piezas de los equipos.

El deterioro se reflejó además en la prohibición de cremar a personas de más de 250 libras de peso corporal, pues el derrame de la grasa humana ocasiona "un alto riesgo de incendio interno", según la funcionaria. Los vecinos del lugar recuerdan aún el día de la inauguración del crematorio por el humo y el olor nauseabundo que comenzó a salir de aquella nueva obra.
Fuente: cafefuerte.com 

 

EL MISTERIO DEL BUQUE FANTASMA



El misterio
del buque fantasma

Manuel P. Villatoro,
ABC, Madrid

A un hecho que ha surcado las décadas pero del que no estamos seguros de su veracidad lo llamamos leyenda, y sin duda existen centenares. Sin embargo, hay un mundo que es especialmente propenso a esconder este tipo de «cuentos»: el marítimo. Un claro ejemplo de ello es la historia del «Experimento Filadelfia», un mito que narra cómo, durante la II GM, un grupo de científicos norteamericanos trató de hacer que un buque de guerra y su tripulación se volvieran invisibles a la vista, intento que habría finalizado con trágicas y paranormales consecuencias.

Conocido también por el nombre de «Project Rainbow» («Proyecto Arcoíris») esta historia fue incluso llevada al cine por el director Stewart Raffill hace nada menos que 28 años. Así, en la película “The Philadelphia Experiment”, este estadounidense cuenta como dos jóvenes oficiales se ofrecen voluntarios para participar en un raro experimento, el que hoy nos ocupa. Pero este mito, tantas veces nombrado a lo largo del tiempo ¿fue real?

Los inicios de la leyenda

Según la leyenda, este experimento comenzó a tomar forma a partir de 1939, año en que una serie de científicos se interesaron por las investigaciones de Nikola Tesla, inventor y experto en electromagnetismo,  y  Albert Einstein.   Al parecer, y según determinaron los especialistas, creían posible que a partir del trabajo de estos dos expertos podrían lograr curvar los rayos de luz que llegan a los objetos para así volverlos invisibles.
Las posibles aplicaciones militares llevaron a los EE.UU. a interesarse. Acorde al mito, el Gobierno de los Estados Unidos se interesó inmediatamente por este proyecto por ver en él grandes aplicaciones militares para sus buques de guerra. Y es que, los barcos norteamericanos estaban siendo arrollados por la potencia de los submarinos U-boot alemanes en el Atlántico.

Por lo tanto, ante las ventajas que ofrecía esta nueva tecnología, el ejército norteamericano aceptó llevar a cabo un experimento en el que se pretendía, en términos del historiador y periodista Jesús Hernández,  «emplear unos generadores eléctricos en el interior de un buque con el fin de formar campos electromagnéticos lo suficientemente potentes como para curvar las ondas de luz y radio alrededor del barco, logrando así hacerlo invisible, no sólo al radar, sino a la vista».

Alrededor de 1943, se seleccionó el navío en el que se realizaría esta prueba, el USS. Eldridge, un destructor de escolta que podía albergar hasta 200 marineros en su interior. Este barco de guerra contaba con un gran armamento para la época, lo que hizo que los responsables lo eligieran para hacer de él un arma definitiva.

El experimento

El experimento, según el mito, fue realizado por científicos norteamericanos (entre ellos, el propio Albert Einstein) e investigadores alemanes contrarios al régimen nazi. Para llevar a cabo la prueba, se seleccionó la base naval de Filadelfia, actualmente dedicada, entre otras cosas, a guardar navíos militares «jubilados».

En términos de Hernández, que insiste en señalar que esta historia no es más que un mito, se hizo una primera prueba «el 22 de julio de 1943» en las aguas del puerto de Filadelfia, y tuvo un relativo éxito. «El destructor quedó cubierto de una extraña luz verde hasta que desapareció a la vista de los testigos. La tripulación quedó en estado de shock y muchos sufrirían posteriormente desórdenes mentales» explica el historiador.

El presunto éxito, provocó que la marina estadounidense planificara una nueva prueba para cerciorarse de que era posible mantener la invisibilidad de este barco durante un largo período de tiempo, lo que haría que pudiese atravesar las líneas enemigas sin ser detectado. La imaginación empezaba a volar y los norteamericanos se creían inventores de la técnica militar definitiva.

Este segundo experimento tendría lugar presuntamente el 28 de octubre de 1943. Pero, esta vez, los resultados fueron mucho más catastróficos. Según la leyenda, alrededor del buque comenzó a materializarse un campo de energía perfectamente visible, a continuación, una neblina verde ascendió desde el casco y, de repente, el Eldridge desapareció. Sin embargo, se podía apreciar que aún se encontraba en el agua debido a las marcas que el peso del barco provocaba en el mar. Se cuenta que, momentos antes de volverse invisibles, varios marineros sufrieron desmayos y uno fue fulminado al instante. A su vez, se narra también que algunos sufrieron combustiones espontáneas o cayeron rendidos al suelo.

El buque se habría teletransportado a 600 km de distancia

Después, hubo una explosión luminosa y las marcas en el mar desaparecieron. «En esta ocasión, tras su desaparición en el puerto de Filadelfia, fue avistado durante quince minutos en Norfolk, a 600 kilómetros de distancia, por la tripulación de un mercante» explica el historiador. Por lo tanto no sólo se esfumó ante los ojos de los asombrados expertos, sino que el buque de guerra se teletransportó con toda su tripulación hasta otro punto del planeta.

Para corroborar esta historia, apareció un marinero que afirmaba haber visto en Norfolk durante breves minutos al Eldridge, justo antes de volver a desaparecer para regresar a su lugar de origen: «Un hombre que se identificaría como Carlos Allende, aunque su nombre real era Carl Allen, aseguró que algunos marineros del destructor quedaron fundidos con la estructura de metal del buque. También afirmó que algunos de los supervivientes sufrieron posteriormente súbitas desmaterializaciones».

Según Allende, las consecuencias fueron terribles para la tripulación, ya que los que no murieron sufrieron grandes trastornos mentales. El mito incluso afirma que los marineros que pudieron declarar tras el experimento atestiguaron que, cuando el Eldridge se desmaterializó, se sentían flotando sobre la nada. Tras este accidente, el proyecto fue cancelado inmediatamente, el instrumental desmantelado y los archivos y datos del proyecto presuntamente eliminados.

Desmitificando el «Experimento Filadelfia»

A pesar de lo arraigada que está la leyenda del «Experimento Filadelfia» y que determinados investigadores han llegado a afirmar que podría ser cierto, Jesús Hernández, especializado en la II GM, no comparte esta opinión. «Hay que tener presente que este supuesto experimento no es más que un mito, sin que exista ninguna evidencia de que hubiera podido tener lugar» establece.

Para empezar, y entre los muchos elementos con los que no está de acuerdo, sentencia que es imposible que Albert Einstein participara en el proyecto. «Nadie pudo haber colaborado en él. Si se ha unido el nombre de Einstein al Experimento Filadelfia es porque este científico trató de unificar el electromagnetismo y la gravedad mediante una única teoría, aunque no tuvo éxito en el empeño; de ahí se ha deducido, sin ninguna base, que Einstein pudo haber estado detrás del experimento», asevera.

«Pensar que se logró hacer invisible un destructor es algo inconcebible

En segundo lugar, el historiador también afirma que en la época en la que presuntamente se llevó a cabo la prueba, los U-Boot no representaban un problema serio para sus acorazados. «En el verano de 1943, cuando supuestamente tuvo lugar el experimento, los submarinos alemanes habían dejado de ser un peligro para los barcos aliados que atravesaban el Atlántico» expone.

De hecho, afirma que los Aliados ya habían perfeccionado mucho sus tácticas para hacer frente a los U-Boot, contra los que si habían sufrido grandes derrotas anteriormente. «En cambio, antes, a mediados de 1941, la situación para los Aliados había sido dramática y Churchill incluso llegó a pensar que, si continuaba el ritmo de hundimientos, la guerra estaba irremediablemente perdida. Pero dos años después, el peligro había pasado», determina Hernández.

Finalmente, Hernández afirma que existe una incoherencia entre los datos que se presentan en esta leyenda. «El USS Eldridge era un destructor de la marina norteamericana que, según los datos que figuran en los archivos, entró en servicio después de la fecha del primer experimento, por lo que es difícil que pudiera ser el protagonista del misterioso episodio. Del mismo modo, en la fecha del segundo experimento, el USS Eldridge no se hallaba en Filadelfia» sentencia.

¿Realidad o ficción?

Pero, después de todo, lo que hay que preguntarse es una cosa: ¿fue el «Experimento Filadelfia» una realidad? Jesús Hernández lo ve claro: «No tengo dudas de que el Experimento Filadelfia como tal se trata de una leyenda, pensar que se logró hacer invisible un destructor y, no sólo eso, sino teletransportarlo a 600 kilómetros, es algo sencillamente inconcebible», explica.

Sin embargo, deja la puerta abierta a una posible explicación lógica: «Cabría la posibilidad de que el USS Eldridge u otro buque se emplease para realizar algún tipo de prueba de carácter electromagnético que entrañó riesgos para la tripulación y que por eso se mantuvo en secreto. Ese tipo de experimentos no fueron infrecuentes durante la Segunda Guerra Mundial», finaliza.

3 preguntas a Jesús Hernández
M.P.VILLATORO, MADRID

1 - ¿Era Carlos Allende un loco?

La primera referencia que se tuvo del supuesto experimento fue una carta que Carlos Allende envió en 1956 a un astrofísico, Morris Jessup, que había publicado un libro sobre OVNIS. El incoherente texto de la carta ya denota que Allende sufría algún tipo de desequilibrio mental. Una segunda carta, tan incongruente como la primera, confirmaría esa impresión. Aunque Allende no aportó ni una sola prueba del experimento, pese a los requerimientos de Jessup, su revelación sería posteriormente amplificada por otros investigadores de casos paranormales, dando pábulo a la leyenda. Sin embargo, el que Jessup se suicidase tres años después de recibir las cartas ha servido para alimentar el misterio. Allende vivió como un vagabundo y murió en 1994.

2 - ¿Hubo respuesta oficial de los EEUU sobre este experimento?

En 1979, y ante las continuas peticiones de información de los investigadores, la marina norteamericana publicó una nota en la que afirmaba que no había tenido lugar ningún experimento de estas características, al considerarlo ‘totalmente imposible y que cae en el terreno de la ciencia-ficción’.

3 - ¿Qué sucedió con el Eldridge una vez acabada la guerra?
La marina norteamericana vendió el destructor a la marina griega, sirviendo hasta 1990. Un hecho extraño, y que siembra alguna duda, es que las páginas del cuaderno de bitácora desde su botadura hasta el 1 de diciembre de 1943 estaban cuidadosamente arrancadas. También resulta inquietante que la instalación eléctrica del barco presentase anomalías que sorprendieron a los técnicos griegos. También se reportaron incidentes menores, como desaparición de pequeños objetos, extrañas vibraciones o presencia de un halo verde, pero cabe la posibilidad de que fuera debido a la autosugestión provocada por la peculiar historia del barco.

FRASE DE SABIDURÍA

La buena educación consiste en esconder lo bueno que pensamos de nosotros y lo malo que pensamos de los demás. 

- Mark Twain (1835-1910)  Seudónimo de Samuel Langhorne Clemens, escritor y periodista estadounidense.

28 de septiembre de 2012

POR QUÉ LOS NOMBRES DE LOS DÍAS DE LA SEMANA TIENEN EL ORDEN ACTUAL



¿Por qué los nombres 
de los días de la semana
tienen el orden actual?

Con el modelo geocéntrico, con la Tierra como centro del Universo, desde la antigüedad se han ordenado los planetas (o astros errantes) atendiendo el tiempo que tardan en dar una vuelta a nuestro planeta. La Luna gira alrededor de la Tierra en poco menos de un mes, mientras que Saturno tarda unos treinta años. Se suponía que, cuanto más tardara en orbitar la Tierra, más lejano estaría el objeto. Así, desde el exterior hasta el interior, se construyó el modelo de universo situando a Saturno, Júpiter, Marte, Sol, Venus, Mercurio y la Luna sobre siete esferas cristalinas concéntricas en orden decreciente de sus períodos sinódicos, es decir, vistos desde la Tierra.

En Babilonia asignaron el nombre de sus deidades más importantes a los diferentes astros errantes y parece que bautizaron con sus nombres también los siete días de la semana. Después esta denominación de los días pasó al griego, transformándose en los dioses equivalentes, y después al latín. Y aunque el cristianismo, una vez convertido en la religión del imperio romano, trató de eliminar la referencia a los dioses paganos, no lo consiguió. (Mucho más tarde alguna lengua románica como el portugués y las lenguas eslavas como el ruso cambiaron la nomenclatura para poner solo una enumeración de los días de la semana, por ejemplo, segunda feira es “lunes” en portugués.)

La explicación del orden actual de los nombres de los días es mérito de Dio Cassius, un historiador cristiano del siglo III. Según Cassius, los astrólogos asignaron las 24 horas de cada día de la semana a los siete objetos celestiales errantes en una secuencia cíclica.

 La primera hora del primer día de la semana fue asignada a Saturno y las siguientes a Júpiter, Marte, el Sol, Venus, Mercurio y la Luna respectivamente. Así la octava hora del primer día volvió a ser asignada a Saturno, y también la decimoquinta y la vigesimosegunda. Siguiendo el ciclo durante todas las horas y días de la semana, las primeras horas de los días siguientes serían asignadas al Sol, a la Luna, Marte, Mercurio, Júpiter y Venus respectivamente.

Por tanto, cada día de la semana recibió el nombre del planeta que tenía asignada la primera hora. Así, la secuencia de los días quedó en: Saturno, Sol, Luna, Marte, Mercurio, Júpiter y Venus, que corresponde a nuestros días sábado, domingo, lunes, martes, miércoles, jueves y viernes. Y recordad que para los judíos la semana empieza en sábado, el Shabbat, denominación que proviene del nombre del planeta Saturno en hebreo, Shabbetai, como se puede ver en el Talmud de Babilonia.

Con el cristianismo surgió el nombre de domingo como día del Señor (dominus)

Por Enric Marco Soler. Departamento de Astronomía y Astrofísica, Universidad de Valencia.   - ABC, Madrid.

LA CHUSMA


La chusma

Por Alfonso Usía

Cuatro mil personas, que en las urnas no sacarían ni la octava parte de un concejal, han intentado eliminar la soberanía de veinte millones de votos. Banderas republicanas, rojas, autonómicas y alguna de Islandia, esa nación tan sosegada y contraria a la violencia. Ninguna pancarta con el mensaje «¡Queremos trabajar!». La chusma de siempre con algunos ingenuos biempensantes entre la turba. Diputados comunistas se han unido a los manifestantes. Han pedido a gritos que se vayan ellos mismos. A ver si se hacen un poco de caso. Por ahí, Bildu. Lo ha dicho la SER: «La Policía carga duramente contra los manifestantes».

Nuestras Fuerzas de Seguridad están obligadas a aprender de las fuerzas policiales de Cuba, Venezuela o Corea del Norte, que cargan «dulce y suavemente» cuando son atacadas. Ante el templo de la soberanía nacional, objetos contundentes y botellas enviados educadamente contra los policías. En Neptuno, 256 kilogramos de piedras. Dirán que las Fuerzas de Seguridad han arremetido violentamente contra los inocentes objetos que volaban hacia ellos como encantadoras palomas de la paz.

No entiendo una manifestación tan radical en estos tiempos difíciles. Cuando el anterior Gobierno, el socialista, pasó de tener dos a cinco millones de parados, esta gente no se movilizó contra nadie. Los sindicatos son corresponsables del desastre y la mentira, y nadie los señala. Es más, ahí estuvieron, entre el gentío, como si la cosa no fuera con ellos. Llamazares exigiendo su dimisión. Tampoco se hará caso. Mañana ocupará de nuevo su escaño, en nombre de su nuevo partido. Legalmente, por supuesto. Cuando las izquierdas se echan a la calle para protestar, la violencia es «pacifista y heroica» si de los manifestantes proviene, y la respuesta policial «fascista y desproporcionada». Se les llena la boca exigiendo «libertades», así en plural, porque odian la singularidad grandiosa de la Libertad, con mayúscula.

Todo estaba perfectamente orquestado, programado y probablemente subvencionado. Tres millones de madrileños pasaron del berrinche. Veinte millones de votos deslegitiman la reunión del chusmerío. La izquierda es así. Silencio cuando gobiernan los suyos o allegados, silencio cuando arruinan una economía los suyos o allegados, silencio cuando roban los suyos o allegados, y gresca cuando gobiernan con una mayoría absoluta nacida de la voluntad popular los malvados «fascistas».

He recordado el pensamiento de Winston Churchill, que no era un mindundi analfabeto como muchos de los que se han dejado engañar por los manipuladores en su intento de violentar el Estado de Derecho: «Los antifascistas de hoy serán los fascistas de mañana». Para Churchill, ese mañana es nuestro hoy.

Más de sesenta heridos, entre ellos 27 policías. Dirán que no iban preparados para ejercer el desahogo de la violencia. Pacifistas ellos. ¿Y esto por qué? ¿Y para qué? ¿Y  por qué no antes? ¿Cómo pueden tener tanto rostro Cayo Lara, Llamazares, los sindicalistas, los de Bildu importados, para clamar contra el sistema, si ellos son parte y cáncer del sistema mismo? «La Policía cargó duramente contra los indefensos manifestantes». Tan duramente, que la mitad de los heridos son de los suyos. Y por responder a las agresiones. Duramente, duramente, duramente.
Fuente: La Razón, Madrid