El misterio
del buque fantasma
Manuel P. Villatoro,
ABC, Madrid
A un hecho que ha surcado las décadas pero del
que no estamos seguros de su veracidad lo llamamos leyenda, y sin duda existen centenares. Sin embargo, hay un mundo
que es especialmente propenso a esconder este tipo de «cuentos»: el marítimo.
Un claro ejemplo de ello es la historia del «Experimento Filadelfia», un mito que narra cómo, durante la II GM, un grupo de
científicos norteamericanos trató de hacer que un buque de guerra y su tripulación
se volvieran invisibles a la
vista, intento que habría finalizado con trágicas y paranormales consecuencias.
Conocido también por el nombre de «Project
Rainbow» («Proyecto Arcoíris») esta historia fue incluso llevada al cine por el
director Stewart Raffill hace
nada menos que 28 años. Así, en la película “The Philadelphia Experiment”, este
estadounidense cuenta como dos jóvenes oficiales se ofrecen voluntarios para
participar en un raro experimento, el que hoy nos ocupa. Pero este mito, tantas
veces nombrado a lo largo del tiempo ¿fue
real?
Los
inicios de la leyenda
Según la leyenda, este experimento comenzó a
tomar forma a partir de 1939, año en que una serie de científicos se
interesaron por las investigaciones de Nikola Tesla, inventor y experto en
electromagnetismo, y Albert Einstein. Al
parecer, y según determinaron los especialistas, creían posible que a partir
del trabajo de estos dos expertos podrían
lograr curvar los rayos de luz que llegan a los objetos para así volverlos invisibles.
Las posibles aplicaciones militares llevaron a los EE.UU. a interesarse. Acorde al mito, el Gobierno de los Estados Unidos se interesó
inmediatamente por este proyecto por ver en él grandes aplicaciones militares
para sus buques de guerra. Y es que, los barcos norteamericanos estaban siendo
arrollados por la potencia de los submarinos U-boot alemanes en el Atlántico.
Por lo tanto, ante las ventajas que ofrecía esta
nueva tecnología, el ejército norteamericano aceptó llevar a cabo un experimento en el que se pretendía, en
términos del historiador y periodista Jesús Hernández, «emplear unos generadores eléctricos en el
interior de un buque con el fin de formar campos electromagnéticos lo suficientemente potentes como para
curvar las ondas de luz y radio alrededor del barco, logrando así hacerlo
invisible, no sólo al radar, sino a la vista».
Alrededor de 1943, se seleccionó el navío en el que se realizaría esta prueba,
el USS. Eldridge, un destructor de escolta que podía
albergar hasta 200 marineros en su interior. Este barco de guerra contaba con
un gran armamento para la época,
lo que hizo que los responsables lo eligieran para hacer de él un arma definitiva.
El experimento
El experimento, según el mito, fue realizado por científicos norteamericanos (entre
ellos, el propio Albert Einstein) e investigadores
alemanes contrarios al régimen nazi. Para llevar a cabo la prueba, se
seleccionó la base naval de Filadelfia,
actualmente dedicada, entre otras cosas, a guardar navíos militares
«jubilados».
En términos de Hernández, que insiste en señalar
que esta historia no es más que un mito, se hizo una primera prueba «el 22 de julio de 1943» en las aguas del
puerto de Filadelfia, y tuvo un relativo éxito. «El destructor quedó cubierto
de una extraña luz verde hasta que desapareció
a la vista de los testigos. La tripulación quedó en estado de shock y
muchos sufrirían posteriormente desórdenes mentales» explica el historiador.
El presunto éxito, provocó que la marina
estadounidense planificara una nueva
prueba para cerciorarse de que era posible mantener la invisibilidad de
este barco durante un largo período de tiempo, lo que haría que pudiese
atravesar las líneas enemigas sin ser detectado. La imaginación empezaba a
volar y los norteamericanos se creían inventores de la técnica militar
definitiva.
Este segundo experimento tendría lugar
presuntamente el 28 de octubre de 1943.
Pero, esta vez, los resultados fueron mucho más catastróficos. Según la
leyenda, alrededor del buque comenzó a materializarse un campo de energía
perfectamente visible, a continuación, una neblina verde ascendió desde el
casco y, de repente, el Eldridge desapareció.
Sin embargo, se podía apreciar que aún se
encontraba en el agua debido a las marcas que el peso del barco
provocaba en el mar. Se cuenta que, momentos antes de volverse invisibles,
varios marineros sufrieron desmayos y uno
fue fulminado al instante. A su vez, se narra también que algunos
sufrieron combustiones espontáneas o cayeron rendidos al suelo.
El buque se habría teletransportado a 600 km de distancia
Después, hubo una explosión luminosa y las marcas
en el mar desaparecieron. «En esta ocasión, tras su desaparición en el puerto
de Filadelfia, fue avistado durante
quince minutos en Norfolk, a 600 kilómetros de distancia, por la
tripulación de un mercante» explica el historiador. Por lo tanto no sólo se
esfumó ante los ojos de los asombrados expertos, sino que el buque de guerra se teletransportó con toda
su tripulación hasta otro punto del planeta.
Para corroborar esta historia, apareció un
marinero que afirmaba haber visto en Norfolk durante breves minutos al
Eldridge, justo antes de volver a desaparecer para regresar a su lugar de
origen: «Un hombre que se identificaría como Carlos Allende, aunque su nombre real era Carl Allen, aseguró que
algunos marineros del destructor quedaron fundidos con la estructura de metal
del buque. También afirmó que algunos de los supervivientes sufrieron
posteriormente súbitas desmaterializaciones».
Según Allende, las consecuencias fueron terribles
para la tripulación, ya que los que no murieron sufrieron grandes trastornos
mentales. El mito incluso afirma que los marineros que pudieron declarar tras
el experimento atestiguaron que, cuando el Eldridge se desmaterializó, se
sentían flotando sobre la nada.
Tras este accidente, el proyecto fue
cancelado inmediatamente, el instrumental desmantelado y los archivos y
datos del proyecto presuntamente eliminados.
Desmitificando el «Experimento Filadelfia»
A pesar de lo arraigada que está la leyenda del
«Experimento Filadelfia» y que determinados investigadores han llegado a
afirmar que podría ser cierto, Jesús
Hernández, especializado en la II GM, no comparte esta opinión. «Hay que
tener presente que este supuesto experimento no es más que un mito, sin que
exista ninguna evidencia de que hubiera podido tener lugar» establece.
Para empezar, y entre los muchos elementos con
los que no está de acuerdo, sentencia que es imposible que Albert Einstein participara en el proyecto.
«Nadie pudo haber colaborado en él. Si se ha unido el nombre de Einstein al
Experimento Filadelfia es porque este científico trató de unificar el
electromagnetismo y la gravedad mediante una única teoría, aunque no tuvo éxito
en el empeño; de ahí se ha deducido, sin ninguna base, que Einstein pudo haber
estado detrás del experimento», asevera.
«Pensar que se logró hacer invisible un destructor es algo inconcebible
En segundo lugar, el historiador también afirma
que en la época en la que presuntamente se llevó a cabo la prueba, los U-Boot no representaban un problema serio
para sus acorazados. «En el verano de 1943, cuando supuestamente tuvo
lugar el experimento, los submarinos alemanes habían dejado de ser un peligro
para los barcos aliados que atravesaban el Atlántico» expone.
De hecho, afirma que los Aliados ya habían
perfeccionado mucho sus tácticas para hacer frente a los U-Boot, contra los que
si habían sufrido grandes derrotas anteriormente. «En cambio, antes, a mediados
de 1941, la situación para los Aliados había sido dramática y Churchill incluso
llegó a pensar que, si continuaba el ritmo de hundimientos, la guerra estaba
irremediablemente perdida. Pero dos años después, el peligro había pasado»,
determina Hernández.
Finalmente, Hernández afirma que existe una
incoherencia entre los datos que se presentan en esta leyenda. «El USS Eldridge
era un destructor de la marina norteamericana que, según los datos que figuran
en los archivos, entró en servicio
después de la fecha del primer experimento, por lo que es difícil que pudiera
ser el protagonista del misterioso episodio. Del mismo modo, en la fecha
del segundo experimento, el USS Eldridge no se hallaba en Filadelfia»
sentencia.
¿Realidad o ficción?
Pero, después de todo, lo que hay que preguntarse
es una cosa: ¿fue el «Experimento Filadelfia» una realidad? Jesús Hernández lo
ve claro: «No tengo dudas de que el Experimento Filadelfia como tal se trata de
una leyenda, pensar que se logró hacer invisible un destructor y, no sólo eso,
sino teletransportarlo a 600 kilómetros, es algo sencillamente inconcebible», explica.
Sin embargo, deja la puerta abierta a una posible
explicación lógica: «Cabría la posibilidad de que el USS Eldridge u otro buque
se emplease para realizar algún tipo de
prueba de carácter electromagnético que entrañó riesgos para la
tripulación y que por eso se mantuvo en secreto. Ese tipo de experimentos no
fueron infrecuentes durante la Segunda Guerra Mundial», finaliza.
3 preguntas a Jesús Hernández
M.P.VILLATORO, MADRID
1 - ¿Era Carlos Allende
un loco?
La primera referencia que se tuvo del supuesto
experimento fue una carta que Carlos Allende envió en 1956 a un astrofísico,
Morris Jessup, que había publicado un libro sobre OVNIS. El incoherente texto
de la carta ya denota que Allende sufría algún tipo de desequilibrio mental.
Una segunda carta, tan incongruente como la primera, confirmaría esa impresión.
Aunque Allende no aportó ni una sola prueba del experimento, pese a los
requerimientos de Jessup, su revelación sería posteriormente amplificada por
otros investigadores de casos paranormales, dando pábulo a la leyenda. Sin
embargo, el que Jessup se suicidase tres años después de recibir las cartas ha
servido para alimentar el misterio. Allende vivió como un vagabundo y murió en
1994.
2 - ¿Hubo respuesta
oficial de los EEUU sobre este experimento?
En 1979, y ante las continuas peticiones de
información de los investigadores, la marina norteamericana publicó una nota en
la que afirmaba que no había tenido lugar ningún experimento de estas
características, al considerarlo ‘totalmente imposible y que cae en el terreno
de la ciencia-ficción’.
3 - ¿Qué sucedió con el
Eldridge una vez acabada la guerra?
La marina norteamericana vendió el destructor a
la marina griega, sirviendo hasta 1990. Un hecho extraño, y que siembra alguna
duda, es que las páginas del cuaderno de bitácora desde su botadura hasta el 1
de diciembre de 1943 estaban cuidadosamente arrancadas. También resulta
inquietante que la instalación eléctrica del barco presentase anomalías que
sorprendieron a los técnicos griegos. También se reportaron incidentes menores,
como desaparición de pequeños objetos, extrañas vibraciones o presencia de un
halo verde, pero cabe la posibilidad de que fuera debido a la autosugestión
provocada por la peculiar historia del barco.