La computadora,
un país sin fronteras
un país sin fronteras
Lic. Amelia M. Doval
dovalamela@yahoo.com
Mientras el mundo absorbe su existencia detrás del resplandor de una computadora, la vida se autodirige a través de una pantalla. Comenzamos por el cine, con sus espectaculares producciones que nos hacían vivir una realidad diferente, soñar. Años después la cubierta de los teléfonos nos sorprendió con toda la información que nos brindaba, enmudecimos ante las pantallas que sirven de propaganda para darnos un impulso a la inconsciencia, los televisores, las computadoras.
La humanidad se ha acostumbrado a ver la vida desde una mampara, ya no importa si los gobernantes incluso son reflejo de una vida que no es tan real sino sombras chinescas, una imagen que pretendemos ser, visualizaciones.
Los amigos, los eventos, los descubrimientos están al alcance de la mano, pues categóricamente con solo pulsar el teclado recorremos el universo.
Cuando las economías cayeron en cascada universal, se supo que la globalización había afectado la imaginación, los resultados favorables se habían “engrandecido” y la realidad no concordaba con lo que se proyectaba. Había una crisis del mercado mundial, los humanos seguíamos mirando los biombos electrónicos.
Países pobres o ricos, de cualquier hemisferio y diferentes idiomas, todos estaban envueltos. Hasta las pequeñas islas se sumergieron, arrastradas por el impulso de los continentes.
No importa que Got, el primer toro de lidia logrado mediante clonación fuera presentado en una exposición ganadera en España, o el mayor derrame petrolero ocurrido en el Golfo de México esté afectando grandemente, pues quizás ahora con el nuevo intento del sistema “Top Kill”, inyectando lodo y cemento se pueda parar el flujo de los supuestos 70.000 barriles diarios. Como dice un científico americano, el mundo continúa comunicándose y las imágenes son mostradas a través de televisores, las profundidades no son ajenas.
Desastres naturales, sociales, morales, están siendo mostrados por el efecto pantalla. El síndrome de compartir la realidad, de barbarizar los impactos. Programas objetivos que desnudan la convivencia, rompen la fina línea entre fantasía y verdad.
Aprendemos a sembrar, nos reencontramos con viejas amistades, jugamos a no estar solos, nos abastecemos de energía cuando encendemos en la mañana la computadora y agarramos al mundo de una sola mirada.
Como todo lo que el hombre consume, tiene contraindicaciones, efectos secundarios, mas no por esto dejaremos de entender que puesta la tecnología al servicio publico se logran maravillas. La vejez no tiene por qué significar soledad si abrimos esta nueva ventana y le mostramos lo maravilloso de los geranios que de ella cuelgan.
La vida se sintetiza, sus fronteras son disueltas incluso cuando los instantes parecen eternos. El próximo paso está por determinarse, pero nunca dejaremos de mirar aunque no logremos entender con exactitud cómo se logran estos efectos, pues estamos conectados en cuerpo y alma.
Lic. Amelia M Doval,
Miami, Fl
5-26-10
dovalamela@yahoo.com
Mientras el mundo absorbe su existencia detrás del resplandor de una computadora, la vida se autodirige a través de una pantalla. Comenzamos por el cine, con sus espectaculares producciones que nos hacían vivir una realidad diferente, soñar. Años después la cubierta de los teléfonos nos sorprendió con toda la información que nos brindaba, enmudecimos ante las pantallas que sirven de propaganda para darnos un impulso a la inconsciencia, los televisores, las computadoras.
La humanidad se ha acostumbrado a ver la vida desde una mampara, ya no importa si los gobernantes incluso son reflejo de una vida que no es tan real sino sombras chinescas, una imagen que pretendemos ser, visualizaciones.
Los amigos, los eventos, los descubrimientos están al alcance de la mano, pues categóricamente con solo pulsar el teclado recorremos el universo.
Cuando las economías cayeron en cascada universal, se supo que la globalización había afectado la imaginación, los resultados favorables se habían “engrandecido” y la realidad no concordaba con lo que se proyectaba. Había una crisis del mercado mundial, los humanos seguíamos mirando los biombos electrónicos.
Países pobres o ricos, de cualquier hemisferio y diferentes idiomas, todos estaban envueltos. Hasta las pequeñas islas se sumergieron, arrastradas por el impulso de los continentes.
No importa que Got, el primer toro de lidia logrado mediante clonación fuera presentado en una exposición ganadera en España, o el mayor derrame petrolero ocurrido en el Golfo de México esté afectando grandemente, pues quizás ahora con el nuevo intento del sistema “Top Kill”, inyectando lodo y cemento se pueda parar el flujo de los supuestos 70.000 barriles diarios. Como dice un científico americano, el mundo continúa comunicándose y las imágenes son mostradas a través de televisores, las profundidades no son ajenas.
Desastres naturales, sociales, morales, están siendo mostrados por el efecto pantalla. El síndrome de compartir la realidad, de barbarizar los impactos. Programas objetivos que desnudan la convivencia, rompen la fina línea entre fantasía y verdad.
Aprendemos a sembrar, nos reencontramos con viejas amistades, jugamos a no estar solos, nos abastecemos de energía cuando encendemos en la mañana la computadora y agarramos al mundo de una sola mirada.
Como todo lo que el hombre consume, tiene contraindicaciones, efectos secundarios, mas no por esto dejaremos de entender que puesta la tecnología al servicio publico se logran maravillas. La vejez no tiene por qué significar soledad si abrimos esta nueva ventana y le mostramos lo maravilloso de los geranios que de ella cuelgan.
La vida se sintetiza, sus fronteras son disueltas incluso cuando los instantes parecen eternos. El próximo paso está por determinarse, pero nunca dejaremos de mirar aunque no logremos entender con exactitud cómo se logran estos efectos, pues estamos conectados en cuerpo y alma.
Lic. Amelia M Doval,
Miami, Fl
5-26-10
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