19 de diciembre de 2009


Omara Portuondo y Hugo Chávez
en la Reunión del ALBA

(Sin comentarios)
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Siempre hay quien se divierte

Con 18 pulgadas de nieve sobre su «Escalade», mi vecina Annette se subió al techo y «a mano limpia» barrió las 18 pulgadas. La nieve sigue cayendo en Rockville MD, aunque confiamos que ya lo peor haya pasado.

¡Oh, no! lo peor será mañana, cuando tengamos que palearla.
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Avatar
la película del momento

2009: Globos de Oro: 4 nominaciones: mejor película drama, director, banda sonora y canción / Ciencia-Ficción. Bélico. Acción. Fantástico. Aventuras. Extraterrestres.

Sinopsis
Año 2154. Jake Sully (Sam Worthington) es un ex-marine confinado en una silla de ruedas que, a pesar de su cuerpo tullido, todavía es un guerrero de corazón. Jake ha sido reclutado para viajar a Pandora, donde las corporaciones están extrayendo un mineral extraño que es la clave para resolver los problemas de la crisis energética de la Tierra. Al ser tóxica la atmósfera de Pandora, ellos han creado el programa Avatar, en el cual los humanos "conductores" tienen sus conciencias unidas a un avatar, un cuerpo biológico controlado de forma remota que puede sobrevivir en el aire letal. Estos cuerpos están creados genéticamente de ADN humano, mezclado con ADN de los nativos de Pandora, los Na'vi. Ya en su forma avatar, Jake puede caminar otra vez. Ha recibido la misión de infiltrarse entre los Na'vi, los cuales se han convertido en el mayor obstáculo para la extracción del mineral. Pero una bella Na'vi, Neytiri (Zoe Saldana), salva la vida de Jake, y todo cambia. Jake es admitido en su clan y aprende a ser uno de ellos, lo cual le hace someterse a muchas pruebas y aventuras. Mientras, los humanos siguen con su plan, confiando en que la información de Jack les sea útil. (FILMAFFINITY)


Algunas críticas
"Todavía hay al menos una persona en Hollywood que sabe cómo gastar 250 millones de dólares -¿O eran 300?- sabiamente. 'Avatar' no es sólo un sensacional entretenimiento, que lo es. Es un avance de la técnica. (...)
Puntuación: **** (sobre 4)" (Roger Ebert: Chicago Sun-Times, EEUU)


"La involución artística. (...) A Cameron se le ha olvidado la historia que quería contar. O no daba para más. (...) Si éste es el camino que va a llevar el cine a partir de ahora, que lo paren, que yo me bajo."
(Javier Ocaña: Diario El País, España)


"Creada para conquistar los corazones, mentes, libros de historia y récords de taquilla, la película -la más cara de la historia-, es gloriosa, simplona y felizmente alocada. (...) [Cameron] no ha cambiado el cine, pero con gente azul y flora rosa ha confirmado que es maravilloso." (Manohla Dargis: The New York Times, EEUU)

El espectáculo se despliega durante 160 minutos, pero la emoción de estar viendo la esperadísima “Avatar” (o “James Cameron y sus aliens, el regreso”) apenas alcanza una hora. Es lo que tardas en acostumbrarte a la maravilla visual, para comenzar a darte cuenta de que, mientras estabas ascendiendo a la cumbre del 3D, el guión cayó precipicio abajo, para hundirse en la sima del convencionalismo y los lugares comunes del cine más comercial.

El comienzo es brillante, pero, una vez pasada la fascinación, entre tanta tridimensión sólo habita la superficialidad. La historia es algo así como si a Neo (Matrix) lo metes en una de indios (nativos) y vaqueros (marines), en un western ecologista con preciosos paisajes de mundos fantásticos. ¿Suena original? No lo es tanto. Estar embelesado por el grandioso escaparate no impide percatarte de que en, su desarrollo, la profundidad es patrimonio exclusivo del formato. El resto es maniqueo y algo simple (¿20 millones el kilo? Guauu, sí que es cara la piedrecita... ¿y dices que se encuentra debajo de dónde?), un conjunto de escenas de acción increíblemente diseñadas que a ratos parecen ser mera excusa para asombrarnos ante los avances de la técnica.

El film pretende ser como un videojuego colosal, de mensaje bienintencionado, pero lo cierto es que como cine resulta algo pretencioso, atiborrado de grandes conceptos y pobres diálogos ya vistos en otras películas de éxito.

Es muy posible que, de cara a la industria, Cameron marque con “Avatar” un nuevo rumbo en el campo de los efectos especiales, y merecido se lo tiene, pero es una lástima que haya tardado 12 años para ofrecernos una deslumbrante sucesión de superwallpapers dinámicos en 3D... con un guión que se escribe en una semana.

¿Que muchos la ponen por las nubes de Pandora? Genial para ellos; si alguien ve profundidad en estos personajes planos, que me preste sus gafas, por favor.
(Pablo Kurt: FILMAFFINITY)


http://www.filmaffinity.com/es/film495280.html
Página sobre cine que se edita en España
Ilustración: Google
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Instinto básico

José Hugo Fernández

LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org)

Hay quienes se sorprenden ante la falta de escrúpulos de esos energúmenos que hoy son arreados al ataque contra mujeres indefensas en las calles de La Habana. En realidad, lo sorprendente es que todavía haya quienes se sorprendan.


Así como los caníbales no podrían sentirse apenados por sus preferencias en materia alimenticia, tampoco hay cabida para la vergüenza en el cerebro de estos infelices que engrosan las llamadas brigadas de respuesta rápida. Tanto para unos como para los otros todo se reduce a una cuestión de instinto básico.

Si no existieran otras pruebas, esta bastaría para dejar claro hasta qué punto los regímenes totalitarios son capaces de vaciar por dentro y de cosificar a las personas.

Ni siquiera cuenta ya nuestro tradicional y muy arraigado rechazo a los abusadores. Siempre fue raro y muy difícil que un hombre lograse golpear a una mujer, a un anciano, a un niño, o incluso a un animal en cualquier calle de Cuba sin que no saltara alguien dispuesto a impedirlo, a las buenas o a las malas.

Sin embargo, ocurre (viene ocurriendo desde hace décadas) que cientos de abusadores en hordas organizadas y enchuchadas por el régimen atacan públicamente a unas pocas personas indefensas, las golpean, ofenden, humillan. Y es un hecho que tales actos, vandálicos y repugnantes, han llegado a convertirse en parte de nuestro paisaje, hacia el cual miramos con la frialdad que condiciona el hábito.

Por otro lado, también sorprende más de lo que debiera que a ninguno de los muchos amigos extranjeros de nuestra dictadura, sobre todo a los que se auto-consideran demócratas, se les haya ocurrido aconsejarle que suprima esos actos, aunque no fuese más que por el ridículo en que están hundiendo las ideas de izquierda, en cuya capacidad para defenderse por sí mismas demuestran no confiar, así que intentan imponerlas a golpe de bofetadas y empujones.

Tal vez la indolencia de esos demócratas del exterior responda igualmente a una cuestión de instinto básico. Sólo que en su caso se trata de un instinto especialmente desarrollado para evitar involucrarse con los sufrimientos ajenos.

El mismísimo Carlos Marx puede haber sentado sus pausas al calificar la violencia como partera de la historia, en uno de esos juicios alebrestados con los que tanta confusión logró distribuir entre los pobres diablos de nuestro planeta.

Para el fundador del comunismo, dicen que científico, y para el numeroso contingente de seguidores que en el mundo tuvo y tiene, la cañona, el atropello, la trinchera de dogmas y la aplastante turba no parecen representar sino instrumentos idóneos con los que debe ser impuesta la dinámica social, a fin de conseguir que salten hechos añicos las instituciones y los fundamentos de la civilización, despojándolos de su sentido y usados a conveniencia.

Si es así como piensan, en el fondo, esos demócratas extranjeros de izquierda, amigos de nuestra tiranía -a la cual llaman burdamente “Cuba”-, no tiene sentido sorprenderse con su actitud indiferente y cómplice ante el desmadre de las brigadas de respuesta rápida, aun cuando no se hayan atrevido a organizarlas y lanzarlas a la calle en sus respectivos países, ellos sabrán por qué.

¿Acaso no lo preconizaba Ché Guevara, Cristo Rey de esta progresía de tres por un centavo que hoy se da silvestre en América Latina, Europa y los Estados Unidos?

“El odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar”. He aquí la yema del asunto: el instinto básico como receta guevarista para sentirse bien apolismando al prójimo.

Foto y texto: www.cubanet.org
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Versiones españolas de Santa Claus

  
"Versiones" españolas 
de Santa Claus


En las tradiciones navideñas de los pueblos antiguos de España se encuentra siempre un personaje peculiar que en la Nochebuena se acerca a los niños para premiarlos.  Es el equivalente al Santa Claus  holandés o germano derivado de la figura de San Nicolás,  pero con características propias. Y es independiente también a la celebración de los Tres Reyes Magos, tradición común en toda España basada en el misterio de la Epifanía del Señor según la fe católica.  De estos personajes autóctonos cuya presencia continúa motivando festejos en algunas regiones españolas, entresacamos los siguientes.  adg
 
El Olentzero u Olentzaro es un personaje de la tradición navideña vasca.  El Olentzero es un carbonero mitológico que trae los regalos el día de Navidad en los hogares vascos.  Una tradición arraigada en las montañas de Navarra y Guipúzcoa, y partes de Álava.   
                                  


El Esteru es un personaje navideño originario de Cantabria.  Se trata de un leñador perteneciente a la mitología cántabra que durante el día de Navidad lleva regalos a los hogares de la región. Se ha recogido documentación sobre esta creencia en lugares de Asturias como Llanes y en los pueblos cántabros de Cobijón  y Ruiseñada, Comillas, municipio este último donde el Esteru goza de gran popularidad y aparece todos los años en su Cabalgata de Reyes, sobre todo en los últimos años del siglo XX y primeros del XXI. Es por tanto, junto a las anjanas, uno de los símbolos más representativo de las navidades en Cantabria.  

El Apalpador, también conocido por el nombre de Pandigueiro es la figura mítica de un carbonero que según la tradición de la Navidad gallega vive en las montañas del este de Galicia  y que baja la noche del 25 de diciembre a tocar el vientre de los niños para ver si han comido suficientemente durante el año, dejándoles un montón de castañas, eventualmente algún regalo y deseándoles que tengan un año nuevo lleno de felicidad y comida.
 
   
 El «angulero»  es una tradición de nuevo cuño que con alguna intención política se está tratando de implantar en Asturias. «Angulero» es el pescador de angulas (crías recién nacidas del pez anguila), y más o menos está inspirado en el olentsero vasco para «combatir la influencia de Papá Noel», que es la traducción española de Santa Claus. 
 
Ilustraciones: Google
 

Las Pajitas del Pesebre de Jesús


Por: Maria Teresa Villaverde Trujillo

ashiningworld@cox.net

Cuento en Tiempo de Adviento
(Autor desconocido)


Una vez un viajero andando por distintos caminos del mundo durante el tiempo del Adviento, llegó a una tierra, la cual le llamó la atención por la belleza de sus arroyos y sus sembrados. Habiendo caminado ya un rato, se encontró con las casas del pueblo, sencillas y con las puertas abiertas de par en par. Muy dificil de creer porque él venía de un lugar muy distinto.

Acercándose a una de las casas tres niños salieron a recibirlo y los padres invitaron al viajero a quedarse con ellos por unos días.

El viajero aprendió muchas cosas: hornear el pan, trabajar la tierra, ordeñar las vacas, etc. Algunos días y en varias ocasiones, el papá, la mamá y los niños se acercaban a una mesita donde habían colocado las figuras de María y José, un burrito marrón y una vaca algo prieta; y dejaban una pajita entre Maria y José. Con el correr de los días el colchoncito de pajitas iba aumentando, se hacía mas mullido y se notable mas confortable.

Cuando llegó el momento de partir, la familia entregó al viajero un pan calentito y frutas para el camino. Lo abrazaron y al despedirle éste les dijo:

-Una cosa quisiera preguntar. ¿Por qué iban dejando esas pajitas a los pies de María y José?

El nIño más pequeño respondió:

-Cada vez que hacemos algo con amor, buscamos una pajita y la llevamos al pesebre. Y así vamos preparando para cuando llegue el niño Jesús, María tenga un lugar para recostarlo. Si amamos poco, el colchón va a ser delgado y por lo mismo frio. Pero amando mucho, Jesús va a estar más cómodo y calentito.

El viajero lo comprendió todo. Sintió ganas de quedarse con esa familia hasta la Nochebuena, pero una voz interior lo hizo alejarse y llevar esta historia por otros pueblos, hablando de lo que pueden hacer las familias de corazones sencillos, tan llenos de amor …


Las Pajas del Pesebre

(Autor: Lope Félix de Vega y Carpio)
-Lope de Vega-

Las pajas del pesebre,
niño de Belén,
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.

Lloráis entre las pajas
de frío que tenéis,
hermoso niño mío,
y de calor también.

Dormid, cordero santo,
mi vida, no lloréis,
que si os escucha el lobo,
vendrá por vos, mi bien.

Dormid entre las pajas,
que aunque frías las veis,
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.

Las que para abrigaros
tan blandas hoy se ven
serán mañana espinas
en corona cruel.

Mas no quiero deciros,
aunque vos lo sabéis,
palabras de pesar
en días de placer.

Que aunque tan grandes deudas
en paja cobréis,
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.

Dejad el tierno llanto,
divino Emanüel,
que perlas entre pajas
se pierden sin por qué.

No piense vuestra madre
que ya Jerusalén
previene sus dolores,
y llore con Joseph.

Que aunque pajas no sean
corona para Rey,
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.

Diciembre 2009
ashiningworld@cox.net

Ilustración y texto
María Teresa Villaverde Trujillo
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El sabio puede sentarse
en un hormiguero,
pero sólo el necio
se queda sentado en él.

Proverbio chino
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18 de diciembre de 2009


Entre todos podemos

Caricatura de Pong
http://cubahumor.blogspot.com
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Lilith,


Lilith
María C. Dominicis

Lilith tiene diferentes personalidades según la época y la cultura, pero ninguna es buena. Es una figura mitológica que surgió en Sumeria como el demonio del viento y la tormenta con el nombre de Lilitu, unos 3000 años antes de Cristo. Unos 700 años antes de Cristo aparece como demonio nocturno en el folklore judío con el nombre de Lilith. Su presencia en el folklore judío se basa en una leyenda que la identifica en el génesis como la primera mujer de Adán.

Mi primer encuentro con Lilith tuvo lugar hace muchos años en un museo. Fue en "The Cloisters" (Los claustros) de Nueva York. Allí, en una talla medieval de madera, vi la escena del paraíso con Adán, Eva y la serpiente. Sólo que esta serpiente tenía cara y torso de mujer. Debajo, en un cartel, se explicaba que, según la leyenda, la serpiente era Lilith, la primera mujer de Adán, quien por celos y venganza había inducido a Eva a darle a su compañero el fruto prohibido.

Todos sabemos que la Biblia está llena de contradicciones y pasajes confusos, y las primeras contradicciones se encuentran en el Génesis. En 1-27 nos dice: "Así que Dios creó al hombre en su propia imagen, a imagen de Dios lo creó, HOMBRE Y MUJER los creó". Esto parece indicar que Dios creó al hombre y a la mujer simultáneamente. En el capítulo 2 se vuelve a narrar la creación del hombre. Se describe el jardín del Edén, adonde el Señor lleva al hombre que ha creado, haciéndole la prohibición de no comer el fruto del arbol del conocimiento del bien y del mal bajo pena de muerte. En 2-22 se relata la creación de Eva: "Y de la costilla, que el Señor Dios había tomado del hombre, hizo una mujer y se la llevó al hombre".

Lo anterior dio lugar a la creencia de que Eva fue la segunda mujer de Adán, creada de una de sus costillas, pero que hubo una primera mujer creada simultáneamente con Adán. Según la leyenda, esta mujer se llamaba Lilith y fue algo así como la primera feminista, ya que desde el principio tuvo problemas con Adán por querer ser ella la dominante en todo, aun en el sexo. La situación se hizo insostenible y Lilith huyó en medio de la noche, uniéndose a un grupo de demonios. Poco después, Lilith regresó en forma de serpiente para vengarse.

Aunque hoy en día no es tan conocida, Lilith aparece muchas veces en la literatura y el arte de siglos pasados.

La vemos, por ejemplo, junto a Adán y Eva en la fachada occidental de la iglesia de Notre Dame en París y en "La tentación de Adán y Eva" de Miguel Angel.

En el "Fausto" de Goethe es una vampira que mata niños y es símbolo de lujuria:


"Fausto: ¿Quién es ésa que está ahí?
Mefistófeles: Fíjate bien. Lilith.
Fausto: ¿Lilith? ¿Quién es ésa?
Mefistófeles: La esposa de Adán, la primera.
Ten cuidado con ella. La belleza de que
alardea es su peligroso cabello. Cuando
Lilith lo enrosca apretado alrededor de
los hombres jóvenes, no los suelta más".

Las leyendas en torno a Lilith son demasiado numerosas para poder resumirlas aquí, pero quiero resaltar que en la temprana Edad Media Lilith era esposa de Asmodeus, el rey de los demonios, del cual hay muchas leyendas en el Talmud hebreo. La unión de Lilith y Asmodeus era muy fecunda y constantemente procreaban demonios, a los cuales se culpaba en la Edad Media de todos los desastres naturales y de los infortunios personales. Según esta leyenda, los espejos son un pasaje para el bajo mundo y conducen a la cueva donde se refugió Lilith después de abandonar a Adán.

En esta cueva nacen los demonios que después infectan el mundo, y pasan a éste valiéndose de cualquier espejo. Así que ya saben: tengan mucho cuidado con los espejos, porque cualquier demonio, y la misma Lilith, pueden colarse en sus casas a través de ellos.

María C. Dominicis, NY
Ilustración: Google.
Grupo escultórico en la fachada de la Catedral de Notre Dame, París.

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Aquel diciembre cubano

Eladio Secades


En la Cuba que perdimos, diciembre era el mes de los balances y las celebraciones. Era como un mes vestido de fiesta. Constituido por una sucesión de domingos. Era el mes del circo, de los aguinaldos, del arbolito de Navidad. De enterrar al Año Viejo y esperar el Año Nuevo. Con las perspectivas de alegrías y desventuras presagiadas por nuestros astrólogos en los horóscopos de diciembre.

Los astrólogos son sabios con alma de comadritas. En nombre de una ciencia sideral e improbable, juegan a la murmuración como una tía soltera. Y toman la fecha de nacimiento para la sospecha de que cualquier día impar podrá atropellarnos un ómnibus. O fallarnos un negocio. O traicionarnos la mujer.

Lo admirable de los horóscopos no es el genio de quien los hace. Sino la credulidad deliciosa de quienes los leen y han llegado a formar una casta de gente misteriosa que antes de ir al cinematógrafo, se cerciora del influjo de Urano en la primera casa.

Diciembre era también el mes en que la esposa criolla se acordaba de que tenía capa y no tenía frío. Ya nadie podía evitar que le llamara invierno a un norte ridículo o al chubasco de humedecer los jardines. Y sacaba el mink más o menos legítimo. Aunque Juan se empeñara en ir con guayabera.

Nadie pudo saber jamás cómo el empleado modesto podía transcurrir todos los egresos de aquel diciembre cubano sin llegar al llanto o al suicidio, como un rito añadido a la euforia cristiana de la Navidad. La cosa empezaba el Día del Médico que más que cortesía, era sagrada obligación en un país donde persistía la creencia de que la consulta y el teatro no debían de pagarse. Y terminaba en los Reyes Magos. Que para la historia no llegan en diciembre, pero para el empleado sí. Porque todavía no había vuelto a cobrar. El sueldo de diciembre era escurridizo, infinito, heroico. No había bajo la bóveda del cielo bandoneón que se estirara más.

Después de que le habíamos enviado a nuestro médico una corbata en un paquete de regalo decorado con más cintas que una novia de campo, aparecía en la casa la mujer apegada a las tradiciones, que nos decía que ya iba siendo hora de armar el arbolito de Navidad. El árbol de Navidad es caro por lo mismo que está constituido por una serie de adornos baratos. Nos arrancaba un buen pedazo del sueldo. Bolita a bolita. El árbol de Navidad es como un enano insolente que se ha cogido para él solo todos los colores del Arco Iris. En su recargamiento de resplandores, deja de ser árbol de Jauja, para parecer farola de comparsa. Siempre queríamos que nuestro arbolito de Navidad tuviera más esferas y más bombillos que el del vecino. Y esa vanidad, sentida por la esposa y por los hijos, la pagaba el marido volviendo al Ten-Cent y regresaba con más luces, más bolas y más nieve.

Todavía faltaba el nacimiento. Había que comprar un puente para tenderlo sobre un río de papel crepé. Buscar un trineo y un pozo. Y jugar a los soldaditos de plomo con pastores y ovejas, que salpicaban de tristeza un establo improvisado con cajones de bacalao. Y ya estaba el arbolito, colocado siempre en un sitio que pudiera verse desde la calle. Porque en las conmemoraciones de diciembre, la satisfacción íntima no era completa si no se enteraban los demás.

Para el buen padre de familia de Cuba, diciembre tenía algo de frustración si no llevaba a los niños al circo. El complemento del domingo en el circo era el mantecado y el globo. Y el comentario de que el año pasado estaba mejor. A los viejos no hay quien les quite de la cabeza que la ópera y el circo antes eran mejores.

Después de pagar las entradas del circo, llegaba la Nochebuena, con la cena tradicional que representaba el orgullo máximo de la familia. No debía faltar nada, porque cualquier cosa que faltara, el turrón casi español o el membrillo que es el campeón de la idiotez de la repostería, dejaba en el ánimo un complejo de amargura. La castaña es un fruto, pero parece un camafeo. Recuerdo de la abuela.

En Nochebuena había que intoxicarse para quedar bien. La ingenuidad casera hablaba menos de lo comido que de lo que quedaba sin comer. Existía un poco de gloria en que sobrara para el día siguiente. Lo típico era el lechón comprado en el portal. Y ese vino que no era de marca conocida, pero que se colaba solo. Toda la familia se reunía en en festín que no tenía otro paréntesis de silencio que el instante en que el hermano mayor, con un poco de heroísmo, iba a abrir la botella de sidra que apretaba entre los muslos. Había que cerrar los ojos y esperar el estampido.

Eso era el veinticuatro, y el veinticinco ya llegaba Santa Claus. Los muchachos esperaban un juguete. Y el empleado modesto lo compraba, sabiendo que todavía debía reservar dinero para esperar el Año Nuevo y para los Reyes Magos. También para contestar las postales de Navidad. La felicitación de Pascuas es deuda sagrada que debe pagarse. Y el padre de familia la pagaba con otra cartulina donde llegaba el infante con el ombligo a la intemperie, al tiempo que el viejo de la joroba y la guadaña se alejaba por un trillo nevado que conducía a un horizonte con sol de litografía.

Quienes han hablado de otras epopeyas no se detuvieron nunca a pensar en el calvario de un sueldo sencillo en aquel diciembre interminable y cubano. ¿Qué podía quedar de ese sueldo cuando los hijos ponían el zapato y se acostaban a dormir soñando con un tren de cuerda o con un automóvil de hoja de lata? Los padres que no tenían Reyes Magos lo inventaban, lo sacaban de donde hubiera que sacarlo y esa madrugada caminaban en puntillas y llegaban a la vera de la cama de los muchachos, para depositar allí los juguetes que compraron sólo ellos sabían cómo.

Había también los Reyes para las personas mayores. El pañuelo con iniciales que a hurtadillas nos ponía la mujer en la mesa de noche. O el broche de fantasía que nosotros le poníamos a ella, mientras dormía o simulaba dormir. Eran expresiones mutuas de afecto, que dependían también del sueldo espartano de diciembre.

Diciembre es la meta del año. Es el mes que más se acerca a la vejez. Es la época de amarnos entrañablemente. Florecimiento del aguinaldo y edad en que el prójimo se interesa por nuestra salud en cortesía de tarjeta-postal. Los establecimientos se iluminan y se abarrotan. En la patria risueña, cristiana y libre, que perdimos, en medio de ese torrente enloquecedor se iba inmolando, pedazo a pedazo, centavo a centavo, el sueldo de diciembre del empleado pobre, del empleado bueno, que no quería que sus hijos aprendiesen a llorar demasiado pronto…

Eladio Secades, humorista cubano.
"Las Mejores Estampas de Eladio Secades
(Estampas Costumbristas Cubanas de Ayer y de Hoy)".
Ediciones Universal, Miami, FL., 2ª Edición, 1983

Ilustración: Revista Carteles, 1957, www.guije.com
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La política
es el arte de obtener el dinero de los ricos
y el voto de los pobres
con el pretexto de proteger a los unos de los otros.

Anónimo
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17 de diciembre de 2009


Hoy, 17 de diciembre, se cumplen 239 años del bautizo de Ludwig van Beethoven. ¿Qué importancia puede tener el que se señale este acontecimiento? Porque es la fecha que más nos acerca a la de su nacimiento: es la única de ellas dos que se sabe con certeza. Mundialmente se considera la fecha de su nacimiento como el 16 de diciembre, pero ello sólo se basa en las costumbres imperantes en la época de bautizar a un niño al siguiente día de haber nacido. Pero no existe constancia alguna. Lo que sigue nos habla de la familia y el nacimiento de aquel niño que fue Ludwig van Beethoven, el hombre que revolucionaría luego el modo de hacer música. adg

La familia de Ludwig van Beethoven, cuyos miembros contaban con una tradición musical naciente, vivía bajo condiciones modestas. Su abuelo paterno, llamado también Ludwig, era descendiente de una familia de campesinos y granjeros originarios de Brabante en la región de Flandes (Bélgica), quienes que se trasladaron a Bonn en el siglo XVIII.

La partícula van de su nombre, contrario a lo que pudiera creerse, no posee orígenes nobles. El apellido Beethoven probablemente pudo haberse derivado de Betuwe, una localidad de Lieja, aunque otra hipótesis apunta a que proviene de Beeth, que quiere decir remolacha y Hoven, que es el plural de Hof, que significa granja. Por lo que Beethoven, querría decir «granjas de remolachas».

En marzo de 1733, el abuelo Ludwig emigró a Bonn en donde trabajó como director y maestro de capilla de la orquesta del príncipe elector de Colonia. El 17 de septiembre de ese mismo año contrajo matrimonio con Maria Josepha Phall. Su hijo y padre de Beethoven, Johann van Beethoven (1740-1792) era músico y tenor de la corte electoral.

El 12 de noviembre de 1767 Johann se casó en la iglesia de San Remigio en Bonn con Maria Magdalena Keverich (19 de diciembre de 1746-1787), una joven viuda e hija de un cocinero de Tréveris. Por ese motivo, el matrimonio contó con la oposición de Ludwig, su padre, que por aquel entonces ya era el prestigioso maestro de capilla de la corte y consideraba a la joven de una clase social inferior a la de su hijo.

Dos años después, en 1769, nació su primer hijo, bautizado como Ludwig Maria van Beethoven. Sin embargo, apenas 6 días después de su bautizo, el niño falleció.

El 17 de diciembre de 1770, fue bautizado su segundo hijo en la iglesia de San Remigio de Bonn, con el nombre de «Ludovicus van Beethoven», tal como se describe en el acta de bautismo. Su fecha de nacimiento, generalmente aceptada como el 16 de diciembre de 1770, no cuenta con documentación histórica que pueda respaldarla.

María Magdalena tuvo aún cinco hijos más, de los que sólo sobrevivieron dos: Kaspar Anton Karl van Beethoven, bautizado el 8 de abril de 1774, y Nikolaus Johann van Beethoven, bautizado el 2 de octubre de 1776.

Los biógrafos no tienen claras las fechas de nacimiento exactas de ninguno de los hijos de María Magdalena Keverich.

Fuente: Wikipedia.org
Ilustración Google
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El Fruitcake
y el Panettone


Ana Dolores García

Entre los sabores que los cubanos nos trajimos de la Navidad, no pueden faltar los dulces que redondeaban la cena de la Nochebuena criolla. Les hemos seguido siendo fieles, porque apenas llega el mes de diciembre comenzamos a recorrer mercados latinos en busca de los turrones de almendra. Y el propio día de la comida, mientras el pernil se asa en el horno o en la caja china, y se va preparando el congrí o los moros, nos enfrascamos en el laborioso proceso de hacer buñuelos.

Dos dulces más se han agregado a nuestra mesa. Los conoce el mundo entero pero nunca formaron parte de nuestra costumbre. Los anglosajones se decantan por el fruitcake, mientras que para los latinos el «pan dulce» o su original italiano, el «panettone», es toda una tradición navideña.

Muchos aseguran que la confección del fruitcake se inició en el Este de Europa. Otros se refieren a su inicio como romano. En realidad, el origen de este plato tradicional es muy difícil de enmarcar en un lugar determinado porque su creación se debió a la necesidad de obtener un producto duradero y nutritivo, y más o menos en Roma o más al Este de ella la necesidad de un alimento duradero y nutritivo que resistiera el largo invierno, era la misma para todos los pueblos europeos.

En su confección se emplean frutos secos, dátiles, nueces, especias de fuerte sabor como el jengibre y, aunque ello se ha conservado como el ingrediente básico, ha ido sufriendo transformaciones que han mejorado su gusto y su presencia. Pequeñas piezas de estos frutos se confitan, se hacen más dulces y se maceran en licor durante varios días.

No se sabe a ciencia cierta cuando el fruitcake se convirtió en un clásico navideño, pero se habla de que los ingleses comenzaron a repartirlo en el siglo XVII a las mujeres pobres que cantaban villancicos por las calles de Londres. En los Estados Unidos es también el postre tradicional en la mesa de Navidad.

El pan dulce es, para algunos pueblos de Hispanoamérica, el postre más tradicional de la Navidad e igualmente les llegó de Europa, porque este pan dulce es una derivación del Panettone italiano.

Según un censo realizado en Roma durante los buenos tiempos del Imperio de los Césares, la mayoría de las panaderías allí pertenecían a los griegos, lo que nos da idea de la antigüedad de la elaboración del pan. Pero parece ser que el Panettone no se creó en Roma sino en Milán y que fue muchos años después de la caída del imperio romano, en la segunda mitad del siglo XV.

Cuenta una leyenda que el Duque Ludovico Sforza probó una especie de pan dulce en la boda de la hija de un panadero llamado Toni, y que gustó tanto a todos que pronto se hizo muy popular y su consumo de fue extendiendo por toda Europa. Esta leyenda explicaría la etimología de su nombre: panettone: pan de toni.

La elaboración del panettone es más sencilla y no requiere tantos ingredientes como el fruitcake. Se trata de una masa de harina, ligera, esponjosa y trabajada con huevos, mantequilla, levadura y azúcar, a la que únicamente se le agregan pasas y ralladura de naranja.

Ilustración: Google
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Carilda Oliver Labra

Carilda

Traigo el cabello rubio; de noche se me riza.
Beso la sed del agua, pinto el temblor del loto.
Guardo una cinta inútil y un abanico roto.
Encuentro ángeles sucios saliendo en la ceniza.

Cualquier música sube de pronto a mi garganta.
Soy casi una burguesa con un poco de suerte:
mirando para arriba el sol se me convierte
en una luz redonda y celestial que canta...

Uso la frente recta, color de leche pura,
y una esperanza grande, y un lápiz que me dura;
y tengo un novio triste, lejano como el mar.

En esta casa hay flores, y pájaros, y huevos,
y hasta una enciclopedia y dos vestidos nuevos;
y sin embargo, a veces... ¡qué ganas de llorar!

Carilda Oliver Labra (1922-), poetisa cubana nacida en Matanzas. Es una de las más sobresalientes poetisas de hispanoamérica, ganadora de importantes premios literarios: Premio Nacional de Poesía en 1950, Primer Premio y Flor natural en el Certamen Nacional; ganadora del Certamen Hispanoamericano organizado por el Ateneo Americano de Washington para conmemorar el tricentenario del nacimiento de Sor Juana Inés de la Cruz, Premio Nacional de Literatura en 1997 y Premio Internacional José de Vasconcelos en el año 2002.
Entre sus obras se destacan: «Al sur de mi garganta» en 1949, «Memoria de la fiebre» en 1958, «Versos de amor» en 1963, «La ceiba me dijo tú» en 1979, y «Desaparece el polvo» en 1983.
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16 de diciembre de 2009

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La intuición de una mujer
es más precisa
que la certeza de un hombre.

Rudyard Kipling (1865-1936)
Novelista británico
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¿Ves cómo te gusta la ópera?

Un día cualquiera de mercado, la música empieza a sonar entre los puestos de frutas y verduras. Fragmentos de la Traviata de Verdi interpretados en pleno Mercado Central de Valencia.

Los rostros de los compradores, asombrados ante la magia del arte, hacen que recuperemos la confianza en el buen gusto. El gusto por la buena fruta, la verdura, el champán, la música y la vida.

Podemos participar pinchando sobre:

http://www.youtube.com/watch?v=Ds8ryWd5aFw

Recibido de Leonor Agüero, Vigo, España
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De cómo San Nicolás
se convirtió en Santa Claus

San Nicolás, Obispo

La leyenda de Santa Claus deriva directamente de las que desde muy antiguo han adornado la figura de San Nicolás de Bari (280-350), obispo de Myra en Licia, hoy Turquía, y santo que, según la tradición, entregó todos sus bienes a los pobres para hacerse monje y obispo, distinguiéndose siempre por su generosidad hacia los niños.

En la Edad Media, la leyenda de San Nicolás arraigó de forma extraordinaria en Europa, particularmente en Italia, pues a la ciudad italiana de Bari fueron trasladados sus restos en el año 1087 al ser ocupada por los musulmanes la ciudad Myra.


San Nicolás y los holandeses

También en países germánicos como los estados alemanes y holandeses fueron haciéndose muy populares la devoción y la leyenda. En Holanda adquirió notablBarie relieve su figura, al extremo de que se convirtió en patrón de los marineros holandeses y de la ciudad de Amsterdam.

Cuando los holandeses se establcieron en Nueva Amsterdam (la actual isla de Manhattan), erigieron una imagen de San Nicolás, e hicieron todo lo posible para mantener su culto y sus tradiciones en el Nuevo Mundo.

Washington Irving

La devoción de los inmigrantes holandeses por San Nicolás era tan profunda y al mismo tiempo tan pintoresca y llamativa que, en 1809, el escritor norteamericano Washington Irving (1783-1859) trazó un cuadro muy vivo y satírico de ellas (y de otras costumbres holandesas) en un libro titulado Knickerbocker's History of New York (La historia de Nueva York según Knickerbocker).

En el libro de Irving, San Nicolás era despojado de sus atributos obispales y convertido en un hombre mayor, grueso, generoso y sonriente, vestido con sombrero de alas, calzón y pipa holandesa. Tras llegar a Nueva York a bordo de un barco holandés, se dedicaba a arrojar regalos por las chimeneas, que sobrevolaba gracias a un caballo volador que arrastraba un trineo prodigioso.

El hecho de que Washington Irving denominase a este personaje "guardián de Nueva York" hizo que su popularidad se desbordase y contagiase a los norteamericanos de origen inglés, que comenzaron también a celebrar su fiesta cada 6 de diciembre, y que convirtieron el "Sinterklaas" o "Sinter Klaas" holandés en el "Santa Claus" norteamericano.

Un poema de Clement Moore
y un nuevo impulso


Ilustración de 1862


Pocos años después de la publicación del libro de Irving, la figura de Santa Claus había adquirido tal popularidad en la costa Este de los Estados Unidos que, en 1823, un poema anónimo titulado A Visit of St. Nicholas ('Una visita de San Nicolás'), publicado en el periódico Sentinel ('El Centinela') de Nueva York, encontró una acogida sensacional y contribuyó enormemente a la evolución de los rasgos típicos del personaje. Aunque publicado sin nombre de autor, el poema había sido escrito por un oscuro profesor de teología, Clement Moore, que lo dedicó a sus numerosos hijos y nunca previó que un familiar suyo lo enviaría a un periódico.

Hasta el año 1862, ya octogenario, no reconocería Moore su autoría. En el poema, San Nicolás aparecía sobre un trineo tirado por renos y adornado de sonoras campanillas. Su estatura se hizo más baja y gruesa, y adquirió algunos rasgos próximos a la representación tradicional de los gnomos (que precisamente según viejas leyendas germánicas recompensaban o castigaban a los niños). Los zuecos holandeses en que los niños esperaban que depositase sus dones se convirtieron en anchos calcetines.

Finalmente, Moore en su escrito desplazó la llegada del simpático personaje del 6 de diciembre típico de la tradición holandesa, al 25 de ese mes, lo que influyó grandemente en el progresivo traslado de la fiesta de los regalos al día de la Navidad.

Thomas Nast




El otro gran contribuyente a la representación típica de San Nicolás en el siglo XIX fue un inmigrante alemán llamado Thomas Nast. Nacido en Landau (Alemania) en 1840, se estableció con su familia en Nueva York desde que era un niño, y alcanzó gran prestigio como dibujante y periodista. En 1863, Nast publicó en el periódico Harper's Weekly su primer dibujo de Santa Claus, cuya iconografía había variado hasta entonces, fluctuando desde las representaciones de hombrecillo bajito y rechoncho hasta las de anciano alto y corpulento.

El dibujo de Nast lo presentaba con figura parecida a la de un gnomo en el momento de entrar por una chimenea. Sus dibujos de los años siguientes (siguió realizándolos para el mismo periódico hasta el año 1886) fueron transformando sustancialmente la imagen de Santa Claus, que ganó en estatura, adquirió una barriga muy prominente, mandíbula muy ancha, y se rodeó de elementos como el ancho cinturón, el abeto, el muérdago y el acebo.

Aunque fue representado varias veces como viajero desde el Polo Norte, su voluntariosa aceptación de las tareas del hogar y sus simpáticos diálogos con padres y niños le convirtieron en una figura todavía más próxima y entrañable. Cuando las técnicas de reproducción industrial hicieron posible la incorporación de colores a los dibujos publicados en la prensa, Nast pintó su abrigo de un color rojo muy intenso. No se sabe si fue él el primero en hacerlo, o si fue el impresor de Boston Louis Prang, quien ya en 1886 publicaba postales navideñas en que aparecía Santa Claus con su característico vestido rojo.

La posibilidad de hacer grandes tiradas de tarjetas de felicitación popularizó aún más la figura de este personaje, que numerosas tiendas y negocios comenzaron por entonces a usar para fines publicitarios. Llegó incluso a ser habitual que, durante las celebraciones navideñas, los adultos se vistieran como él y saliesen a las calles y tiendas a obsequiar a los niños y hacer propaganda de todo tipo de productos. Entre 1873 y 1940 se publicó la revista infantil St. Nicholas, que alcanzó una enorme difusión.

De Obispo a laico bonachón

La segunda mitad del siglo XIX fue trascendental en el proceso de consolidación y difusión de la figura de Santa Claus. Por un lado, quedaron fijados (aunque todavía no definitivamente) sus rasgos y atributos más típicos. Por otra, se profundizó en el proceso de progresiva laicización del personaje. Efectivamente, Santa Claus dejó de ser una figura típicamente religiosa, asociada a creencias específicas de determinados grupos credenciales, y se convirtió más bien en un emblema cultural, celebrado por personas de credos y costumbres diferentes, que aceptaban como suyos sus abiertos y generales mensajes de paz, solidaridad y prosperidad. Además, dejó de ser un personaje asociado específicamente a la sociedad norteamericana de origen holandés, y se convirtió en patrón de todos los niños norteamericanos, sin distinción de orígenes geográficos y culturales.

Prueba de ello fue que, por aquella época, hizo también su viaje de vuelta a Europa, donde influyó extraordinariamente en la revitalización de las figuras del "Father Christmas" o "Padre Navidad" británico, o del "Père Noël" o "Papá Noel" francés, que adoptaron muchos de sus rasgos y atributos típicos.


La Coca Cola y Santa Claus




El último momento de inflexión importante en la evolución iconográfica de Santa Claus tuvo lugar con la campaña publicitaria de la empresa de bebidas Coca-Cola, en la Navidad de 1930. Como cartel anunciador de su campaña navideña, la empresa publicó una imagen de Santa Claus escuchando peticiones de niños en un centro comercial. Aunque la campaña tuvo éxito, los dirigentes de la empresa pidieron al pintor de Chicago (de origen sueco) Habdon Sundblom que remodelara el Santa Claus de Nast.

El artista, que tomó como primer modelo a un vendedor jubilado llamado Lou Prentice, hizo que perdiera su aspecto de gnomo y ganase en realismo. Santa Claus se hizo más alto, grueso, de rostro alegre y bondadoso, ojos pícaros y amables. La ropa roja y blanca coincidía con los colores oficiales de Coca-Cola.

El personaje estrenó su nueva imagen, con gran éxito, en la campaña de Coca-Cola de 1931, y el pintor siguió haciendo retoques en los años siguientes. Muy pronto se incorporó a sí mismo como modelo del personaje, y a sus hijos y nietos como modelos de los niños que aparecían en los cuadros y postales. Los dibujos y cuadros que Sundblom pintó entre 1931 y 1966 fueron reproducidos en todas las campañas navideñas que Coca-Cola realizó en el mundo, y tras la muerte del pintor en 1976, su obra ha seguido difundiéndose constantemente.

A través de las postales, cuentos, tiras cómicas y películas norteamericanas, la regordeta figura de Santa Claus sigue ganando popularidad en todo el mundo, y hoy puede decirse que constituye la advocación más universal y conocida, y también la más laica y comercial, de todas las derivadas del San Nicolás de Bari que desde el siglo IV se ha considerado tradicional protector de los niños.

Thomas Nast's Christmas Drawings for the Human Race (Nueva York, 1890). WEISER, Francis X. Handbook of Christian Feasts and Customs (Nueva York, 1958).
RODRÍGUEZ, Pepe, Mitos y ritos de la Navidad: origen y significado de las celebraciones navideñas. (Barcelona, 1997).

J.M.PEDROSA, ACI, Enciclopedia Católica.
Editado en 2003
Ilustraciones: Google
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