¡Qué cara de torrija tienes!
La torrija es un dulce de origen europeo de larga
tradición que España y Portugal se encargaron de difundir en América. Cada país de Europa tiene su propia
versión de la torrija tradicional.
En Francia llaman a su versión el pan perdu, o sea, el pan perdido En Gran Bretaña y Alemania las
denominan algo parecido: poor knights of
Windsor, y Arme Ritter
respectivamente. Los portugueses las conocen como rabanadas, aunque son mas un dulce típico de Navidad. Los
norteamericanos a las torrijas las llaman french
toast, los suizos las denominan fotzelschnitten y los austríacos pofesen. En Hungría son bundás kenyér, y wentelteeijfe en los Países Bajos.
De las torrijas ya se hablaba en la época de los romanos.
Recetas del siglo I d.C., escritas por el gastrónomo romano Marcus Gavius
Apicius, ya mencionaban un dulce muy similar a las torrijas, pero sin darles ese
nombre.
En
España, la torrija o torreja aparece ya documentada en el siglo XV, citada por Juan de Encina: «miel y muchos huevos para
hacer torrejas». Las primeras recetas escritas se remontan al “Libro de
Cozina” de Domingo Hernández de Maceras (1607) y “Arte de cozina,
pastelería, vizcochería y conservería” de Francisco Martínez Motillo (1611). Las torrijas parecidas a las que hoy conocemos tienen
su origen en el siglo XV y nacen como una costumbre muy alejada de la
celebración de la Semana Santa.
Siempre se asociaron a tiempos difíciles y estrecheces
económicas, en los que disponer de un elemento barato y asequible como los
restos del pan, permitían poder comer algún dulce de vez en cuando sin gastar mucho.
Estos dulces, elaborados a base de pan duro, huevos, azúcar,
leche o vino, comenzaron a prepararse para aliviar a las parturientas al dar a
luz y favorecer su recuperación posterior al parto allá por los años 1600. Al
principio se preparaban con rebanadas de pan de pequeño tamaño y se servían
acompañadas de una copita de vino.
Aunque siguen comiéndose durante todo el año, ¿cómo llegaron
a ser un dulce de Cuaresma y Semana Santa? Porque se han instalado como postre
típico en esas fechas, y lo cierto es que al ser un alimento calórico portador
de energía, comenzaron a incluirse en la Cuaresma para compensar los días de
abstinencia de algunos alimentos.
Consiste en una rebanada de pan (habitualmente de
varios días) que es empapada en leche o vino y, tras ser rebozada en huevo, se fríe en una sartén con aceite. Se endulza con miel, melaza o azúcar y
es aromatizada con canela. Hoy en día en las pastelerías se encargan de
disfrazar la torrija original con los mas variados aditamentos que pueden ir
desde zanahorias, fresas, crema pastelera, chocolate….
¡Ah!, En España la torrija tiene también un
sentido popular insospechado. ¿Qué tal si alguien te dice “’¡Qué cara de
torrija tienes!”? Por si acaso te lo dicen, te conviene saberlo: te han dicho
que tienes cara de borracho.