Las luces de Navidad
en Cuba
P. Danny Roque, SJ
[Desde la
llegada al poder del régimen castrista] hasta los años noventa solo en
las iglesias brillaron las luces de Navidad. Aquellos arbolitos navideños
simbolizaban lo que por decreto se quiso borrar. El empecinamiento en producir
10 millones de toneladas de azúcar en 1969, eliminó la fecha de los días
feriados. Cortar caña se priorizó a tal punto que no hubo lugar para agradecer
a Dios su encarnación. No se alcanzó la meta y la festividad no volvió.
Entre 1976 y 1992 el país fue constitucionalmente ateo; pocos
eran los espacios para los símbolos religiosos. Quienes iluminaron sus
Navidades, los mismos que conservaron la fe, lo hicieron bajo el silencio
prudente de sus hogares. Casi siempre con adornos que, al ser reliquias
funcionales, la escasez les alargó el retiro. La cena familiar con puerco
asado, frijoles, buñuelos, turrones y vino, se hizo progresivamente más
difícil. Fueron tiempos en que la gente vestía camisas de trabajo, calzaban
zapatos plásticos “dados” por la libreta de cupones y casillas. Carnes como la
de res, la mínima distribuida por la libreta, se esfumaron por completo.
Después de 1995, la despenalización del dólar, la presencia de
corporaciones extranjeras y el trabajo por cuenta propia, trajeron nuevas luces
de Navidad. Sin poder entrar a los hoteles, desde afuera se alcanzaba a ver el
destello. Las tiendas en dólares empezaron a vender arbolitos y las paladares y
familias los restituyeron. En 1997 se declaró no laborable el 25 de diciembre;
al año siguiente, después de la visita de Juan Pablo II, se declaró feriado.
Hoy, las calles siguen sombrías, no hay Santas ni Reyes Magos y
casi nadie hace regalos por Navidad. Ya no se cuestionan los adornos y las
tiendas continúan vendiendo arbolitos, hechos en China. Esta vez con una tónica
más comercial porque, como dijo Rosa Luxemburgo, el capitalismo expande como
sea.
Aunque la Navidad casi se pierde como tradición, algunas
familias arman sus nacimientos, y todavía con dificultades celebran la
Nochebuena. Puede que las luces aún sean pocas y no iluminen nuestras calles.
Hace dos mil años solo una estrella alumbró aquel pesebre donde el amor de Dios
se mostraba en el llanto de un niño.
Reproducido de Vida Cristiana/Palabra Nueva, La Habana, Cuba