7 de mayo de 2019

LUISA PEREZ DE ZAMBRANA

Luisa Pérez de Zambrana

Luisa Pérez y Montes de Oca pasó a la historia con el apellido de su esposo, por eso se la conoce como de Luisa Pérez de Zambrana. Fue una poetisa cubana de marcado acento elegíaco. Luisa Pérez de Zambrana nació en la finca El Melgarejo, cerca de las minas de El Cobre, Santiago de Cuba,    el 25 de agosto de 1837.    Huérfana de padre tempranamente, se mudó con su familia a la ciudad de Santiago donde se dio a conocer como poeta. Al casarse se estableció en La Habana.  
Es una de las poetisas de las que se dice «nació con el don de la poesía» y está considerada entre las mejores de Cuba y Hispanoamérica. Su padre era originario de las Islas Canarias.  A la edad de 14 años compuso su primer trabajo literario y sus versos, que recogió en un cuaderno publicado con la ayuda de los intelectuales que la rodeaban y admiraban su poesía en Santiago.

El libro dio la vuelta a la Isla.  El intelectual don Ramón Zambrana quedó prendido de su obra, yendo a Santiago de Cuba para conocerla y comprometerse con ella, una vez que la conoció por una foto, para luego llevársela a La Habana. 
Por sus grandes dotes poéticas y su gracia y finura, Luisa fue elegida para coronar a la gran Gertrudis Gómez de Avellaneda en el Teatro Tacón  en 1860.
Contrajeron matrimonio en 1858 y tuvieron cinco hijos pero a los ocho años de casada quedó viuda. Más tarde murió su hermana Julia, también poetisa, y vio a morir a sus cinco hijos. Esto tuvo consecuencias tanto en su estado de ánimo como en su obra.
A causa de que su vida estuvo marcada por la presencia constante de la muerte, su obra estuvo llena de sensibilidad, melancolía, pasión y ternura, con reflexiones religiosas y de toque filosófico sobre la muerte: estas dos últimas características se dan a notar en sus elegías.
En el año 1918 recibió un homenaje por parte del Ateneo de La Habana   y posterior a esto apareció una nueva edición de sus poesías con prólogo de Enrique José Varona, quien la bautizó como «la más insigne elegíaca de nuestras líricas».
Fue fundadora del Liceo Artístico y Literario de Regla.  Sus obras fueron premiadas en los selectos Juegos Florales de la ciudad de Madrid. Entre dichas obras se encuentra el libro de oraciones llamado DevocionarioLa vuelta al bosqueDolor supremoMartirio. De ella dijo José Martí:   «se hacen versos de la grandeza, pero sólo del sentimiento se hace poesía».
Vivió sus últimos años en el municipio habanero de Regla,  donde murió el 25 de mayo de 1922. 

Fuente: Wikipedia  

  

Fragmento de “Mi casita blanca

En medio de esta paz tan lisonjera
que nunca turba doloroso invierno
no sé por qué de mi alma se apodera
siempre un recuerdo pesaroso y tierno.
Un recuerdo tan grato como triste,
que convida a llorar, pero no abruma,
un celeste recuerdo que se viste
de aromas, de celajes y de espuma.
Que trae de un bosque la amorosa sombra,
que trae de un río el cariñoso ruido,
cuyo rumor dulcísimo me nombra
algún pasado que me fue querido.
No sé si es sueño; pero entonces creo
conocer el murmullo de la ola,
y entre las ramas levantarse veo
mi casita de guano, blanca y sola.
¡Oh mi verde retiro! quién pudiera
ver otra vez tus deliciosos llanos,
y quién bajo tus álamos volviera
como antes a jugar con mis hermanos.
Y ver mi lago de color de cielo
donde yo con mis pájaros bebía,
mi loma tan querida, mi arroyuelo,
mi palma verde a cuyo pie dormía.
Mis árboles mirándose en el río,
mis flores contemplando las estrellas,
mis silenciosas gotas de rocío
y mis rayos de Sol temblando en ellas.
¡Oh mi casita blanca! Recordando
el tiempo que pasara sin congojas,
viendo correr el agua y escuchando
el himno cadencioso de las hojas,
he llorado mil veces; que allí amaba
una rama de tilo, un soto umbrío,
un lirio, un pajarillo que pasaba,
una nube, una gota de rocío.
¡Oh mi risueño hogar! ¡Oh nido amado!
lleno de suavidad y de inocencia!
que en tu musgo sedoso y azulado
se deshoje la flor de mi existencia.
Y cuando llegue entristecida y grave
la muerte con las manos sobre el pecho,
mire vagar como un celaje suave
el ángel de la paz sobre mi lecho.
Y al cerrar mis pupilas dulcemente
que vaya la virtud sencilla y pura
a apoyar melancólica la frente
en la cruz de mi triste sepultura.

6 de mayo de 2019

AMPARO, LA HISTORIA DE CUBA EN UN TRAGO DE RON


Amparo,
la historia de Cuba
en un trago de ron



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Dicen que no hay mejor forma de conocer una cultura que a través de su comida. En el caso de Cuba, eso es mejor hacerlo a través del ron. Así parecen sugerirlo los creadores de  "Amparo", la pieza teatral que está agotando localidades en Miami.
Estrenó el 12 de abril y estará en escena hasta el 2 de junio.
Aunque muchas personas han escuchado sobre el ron Havana Club y otras lo han degustado alguna vez en su vida, lo cierto es que la mayoría de la gente no conoce la maravillosa historia que se esconde detrás de lo que los expertos consideran el mejor ron del mundo.
La puesta en escena de “Amparo” recrea el surgimiento del famoso Ron Havana Club, cuando Ramón Arrechavala manejaba la icónica empresa licorera en Matanzas (Cuba). La trama también retrata el triunfo de Fidel Castro y sus partidarios, quienes incautaron la propiedad del empresario y lo enviaron a prisión, hasta que éste pudo salir a España y llegar a Estados Unidos.
Pero “Amparo”, escrita por Vanessa García y dirigida por Victoria Collado, bajo la producción del grupo Broadway Factor, no es una aburrida clase de historia ni otra radiografía más sobre la revolución cubana. La trama arranca cuando Ramón (René Granados) y Amparo Alvaré (Bertha Leal) se conocieron y se enamoraron en el legendario Club Náutico, ubicado en el hermoso balneario de Varadero.
Esta escena que da comienzo a la obra, transcurre durante la víspera de año nuevo en 1957. El Club Náutico es recreado con intenso verismo: Mientras una banda cubana ejecuta música en vivo y muchas parejas bailan en el recinto, el espectador de repente se vuelve partícipe de la fiesta en la obra.

La actriz Bertha Leal encarna a Amparo Arechabala y el actor René Granado hace de su esposo Ramón Arechabala, patriarcas de la marca de ron Havana Club en la obra “Amparo”. (CORTESIA/TEAM)
Teatro de inmersión
Lo de obra teatral es un decir porque “Amparo” es mucho más que eso. Jugando con el tan de moda concepto “teatro de inmersión”, los espectadores son llevados de la mano por el elenco no solo para bailar y cantar, sino también para hacer un rápido recorrido a través de las seis últimas décadas de la historia cubana.
En el ‘teatro de inmersión’ que propone “Amparo”, el espectador no se limita a estar sentado en una silla y ver a los actores actuar. Aquí el espectador participa activamente junto al elenco y se involucra en la obra de principio a fin. Hasta que en algún momento, el legendario músico Roberto Torres aparece en escena.
Para hacer de “Amparo” una auténtica experiencia que involucra al espectador, sus creadores adecuaron una vieja villa ubicada en Downtown Miami y la transformaron en un escenario multifuncional con diferentes espacios escénicos donde se recrean las distintas secuencias que componen la obra. Mientras recorre las instalaciones de la vieja casona, el espectador conoce la historia cubana y su ron Havana Club.

La dramaturga Vanessa García, izq., y la directora Vicky Collado son las creadoras de “Amparo". (CORTESIA/TEAM)
Ingrediente especial
Además de la música y la danza cubana que tanto exaltan los sentidos, los creadores de “Amparo” han agregado otro ingrediente especial: el ron.
Antes de que empiece la función teatral, los asistentes son recibidos en un bar donde se ofrecen los cócteles que estaban de moda en la época que recrea la obra. Cinco expertos bartenders preparan a gusto del cliente sus bebidas predilectas sin ningún costo.
Luego de esta breve pero exquisita experiencia etílica, el espíritu del espectador está listo para ser llevado de la mano por un elenco de 23 actores. Entre estos figuran conocidas figuras del cine cubano como Francisco Gattorno (“Fresa y chocolate”), Héctor Medina (“Viva”) y Roberto Escobar (“The Perez Family”).
”Amparo” estrenó el 12 de abril. En escena hasta el 2 de junio.
Cuándo: jueves a sábado, 7 and 10 p.m.; domingos, 3:30 y 6:30 p.m. (Se ofrecen cocteles cortesía de Havana Club una hora antes de cada función)
Dónde: Villa Amparo, 221 NE 17th St., Miami
Boletos: Desde $79 (más los cargos de servicios)
Informes:
theamparoexperience.com, https://www.therealhavanaclub.com/amparo/ o 877-542-8262

Hernado Olivares,
Reproducido de El Sentinel

5 de mayo de 2019

LA LARGA SAGA DE H. UPMANN

La larga saga de H. Upmann




Ciro Bianchi Ross

Hubo mucho de casualidad en la fundación de la fábrica de tabacos y la creación de la marca H. Upmann. Corría el año de 1839 cuando Hermann Dietrich Upmann, hijo de un maestro relojero nacido en Bremen 23 años antes, decide dejar atrás su ciudad natal y cruza el Atlántico con ansias de venir a «hacer la América». Durante la larga y monótona travesía, un pasajero de origen británico que viajaba con destino a La Habana lo convenció de que probara suerte en la capital de la Isla y lo tentó con el giro de la fabricación de puros, rubro económico que prosperaba en la Colonia.
Proveedor de su majestad
Soltero y soñador, Hermann Dietrich siguió las recomendaciones del viajero desconocido. Aprendió lo que tenía que aprender acerca de los habanos y el 1ro. de marzo de 1844 abría su fábrica en la calle San Miguel 75. Su prestigio creció por días y con el tiempo alcanzó la calificación de «Proveedor de Su Majestad don Alfonso XII», y que se le adjudicara el sello del «Privilegio del uso de las reales armas», que hacía aparecer en las cajas de cedro en las que envasaba sus producciones; uno de los primeros manufactureros en recurrir a esos envases. H. Upmann llegaba a ser considerada, en su esfera, una de las cinco fábricas más poderosas de la Isla, y, por su seriedad, su propietario pasaba a formar parte de la directiva de la entonces recién creada Havana Cigar Brand Association, entidad que pretendía enfrentar la creciente falsificación de habanos.
En esa época, los grandes comerciantes asumían en sus empresas funciones de banqueros. Apoyado en la solvencia de su fábrica, Hermann Dietrich creó, en 1868, la agencia bancaria de la Sociedad H. Upmann y Compañía, con sede en la esquina de Amargura y Mercaderes, en La Habana Vieja, que ya a finales del siglo XIX era la firma bancaria más importante, seria y solvente de todas las Antillas. Contaba además con la naviera Gudewill Upmann, que garantizaba la transportación de sus insumos y producciones.
Hermann Dietrich fallece en 1894. Moría sin hijos. En su testamento, redactado siete años antes, dejaba a su sobrino Heinrich Upmann, alias «Henrique», al frente de la marca y la fábrica de tabacos, en tanto que Hermann Friedrich Heinrich, otro sobrino, asumiría la conducción de la agencia bancaria. Los negocios de la familia avanzaban viento en popa al crecer sus exportaciones. Los años finales del siglo XIX y la década inicial del XX fueron la etapa de mayor prosperidad para la firma. En 1907 H. Upmann rompía sus propios récords al producir 25 millones de unidades para la exportación.
En la lista negra
Es por entonces que Hermann Albert, hijo de Hermann Friedrich Heinrich, asume el mando de la empresa. No demora en unírsele su hermano. Conducen con tino los negocios, pero el emporio Upmann en La Habana está tocando a su fin. Transcurre la Primera Guerra Mundial. El 7 de abril de 1917 Cuba declara la guerra a Alemania y el 5 de diciembre del mismo año el Gobierno cubano formula una llamada Lista Negra que incluye a las principales personalidades alemanas radicadas en la Isla, 27 nombres en total encabezados por Hermann Albert Upmann, el alemán más prominente y rico. Su hermano figura asimismo en el listado. Se veía un enemigo y un posible espía en todo súbdito alemán radicado en cualquiera de los países en guerra contra Alemania. Al año siguiente, el 16 de octubre, 24 alemanes avecindados en La Habana son detenidos e internados en las prisiones de la Cabaña. La fortuna y su amistad con el presidente Mario García Menocal salvan a los Upmann del calabozo, pero, bajo fuerte vigilancia policial, cumplirían prisión domiciliaria en la residencia de Hermann Albert, en 17 y K, en el Vedado.
En quiebra
La desgracia, se dice, nunca viene sola. Finaliza la Guerra Mundial y sigue en la Isla un período de bonanza o «vacas gordas». Pero se desploma el precio del azúcar, que cae de 23 centavos en 1920 a 1,8 centavos la libra a comienzos de 1921, y se van a pique los bancos cubanos y españoles asentados en Cuba que especularon con el alza azucarera. El desastre fue total y la desmoralización del mercado provocó la ruina de productores y exportadores. La prosperidad, apuntalada además por el auge del turismo, quedó atrás y el país se sumió de manera brusca en las llamadas «vacas flacas».
Quebró el Banco Mercantil Americano de Cuba y depositarios y ahorristas, sospechando lo que se avecinaba, se lanzaron desesperados a extraer su dinero de todas las casas bancarias. No tardarían —9 de octubre de 1920— en suspender pagos el Banco Español, el Banco Internacional y el Banco Nacional de Cuba, entre otros, que confiados en que el azúcar se cotizaría entre 15 y 20 centavos/libra especularon con el alza y concedieron préstamos por más de 80 millones de pesos. Es lo que se llama el crack bancario. La moratoria decretada por el Gobierno calmó en algo los ánimos, pero solo de manera pasajera.
En mayo de 1922 quebraba el banco Upmann. Aseguran especialistas que ya para entonces estaba quebrado. La inclusión de su propietario en la Lista Negra obligó a la entidad bancaria a suspender operaciones. Sus valores fueron entonces congelados e incautados en Cuba y corrió igual suerte lo que la agencia tenía depositado en bancos de sus socios ingleses. En esa misma fecha la fábrica de puros fue entregada como resarcimiento y amortización de las deudas bancarias. Se remató por la irrisoria suma de 30 000 pesos, equivalentes a dólares, la décima parte de lo que valía realmente.
Por otra parte, los hermanos Upmann se vieron inculpados por fraude al ser acusados de una supuesta estafa y quiebra fraudulenta y por disponer de valores en depósito. Acusación que quedó sin efecto en octubre de 1922. La quiebra no dejó a Hermann Albert Upmann en la miseria. Logró salvar no pocas propiedades, si bien su posición no fue ya la misma en el panorama empresarial y financiero de la Isla. Falleció en La Habana el 3 de septiembre de 1925, a los 75 años de edad.


H. Upmann. Imagen: LAZ.
H. Upmann. Imagen: LAZ.

Vestida de griega
Su viuda, María Dolores Machín Iglesias, «asumió cabalmente todas las propiedades y negocios heredados de su esposo y sus propios negocios y mantuvo en funcionamiento cada uno de ellos con su invariable y proverbial dedicación al trabajo», escribe Raúl Martell Álvarez en su libro Fumando en La Habana, de donde el escribidor toma la información vertida en esta página. Entre otros temas relativos al tabaco, que llevó a varios títulos, Martell ha pasado años dedicado a seguir las huellas de Hermann Dietrich Upmann, el fundador de la marca, y su descendencia cubana. De ahí que la obra lleve el subtítulo de Los Upmann; Una familia cubano-alemana. Interesante grupo ese en el que sobresalen empresarios, deportistas, músicos, profesionales de diversas ramas y un combatiente como Gustavo Machín, que se enfrentó a la dictadura de Batista y formó parte de la guerrilla del Che en Bolivia, donde encontró la muerte.
María Dolores Machín nació en Sagua la Grande, el 31 de agosto de 1883, y en 1907 contrajo matrimonio con Upmann, con quien tuvo un hijo. Hizo estudios de magisterio y aunque parece que provenía de una familia acomodada, su matrimonio con el alemán le dio acceso a un mundo hasta entonces vedado para ella. Fue una de las invitadas al famoso Bal Watteau que en 1916 auspició Lila Hidalgo de Conill en su residencia de 17 y Paseo; uno de los actos sociales más resonantes y memorables de la Cuba republicana al que ella asistió vestida de griega, mientras Lila lucía un flamante traje de bailarina rusa.
No se limitaba la Machín a recepciones y saraos. Estrechamente vinculada a la Iglesia Católica, fue miembro del Comité de Damas para la conmemoración en 1922 de la canonización de Santa Teresa de Jesús. En 1944, al acceder a la Presidencia de la República, su amigo y vecino Ramón Grau San Martín, que vivía en 17 y J, la nombró presidenta del Patronato de la Corporación Nacional de Asistencia Pública, adscripta al Ministerio de Salubridad, que tenía bajo su responsabilidad las creches (guarderías infantiles) y los asilos de ancianos. Dice Raúl Martell en su libro Fumando en La Habana que «El Viejo» le había tirado el ojo a la bella María Dolores.
Grafos
La viuda de Upmann es una mujer interesante. Fue vicepresidenta y socia fundadora de Pro Arte Musical y socia del Lyceum Lawn Tennis Club. Codirigió con María Radelat de Fontanills la revista Grafos, que comenzó a aparecer en mayo de 1933 y debe haber durado hasta 1946. Una publicación lujosamente impresa y dedicada a la alta sociedad habanera que fue esencialmente gráfica, sin olvidar por eso la parte literaria. Colaboraron en sus páginas Nicolás Guillén y José Lezama Lima, Emilio Ballagas y Eugenio Florit, Cintio Vitier y Gastón Baquero, Jorge Mañach y Alfonso Hernández Catá, entre otros muchos. Esas viudas ilustres fueron asimismo las editoras del Directorio Social de La Habana, que tenía su Redacción en la casona de Línea donde radica la coordinadora nacional de los CDR y que fue la morada del doctor Eduardo Fontanills, médico de la casa de salud de la Asociación de Dependientes, y hermano de Enrique, maestro de la crónica social.
Antes, por mediación de su esposo y su cuñado, consiguió que el banco alemán Muller-Schall, radicado en Nueva York, otorgara al caricaturista Conrado W. Massaguer el crédito de 40 000 dólares que le permitió adquirir las máquinas de impresión off set, modernísimas entonces, que el publicista utilizó en su importante revista Social.
Era propietaria de una ferretería gruesa, sita en la calle Muralla, de la finca El Kuko, en Arroyo Arenas, y entre otros bienes inmuebles, de la casa donde residía, en 17 y K. A finales de la década de 1950 la viuda de Upmann arrienda, por una elevada suma, el terreno que ocupaba su residencia y construye en J entre 17 y 19 una casa de tres plantas a fin de residir ella misma e instalar a su hijo y su familia. En el espacio de la vieja casona el empresario panameño de origen judío David H. Brando Maduro construyó un moderno supermercado. Brando Maduro era propietario de la cadena de supermercados Ekloh S. A., y presidente de Minimax Supermercados, la principal cadena de venta al por menor de alimentos, vegetales, frutas, vinos y licores, con un almacén y 11 tiendas. Ahora funcionan allí un mercado comunitario y un agromercado.
En esa casa María Dolores Machín dio refugio a la célula especial, comandada por Pío Álvarez, el corajudo militante antimachadista, encargada por el Directorio Estudiantil del ajusticiamiento del capitán Calvo, jefe de la Sección de Expertos (Policía Política) de la Policía Nacional, Clemente Vázquez Bello, presidente del Senado y del mismo Machado, los dos primeros de estos acometidos con éxito,
María Dolores Machín falleció en La Habana, en 1972. Su corazón, recuerdan sus familiares más cercanos, batalló por la vida hasta el último momento. Su hijo, notable tenista, con éxitos en competencias organizadas dentro y fuera de Cuba, murió en 1998, también en La Habana.
Reproducido de Juventud Rebelde

Enviado por Mary Acebo. Muchas gracias, Mary, por este interesante aporte.