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CHINA, BYE BYE
KARL MARX
- Por Asdrúbal Caner Camejo
“La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida”
Ruben Blades. (Canción)
¿Quién
podría imaginar que un sistema comunista tan fundamentalista como el chino,
podría declarar ¡inviolable! la propiedad privada, el principal enemigo de la
clase obrera, la economía socialista y de todo el sistema comunista?
Basta leer “El Capital” de Karl Marx o cualquiera
de las obras de él o su compañero Frederik Engels, para comprobar la
importancia que se le daba a la propiedad privada, como uno de los pilares
esenciales de la teoría marxista - guía desde 1848 de los Partidos Comunistas
alrededor del mundo – en la denuncia de la “explotación del hombre por el
hombre” y la base fundamental del “diabólico sistema capitalista”.
¿Qué le dirá Fidel Castro al pueblo de Cuba, que nacionalizó casi toda la
propiedad privada en nuestro país, en nombre de la “gloriosa clase obrera
cubana”, para generar una extraordinaria riqueza y convertir a Cuba en “el
paraíso bello de la Humanidad” y sólo convirtió a Cuba en el segundo país más
pobre del Hemisferio occidental después de Haiti, según el ingreso del Producto
Nacional Bruto percápita?
Efectivamente, de acuerdo a los datos de Statistical Yearbook 1999. United
Nations y del World Development Indicators, 2001, World Bank, el Producto
Nacional Bruto percápita de Haiti para 2001 fue de 1,800 dólares mientras el de
Cuba fue de 1,700 dólares, algo inimaginable en las estadísticas del “brutal
capitalismo” de los años 50 en Cuba. Aparte de que cualquier cubano de a pie,
puede preguntarse dónde están esos imaginarios 1,700 dólares de la estadística
del Banco Mundial y Naciones Unidas, pues ellos, ni la ven pasar.
El día 3 de enero de 1959, fecha de creación del “primer gobierno
revolucionario”, se designó al Comandante Faustino Pérez como Ministro del
Ministerio de Recuperación de Bienes Malversados y, ahí comenzaría la
intervención, expropiación y estatalización imparable de un innumerable grupo
de empresas, refinerías, centrales azucareros, periódicos, tierras, viviendas y
un largo etcétera que incluirá las tierras y bienes de todos los que se
exiliaran, antecedente lógico de una mayor expropiación – la mayoría de las
cuales sin indemnización – que ocurriría en agosto-octubre de 1960.
No quiero contar las expropiaciones de la primera ley de Reforma Agraria, con
la cual todo el pueblo de Cuba estuvo de acuerdo, pues de esta forma se abolía
de manera definitiva el latifundio y se cumplía con uno de los preceptos de la
Constitución de 1940 que nunca llegó a implementarse, y que fuera una promesa
de F.Castro en su discurso conocido como “La Historia me Absolverá”.
El 6 de agosto de 1960 se nacionalizan decenas de compañías norteamericanas que
daban empleo y altos salarios en Cuba a 160,000 personas y a 2000 gerentes,
supervisores, profesionales y personal técnico, de los cuales, menos de 500
eran ciudadanos de EE.UU. Estas compañías exportaban en 1957, $273 millones(M)
de dólares, que eran aproximadamente el 20% de los ingresos por exportaciones
de Cuba y un aporte importante al excelente desempeño de nuestra Balanza de
Pagos en ese año. Esas empresas, además producían unos $456M de dólares para el
mercado local (un 2% del PNB), cuyo promedio de ganancias para el periodo
1955-1959 fue de $47M, de los cuales una gran parte se reinvertía en la isla.
A pesar de que la inversión directa de EE.UU en nuestro país era relativamente
alta ( 90% de la generación eléctrica y del servicio telefónico, 37% de la
producción azucarera, 30% de la banca, 50% del ferrocarril, 66% de la
refinación de patróleo, 20% de los seguros y 100% de la producción de nickel),
en casi todas estas empresas ya había accionistas cubanos, que según la tendencia
de este proceso, se convertirían en propietarios de ellas en un periodo de unos
30 años, como ocurrió con la industria azucarera entre 1930-1958. Pero lo que
es más importante consignar, es el aporte de estas empresas a la riqueza y
bienestar de los trabajadores de nuestro país. A cambio de eso, en la
actualidad, estando bajo la propiedad de F.Castro and Co. los trabajadores de
las mismas reciben salarios de miseria, en medio de una pobreza generalizada.
El 13 de octubre de 1960, violando la Constitución de 1940 que él juró
defender, F. Castro expropia por la Ley 890 todos los bancos nacionales y
extranjeros – menos los canadienses, que quizá por eso, además de las
multimillonarias inversiones actuales, lo han apoyado durante 45 años de
satrapía – 382 grandes empresas que incluían centrales azucareros,
ferrocarriles, molinos arroceros (que producían el 85% del consumo cubano de la
gramínea), circuitos cinematográficos, tiendas, tostaderos de café, almacenes
comerciales y fábricas de todo tipo.
Con todo este proceso expropiador, F.Castro and Co. tuvieron en sus manos más
del 65% de la propiedad privada en Cuba en 1960. El 4 de octubre de 1963 se
firma la II Reforma Agraria, que expropia a todas las fincas por encima de 5
caballerías, para terminar el ciclo expropiador de la agricultura y que se
completaría el 13 de marzo de 1968, con la llamada “Ofensiva Revolucionaria”,
por medio de la cual se expropiarían todas las pequeñas y medianas empresas
industriales y comerciales privadas, incluyendo los llamados “timbiriches”, en
una de las leyes más impensadas y de peores consecuencias en la historia de
nuestro país. De esta suerte, para 1970, el 80% de la tierra estaba en manos
del gobierno y el 20% restante, en manos de las cooperativas y campesinos
privados; el 100% de la industria, el comercio, las comunicaciones y la banca,
así como el 99% del transporte de pasajeros y mercaderías, incluyendo el
transporte marítimo y fluvial; el 100% de la radio, la prensa escrita, la
televisión, los circuitos cinematográficos y la industria del cine. Y no sirvió
de nada.
Tómese cualquier sector de la economía cubana y se verán los resultados. Por
ejemplo, la industria azucarera. A pesar de haber invertido - según documentos
de los Congresos del PCC – más de 20 mil millones de dólares en la
agro-industria azucarera, la producción de azúcar de 2006 está en los niveles
de producción de 1902 y han tenido que cerrar 71 centrales por ineficiencia e
irrentabilidad, un verdadero descalabro para la “eficiencia socialista”. O
tómese el sector de transporte. En el ferrocarril, por ejemplo, se han
invertido más de 1,500M para reducir el tiempo entre La Habana y Santiago de
Cuba, mejorar toda su infraestructura y transportar mayores volúmenes de
mercancías y pasajeros. Nada de eso se ha logrado. El transporte urbano es
prácticamente inexistente y el transporte entre provincias se ha reducido
considerablemente, creando una situación caótica para los angustiados
pasajeros, que por extrema necesidad deben trasladarse a otras provincias. O pongamos
el caso de la agricultura: un país que se vanagloriaba de tener 335 días al año
de sol y un buen régimen de lluvia, excepto en ciertas regiones, no es capaz de
producir lo suficiente para el consumo de la población, que tiene que hacer
malabares para llevarse un bocado a su boca.
El año pasado, según cifras dadas por Cuba, se
importaron más de US$ 1,500 millones en alimentos, principalmente de los EE:UU,
el “monstruo imperialista”. Sólo el robo y la bolsa negra pueden paliar la
extrema necesidad de alimentos, que en el caso de la región oriental, ha sido y
es el caso más extremo, hasta el punto de estar recibiendo alimentos de la FAO,
algo impensable en los años pre-castristas.
¿Es el pueblo cubano causante de esta situación? ¿Será nuestro pueblo un
tumulto de vagos y sinvergüenzas que quieren vivir de la caridad pública?
No se trata de eso. Cuba perdió entre 1959-1967 miles y miles de empresarios,
economistas, contadores y personal altamente calificado. Una fuerza de trabajo
valorada en más de US$ 22 mil millones de dólares.
Llegaron a EEUU, España y otras partes del mundo. En EEUU, de acuerdo a su
último censo, hay 300 mil empresas cubanas, con un volumen de ventas de 90 mil
millones (tres veces el PIB de Cuba). Constituyen sólo el 5% de los hispanos,
pero tienen el 35% de las ventas totales del mundo hispano. Sus ventas están al
nivel de las ventas de los japoneses asentados en EEUU y se han convertido en
una de las comunidades más poderosas políticamente de ese país, junto a los
judíos.
Esto es un botón de muestra. No es el pueblo de Cuba el culpable. Todos saben
quién es el culpable.
Por otra parte, el dragón chino demuestra la gigantesca transformación que
puede traer la propiedad privada, la economía de mercado y la apertura hacia
modelos de desarrollo eficientes, que sí conducen a la riqueza y el bienestar
social. Hay un proverbio chino que dice:" La montaña más grande se escala,
dando el primer paso".
Ese primer paso, es el que falta en Cuba. Y sé que no lo darán. No pueden
porque el poder se les va de la mano. Por eso viven entre la mentira y el
miedo.
Si de algo ha servido la llamada “propiedad social” en Cuba, ha sido para
servir de pedestal a la dictadura más brutal y asesina que se recuerda en la
isla. Como no hay espacio para ningún negocio privado, todo el pueblo de Cuba,
como un miserable mendigo, tiene que ir a comer de la mano del déspota, que
mata de hambre a quien se rebele y da de comer a quienes besen sus botas. Ha
servido, además, para generalizar el hambre y la miseria como instrumentos del
control político e ideológico de la población. Es increíble: el hambre como
instrumento de represión y terror.
Asdrúbal Canes Camejo
29 de marzo de 2007
http://cayocanasisland.blogspot.com/2007/03/china-bye-bye-karl-marx.html