27 de septiembre de 2014

Huellas de Santa Teresa

Huellas de Santa Teresa

La iniciativa turística «Huellas de Santa Teresa» es una ruta de peregrinaje por las 17 ciudades teresianas de España, de las que nueve se encuentran en Castilla y León.

La ruta fue presentada en el marco de la Feria Internacional del Turismo (Fitur), que se celebra en Madrid, en un acto al que asistieron, entre otras personalidades, el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz; la consejera de Cultura y Turismo, Alicia García; y el alcalde de Ávila, Miguel Ángel García Nieto, en representación de los 17 ayuntamientos, que al finalizar suscribieron el acuerdo.

El ministro anunció además que será uno de los primeros visitantes de la ruta teresiana que comienza en Ávila y discurre a través de Medina del Campo, Malagón, Valladolid, Toledo, Pastrana, Salamanca, Alba de Tormes, Segovia, Beas de Segura, Sevilla, Caravaca, Villanueva de la Jara, Palencia, Soria, Granada y Burgos, informa Ical.

Coincidiendo con el 499 aniversario del nacimiento de ‘La Santa’,  ‘Huellas de Teresa de Jesús’, se ha creado ya una ruta turística que une las diecisiete ciudades en las que existen fundaciones conventuales de la mística abulenses. Ya se puede empezar a sellar la credencial para peregrinos que, imitando el funcionamiento de la ‘compostelana’, permite obtener una distinción a aquellos que visiten un mínimo de cuatro municipios de dos comunidades autónomas diferentes.

 
Tanto la credencial como los sellos se pueden obtener en las oficinas de turismo de cada una de las localidades incluidas en la ruta. Por orden cronológico de cada fundación son: Ávila, Medina del Campo, Malagón, Valladolid, Toledo, Pastrana, Salamanca, Alba de Tormes, Segovia, Beas de Segura, Sevilla, Caravaca de la Cruz, Villanueva de la Jara, Palencia, Soria, Granada, y Burgos. Todas ellas recibieron el pasado 14 de octubre de 2013, en un acto celebrado en la iglesia del convento de La Santa, la distinción de ‘Ciudad Teresiana’ por parte de los Carmelitas Descalzos.

Punto de unión

En el acto de presentación de dicho itinerario, también estuvo presente el obispo de Ávila, Jesús García Burillo, quien invitó a los peregrinos a ser “caminantes con espíritu”, con el mismo “espíritu misionero” que hizo que Santa Teresa recorriera el país “superando todo tipo de dificultades”. Para ello, propone visitar los distintos conventos “llevando en la mano el Libro de las Fundaciones”. “Yo creo que la ruta tendrá un gran éxito en España y fuera de España”, añadió.

Sigue la huella

Además de la credencial, que se puede descargar en la web www.huellasdeteresa.com, se ha publicado una guía en la que se recoge información sobre cada ciudad y la ubicación de cada oficina de turismo –en ellas se obtendrán los sellos–. Cada uno puede diseñarse su propia ruta, pero el punto final siempre debe ser Ávila, ya que en este municipio será donde los peregrinos recojan su distinción. Todavía no sé ha comunicado en qué consistirá ese reconocimiento.

El logotipo elegido representa la huella de un pie, acompañado por un punto que simula la marca que deja el báculo de Santa Teresa. Se podrá ver en las distintas placas de bronce que cada municipio colocará alrededor de los lugares más vinculados con Santa Teresa. Además, en todos los accesos de cada localidad se colocarán carteles informando de que se entra a una ciudad teresiana.

Toda la información sobre la ruta, en inglés y en español, se puede encontrar en la web www.huellasdeteresa.com. La página ofrece la posibilidad de que cada persona diseñe su propio itinerario de ciudades a visitar y obtenga su planificación personalizada en un archivo PDF. También se puede descargar la credencial y la guía, así como acceder a los perfiles que se han abierto en Facebook y en Twitter (@HuellasTeresa).
Editado: abc.es y www.huellasdeteresa.com 
 

26 de septiembre de 2014

La vida cristiana es simple, pero no fácil

La vida cristiana es simple,
pero no fácil

VATICANO, 23 Sep. 14 / 06:25 pm (ACI/EWTN Noticias).- La vida  cristiana es “simple”, escuchar la Palabra de Dios y ponerla en práctica, no limitándose a “leer” el Evangelio, sino preguntándose de qué modo sus palabras hablan a la propia vida. Lo dijo el Papa Francisco en la homilía de la Misa  de la mañana celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.

Las palabras que decía sonaban nuevas, como “nueva” aparecía la autoridad de quien las pronunciaba. Palabras que tocaban el corazón y en las cuales tantos percibían “la fuerza de la salvación” que anunciaban. Por esta razón, observó Francisco, las muchedumbres seguían a Jesús. Pero también estaban aquellos que lo seguían “por conveniencia”, sin demasiada pureza de corazón, tal vez sólo por las “ganas de ser más buenos”.

El Santo Padre, señala la nota de Radio Vaticano, explicó luego que en dos mil años no es que este escenario haya cambiado mucho. También hoy muchos escuchan a Jesús como aquellos nuevos leprosos del Evangelio que, “felices” con su nueva salud, “se olvidaron de Jesús” que se las había devuelto.

“Pero Jesús seguía hablando a la gente y amaba a la gente, amaba a la muchedumbre hasta tal punto que dice: ‘Estos que me siguen, esa muchedumbre inmensa, son mi madre y mis hermanos, son éstos’. Y explica: ‘Quienes escuchan la Palabra de Dios, la ponen en práctica’. Estas son las dos condiciones para seguir a Jesús: escuchar la Palabra de Dios y ponerla en práctica. Esta es la vida cristiana, nada más, ¡eh! Simple, simple. Tal vez nosotros la hayamos hecho un poco difícil, con tantas explicaciones que nadie entiende, pero la vida cristiana es así: escuchar la Palabra de Dios y ponerla en práctica”.

He aquí porqué –como lo describe el pasaje del Evangelio de Lucas– Jesús replica a quien le refería que sus parientes lo estaban buscando: “Mi madre y mis hermanos son aquellos que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica”.

Y para escuchar la Palabra de Dios, la Palabra de Jesús –dijo el Papa– basta abrir la Biblia,   el Evangelio. Pero estas páginas – afirmó – no deben ser leídas, sino escuchadas. “Escuchar la Palabra de Dios – indicó Francisco – es leer eso y decir: ‘¿Pero qué me dice a mí esto, a mi corazón? ¿Qué me está diciendo Dios a mí, con esta palabra?”. Y nuestra vida cambia”.

“Cada vez que nosotros hacemos esto – abrimos el Evangelio, leemos un pasaje y nos preguntamos: ‘Con esto Dios me habla, ¿me dice algo a mí? Y si dice algo, ¿qué cosa me dice?’ – esto es escuchar la Palabra de Dios, escucharla con los oídos y escucharla con el corazón. Abrir el corazón a la Palabra de Dios”.

“Los enemigos de Jesús escuchaban la Palabra de Jesús, pero estaban cerca de él para tratar de encontrar una equivocación, para hacerlo patinar, y para que perdiera autoridad. Pero jamás se preguntaban: “¿Qué cosa me dice Dios a mí en esta Palabra?”. Y Dios no habla sólo a todos; sí, habla a todos, pero habla a cada uno de nosotros. “El Evangelio ha sido escrito para cada uno de nosotros”.

Ciertamente, prosiguió el Santo Padre, poner después en práctica lo que se ha escuchado “no es fácil”, porque “es más fácil vivir tranquilamente sin preocuparse de las exigencias de la Palabra de Dios”. Pistas concretas para hacerlo –recordó– son los Mandamientos, las Bienaventuranzas. Contando siempre con la ayuda de Jesús, incluso cuando nuestro corazón escucha y hace de cuenta que no comprende. Él, dijo el Papa, “es misericordioso y perdona a todos”, “espera a todos, porque es paciente”.

“Jesús recibe a todos, también a aquellos que van a escuchar la Palabra de Dios y que después lo traicionan. Pensemos en Judas: ‘Amigo’, le dice, en aquel momento en que Judas lo traiciona. El Señor siempre siembra su Palabra, sólo pide un corazón abierto para escucharla y buena voluntad para ponerla en práctica”.

25 de septiembre de 2014

Crímenes de la revolución castrista

Crímenes de la revolución castrista:
La causa 829 de 1960
Por Pedro Corzo

La lucha contra el castrismo tiene una cosecha de mártires aterradora. Muchos cayeron en combates, otros miles fueron ejecutados ante el paredón sin haber sido sometidos a un proceso judicial que garantizara sus derechos, murieron en las prisiones o simplemente se cuentan como desaparecidos.

Sin embargo hubo un juicio, que aunque en cierta medida era similar a procesos anteriores, marcó la pauta de cómo el régimen procesaría en el futuro a sus enemigos. Fue un enjuiciamiento masivo por la gran cantidad de encausados, también porque el gobierno difundió ampliamente el juicio, como parte de una extensa e intensa campaña de terror que se inició desde los primeros días que los Castro accedieron al poder.

La causa 829 de 1960, involucró a mas de cien personas, en su mayoría campesinos. Algunas de los indiciados habían sido figuras notables en el proceso insurreccional. Las autoridades le dieron al juicio una proyección nacional, fue trasmitido por radio, y el público que presenció el proceso, eran en su mayoría miembros del ejército rebelde y antiguos compañeros de lucha de algunos de los procesados. La sede del espectáculo fue el teatro del regimiento Leoncio Vidal de Santa Clara.

Héctor Caraballo, recuerda que la mayoría de los familiares de los presos se aglomeraron en las proximidades del inmueble y que cercanos a ellos, estaban los partidarios del régimen que gritaban desaforadamente paredón. Señala Caraballo que las madres y esposas de los procesados, en su mayoría campesinos de apariencia muy humildes, le pedían a los oficiales que custodiaban la entrada del teatro que les permitieran pasar para ver a sus deudos, derecho que le fue otorgado a muy pocas personas.

En varios lugares de la isla hubo protestas, pero las más fuertes fueron en Santa Clara, el estudiante Luis Salvador Albertini cuenta que cientos de sus compañeros se concentraron en la iglesia del Buen Viaje con el fin de marchar por las calles de la ciudad para reclamar que la vida de los enjuiciados fuera respetada, pero que como la convocatoria había sido pública, el gobierno organizó a sus partidarios que armados de cabillas de hierro y bates de pelota, golpearon brutalmente a los que se manifestaban.

Los acusados no contaron con una defensa apropiada. La mayoría de los familiares de los incriminados no fueron informados de la fecha del juicio, como tampoco de las sentencias, porque aquella noche no se dictó veredicto alguno, aunque cinco hombres fueron fusilados.

El sacerdote Olegario Cifuentes los acompañó en el autobús en el que fueron trasladados hasta el paredón de la finca La Campana, fertilizado, antes y después, con la sangre de muchos cubanos. El padre Olegario habló con ellos, les pidió que se confesaran y se ofreció para llevar un mensaje a sus familiares. Una carta, minutos antes de caer ante la descarga, le fue entregada por el comandante del ejército rebelde Plinio Prieto, quien antes de morir dijo, “Tengo fe en Dios y en los Hombres”.

Porfirio R. Ramírez, Presidente de la Federación de Estudiantes Universitario de la Universidad Central de Las Villas, FEU, también capitán del ejército rebelde, fue uno de los fusilados. Su asesinato pasó desapercibido para las organizaciones estudiantiles extranjeras y para la propia FEU cubana, ya que en ese momento estaba integrada a la maquinaria opresora del castrismo. Los ejecutores ya contaban con cómplices, en Cuba, y fuera de la isla.

Otros ejecutados fueron el capitán Sinesio Wahs Ríos, campesino que se había alzado en armas contra el régimen anterior y que había confiado en la Revolución, junto a él cayeron José A. Palomino Colon y Ángel Rodríguez del Sol, hombres de la zona que solo conocían del trabajo, pero que sabían defender sus derechos.

El crimen encerraba un mensaje. Un dirigente estudiantil que había estado alzado en esa zona durante el régimen anterior, un líder sindical que había sido comandante del ejército rebelde y que era muy querido en la región, y tres hombres naturales de la comarca que disfrutaban del respeto y la simpatía de los habitantes del territorio. Tanto el juicio como la ejecución tenían implícito una amenaza para los campesinos que habían demostrado con su respaldo a los alzados que no estaban de acuerdo con lo que estaba ocurriendo en el país.

Un mensaje que no cumplió su objetivo, porque El Escambray se convirtió en un reducto firme y heroico de la resistencia contra el comunismo. Cientos de hombres en esas montañas y en otros lugares de la isla lucharon por años sin armas, ni recursos, enfrentando a miles de efectivos militares de la dictadura que contaban con todos los medios, incluyendo helicópteros, que desde el aire masacraban a campesinos que simplemente querían ser dueños de sus tierras y de sus vidas.

Plinio Prieto Ruiz

Laida A. Carro  
El Veraz, Puerto Rico
En la Cuba de 1959 no tenía edad para poder analizar la convulsión social, política, económica, cultural y religiosa que estaba experimentando mi pais, ni tampoco tenia la capacidad de poder ser interprete de sus protagonistas. Hoy, como activista por los derechos humanos en Cuba y en honor a un triste acontecimiento al cual estoy vinculada por lazos familiares debo pronunciarme acerca del periodista y politico cubano Jose Pardo Llada, quien recientemente regreso a Cuba tras 43 años de ausencia y ha hecho declaraciones publicas muy lamentables sobre la realidad de un país que ha sufrido demasiado.
 
En 1960, mi abuela, María Caridad Ruiz, madre de PLINIO PRIETO RUIZ, maestro de inglés alzado en el Escambray con el grado de Comandante, primero contra Batista y luego contra el régimen de Fidel Castro, presenció en la ciudad de Santa Clara uno de los numerosos eventos que inculpan a Pardo Llada de instigar el asesinato de sus propios compatriotas.
El 12 de octubre de 1960, mi tío Plinio fue ejecutado diez días después de haber sido apresado junto a cuatro patriotas cubanos mas: Porfirio Ramírez, Sinesio Walsh, José Palomino Y Ángel Rodríguez Del Sol. El crimen ocurrió antes de dictarse sentencia en un juicio donde mas de 200 cubanos fueron acusados de conspirar con el fin de desestabilizar al gobierno comunista de la isla.

A continuación, reproduzco un fragmento de la entrevista hecha a mi abuela María Caridad Ruiz Delgado en el exilio, publicada por el periódico AVANCE el día 3 de marzo de 1961, solo cinco meses después de sufrir lo que han padecido miles de madres cubanas durante casi 46 años:

«El abogado que nosotros designamos no pudo ver a Plinio antes del juicio, pues los tenían incomunicados. Solo lo vio en el acto de la primera y única sesión. Plinio no declaró nada en el juicio, que empezó a las 3 de la tarde. En Santa Clara había una gran tensión popular. Era un espectáculo trágico lo que se veía en las calles. Habían llevado como 130 acusados, los cuales fueron detenidos -muchos de ellos- en sus propias casas, acabados de bañar y de afeitarse. También sacaron de La Cabaña y de El Morro a otros. Los familiares de todos esos presos, muchos de ellos guajiros faltos de recursos hasta para lo mas necesario, deambulaban de un lado para otro, llorando e implorando. En las iglesias del Carmen y del Cristo del Buen Viaje se reunieron mujeres y hombres para orar por ellos, pero el alcalde sacó camiones de Obras Publicas cargados de gentuza y apedrearon las iglesias, mientras unos cuantos iban a la casa donde yo estaba hospedada y abrieron mis maletas y me tiraron las ropas por dondequiera, preguntando sarcásticamente si yo iba a pasear. En el parque las autoridades reunieron al pueblo y a traves de los micrófonos gritaban "PAREDON y PICADILLO".

Querían que los descuartizaran. Yo pude ver a mi hijo por última vez con alguna familia, eran las 11 de la mañana del día 11 (1960). Pero antes había estado haciendo gestiones inútiles con esa finalidad. Muchos me decían que los iban a matar, pero otros me inyectaban esperanzas. Al juicio no dejaron entrar a los periodistas americanos, pero si entraron los rusos y Pardo Llada. Pardo Llada, en una trasmisión por radio de ese día, y mucho antes del juicio, anunció que serían condenados a muerte cuatro acusados; tanto es así que solo tenían preparados cuatro ataúdes en el lugar de la ejecución.

Fui a ver a Cardet, Presidente del Tribunal, pero solo me recibió una hermana suya, la que llorando me dijo que Cardet nada podía hacer porque Juan Escalona, ayudante de Raul Castro, había traído la sentencia ya hecha desde La Habana.

Mi entrevista con Plinio fue terrible. Él me preguntó por su esposa y por sus hijos. Me dijo que en Cumanayagua, cuando lo detuvieron, le quitaron su reloj pulsera y su cadena, y me recomendó las recogiera porque eso pertenecía a sus hijos. Un tipo alto venía cada rato para decir que cortaran la entrevista. Así, fue la última vez que vi a mi hijo Plinio.

Permitieron que un padre de la Iglesia La Pastora los acompañara, Plinio se confesó y los demás lo imitaron. El Padre me dijo que había tenido mucho valor. Nosotros supimos la noche del fusilamiento cuando fuimos al Escuadrón 31, porque en ninguna parte nos daban noticias. Pensamos que nos entregarían los cadáveres, pero no. Los llevaron al cementerio y los metieron en unas fosas abiertas a la entrada del mismo. Les pusieron una tarjeta con los nombres, pero no dejaron entrar a nadie. El cementerio estaba lleno de milicianos y milicianas. Al otro día logramos entrar y arreglar la sepultura de Plinio poniéndole una cruz. El pueblo, sin embargo, trepó por las tapias y cubrió de flores las cinco tumbas. Sobre la de Ramírez había una corona que figuraba una mano en actitud acusadora».

La señora Ruiz no puede contener el llanto, y nosotros respetamos su silencio, Pero reponiéndose, nos pide que hagamos constar que, en su desesperación, acudió a muchas personas, pero que nadie pudo servirla en sus demandas a favor de su hijo, porque todos temen al terror y a las represalias del régimen imperante.

Agrega la señora Ruiz Delgado que también Gutiérrez Menoyo trató de eliminar físicamente a Plinio, para lo cual quiso utilizar a dos guajiros que habían llegado a ser oficiales en la guerrilla de Plinio, pero que al hacer la reorganización de las fuerzas, después de la victoria, habían sido relegados y quedaron como soldados de fila. Menoyo les ofreció restituirles los grados si asesinaban a Plinio, pero ellos rehusaron la encomienda.

Muchos detalles más nos ofreció la madre de Plinio Prieto en su nerviosa y prolija conversación, pero es imposible recogerlos todos en un reportaje, como el que hacemos. Para ella no existe otro tema sobre el cual versar que no sea el martirio de su pobre hijo. La tratan de consolar los que le quedan vivos, pero ellos también están transidos de dolor y son incapaces para contener el llanto, que los une a los tres en una comunión de amarguras.

Tras la lectura de esta patética narración el lector podrá darse cuenta cómo se juega con la vida de los hombres y cómo se asesinan sin piedad tras juicios simulados con sentencias dictadas a priori, las cuales son conocidas y anunciadas por los comentaristas radiales que lamen las botas del dictador, con muchas horas de anticipación a la comparecencia de los acusados ante sus titulados jueces.

Algún día, no muy lejano por cierto, la Justicia de los Hombres caerá implacable sobre estos desalmados y la Historia tendrá para ellos el calificativo terrible que les corresponde como causantes de tanto dolor, de tanta sangre derramada, y de tanto luto en la familia cubana

24 de septiembre de 2014

Santa María de la Merced

Santa María de la Merced

María Teresa Villaverde Trujillo
ashiningworld@cox.net

 
Los Mercedarios se dedicaron al rescate de los desprovistos de libertad: presos, refugiados, encarcelados, perseguidos. San Pedro Nolasco, fundador de los Mercedarios, nació cerca de Toulouse, en Francia, hacia el año 1180. En su adolescencia se instaló en la ciudad de Barcelona. El primer testimonio de su presencia en aquella ciudad data de 1203, cuando entristecido al ver el estado miserable en que eran reducidos los cristianos convertidos en esclavos de los moros, -entonces dueños de gran parte de España- se hizo comerciante para viajar fácilmente por el territorio ocupado y comprar esclavos. Pero, a pesar de todos sus esfuerzos, no dejaba de aumentar el número de esclavos. Pedro llegó a pensar en retirarse del mundo para llevar una vida contemplativa, pues se sentía impotente para frenar la situación.

Durante una de sus noches de oración, del 1 al 2 de agosto de 1218, la Virgen María le inspiró para que fundara una orden religiosa que se dedicaría especialmente a la redención de los esclavos que además de haber perdido la libertad, estaban en peligro debido a los sufrimientos por las presiones para que abjuraran de su fe y asumieran el Islam.

La Orden fue aprobada por el Papa Gregorio IX el 17 de enero de 1235 y en el año 1272 los redactores de la constitución establecieron que la Orden asumiría el nombre de "Santa María de la Merced". La Real, Celestial y Militar Orden de Nuestra Señora de la Merced y la Redención de los Cautivos es más conocida como “Orden de la Merced o Padres mercedarios”

Ilustración: Imagen de Nuestra Señora de la Misericordia. A su derecha, San Ramón Nonato y a su izquierda, San Pedro Nolasco, que con la guía espiritual de San Raimundo de Peñafort, fundó la Orden Mercedaria.

Maria Teresa Villaverde Trujillo
ashiningworld@cox.net

Rescatado de nuestros archivos.
Publicado anteriormente el 24 de septiembre de 2010

Creyentes o no, tengamos hoy una oración o un pensamiento especial para nuestros hermanos que sufren prisión en las cárceles cubanas, y por todos los encarcelados en el mundo.


23 de septiembre de 2014

La ingenua utopía de Julio Cortázar

La ingenua utopía de Julio Cortázar

Ernesto Santana Zaldívar

LA HABANA, Cuba - En este año se celebra el centenario de algunos de los escritores latinoamericanos más importantes del siglo XX. Sin embargo, mientras Julio Cortázar se marchó hace ya treinta años, en Chile el antipoeta Nicanor Parra, sigue dando guerra y diciendo lo que le viene en gana, disgústese quien se disguste.

En 1970 Parra se consideraba miembro de la izquierda latinoamericana, pero entonces la jefatura revolucionaria de Cuba decidió expulsarlo de esa selecta vanguardia, porque había asistido a una recepción en Washington. Alejo Carpentier hubiera sentido que dejaba de existir como escritor si le hubiese ocurrido lo mismo. El chileno, por el contrario, se sintió liberado de un peso, pues, como declaró en unos versos, “No soy derechista ni izquierdista, yo simplemente rompo con todo”.

Cuarenta años después, fue invitado por aquella misma jefatura revolucionaria a asistir con la mandataria Michelle Bachelet a la Feria Internacional del Libro de La Habana, en una edición dedicada a la República de Chile, pero Nicanor Parra, sin revuelo pero sin dudarlo, rechazó la invitación.

Ese otro grande de las letras iberoamericanas, Julio Cortázar, que tanto despreciaba las falsedades burguesas, la politiquería y la prepotencia de los señores, carecía de ese don de ruptura. De hecho, su coraje y su genialidad como creador de la palabra no tienen correspondencia con su activismo político.

Claro que no es el único, entre los tantos artistas del continente, aunque jamás llegó a ser un hipócrita ni un oportunista. Si bien no asumió una postura vertical y firme como Vargas Llosa, de ninguna manera llegó a los extremos de un Gabriel García Márquez.

El autor de esa gran novela que es Rayuela, y de muchos de los mejores cuentos de la literatura mundial —que sabía mezclar realismo y fantasía con el más límpido estilo— tuvo, según Vargas Llosa, un espíritu adolescente, una voracidad cosmopolita, y un candor que siempre lo acompañaron.

A Octavio Paz, el premio Nobel mexicano, le parecía que en algunos momentos las tentativas literarias de Cortázar y las suyas se habían cruzado: “él en la prosa y yo en la poesía, dijo. “Me parece que es el escritor latinoamericano con el cual tengo más afinidad literaria, en esta tentativa por encontrar ciertos cruces entre el texto literario, el texto poético y otras formas de expresión”.

La bella utopía

Muy amigo de Roberto Fernández Retamar, cuando le escribe para tratar sobre la “situación del intelectual latinoamericano, Cortázar le asegura que, si tuviera que enumerar las causas por las cuales se alegraba de haberse ido de su país, “creo que la principal sería el haber seguido desde Europa, con una visión desnacionalizada, la revolución cubana. Para afirmarme en esta convicción me basta, de cuando en cuando, asegura el escritor, hablar con amigos argentinos que pasan por París con la más triste ignorancia de lo que de veras ocurre en Cuba.

Seguramente por ese candor del que hablaba Vargas Llosa —y que el escritor Plinio Apuleyo Mendoza consideraba “a veces alarmante, Cortázar pudo llegarse a creer que entonces, en 1967, él sí estaba muy bien informado de “lo que de veras ocurre en Cuba, y por eso, naturalmente, sentía que la revolución cubana era “una encarnación de la causa del hombre como por fin había llegado a concebirla y desearla.

Igual que muchos otros intelectuales, tuvo la certeza de que “el socialismo, que hasta entonces me había parecido una corriente histórica aceptable e incluso necesaria, era la única corriente de los tiempos modernos que se basaba en el hecho humano esencial, en el inconcebiblemente difícil y simple principio de que la humanidad empezará en verdad a merecer su nombre el día en que haya cesado la explotación del hombre por el hombre”.

Pocos meses después de redactar esa carta, la noticia de la muerte de Che Guevara en Bolivia lo llenaría de consternación. Su compatriota representaba para él, como para tantos, un paradigma de la revolución continental, una leyenda viviente junto a la cual él se consideraba, casi culpablemente, un simple intelectual, como sugieren sus versos: No nos vimos nunca / pero no importaba, / mi hermano despierto / mientras yo dormía.

La explosión Padilla

Duro despertar sería el de Cortázar, y muchos otros, cuatro años más tarde, en 1971, cuando estalló el caso Padilla, dividiendo en dos bandos a los escritores de lengua española. El autor de Rayuela firmó la primera carta de protesta, que recibió una réplica insultante de Fidel Castro, pero se negó a firmar la segunda, que era aún más fuerte. Principalmente, de un lado quedaron García Márquez y Cortázar, y del otro Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Jorge Semprún y Juan Goytisolo.

Para no firmar esa segunda misiva, Cortázar argumentó que se trataba de “una carta de ruptura” y que personalmente, pese a las objeciones que tenía con las autoridades de la Isla, seguía creyendo “que la revolución cubana merece, en su esencia, una fidelidad que no excluya la crítica, una presencia siempre posible para colaborar al triunfo de su lado positivo que, lo creo de veras, sigue existiendo a pesar de esta ofensiva de mediocridad y medievalismo”.

En los meses siguientes, Cortázar hizo incansables y patéticas gestiones para reconciliarse con Fidel Castro. Llegó incluso a aparecerse en la embajada cubana en París para donar una vieja máquina de escribir y un bulto de ropa usada, como humilde contribución para aliviar las carencias ocasionadas por el bloqueo económico de Estados Unidos. Ni siquiera lo recibieron.

Pero ni el hecho de que no llegó a firmar la segunda carta, ni un poema con el que intentaba recuperar la gracia revolucionaria (Buenos días, Fidel, buenos días, Haydée, mi casa, mi caimancito herido…), ninguno de sus intentos de acercamiento, nada bastó para que lo perdonaran y la condena se mantuvo durante varios años. Cuando, en 1973, una editorial habanera publicó las Narraciones completas de Edgar Allan Poe, en tres tomos, no se mencionó siquiera que la magnífica traducción y las enjundiosas notas eran suyas.

Julio Cortázar es uno de los más notables ejemplos de la confusión y parálisis que produjo la revolución cubana sobre un vasto sector de la intelectualidad de América Latina. Un hombre de izquierdas como Cortázar tuvo que pagar un alto precio moral por no atreverse a reconocer que había sido víctima de la manipulación y el engaño de Fidel Castro y su revolución.

Reproducido de Cubanet.com

Otoño, poema de Juan Ramón Jiménez


Otoño

Esparce octubre, al blando movimiento
del sur, las hojas áureas y las rojas,
y, en la caída clara de sus hojas,
se lleva al infinito el pensamiento. 

Qué noble paz en este alejamiento
de todo; oh prado bello que deshojas
tus flores; oh agua fría ya, que mojas
con tu cristal estremecido el viento!

¡Encantamiento de oro! Cárcel pura,
en que el cuerpo, hecho alma, se enternece,
echado en el verdor de una colina!

En una decadencia de hermosura,
la vida se desnuda, y resplandece
la excelsitud de su verdad divina. 

Juan Ramón Jiménez

22 de septiembre de 2014

Carucha Camejo, maestra del guiñol cubano


Carucha Camejo,
maestra del guiñol cubano

Marlene María Pérez Mateo

La mas vieja organización dentro del mundo del teatro, la Unión Internacional de la Marioneta, fundada en Praga en 1929, homenajeó con su mas alta presea: “Miembro de Honor”, en el 2001 a la cubana Caridad Hilda Camejo Gonzalez, conocida mas coloquialmente como Carucha Camejo.

Siendo la mayor de cuatro hermanos: Pepe, Berta y Perucho, nació Carucha en La Habana el 18 de noviembre de 1927. Años después, siendo aun niña, en el Parque Emilia de Córdova (biografiada ya en esta secuencia) fue testigo y público de una función de titiriteros ambulantes. Tal hecho le marcó para siempre. La sencilla presentación le “bautizó” en la que sería su profesión y vida: el teatro de marionetas.

Estudio en la Academia Municipal de Arte Dramático de la Habana. Hacia 1947 con solo 20 años de edad participa en puestas en escenas de Lorca, Benavente, Moliere, Sartre y Wilder. Fue fundadora de la televisión cubana en 1950 compartiendo tal primicia con sus viajes a través del mundo en las llamadas misiones culturales en lugares recónditos y poco accesibles en favor de los menos favorecidos. Recibe en cuatro ocasiones  trofeos como animadora, además de su labor histriónica.

 Fue en 1956,  el momento donde deja su marca indeleble: funda el Guiñol Nacional de Cuba, institución que al darle vida creó una estructura y organización dentro del mundo de arte dramático de la marioneta y los títeres. Ello da pie a la adaptación de clásicos y también al debut de principiantes y la creación novel. De su pluma  y trabajo nacen las adaptaciones de: El Cartero del Rey, de Tagore; La Celestina de Rojas; La loca de Chaillot, de Jean Giraudoux, y La castiza reina de Valle Inclán. Tal lista es en si misma ilustradora. Un salto aun mayor llegó al adaptar la obra poética del ruso Maiakoski al Teatro Guiñol.

En 1970 emigró a los Estados Unidos donde residió hasta su muerte acaecida el en 2012. Regresó a Cuba en dos ocasiones 1994 y en el 2001, siendo homenajeada en  su 74 cumpleaños por la Institución a la cual diera vida décadas antes.

Carucha fue de esas personas para las que un suceso causal o no, marca  de tal modo y da directriz y guía al resto de un hacer y del vivir. Como escribiera Gustavo Adolfo Becquer “ ..una voz como a Lázaro espera/ que le diga levantate y anda..” . Y anduvo muy bien.

Agradecería la ayuda de los lectores para encontrar algún material fílmico de Carucha, será un regalo muy valorado

Marlene María Pérez Mateo
Secuencia : Esas si son cubanas
Julio 4, 2014