Juan O. Tamayo,
El Nuevo Herald, Miami
2 de mayo de 2010
Salvador Ojeda afirma: "Yo trato de quitarme las cosas malas de la cabeza''. Así que sus recuerdos de cómo se ahogaron 14 cubanos cuando su yate se hundió durante el Puente del Mariel vienen en frases cortas.
"Todo fue tan rápido... gente desesperada en el mar gritando, llorando, rezando, pidiéndole a Dios... todo el mundo loco'', afirmó Ojeda, cuyos padres eran los dueños del yate Olo Yumí, cuando se hundió un 17 de mayo, hace 30 años.
El Olo Yumí fue la peor tragedia plenamente documentada del Mariel. Pero el total de muertos en el mar y en la isla durante esos caóticos meses, cuando no se mantenían listas de pasajeros y los funcionarios cubanos recargaban brutalmente las embarcaciones que partían, sigue siendo incierta. Pudieran ser más de 70.
Una historia de las operaciones del Servicio Guardacostas durante el Mariel estableció en 25 la cifra de los muertos en el mar. Pero a las dos semanas de la crisis los Guardacostas publicaron una lista de 14 embarcaciones que habían sido halladas vacías y a la deriva en el Estrecho de la Florida.
No está claro si los 25 incluyen los cuatro o cinco que, según Ojeda, murieron cuando una tormenta golpeó el atiborrado Puerto del Mariel a mediados de abril, arrojando a unas naves contra otras. Recordó que uno de los muertos fue el capitán de un barco camaronero norteamericano que fue aplastado entre dos embarcaciones.
En La Habana, un guardia cubano en la embajada del Perú murió cuando un ómnibus derribó la reja, el incidente que con el tiempo llevó al Puente del Mariel. Un automóvil atropelló mortalmente a una mujer de los Comités de Defensa de la Revolución. La mujer formaba parte de una turba procastrista que atacaba a una familia que se iba por el Mariel, en uno de los miles de "mitines de repudio'' que las autoridades organizaron en esa época. El chofer del automóvil fue muerto a tiros por la policía.
Un informe de 1981 de la sección de derechos humanos de la Organización de los Estados Americanos (OEA) indicó que "José Novoa, que [. . .] se había refugiado en la embajada del Perú [. . .] fue asesinado por el régimen de Fidel Castro'' pero no dio más detalles.
Las fuerzas del gobierno cubano también atacaron y hundieron a una embarcación que había sido secuestrada y se dirigía a la Florida con más de 60 turistas cubanos a bordo el 6 de julio de 1980 en la Bahía de Matanzas, cerca del río Canímar.
Sobrevivieron 11 pasajeros, 11 cuerpos fueron llevados a la morgue de Matanzas y el resto se hundió con la nave XX Aniversario, relató Eduardo Lolo, quien entonces residía en Matanzas y ahora es profesor universitario en Nueva York.
Uno de los secuestradores, que mató a un guardia en la embarcación, no podía salir a través del Mariel porque estaba en las Fuerzas Armadas, recordó Lolo. Los otros dos cumplieron largas condenas de cárcel y se dice que están viviendo en el exterior.
Radio Martí hizo un largo reportaje sobre el caso, confirmado la narración de Lolo.
"La Seguridad del Estado amenazó a todo el mundo para que no hablara nada'', afirmó Lolo por teléfono a El Nuevo Herald. "Secuestrar un barco es un delito [. . .] pero la respuesta de las autoridades cubanas fue una masacre''.
En el mar, los Guardacostas reportaron los 25 muertos incluyendo dos cuerpos encontrados en una embarcación naufragada y tres cubanos que murieron de envenenamiento con monóxido de carbono en otra nave.
Pero el incidente donde murieron más personas fue cuando el Olo Yumí --bautizado en honor a Yemayá, una diosa del panteón afrocubano-- se hundió con 52 personas a bordo. Se recuperaron 10 cuerpos. Desaparecieron cuatro.
Ojeda, que entonces tenía 26 años y era chofer de un camión de remolque en Miami, declaró que él y su amigo Telmo Iturralde salieron del río Miami a mediados de abril en el yate de sus padres. En el camino recogieron a un adolescente que iba rumbo a la Florida en una balsa hecha de gomas de bicicletas. Una vez en el Mariel, el adolescente abordó otra nave que lo llevó a Cayo Hueso.
El Olo Yumí pasó 30 días en el Mariel esperando para recoger a seis de los parientes de Iturralde. Pero el 16 de mayo funcionarios cubanos los obligaron a cargar con otros 44 pasajeros, indicó Ojeda, incluidos dos o tres hombres con cabezas afeitadas que, al parecer, acababan de salir de la cárcel.
"Los cubanos dijeron que si no los llevábamos a todos no podíamos llevar a la familia'', recordó Ojeda durante una entrevista la semana pasada. "Después de estar ahí 30 días, no queríamos salir sin nadie, así que dijimos, ‘Bien', y salimos''.
Partieron del Mariel con buen tiempo pero por la noche enfrentaban olas de 20 pies.
"Yo nunca en mi vida he tenido miedo. Pero esa noche...", dijo, su voz apagándose con una sacudida de la cabeza.
Al amanecer del siguiente día, unas 25 millas al norte del Mariel, el yate empezó a hacer agua. Un informe de los Guardacostas indicó que por alguna razón los pasajeros se amontonaron en la parte trasera del yate, hundiéndola. Ojeda aseguró que nunca supo exactamente qué pasó.
Ojeda e Iturralde emitieron un mayday (señal universal de socorro) y le ordenaron a los pasajeros que se pusieran los 50 o 60 salvavidas que habían comprado en Miami. Pero el Olo Yumí se hundió en pocos minutos.
Ojeda e Iturralde nadaron alrededor de los sobrevivientes, uniéndolos en un grupo compacto y tratando de salvar a los niños.
"Ni uno murió'', relató Ojeda con orgullo.
"Algunos se quitaron los salvavidas. No sé por qué... La gente estaba desesperada'', precisó. "Estábamos muy cansados cuando llegó el Servicio Guardacostas... primero el helicóptero y luego un escampavías''.
El escampavías Courageous lanzó varios botes para recoger a los sobrevivientes.
"Cuando traté de subirme a uno de los botecitos me di cuenta de que me agarré a una muchacha que ya estaba ahogada'', recordó Ojeda.
Sólo cuando los sobrevivientes llegaron a Cayo Hueso comprendieron la magnitud de la tragedia: 14 muertos y 10 seriamente quemados debido al derrame de los cuatro tanques de 55 galones de gasolina que estaban en la cubierta.
Un sobreviviente, una muchacha de 15 años llamada Ibis o Ivis Guerrero, perdió a sus padres, dos hermanas y una abuela. No había lista de pasajeros así que no está claro si todos los muertos fueron identificados.
Tras el desastre, el comandante del Séptimo Distrito del Servicio Guardacostas, el contraalmirante Benedict L. Stabile, envió un télex a las Tropas Guardafronteras del Ministerio del Interior de Cuba notificándole los detalles y advirtiendo: "Esta tragedia naval ha sucedido porque subieron demasiadas personas a una embarcación pequeña''.
Varios otros reportes que indicaban que las autoridades cubanas en el Mariel habían ‘‘cargado excesivamente'' las embarcaciones fueron mencionados en una breve historia de ese éxodo de la cual Stabile fue uno de los escritores.
"El capitán de un barco pesquero, el Atlantis, alegó haber sido obligado a punta de pistola a embarcar 354 refugiados, aunque sólo tenía 80 salvavidas'', escribió Stabile.
Funcionarios de los Guardacostas en Cayo Hueso "dijeron que 90 por ciento de las embarcaciones estaba sobrecargadas o tenían la mayor carga posible''.
Ojeda, que ahora tiene 56 años y es dueño de un negocio de máquinas surtidoras, afirmó que tras el hundimiento del Olo Yumí perdió su amor por el mar y por la pesca durante años, y que trató de olvidar el incidente.
Ni siquiera a sus hijos les ha contado todos los detalles de la tragedia.
"Estoy interesado en el presente, no en el pasado'', aseguró. "Lo que pasó, pasó''.
Ahora es dueño de un yate de 27 pies y sale a pescar, pero admite que cuando hay mal tiempo tiene recuerdos de aquel 17 de mayo, hace 30 años.
Cuando sus hijos se quejan del mal tiempo, suspira y les dice: "Ustedes no saben lo que es el mal tiempo''.
Foto: Google
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