Triste adiós a la
Librería
Universal de la calle Ocho
Daniel Shoer Roth
El Nuevo Herald
Uno
de los últimos bastiones que ha dado voz, forma y sentido a la cultura cubana y
literatura hispanoamericana en Miami está a punto de silenciarse.
La
icónica librería Universal, y su brazo editorial, Ediciones Universal –que ha
publicado cerca de 1,600 títulos de autores cubanos exiliados– cerrará sus
puertas a finales de junio, víctima de las nuevas tecnologías que han provocado
que descienda la lectura de los libros impresos.
«Ha
sido un orgullo muy grande para nosotros haber ayudado a mantener la cultura
cubana y latinoamericana a lo largo de casi medio siglo», reflexionó Juan
Manuel Salvat, propietario de la Librería, Distribuidora y Ediciones Universal
en la Calle Ocho. «Toda la familia está muy triste y afectada. Es realmente
terrible buscar una salida para los libros del almacén».
Sin
embargo, Salvat rehúsa retirarse del mundo literario. Sus planes contemplan
escribir ensayos sobre Cuba, así como un libro que condense sus ricas y
heroicas memorias.
Dicha
edición comenzaría en 1959, en la Universidad de La Habana, cuando participó en
la lucha por evitar la entronización de los comunistas. De allí pasó al
clandestinaje y una vez que se exilió en Miami, dos años más tarde, se mantuvo
en las filas del movimiento dedicado al rescate de libertad en Cuba. Pero al
cerrarse todos los caminos, encontró en el libro un sendero a la tierra del
corazón.
«Cuando
todo se nos cerró, busqué algo para trabajar a favor de Cuba y en lo libros lo conseguí»,
relató Salvat el miércoles en su primera entrevista sobre el cierre de la
empresa. «Era la única manera de mantener el espíritu y los valores esenciales
de la nacionalidad cubana».
Desde
entonces, lo que empezó como un pequeño negocio de venta de libros distribuidos
por correo, se transformó en una entidad protagonista del mundo de la
literatura hispana en Estados Unidos, y particularmente, un baluarte del exilio
cubano.
«No
se puede escribir la historia cultural de este medio siglo sin colocar en un
lugar muy destacado a Juan Manuel Salvat y su editorial», comentó el periodista
y pensador Carlos Alberto Montaner. «Entre sus autores hay escritores tan
valiosos como Lydia Cabrera y Reinaldo Arenas».
Al
igual que innumerables librerías independientes a lo largo de Estados Unidos, e
incluso cadenas nacionales, Universal ha sufrido un declive sustancial en la
comercialización de los libros. Sus ventas actuales han caído en un 60 por
ciento comparadas a las de hace siete años, informó Salvat.
«Primero
fue la crisis económica, porque redujo los presupuestos de las bibliotecas»,
agregó. «También la competencia de la internet y del libro electrónico, que
cada vez gana más adeptos, nos ha impactado».
Conocido
entre sus amigos simplemente como “el gordo”, Salvat ha tenido que ponderar el
cansancio de haber cumplido el mes pasado 73 años de edad, y el hecho que no
tiene herederos para tomar las riendas del negocio. Ninguno de sus hijos o
nietos ha seguido la profesión de librero, aunque han trabajado, durante sus años
universitarios, entre los anaqueles de la librería en 3090 SW 8 Street,
rodeados de un universo de creatividad y palabras.
Aunque
tradicionalmente se ha percibido al exilio cubano como una fuente de
empresarios exitosos que han transformado el rostro del sur de Florida, también
ha habido un caudal importante de intelectuales, académicos y escritores de
diversos géneros, que no han dejado de crear. Parte de ese vasto mundo aparece
recogido en el catálogo de Universal.
Uno
de los autores es el dramaturgo, narrador y novelista Matías Montes Huidobro,
quien publicó en 1973 Personas: viva y máscara en el teatro cubano, con
la editorial de Salvat, entre otros títulos.
«Muchos
profesores universitarios como yo podíamos publicar a través de otras vías,
pero nuestra aproximación era desde el punto de vista del exilio, lo cual
restringía esas posibilidades», recordó Montes Huidobro, de 81 años. «Ediciones
Universal permitía un punto de vista independiente no simpatizante con el castrismo».
Agregó
que con el cierre, los autores cubanos en el exilio se quedan con menos
posibilidades de dar vida a sus obras.
Apenas
un puñado de pequeñas editoriales independientes y proyectos personales
continúan la labor de publicar, en ediciones limitadas, la obra de los
escritores cubanos del exilio. También quedan menos lugares donde exponerla. En
años recientes, desaparecieron la legendaria librería La Moderna Poesía –un
puntal de la distribución de libros en español, textos de referencia y mapas sobre
Cuba–, así como la librería Cervantes en la Calle Ocho, que vio hacerse
cenizas sus libros durante un voraz incendio en el 2006.
Salvat
reconoce que el exilio cubano que solía venerar la literatura de sus ediciones
se ha transformado: «Las nuevas generaciones no leen en español, sino solamente
una pequeña minoría; y los que llegan ahora de Cuba, vienen con la urgencia de
levantarse y no están en el mundo de la lectura».
No
obstante, para los lectores que aún disfrutan de la prosa de Guillermo Cabrera
Infante o los ensayos de Rafael Rojas, el hecho de que Salvat apague la luz de
la librería, taller de composición para las ediciones y salón para
presentaciones de libros y conferencias, deja una suerte de orfandad en la
cultura local. Después de todo, “el
gordo”, apuntó Montaner, “era uno de los editores que leía todos los
manuscritos que llegaban a su escritorio”.
Recibido de Tania Moreno.