27 de marzo de 2010


El Cristo de Mena

Ana Dolores García

Pedro de Mena y Medrano nació en Granada en el año 1628 y murió en Málaga en 1688. Este Maestro de la imaginería religiosa fue un destacado escultor del barroco español. Desde su taller, instalado en Málaga por más de treinta años, esculpió imágenes de santos, de Cristo y de María para múltiples iglesias, monasterios y conventos de España.

Entre esas tallas admirables destacaba sobre todo una, no tan sólo por su calidad y perfección, sino por la triste suerte que le tocó, ya que fue una de las imágenes desaparecidas en la «quema de conventos» ocurrida en Málaga en mayo de 1931.

Aquella talla de Cristo Crucificado era considerada «el tesoro» de Málaga, y se le llamaba «El Cristo de la Buena Muerte». Se le veneraba en el Convento de Santo Domingo, y su paso era esperado con máxima expectación entre las procesiones de Semana Santa. Desde principios del siglo había sido declarado patrono de los Legionarios, uno de los cuerpos militares más importantes de España.

A partir de aquellos lamentables y bochornosos sucesos que destruyeron la mayor parte del patrimonio artístico de la ciudad, amén del saqueo de templos y conventos, comenzó a tejerse una leyenda: la leyenda del Cristo de Mena.

Lo que relata un malagueño al que ha llegado el recuento de los sucesos, es lo siguiente:

«Según cuentan, cuando la iglesia [Santo Domingo] estaba envuelta en llamas pudieron rescatarlo -al igual que ocurrió con la [Virgen de la] Esperanza- pero al tratarse de una imagen de gran tamaño no pudieron sacarlo a la calle. Recordemos que la Esperanza se salva gracias a que rescatan la mascarilla y la sacan liada en trapos.

Al Cristo de Mena le cortaron los brazos para poder liarlo en unas túnicas nazarenas antiguas que había por allí, puesto que el tema no estaba para salir a la calle con un Cristo, y así esconderlo dentro del propio templo en un lugar seguro de las llamas e ir a recogerlo al día siguiente, cuando todo estuviera más tranquilo.

Con todo esto y el Cristo -sin brazos- liado con trapos, bien escondido seguro de las llamas y de las hordas, los congregantes se fueron a casa a esperar. Al día siguiente cuando volvieron en busca de su Cristo se encontraron las túnicas donde habían escondido al Cristo pero no estaba la imagen que tallara Pedro de Mena. El fuego no llegó allí, por tanto existen dos hipótesis:

1- Las hordas lo encontraron y lo echaron al fuego sin los trapos puesto que ésos si estaban al día siguiente en el mismo sitio.

2.- Alguien lo cogió y se lo llevó antes de que llegaran los hermanos de la Cofradía. Si esta hipótesis es cierta, el Cristo de Mena existe y puede estar en cualquier sitio, y es probable que esté en cualquier muro falso de la judería o de otro lugar en Málaga».

La historia, con detalles más o menos parecidos, fue el comienzo de la leyenda que todavía persiste. Han transcurrido ya más de 75 años, y si fuera verdad que la imagen hubiera sido escondida en una pared o muro falso, a esta fechas ya estaría completamente carcomida, destruida.

Por otra parte, es conocido que una pierna de la imagen logró ser rescatada. Respecto a esto abunda otro malagueño: «Esta leyenda se origina por mor de la resistencia a pensar o admitir que el Crucificado de Pedro de Mena fue destruido. El único testimonio que nos ha llegado es el de Paco Palma García y él dice que no encontró el Cristo. Como se sabe fue llevado de su altar a un habitáculo donde se le perdió la pista. El Cristo no ardió en el templo, eso parece veraz por las razones que expone Palma, pero el incendio afectó a la práctica totalidad de las estancias del antiguo cenobio dominico por lo que es comprensible que la techumbre de la habitación donde el Cristo fue refugiado se desplomara destrozando la talla. Tal vez por eso se comprenda la existencia de una pierna que al parecer perteneció a la imagen del Cristo de Mena. También parece razonable que si se halló parte de una pierna hubieran podido encontrarse otras partes del cuerpo igual o más gruesas que ésta, como el tronco o la cabeza. De cualquier forma parece poco o nada probable que algún devoto lograra sacar el crucificado sin contar con la ayuda de alguien más, y esto, dado el clima de inseguridad y exaltación que existió aquella jornada, se antoja improbable. Además, estamos hablando de una talla de medidas considerables, no es el caso de la Virgen de la Esperanza que se reduce a la cabeza. ..»

De cualquier modo, se ordenó la realización de otra talla de Cristo Crucificado, obra esta vez de Francisco Palma Burgos, hijo de quien había encontrado la pierna de la imagen original en la horrible noche de los saqueos. La nueva imagen del Cristo de la Buena Muerte y Ánimas fue bendecida en 1942, y ese mismo año pudo admirarse en una de las procesiones más importantes de la Semana Mayor malagueña: la del Jueves Santo.

La escultura, admirable como la original, tiene sin embargo características diferenciales, es un poco mayor y la colocación de las piernas y el anudado del paño están realizados en el lado opuesto al Cristo de Mena. Así también los brazos son algo más cortos y el cabello está presentado en forma distinta. Así y todo, se le sigue llamando «el Cristo de Mena» nombre con el que se le conoció siempre popularmente.

La descripción de la talla es electrizante: «El rostro del crucificado de Palma representa la muerte personificada. Tiene la boca entreabierta y se le aprecian los detalles de los dientes y la lengua. Por las sienes cae la sangre de la corona de espinas (que un congregante elabora cada año y que se le impone antes de la salida procesional) hasta empapar y enlazar los cabellos rizados. Las manos y los pies, desfigurados. Los brazos y las piernas están amoratados. Los ojos inertes. El reguero de sangre fluye por todo el cuerpo, del mismo modo que el que mana de la herida del costado derecho. Cristo pende de una cruz arbórea yerto, aunque su cuerpo, de complexión fuerte, irradia amor. Todo está consumado. Una imagen que impresiona, que impacta. Toda una lección de anatomía, según describe el doctor Aurelio Díaz en su estudio anatómico de la talla, que es de estilo neobarroco.

El conjunto de esta representación pasionista lo completa la figura de María Magdalena, que arrodillada, llora desconsolada a los pies del Santísimo Cristo. No puede comprender cómo Jesús ha acabado en la cruz. También obra de Palma Burgos en 1945, forma el Calvario tradicional anterior a 1931 y presenta una larga cabellera suelta sobre la que circunda una aureola.

Foto: Google, Cristo de Pedro de Mena, original, destruido.
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