Pentecostés,
Entender
y vivir la liturgia
Este domingo la Iglesia celebra la Fiesta
de Pentecostés, día en que se cumplió la promesa de Cristo a los apóstoles de
que el Padre enviaría al Espíritu Santo para guiarlos en la misión
evangelizadora. Para comprender más de esta fecha, aquí presentamos ocho
claves:
1) ¿Qué significa
la palabra “Pentecostés”?
Proviene de la palabra griega pentecoste
que significa "quincuagésimo", 50º.
2) ¿Qué otros nombres tiene esta
festividad?
La fiesta de las semanas
La fiesta de la cosecha
El día de los primeros frutos
Hoy en día en los círculos judíos
se le conoce como “Shavu`ot” (en hebreo, "semanas"). Además, se le
conoce con diferentes nombres en varios idiomas. En los países de habla inglesa
también se le ha conocido como "Whitsunday" (Domingo Blanco), nombre
que se deriva probablemente de las prendas blancas de los recién bautizados.
3. ¿Qué clase de fiesta fue
Pentecostés en el Antiguo Testamento?
Fue un festival para la cosecha y
significaba que esta estaba llegando a su fin. Deuteronomio 16 dice:
“Luego contarás siete semanas; las contarás desde el día en que comiences
a cortar el trigo. Entonces celebrarás la fiesta de las Siete Semanas a Yahvé,
tu Dios, haciéndole ofrendas voluntarias según lo que hayas cosechado por la
gracia de Yahvé, tu Dios”. (Dt. 16:9-10)
4. ¿Qué representa Pentecostés en
el Nuevo Testamento?
Representa el cumplimiento de la
promesa de Cristo al final del Evangelio de San Lucas:
“Les dijo: ‘Todo esto estaba escrito: los padecimientos del Mesías y su
resurrección de entre los muertos al tercer día. Luego debe proclamarse en su
nombre el arrepentimiento y el perdón de los pecados, comenzando por Jerusalén,
y yendo después a todas las naciones, invitándolas a que se conviertan. Ustedes
son testigos de todo esto. Ahora yo voy a enviar sobre ustedes lo que mi Padre
prometió. Permanezcan, pues, en la ciudad hasta que sean revestidos de la
fuerza que viene de arriba’”. (Lc. 24:46-49)
5. ¿Cómo es simbolizado el Espíritu
Santo en los eventos del día de Pentecostés?
Hechos 2 nos recuerda:
“Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo
lugar. De repente vino del cielo un ruido, como el de
una violenta ráfaga de viento, que llenó toda la casa donde estaban, y
aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y fueron posándose
sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron
a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía que se expresaran”.
Este pasaje contiene dos símbolos
del Espíritu Santo y su actividad: el viento y el fuego.
El viento es un símbolo básico del
Espíritu Santo; la palabra griega que significa "Espíritu" (Pneuma)
también significa "viento" y "aliento". Aunque el término
usado para "viento" en este pasaje es pnoe (un término relacionado
con pneuma), al lector se le da a entender la conexión entre el viento fuerte y
el Espíritu Santo.
En relación al símbolo del fuego el
el Catecismo señala:
Mientras que el agua significaba el
nacimiento y la fecundidad de la vida dada
en el Espíritu Santo, el fuego simboliza la energía transformadora de los actos
del Espíritu Santo.
El profeta Elías escribió que “surgió […] como el fuego y cuya
palabra abrasaba como antorcha” (Si 48, 1), con su oración, atrajo el fuego del
cielo sobre el sacrificio del monte Carmelo (cf. 1 R 18, 38-39), figura del
fuego del Espíritu Santo que transforma lo que toca. Juan Bautista, “que
precede al Señor con el espíritu y el poder de Elías” (Lc 1, 17), anuncia a
Cristo como el que “bautizará en el Espíritu Santo y el fuego” (Lc 3, 16),
Espíritu del cual Jesús dirá: “He venido a traer fuego sobre la tierra y
¡cuánto desearía que ya estuviese encendido!” (Lc 12, 49).
En forma de lenguas “como de fuego”
se posó el Espíritu Santo sobre los discípulos la mañana de Pentecostés y los
llenó de él (Hch 2, 3-4). La tradición espiritual conservará este simbolismo
del fuego como uno de los más expresivos de la acción del Espíritu Santo (cf.
San Juan de la Cruz, Llama de amor viva). “No extingáis el Espíritu” (1 Ts 5, 19). (CIC
696)
6. ¿Hay una conexión entre las
"lenguas" de fuego y el hablar en otras "lenguas" en este
pasaje?
Sí. En ambos casos la palabra
griega para "lenguas" es la misma (glossai), y el lector está
destinado a entender la conexión.
La palabra "lengua" se
utiliza para significar tanto una “llama (fuego)” como “lenguaje”.
Las "lenguas como de
fuego" que se distribuyen y se almacenan sobre los discípulos, provocan
que empiecen a hablar milagrosamente en "otras lenguas" (es decir,
los idiomas)
Ese es el resultado de la acción
del Espíritu Santo, representado por el fuego.
7. ¿Quién es el Espíritu Santo?
Según el Catecismo de la Iglesia
Católica, el Espíritu Santo es la "Tercera Persona de la Santísima
Trinidad". Es decir, habiendo un sólo Dios, existen en Él tres personas
distintas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Esta verdad ha sido revelada por Jesús
en su Evangelio.
El Espíritu Santo coopera con el
Padre y el Hijo desde el comienzo de la historia hasta su consumación, pero es
en los últimos tiempos, inaugurados con la Encarnación, cuando el Espíritu se
revela y nos es dado, cuando es reconocido y acogido como persona. El Señor
Jesús nos lo presenta y se refiere a Él no como una potencia impersonal, sino
como una Persona diferente, con un obrar propio y un carácter personal.
8. ¿Qué significa la fiesta de
Pentecostés para los cristianos?
La solemnidad de Pentecostés es una
de las más importantes en el calendario de la Iglesia y contiene una rica
profundidad de significado. De esta forma lo resumió Benedicto XVI el 27 de
mayo de 2012:
“Esta solemnidad nos hace recordar
y revivir la efusión del Espíritu Santo sobre los Apóstoles y los demás
discípulos, reunidos en oración con la Virgen María en el Cenáculo (cf. Hch 2,
1-11). Jesús, después de resucitar y subir al cielo, envía a la Iglesia su
Espíritu para que cada cristiano pueda participar en su misma vida divina y se
convierta en su testigo en el mundo. El Espíritu Santo, irrumpiendo en la
historia, derrota su aridez, abre los corazones a la esperanza, estimula y
favorece en nosotros la maduración interior en la relación con Dios y con el
prójimo”.
Traducido y adaptado por Diego
López Marina. Publicado originalmente en Natural Catholic Register. Reproducido
de ACIprensa.