21 de diciembre de 2016

MAGIA Y RITUALES DEL SOLSTICIO DE INVIERNO


 
Magia y Rituales
del Solsticio de Invierno

El solsticio de invierno, que suele ocurrir alrededor del 21 de diciembre (ha tenido lugar hoy), es un evento clave que marca un cambio en los ciclos naturales y astronómicos: coincide con la noche más larga en el hemisferio Norte y el día más largo en el hemisferio Sur. Además, marca el momento a partir del cual las noches comienzan a acortarse día a día, hasta llegar a la primavera y luego al verano. De hecho, se puede decir que determina el momento a partir del cual la larga oscuridad del invierno es derrotada por la luz, de modo que llega el turno para que la naturaleza despierte y las cosechas puedan crecer.

Hace miles de años esta fecha era un momento de celebración para los paganos: se celebraba en el Stonehenge y en las profundidades de los bosques germanos en forma de rituales y festivales. En Guatemala se sigue celebrando hoy en día a través del ritual de la «Danza de los voladores», en los que varias personas giran y danzan en torno a una estaca. Se cree que los romanos celebraban las festividades en honor a Saturno, Saturnalia, en este momento, y que en Escandinavia se celebraba el festival de Juul. Para los cristianos, esta fecha evolucionó probablemente hasta la celebración del nacimiento de Jesús, el 25 de Diciembre.

Para muchas culturas antiguas, que tenían que luchar contra largos y duros inviernos, el solsticio de invierno era un momento clave en el que la luz y la vida derrotaban a la oscuridad y a la muerte asociadas al invierno. Era el momento a partir del cual se podía conseguir más comida en los ríos y en los campos, y había que celebrarlo, cuando no venerar al Sol a través de sacrificios u otro tipo de rituales.

El círculo de Goseck

Formado por una serie de anillos concéntricos excavados en el suelo, (el mayor mide 75 metros), y situado en Sajonia-Anhalt, Alemania, tiene alrededor de 7.000 años, se cree que esta estructura fue un escenario de rituales religiosos y sacrificios. Cuando fue descubierto, los excavadores descubrieron que había dos puertas en el círculo exterior que estaban alineadas con el solsticio de invierno, lo que sugiere que esta construcción era en realidad un tributo a esta fecha.

Stonehenge, Gran Bretaña

Uno de los megalitos más conocidos del mundo, con 4.000 o 5.000 años de antigüedad, fue un importante escenario de rituales y observaciones astronómicas durante cientos de años.

En este lugar, cuando el sol se pone en el solsticio de invierno, los rayos se alinéan con el altar central y la piedra de los sacrificios. Hoy en día, visitantes de todo el mundo lo visitan para recordar los orígenes del monumento, quizás asociados al solsticio de invierno.

Newgrange, Irlanda

Al noreste de Irlanda, hay un túmulo construido hace 5.000 años cubierta por la hierba y repleta de túneles y canales. Solo durante el día del solsticio de invierno, el Sol entra en todas las salas principales, lo que, según algunos expertos, indica que la estructura se construyó para conmemorar esta fecha.

Además, en Maeshowe, Escocia, hay un túmulo similar al de Newgrange que se ilumina durante esta fecha.

Tulum, México

En la costa oriental de México, en la península de Yucatán, Tulum es una antigua ciudad amurallada que perteneció a los mayas. hasta que su población cayó con la llegada de los españoles. Uno de los edificios, tiene un orificio en la parte superior que produce un efecto de llamarada cuando el sol del solsticio de invierno y de verano se alinéan con él.

En algunos lugares de Perú, esta fecha ya estaba imprimida en la construcción de las pirámides para marcar el punto donde se encontraba el Sol en el solsticio de invierno.

 Reproducido de ABC, Madrid

19 de diciembre de 2016

FALLECE ZSA ZSA GABOR, LA TENTACIÓN DE HOLLYWOOD

De los tiempos que se han ido
 
Fallece Zsa Zsa Gabor,
la tentación de Hollywood

Luis Fernández
La Razón, Madrid

Pudo ser actriz pero prefirió ser una gran estrella del oropel de Hollywood. Zsa Zsa Gabor, la mujer que atesoraba maridos y joyas caras y las lucía con un esplendor aristocrático entre la realeza fingida de Tinseltown, acaba de morir en su mansión de Bel Air a punto de cumplir los 100 años: nació el 6 de febrero de 1917. Su acento húngaro, su extraordinaria belleza y su sentido del humor la convirtieron en el centro de atención de las fiestas del artisteo de Los Ángeles en su etapa del glamour envuelta en lentejuelas centelleantes y brillante tecnicolor.

La actriz nacida en Budapest cuando todavía existía el Imperio austrohúngaro, Zsa Zsa Gabor, era un presencia lujosa, un rostro felino que llenaba la pantalla del cinemascope y su cuerpo voluptuoso resplandecía, deseante, en las portadas de los calendarios satinados de las pin-ups más reconocibles. Utilizó el cine para convertirse en una estrella fulgurante más que para conseguir acreditarse como actriz, aspecto que a las verdaderas luminarias les importa un comino.

Su voz era perfecta para hacer de reina venusiana del espacio exterior, en una de esas películas del cine de culto que lucha por ser considerada una de las diez peores películas del cine friqui de todos los tiempos: «La reina del espacio exterior» (1958). Su mejor actuación fue en «Moulin Rouge» (1952), en el papel de la cantante Jean Avril, dirigida por John Houston. Resplandeció en un pequeño papel en «Lili» (1953) y en «Sed de mal» (1958), de Orson Welles en un papel sin acreditación de la estriper de un club. El cine fue la excusa para representar en la pasarela social una vida de cine.

Mientras que hubo actrices que lucharon por su supervivencia, Zsa Zsa Gabor destacó por acumular maridos, nueve en total, acaparar portadas de revistas sensacionalistas y hacer de su vida privada algo tan público como la mejor superproducción de amor y lujo de Douglas Sirk. Ella no necesitaba guiones ni decorados de ensueño. Ella los creaba a medida que ascendía en la escalinata esplendoroso del mundillo de dinero y poder y dejaba tras de sí una estela de maridos burlados y amantes satisfechos.

El noveno y último de sus maridos, con quien se casó hace treinta años, el falso príncipe alemán Frederic Prinz von Anhalt, es quien hasta ayer empujaba su silla de ruedas. Zsa Zsa Gabor tuvo un accidente de coche, al que siguió una trombosis y la amputación de una de sus piernas.

Frederic Prinz von Anhalt, muchísimo más joven que ella, reconoció en una entrevista que nadaba en millones pero que no podía gastarlos. «Yo siempre quise una estrella de Hollywood; ella, Zsa Zsa Gabor, quería un príncipe. Ese fue el trato». Con 98 años, la estrella «socialite» de un Hollywood más olvidado que esta fuerza de la naturaleza que ha sobrevivido al siglo XX y al XXI, vivía encerrada en su particular Sunset Boulevard, una mansión de Bel Air de 47 habitaciones. Poseía tres Bentleys, dos Rolls-Royces, cuatro docenas de caballos y 300 millones de dólares, dinero que su marido no podía gastar porque dependía de los cheques de su mujer.

A punto de cumplir los 99 años, el falso príncipe, hijo de un policía alemán, se aburría en su lujosa mansión, mientras su mujer vivía conectada a una máquina, alimentada por una sonda nasogástrica, en intermitente estado de inconsciencia. No tan profunda como para ignorar que seguirá siendo noticia del «showbiz» de Hollywood hasta que se reúna con sus ocho maridos y sus dos hermanas, Eva y Magda y su esplendorosa madre Jolie Gabor que la introdujo de joven en el mundo del espectáculo. Su fastuosa vida, que ella describe como «los días mágicos de vida, amor y diamantes», le ha dado para cien vidas, los años que estuvo a punto de cumplir.