La vaca de mis sueños
Por
Pablo Alfonso
En el
invierno del 2005, mientras manejaba por una enrevesada carretera rural de los
Montes Apalaches en Estados Unidos, descubrí -clavada en el tronco de un
robusto pino-, una foto con esta curiosa leyenda: “Esta es mi vaca, si la
encuentra, llame por favor a este teléfono…’’
El
anuncio era revelador del ambiente bucólico en que viven los vecinos del lugar.
La foto de aquella vaca bermeja me transportó a otros momentos y lugares. Hacía
años que no veía anuncios con vacas fotografiadas. Los últimos fueron en Cuba
en la década de los 80. Eran los tiempos
de Ubre Blanca; la vaca de Fidel como le llamaba la gente. Ignoro todavía si
con sorna o con cariño.
Anécdotas
aparte decidí entonces que Ubre Blanca merecía ocupar un lugar en este
recuento. Al fin y al cabo Ubre Blanca era la única representante de las vacas
que soñó producir Fidel.
No exagero si afirmo que ninguna vaca en el mundo acaparó nunca tantos titulares de prensa como Ubre Blanca. Más de un centenar de artículos y reportajes se escribieron sobre ella. Un caso único en la historia. Puedo asegurar que, con excepción de Fidel y Raúl, ningún dirigente político de la revolución ha logrado nunca tanto espacio en los medios cubanos de prensa como Ubre Blanca.
Los titulares de prensa que recibió Ubre Blanca son la mejor expresión del más abyecto periodismo practicado en los medios oficiales de prensa del régimen. A ello contribuyeron los mejores exponentes de la profesión, convertidores en trabajadores ideológicos, como los define la Unión Nacional de Periodistas de Cuba.
Si Ubre
Blanca se convirtió en un fenómeno mediático no fue únicamente por sus
cualidades. Aquella vaca el primer resultado que obtenía Fidel de sus
experimentos genéticos. Fue su primer y único resultado.
Ubre Blanca nació en 1972 en el distrito ganadero Victoria en Isla de Pinos. Para entonces Fidel había dejado a un lado aquella obsesión de cruzar el ganado Holstein con el Cebú en busca del tipo perfecto: Leche abundante y carne suficiente. Ubre Blanca llegó para resarcir en algo tantos desvelos. Ubre Blanca fue su premio de consolación.
La historia mediática de Ubre Blanca comenzó el 21 de Julio de 1981. Ese día el órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, daba cuenta que “una vaca F-2 Holstein-Cebú, produjo en un dia 72,9 litros de leche, la producción más alta alcanzada por una hembra vacuna del país’’.
La vaca-fenómeno fue catalogada como “recordista nacional lechera’’ y el reportaje de Granma se encargó de subrayar que había nacido al calor de los cruces genéticos orientados por el Comandante en Jefe.
Tres días después Fidel volaba a la Isla de la Juventud, para conocer a Ubre Blanca y declaraba emocionado: "El mundo desarrollado del trópico nunca tuvo el privilegio de disponer de razas lecheras capaces de suministrar este indispensable y valioso alimento del hombre".
Fue la primera de muchas citas entre Fidel y su vaca. A partir de ese momento la “popularidad’’ de Ubre Blanca fue en ascenso. Un ascenso vertiginoso, que creció paralelo a su producción lechera, que aumentaba día tras días, y de la cual daba cuenta escrupulosa la prensa nacional, como si se tratara de un grandioso acontecimiento.
Granma recogía con devoción los progresos lecheros de Ubre Blanca. Sus titulares informaban de cada parto y de cada litro de leche que brotaba de sus portentosas tetas. Ubre Blanca era una vaca agradecida. Para celebrar el décimo aniversario de su nacimiento, parió otro ternero. La noticia mereció un titular a todo lo ancho de la primera plana de Granma.
Los cubanos no podían quejarse. Estaban al tanto de cómo se materializaba en aquella vaca excepcional el genio genético de Fidel.
En enero de 1982, Ubre Blanca entró en el libro de los records Guinnes al producir 110.9 litros de leche en tres ordeños que le hicieron el día 26 de enero, según informó Granma. Al finalizar el primer trimestre de 1982, tras casi un año de su último parto Ubre Blanca ya era una sólida recordista mundial en la producción lechera
Ubre
Blanca dispuso de un establo climatizado, la atención constante de un equipo de
veterinarios, alimentación balanceada y música clásica de Mozart. Así,
cualquiera, quizás dirían algunas vacas con menos dicha.
Al final de esas proezas y de tanto ordeño, Ubre Blanca murió en 1985. Se dice que tuvo que ser sacrificada, pero las causas de su muerte no fueron explicadas. Todo un secreto de Estado. En los archivos del diario Granma no consta la fecha de la muerte, aunque algunos medios extranjeros aseguran que el órgano oficial del Partido Comunista de Cuba le dedicó un extenso obituario. Quizás escrito por el mismo Fidel, añado yo.
La
propaganda oficial trató de mantener viva la leyenda de Ubre Blanca, siguiendo
el rastro a su descendencia, pero fue inútil. Sus hijas no heredaron sus
cualidades lecheras.
De aquellas fantasías obsesivas en busca de
una raza vacuna, única y tropical, productora de leche y carne a un tiempo,
solo queda hoy una estatua de mármol que se alza en Nueva Gerona, Isla de la
Juventud, con la figura de Ubre Blanca.
Queda
también su cuerpo embalsamado que se exhibe en el vestíbulo del Centro
Nacional de Sanidad Agropecuaria (CENSA) en La Habana.
Ubre
Blanca fue elevada casi a símbolo nacional. A sus establos refrigerados llevó
Fidel a los más ilustres visitantes que llegaron a la isla en aquel período.
Desde Jefes de Estado y Gobierno, hasta representantes de organismos
internacionales, dirigentes sindicales y políticos de cualquier rincón del
mundo.
Por allí desfilaron, entre otros, el entonces presidente de Venezuela, Rafael Caldera, el primer ministro de Yemen del Sur, Ali Nasse Mohamed, y el presidente del Parlamento de la India, B.R.Jakhar.
Ni siquiera los corresponsales extranjeros acreditados en Cuba se libraron de asistir a tamaño espectáculo.
A todos les ofreció Fidel el espectáculo maravilloso del ordeño de su vaca de cuyas tetas gigantescas manaba la leche, blanca y espumosa, acumulando litros y litros. Algunos, incluso, tuvieron el privilegio de beber in situ un vaso de leche de Ubre Blanca, todavía tibia.
El desfile de personalidades para rendirle homenaje a Ubre Blanca, continuó más allá de su muerte. Una de ellas fue nada más y nada menos que el diplomático sueco, Hans Blix, quien visitó el CENSA y le rindió culto a la momia de Ubre Blanca instalada en el lugar el 30 de octubre de 1987.
Reproducido
de http://eltimbeke.blogspot.com