Del dicho al hecho
Se acabó como la fiesta del Guatao
Marlene María Pérez Mateo
Esta frase de
cubanismo nos lleva de la mano a una municipalidad habanera. Guatao, fundado en
1750, se ubica al norte de La Habana cerca del arroyo Bauta, saltando al
dicharachero popular como lugar festivo
y de dramático final.
Según se cuenta, varias historias
pueden haber llevado a su bien o mal habida popularidad. Una de ellas recuerda
a Ma'Kimdimba pobladora del lugar y organizadora de fiestas los fines de semana
en su propio hogar. Era un baile a ritmo de tambores africanos, al cual
asistían trabajadores de los ingenios azucareros vecinos: Taoro, Maurin, San
Joaquin y San Antonio de Macasta.
Entre ellos había cierta rivalidad
y lo iniciado como una controversia dentro del repentismo campesino terminaba a
palos y puñetazos. La segunda versión señala algo bastante similar, solo
apuntando a Fela Cuesta, preciosa criolla y vecina del lugar, asistente a los
ya mencionados holgorios como la razón de inicio de una trifulca y un final
igualmente violento.
La tercera versión enfoca su
motivación a un zapatero de la zona, quien tuvo la idea de dar un especial de
rebajas a sus productos, lo que motivó un alza en sus ventas. El buen ánimo se
trocó en belicosidad al notar los
compradores la baja calidad del calzado adquirido y por supuesto la estafa. El
pueblo se sublevó contra el comerciante y la inicial alegría se tornó en
batalla pública.
Ello lo declaró en 1940 una centenaria
ex-esclava nombrada Ramona, quien decía haber sido testigo de los hechos. En
1896, durante un festividad popular, los guardias españoles acometieron contra
la población provocando 18 muertos y treinta dos heridos graves.
En 1955 el periodista Gregorio
Ortega hizo una investigación al respecto para su publicación en la revista
Carteles sobre dicho tema sin encontrar total explicación, solo indicios.
Acabar como la fiesta del Guatao
es comenzar bien con la mejor de las intenciones y terminar mal y muy lejos del motivo
iniciador.