Desde Cuba:
La capacidad del sistema cubano de salud
Julio Franco,
La Habana, octubre 13,2009
La Habana primero descalificó la efectividad de la vacuna contra la gripe A, pero luego informó que no tenía recursos para comprarla.
"El sexo oral cura la gripe A". No es el último descubrimiento de la medicina, sólo el letrero de una camiseta en la espalda de alguien en La Habana, una ciudad bajo crisis epidemiológica, como otras del país. Dengue, conjuntivitis hemorrágica, influenza, ¿alguna desgracia más?
"No, gracias", dicen los habitantes de la urbe con más de dos millones de residentes, rebosantes tachos de basura, salideros de aguas servidas y hacinamiento urbanístico, un caos higiénico que se calienta con el sol achicharrante de un verano que se burla del otoño.
En mucho ese desorden —rumoran— influyó en la destitución de Pedro Sáez, líder del Partido Comunista en la provincia, a quien despacharon a una escuela de estudios militares para cuadros civiles.
Las autoridades han puesto bajo signos de admiración la influenza A. Un programa radiotelevisivo como Mesa Redonda, que generalmente evita los candentes temas vernáculos, dedicó una emisión a la enfermedad, en el que destapó la cifra de fallecidos —tres embarazadas—, el mismo número de Egipto, país de 80 millones de habitantes, y de enfermos, más de 600.
"Eso dicen, pero deben de haber más", especula una señora en el mercado de 11 y 4, en el Vedado, mientras espera pagar en caja. Lleva dos jabones y un paquete de detergente de 500 gramos.
"Hay que lavarse las manos cada vez que vienes de la calle, pero hay que tener dinerito para eso", dice la cliente. Factura total: 2,60 CUC. Quince por ciento del salario promedio en la Isla.
Es una higiene cara que los mensajes no pueden eludir. Uno de ellos recomienda mantener las manos limpias, otro consumir alimentos ricos en vitamina C. "De dónde", se queja un cartero. Toma una cerveza de diez pesos luego de haber "zapateado" uno de los barrios metropolitanos. A unos metros, en el mercado agropecuario, a veces venden naranjas a peso. "¡Son un lujo!", exclama. Alguien replica. "Con el pescao — diez pesos— del lagarto-cerveza resuelves tu problema".
Julio Franco
Foto y texto tomados de Cubaencuentro.com
.
La Habana, octubre 13,2009
La Habana primero descalificó la efectividad de la vacuna contra la gripe A, pero luego informó que no tenía recursos para comprarla.
"El sexo oral cura la gripe A". No es el último descubrimiento de la medicina, sólo el letrero de una camiseta en la espalda de alguien en La Habana, una ciudad bajo crisis epidemiológica, como otras del país. Dengue, conjuntivitis hemorrágica, influenza, ¿alguna desgracia más?
"No, gracias", dicen los habitantes de la urbe con más de dos millones de residentes, rebosantes tachos de basura, salideros de aguas servidas y hacinamiento urbanístico, un caos higiénico que se calienta con el sol achicharrante de un verano que se burla del otoño.
En mucho ese desorden —rumoran— influyó en la destitución de Pedro Sáez, líder del Partido Comunista en la provincia, a quien despacharon a una escuela de estudios militares para cuadros civiles.
Las autoridades han puesto bajo signos de admiración la influenza A. Un programa radiotelevisivo como Mesa Redonda, que generalmente evita los candentes temas vernáculos, dedicó una emisión a la enfermedad, en el que destapó la cifra de fallecidos —tres embarazadas—, el mismo número de Egipto, país de 80 millones de habitantes, y de enfermos, más de 600.
"Eso dicen, pero deben de haber más", especula una señora en el mercado de 11 y 4, en el Vedado, mientras espera pagar en caja. Lleva dos jabones y un paquete de detergente de 500 gramos.
"Hay que lavarse las manos cada vez que vienes de la calle, pero hay que tener dinerito para eso", dice la cliente. Factura total: 2,60 CUC. Quince por ciento del salario promedio en la Isla.
Es una higiene cara que los mensajes no pueden eludir. Uno de ellos recomienda mantener las manos limpias, otro consumir alimentos ricos en vitamina C. "De dónde", se queja un cartero. Toma una cerveza de diez pesos luego de haber "zapateado" uno de los barrios metropolitanos. A unos metros, en el mercado agropecuario, a veces venden naranjas a peso. "¡Son un lujo!", exclama. Alguien replica. "Con el pescao — diez pesos— del lagarto-cerveza resuelves tu problema".
Julio Franco
Foto y texto tomados de Cubaencuentro.com
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