31 de octubre de 2009


Gratia Plena
(de La Amada Inmóvil)

Amado Nervo

Todo en ella encantaba, todo en ella atraía
su mirada, su gesto, su sonrisa, su andar...
El ingenio de Francia de su boca fluía.
Era llena de gracia, como el Avemaría.
¡Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar!

Ingenua como el agua, diáfana como el día,
rubia y nevada como Margarita sin par,
el influjo de su alma celeste amanecía...
Era llena de gracia, como el Avemaría.
¡Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar!

Cierta dulce y amable dignidad la investía
de no sé qué prestigio lejano y singular.
Más que muchas princesas, princesa parecía:
era llena de gracia como el Avemaría.
¡Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar!

Yo gocé del privilegio de encontrarla en mi vía
dolorosa; por ella tuvo fin mi anhelar
y cadencias arcanas halló mi poesía.
Era llena de gracia como el Avemaría.
¡Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar!

¡Cuánto, cuánto la quise! ¡Por diez años fue mía;
pero flores tan bellas nunca pueden durar!
¡Era llena de gracia, como el Avemaría,
y a la Fuente de gracia, de donde procedía,
se volvió... como gota que se vuelve a la mar!

Amado Nervo, Juan Crisóstomo Ruiz de Nervo, nacido en México en 1870 y fallecido en Montevideo, Uruguay, en 1919. Poeta, periodista, diplomático y también autor de novelas y ensayos. Se le encasilla en el modernismo por el misticismo y tristeza de sus versos, dotados de gran ritmo y candencia. Su más conocida inspiración son los poemas que forman «La Amada Inmóvil», escritos en 1912 y publicados póstumamente. Fueron inspirados por la muerte del gran amor de su vida, Ana Cecilia Daillez. Su cadáver fue trasladado a México y hoy reposa en el Panteón de los Hombres Ilustres de ese país.

Foto: Google
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