28 de marzo de 2018

PLEGARIA A DIOS


Plegaria a Dios

Diego Gabriel de la Concepción Valdés,

Plácido

 

Marlene Maria Perez Mateo

                                                    Plegaria a Dios

                               Ser de inmensa bondad, Dios poderoso,
                               a vos acudo en mi dolor vehemente;
                               Extened vuestro brazo omnipotente,
                               rasgad de la calumnia el velo odioso
                               y arrancad este sello ignominioso
                              con que el mundo manchar quiere mi frente. 
 
                              Rey de los reyes. Dios de mis abuelos,
                              vos solo sois mi defensor, Dios mio:
                              todo lo puede quien al mar sombrío
                              olas y peces dio , luz a los cielos,
                              fuego al sol, giro al aire, al Norte hielos,
                             vida a las plantas , movimiento al río.

                             Todo lo podéis vos, todo fenece
                             o se reanima a vuestra voz sagrada
                             fuera de vos,Señor, el todo es nada
                            que en la insondable eternidad perece,
                            y aun esa misma nada os obedece
                            pues de ella fue la humanidad creada.

                           Yo no os puedo engañar Dios de clemencia;
                           y pues vuestra eternal sabiduría
                           ve al través de mi cuerpo el alma mía
                           cual del aire a la clara transparencia.
                           estorbad que humillada la inocencia
                           bata sus palmas la calumnia impía.

                           Mas si cuadra a tu suma omnipotencia
                          que yo perezca cual malvado impío
                           y que los hombres mi cadáver frío
                           ultrajen con maligna complacencia,
                           suene tu voz y acabe mi existencia:
                           cúmplase en mi tu voluntad, Dios mio.  


               Es Plácido el poeta de mayor aceptación popular  entre los escritores  cubanos siglo XIX, “siglo cubano” por antonomasia. Este sitial de honor le cabe al joven matancero por razones que huelgan. Pese a la poca instrucción formal por el alcanzada y la pobreza, constante en su vida; fue Plácido un ser dotado por Dios de una sensibilidad poco común; y un carisma personal y literario acucioso.
             
               El infortunio marco su vida desde su nacimiento acaecido el 18 de marzo de 1809. Su madre fue Concepción Vazquez bailarina flocklorica española natural de Burgos y su padre el negro libre cubano Diego Ferrer Matoso artesano peinetero. Fue dejado por su progenitora en la Casa de Beneficencia para huérfanos a los días de nacido, por lo cual siempre acompaño su nombre con el apellido Valdés, era un dolor imborrable. Vivió su infancia entre las ciudades de La Habana y Matanzas; con su padre y abuela paterna; aprendiendo oficios , malamente instruyéndose; y pasando penurias. Se vio obligado a dejar a un lado las clases por razones financieras. Fue: carpintero, aprendiz de tipógrafo (donde entra en contacto con el mundo poético), peinetero, orfebre, versificador e improvisador por encargo y animador de fiestas. De tan rocambolezca existencia lo sustrajo un tanto el ganar un certamen literario convocado a la sazón. Conoció a José María Heredia, una autoridad entonces y ahora de la lírica cubana. Una epidemia de cólera morbo le arrebato la vida a su primer amor, posteriormente contrajo matrimonio en dos ocasiones. A su pluma debemos obras tales como Jicotencal,  Flor de café,  Al Yumurí,  Mi casa, Recuerdos, entre otras.

                  “Plegaria a Dios”, poema razón de estas lineas en esta Semana de Pascua, fueron los últimos versos de Plácido o “El peregrino”, seudónimo que tanto le gustaba. Desde 1840 fue victima del asedio, por parte de algunos envidiosos que fungían de autoridades por entonces. Cuatro años después fue injustamente culpado de pertenecer a la falsamente conocida Conspiración de la Escalera, siendo por ello encarcelado y condenado a muerte. En la Capilla del penal escribió un poema a su madre y Plegaria a  Dios, dos obras muy poderosas, desgarradora y decisivas; por las tensas circunstanciasen el momento de ver la luz. No por ello renunciando a valores líricos de alta tesitura, y de una ética incomiable. 

                 Plácido fue iniciador del criollismo y siboneyismo en la lírica cubana. Lezama Lima le describió muy bien: “... capturo el verdadero espíritu cubano en sus versos...”.

Fecha 25 de Marzo del 2018, para el Martes Santo del 2018

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