29 de octubre de 2009

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.Opiniones
El Libro de Juanita Castro

Nicolás Pérez,
El Nuevo Herald,
28 de octubre, 2009

No escribo sobre la clandestinidad o la cárcel por dos razones: la primera, que cuando pretendo buscar las versiones de mis compañeros sobre un hecho determinado, como en la novela Rashomon, todos me dan versiones diferentes de una misma realidad. La segunda, porque cuando intento escribir de lucha armada o cárcel me entra una ansiedad y una indignación que nunca me permite pasar de la primera página. Hoy voy a hacer la excepción y tocar el tema muy superficialmente, porque es de actualidad.

Se ha hablado hasta el cansancio del embrujo que ejerce Fidel Castro sobre Gabriel García Márquez, pero se calla la fascinación que despierta en este exilio de Miami, donde programas de radio y televisión, y noticieros, dan constantemente detalles ridículos de la vida de Fidel Castro y sus hijos.

Aquí todos ignoran qué fue la conspiración del 30 de agosto. Ese día fusilaron en toda Cuba a 400 personas; ¿cuántas personas menores de 50 años en Miami habían escuchado esta historia? No obstante, todos saben a través de ciertos programas de televisión que el cocinero de Fidel se llama Erasmo, que ``la compañera Dalia'' es más mujer que madre, y que Adalys, que sufrió de una bacteria en un riñón, es la nieta favorita del dictador.

Infinidad ignoran en Miami que en una causa que se llamó ``la de los Mil Doce'', se juzgaron a 1,012 personas, fusilaron a 1,000 y a los 12 sobrevivientes, que vivían en un estado de pánico y estupor, los conocí al final de Isla de Pinos en la cárcel de Agüica. Esto nadie lo sabe, sin embargo aquí Juana y su hermana murmuran sobre la saga de Dashiel Torralba, la prometida de Antonio Castro, y si en la casa de Fidel se come con vino y se sirve a la rusa, si hay dos guacamayos en una jaula en el patio, regalo de Hugo Chávez, y si Rebeca es la esposa de Alexis.

También el vecino menos informado de Hialeah te confirma que el quinto hijo de la pareja real del dictador y Dalia se llama Angelito. A todo esto lo bauticé en una oportunidad con el nombre de ``comer catibía con una cucharita de plata sterling''. Y es que colocar a los Castro en Miami, con el mismo índice de superficialidad con que coloca la revista Hola en España a los miembros de su jet set, es una estupidez tan grande que provoca pavor.


Todo esto viene a cuento por el revuelo que han armado las memorias de la hermana menor de Fidel y Raúl. Y la algarabía no la provocan las consecuencias políticas del evento, sino el chisme. Aunque primeramente separemos la paja del trigo. Juanita es una mujer valiente, admirable y de fuertísimas convicciones.

Pero no creo que haya sido inteligente colocarle el cuño de agente de la CIA porque es una pésima presentación en América Latina y Europa del libro, por el rechazo de que disfruta hoy la CIA en el mundo entero, y porque no sé qué hizo ella cuando llegó a Estados Unidos, pero mientras estuvo conspirando en Cuba se le pudo llamar colaboradora, simpatizante, partidaria, incluso subagente, ¿pero agente de la CIA? Me paso con fichas. Este es un club muy exclusivo donde han entrado muy pocos ciudadanos nacidos en Cuba. Si Juanita fue agente de la CIA, lo fueron todos aquellos que conspiraron contra el castrismo en la isla, y fueron agentes de la Unión Soviética los que por entonces simpatizaban con la revolución cubana.

También el aura de secreto de altísimo nivel con que rodearon el libro fue un desacierto. Cuando fui detenido en agosto de 1962 gran parte de mi interrogatorio en las Cabañitas de Seguridad del Estado fueron preguntas sobre Juanita, si la conocía, si estaba conspirando, con quién y cómo. Pude librarme con facilidad de las astas de este toro porque no conocía ni había cruzado jamás media palabra con ella. Si se comentaba que estaba opuesta a a revolución y que estaba muy cerca de un diplomático, ayer me enteré que era Vasco Leitao da Cunha, de Brasil, y siempre supuse había sido Jaime Caldevilla, encargado de negocios de España en Cuba. También tantos años lo confunden a uno, y cuando una periodista me preguntó hace unos días qué sabía de Juanita y su conspiración, tuve un tipo de idea vaga de que ella había conocido a Manolín Guillot, jefe militar del MRR y fusilado el 30 de agosto, pero cuando consulté a Juan Falcón Samar, la persona que estaba más cerca de Monty, me dijo que no tenía la más mínima idea de esto, es decir, yo estaba equivocado.

tro ángulo del problema. De lo que yo me enteraba también se enteraba el coordinador nacional de abastecimientos del Directorio, capitán de Seguridad del Estado infiltrado en el grupo, Jorge Medina Bringuier, y el hombre que se ocupó de destruir a la clandestinidad traicionándonos. Si lo supo el Mongo, al instante lo supo Ramiro Valdés. Quizás desde antes, pero de lo que sí estoy convencido es de que, en junio de 1962, el gobierno castrista sabía que Juanita era enemiga de la revolución y estaba vigilada hasta en sus más mínimos movimientos. ¿Cómo pudo ser útil a la lucha de esa fecha en adelante? No lo entiendo.

Por último, decir que Juanita informó a Estados Unidos de la existencia de cohetes en Cuba es algo cierto, pero trivial. Aproximadamente un millón de cubanos hicieron lo mismo con lo que era un secreto a voces de una punta a la otra de la isla.

Por lo demás, el balance del libro es positivo.

nicop32000@yahoo.com

Recogido del Nuevo Herald
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1 comentario:

  1. Sinceramene, lo que cuesta el libro de Juanito Castro, prefiero mandarlo a los disidentes que en Cuab se tienen que enfrentar a un régimen de abusos y de represión. No me extraña que el libro de Juanita Castro haya rotos records de venta porque los cubanos seguimos siendo tan come m... y tan tontos como cuando tuvimos que abandonar la patria en el 1959.
    En Miami no se habla de otra cosa...pobres de nosotros que seguimos en la misma basura.
    Martha Pardiño

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