THE WALL STREET JOURNAL
2 de octubre de 2011
Aumenta la represión en Cuba
Por Mary Anastasia O´Grady
Tras un fallido viaje a Cuba para intentar rescatar un
rehén, el ex gobernador de Nuevo México Bill Richardson regresó el mes pasado
con las manos vacías y todavía se pregunta por qué lo traicionó el gobierno de
Castro. Lo que es en verdad incomprensible es por qué Richardson esperaba algo
diferente de una dictadura partidaria de la represión extrema.
En una entrevista del 14 de septiembre con Wolf Blitzer,
de la cadena CNN, Richardson dijo que había sido invitado a la isla para tratar
la liberación de Alan Gross, trabajador social y contratista de la Agencia de
los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por su acrónimo en
inglés). Gross fue arrestado en diciembre de 2009 y cumple una condena de 15
años.
Richardson admitió que fue estafado
por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, del cual asegura conocer a
muchas personas y contar con amigos. Lo que no podía comprender es por qué esos
"amigos" –una extraña denominación para personas que algún día
podrían comparecer ante un tribunal internacional de derechos humanos– no
aprecien el acercamiento del gobierno de Obama hacia ellos. Sí, son "de
línea dura", pero deben entender que la Casa Blanca ha hecho lo imposible
para llevarse bien con ellos. En realidad lo entienden, y es por eso que lo trataron
tan mal.
Richardson dijo a Blitzer que estaba
"asombrado" cuando, luego de un delicioso almuerzo de tres horas, en
el que se conversó acerca de cómo mejorarse las relaciones entre EE.UU. y Cuba
–incluyendo, me dijo el viernes por teléfono, la posibilidad de sacar al país
de la lista de estados patrocinadores del terrorismo tras la liberación de
Gross– el ministro de Relaciones Exteriores lo "golpeó" de tres
maneras: le impidió ver a Gross, se negó a liberarlo, y le impidió
entrevistarse con Raúl Castro.
Lo que ocurrió era muy predecible. La "relajación de
las restricciones a los viajes" y el aumento de las "remesas [de los]
cubano-estadounidenses" que Richardson señaló como señales de Obama para
llegar a un acuerdo son interpretadas como una debilidad por un gobierno
acostumbrado a la intimidación. El gobierno de Estados Unidos negocia como si
no tuviera ningún poder, de modo que por qué debería Castro acceder a sus
peticiones.
Richardson hizo aún menos por los disidentes de Cuba. Una
muestra de su infinita sabiduría: el ex
gobernador dijo en CNN que "la situación de los derechos humanos [en Cuba]
ha mejorado". De hecho, los derechos humanos en Cuba se deterioran
rápidamente. Sostener lo contrario es abandonar a los valientes demócratas de
la isla cuando más necesitan de la solidaridad internacional.
Basta preguntarle a Sonia Garro, quien durante años ha
denunciado la discriminación del gobierno contra los afro-cubanos. A pesar de
que vive en la pobreza, Garro fundó en 2007, en su casa, un centro de
recreación para niños pobres y sin supervisión, según un informe de un periodista
independiente cubano. Garro también forma parte de las Damas de Apoyo, un grupo
que mantiene vínculos con las Damas de Blanco, un movimiento fundado en 2003 a
su vez por las esposas, hermanas y madres de presos políticos y que trabaja por
su liberación.
En octubre de 2010, Garro fue detenida por la seguridad
del Estado y retenida durante siete horas. Luego fue liberada con la nariz
rota. Otra detenida junto a Garro tenía un brazo roto.
La organización no gubernamental Capitol Hill Cubans
informó que en los primeros 12 días de septiembre, las autoridades detuvieron a
168 activistas pacíficos. Esas "detenciones express" están diseñadas
para disolver las reuniones de disidentes, que amenazan con propagar el
comportamiento inconformista. El régimen preferiría encerrar a los infractores
por períodos más largos, pero el gobierno desea que gente como Richardson digan
que los derechos humanos han mejorado. El gobierno también está recurriendo con
mayor énfasis a las brigadas de "rápida respuesta", formadas por
civiles no uniformados que fueron entrenados, armados y organizados para atacar
a los defensores de la democracia.
Richardson me dijo que considera que la situación de Cuba
ha mejorado porque 52 presos políticos fueron enviados a España en 2010. Sin
embargo, cuesta entender cómo exiliar a prometedores líderes de la oposición
puede calificarse como un gesto humanitario. Tampoco lo es fácil para las
terribles prisiones cubanas.
El mes pasado, en un discurso en Nueva York, el ex preso
político Fidel Suárez Cruz, describió sus siete años y siete meses de
confinamiento solitario, incluyendo dos años y ocho meses en una celda sin
ventanas, ni ventilación, ni luz artificial. Uno de los pasatiempos favoritos
de sus torturadores era cuando cuatro militares lo recogían para luego dejarlo
caer al suelo. Su testimonio, publicado en el sitio web de Capitol Hill Cubans,
es imprescindible para todo aquel que dude de la naturaleza perversa del
régimen cubano.
De todos modos, los disidentes cubanos son implacables y
hay indicios de que el gobierno está renunciando a la estrategia de las
detenciones express. La valiente defensora de la democracia, Sara Marta
Fonseca, y su esposo, Julio León Pérez, han estado en la cárcel desde el 24 de
septiembre. El hijo de Fonseca ha visto a su madre y dice que está cubierta de
moretones en todo el cuerpo y tiene una lesión en la columna vertebral. Ha
trascendido que el gobierno se prepara para acusar a la pareja, en tanto que
hay otros 11 disidentes en espera de juicio. A su vez, Yris Pérez Aguilera,
esposa del destacado disidente Jorge García Pérez, "Antúnez", y dos
de sus pares fueron detenidos el 26 de septiembre y se desconoce su paradero.
Cualquier esperanza de proteger a estos patriotas se
apoya en la condena internacional. Richardson debe hacer un aporte y regresar a
CNN para corregir sus dichos.
Escriba a O'Grady@wsj.com
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