La leyenda del rey Midas
Midas
fue un rey de Frigia (antigua región del Asia Menor, territorio que actualmente
ocupa Turquía), que gobernó durante el período entre 740 aC y 696 aC
aproximadamente.
Cuenta una
vieja leyenda que, impulsado por la codicia, rogó a Baco, dios del Vino, que se
convirtiera en oro todo lo que tocase, y el dios mitológico quiso darle una lección y lo complació.
El avaro
rey, impaciente por comprobar su deseo, tomó una delicada flor de vistosos
colores y al punto ésta se convirtió en oro brillante. Se inclinó a coger agua
con el hueco de su mano y esta resbaló convertida en pequeñas pepitas de oro.
Tocó los frutos que cuelgan de un árbol y se convirtieron en fantásticas formas
auríferas. Y así también las piedras, los vestidos, los muebles; en fin, todo
cuanto tocaba se convertía en oro. Y Midas se sentía embriagado por la codicia.
Corrió a los
montes con el afán de saciar sus deseos y logró montones del precioso metal al
contacto con las piedras, los árboles, los arroyos... Todo sufría un cambio y
se convertía en oro.
Pero ¡ay!,
más tarde, como si despertara de un sueño, sintió hambre y el sabroso pan se convirtió
en oro; tuvo sed y el agua se transformó en oro líquido al contacto con sus
labios. Acongojado, se llevó las manos a la cabeza y contempló en el espejo sus
cabellos convertidos en hebras doradas. Midas vio
cercana su muerte y deploró su necedad por haberse hecho esclavo del
oro; se arrepintió e invocó al dios.
—Aprende la
lección —le dijo éste—. Y como condición para liberarte, ve a purificarte en el
río Pactolo.
Así lo hizo.
Desde entonces el río, seducido por el hechizo, arrastra pepitas de oro.
Para escribir un comentario pulsa sobre COMENTARIOS
No hay comentarios:
Publicar un comentario