7 de octubre de 2011

LA PROVIDENCIA

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La Providencia
 
Cristina L. Schlichting
La Razón, Madrid
 
En su genial discurso en Stanford, Steve Jobs explicó que la vida sólo se entiende mirada de delante hacia atrás. Esto es, uniendo el presente con el pasado. ¿Por qué los Mac tienen una tipografía maravillosa? Pues porque Steve tomó en su día la traumática decisión de dejar la universidad por un curso de caligrafía, que le influyó cuando diseñó el ordenador diez años después. ¿Cómo es que Jobs tuvo tiempo de crear Pixar o de enamorarse de su esposa Laurene? Pues porque fue despedido de Apple (en lo que él mismo define como «el episodio más devastador de mi vida adulta») y eso redobló su capacidad de emprender. ¿Por qué conocimos a Steve Jobs? Pues porque su madre, una estudiante embarazada, prefirió darlo en adopción a librarse de él. Lo que el creador del iPod y del iPhone intentaba decirnos es que la vida tiene sentido, aunque a veces no la entendamos. Los cristianos llamamos Providencia a ese fenómeno. 
 
La semana pasada un hombre asesinó en una parroquia a una mujer embarazada. El bebé ha muerto también. Hay quien ha ironizado amargamente sobre la fe de Rocío Piñeiro, abandonada por su Dios. Creo que Steve Jobs –ahora recién fallecido también– sería más cauto. Hay un nexo impenetrable entre el asesinato de la joven y su decisión de rezar en la misa de ocho. Desde luego, es claro que su amor por Dios era muy anterior a su muerte. Y eso da sentido a toda una vida, por breve que sea. En verdad, sólo la Providencia desvela el significado de las cosas, incluso las aparentemente absurdas.
 
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