4 de mayo de 2010


Sindi, la del Comité

Aini Martín Valero

LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org) - Los que formamos parte de la prensa independiente o la oposición, siempre somos hostigados por algunas personas de nuestro barrio, entre ellas generalmente sobresalen los chivatos que presiden el Comité de Defensa de la Revolución.

La presidenta del CDR de mi cuadra, Elisa Piropo –una mujer que no tiene dientes y a quien por eso la gente del barrio llama Sindi- ha estado siempre involucrada en casi todos los horrores que me han hecho la policía política y sus turbas fascistas.

Durante los años 2005 y 2006 fui víctima de varios actos de repudio, liderados siempre por Sindi. El 18 de marzo de 2007, las turbas intentaron impedir que saliera de mi vivienda y, como me resistí, permanecí detenida durante 10 horas en la Estación de Policía de Regla, el pueblo habanero donde resido. ¿Quien apareció allí, en la Estación de Policía? Pues Sindi, que fue a darme “buenos consejos”.

El 25 de agosto de 2008, mi casa fue allanada por agentes de Seguridad del Estado para registrarla. La primera cara que recuerdo haber visto en la puerta, fue la de la combativa Sindi. En aquella ocasión me decomisaron 6 cajas de libros, medicamentos y ropa, destinados a la oposición. Según personas que viven en su propia casa, fue Sindi quien alertó a la policía sobre lo que había entrado en mi casa.

Pero los tiempos cambian, y aunque Sindi está casada con un policía, su actitud ha cambiado. Ya no está tan al acecho, y al parecer ha dejado de preocuparle lo que yo haga y lo que suceda en mi casa.

Sindi tiene 4 hijos, y es madre de una afortunada jinetera (prostituta) que encontró un extranjero, que ahora abastece la casa. Sin que le importe a Sindi la opinión del barrio, el auto con chapa de turista permanece parqueado frente a su casa, mientras todos quedamos boquiabiertos.

Sindi sigue siendo la presidenta del CDR, pero ya no habla mucho de la revolución. Ahora, el foco de su atención es el extranjero que se agenció su hija jinetera. Su marido, el policía, también aprovecha la nueva bonanza que el “trabajo” de la hija ha traído a la familia y disfruta de todos los regalos del extranjero, que, según cuenta Sindi, “es una bella persona”.

Así es la vida, los represores de ayer, quizás sean los que nos defiendan mañana. Los que no tengan las manos manchadas de sangre, serán perdonados.

Foto: Google (archivo, no relacionada con el personaje de este relato).
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