5 de mayo de 2010


A mi querida madre

Juntas para siempre

Martha Pardiño

No fue más que la sombra fugaz de la alegría,
lo que duró el tiempo vivido con mi madre.
¡Al dejarla sentí que la perdía, que si regresaba
a mi patria algún día, ya no iba a encontrarla!

Y las horas se volvieron días y los días años.
Y nuestras cartas, como golondrinas,
como mariposas,

Iban y venían, y unas con llanto,
otras con alegrías,

¡convertidas en rosas, perfumaban tus sienes
madre mía!


Recuerdo aquel café con leche cotidiano,
el portal de
mi casa en Vista Alegre,
el arroz con pollo dominguero,

los programas de radio, los frixuelos,
tu sillón de mimbre…

En fin, hoy me vienen a la mente tantas,
tantas cosas!


Cuando estemos juntas nuevamente,
nos contaremos muchas cosas;

te diré de tus nietos, de mi vida,
del dolor de perderte, y la alegría

de poder abrazarte nuevamente…
¡y en esa nueva vida diferente,

te prometo, querida madre mía,
que viviremos juntas para siempre!


Martha Pardiño
Mayo 11, 2006
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1 comentario:

  1. Gracias, Lolita, por publicar mi verso, que aunque humilde ya que no soy poetisa, sólo soy escribidora, es inspirado por el amor a mi querida madre que tanto sufrió por mí en la Cuba secuestrada por los Castro.

    Cuando yo estuve presa, y al no saber donde me habían llevado y no tener noticias mías, le dió un infarto masivo que le partió el corazón en pedazos. Estuvo ingresada más de un mes en la clínica Damas de la Covadonga, en el Vedado, y los médicos nos dijeron que se salvó por un milagro.

    Después de eso se quedó delicadita y nos íbamos algunas tardes a caminar por el parque que estaba a una cuadra de mi casa. En ese tiempo y hasta que nos fuimos de Cuba, me parecía que yo era la madre y ella la hija.

    No me dieron permiso en Cuba para ir a su velorio y lo mismo pasó con mi padre querido. Ni siquiera pude estar presente en los entierros.

    La crueldad de la tiranía castrista al separar a las familias y desbaratar hogares, no tiene perdón.

    Un abrazo, Lolita, y nuevamente mil gracias por publicar la poesía y por las dos bellas rosas blancas, que espero en Dios, que algún día, seremos mi madre y yo allá en el cielo.

    Martha

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