17 de marzo de 2010


Un tributo a la entereza

Lic. Amelia M. Doval

El alma sostiene el cuerpo, la estructura ósea se desvanece, los ojos vidriados dejan de fijar mirada porque ya no necesitan establecer contacto con la realidad, no hacen falta frases largas, las pequeñas son rebeldes y ostentan la necesaria firmeza que le permite al cuerpo sostenerse en las ideas. Es un ayuno voluntario, un llamado de alerta que trasciende la palabra, el gesto. Intrepidez de campo de batalla donde el ejército se muestra solitario.

Un hombre, un valiente, un ideal que necesariamente puede trascender, sin nombre. No lleva estandarte ni bandera, no porta armas, su batalla es física. Su propio cuerpo tampoco quiere rendirse, se cubre de esqueleto, lo esencial está más allá de lo aparente.

El soldado atrincherado en su propia decisión tiene fuerzas suficientes porque lo alienta el impulso de la causa. Sienten lenta su respiración pero su mensaje es veloz.

El mundo con pasos retardados entiende que no hay segundas intenciones, todo es real, nada escondido, se descubre la mentira aún cuando la verdad está oculta y su ropaje es transparente.

No son delincuentes, apenas entienden el significado porque han vivido únicamente para robarle a la palabra la más fina expresión, para extraer de los libros los más recónditos mensajes. Si es delito en tiempos de computadora sostener el ideal con gomas de borrar, lápices y viejas máquinas de escribir, entonces culpemos su osadía, castíguelos por ser bravos mambises en siglos de conquistas cósmicas.

Primavera negra por la ausencia de color, en una isla donde el negro no es luto, es vestimenta de diario. Uniforme de existencia, símbolo de dolor, de hambre y sed de libertad, no importa dejar de comer el alimento que nutre el cuerpo si se adelgaza el alma con cada palabra de reclamo no concedido.

Si el silencio inerte que cincuenta y un años ha dejado mudo de conciencia a los habitantes y al pueblo no se rompe con el grito que destruye olas, vanidades y escrúpulos de una madre sedienta por el dolor, entonces debemos dudar que exista la ley de los humanos.

Guillermo Fariñas, es un nombre, epíteto para calificar una actitud. No lucha por su causa sino por la de todos, por la de su isla, su generación, su gente, su amor a la verdad. Huelga, hambre, son balas dentro del fusil que es la oración, la expresión de reclamo. Cuba, eres "coco", ese apodo, un alias pronombre personal que atañe a valentía, amor patrio pero, sobre todo es un ¡basta ya!, sin retroceso, una metáfora de ti mismo, rudo en la actitud, blanco en la conciencia. Roguemos por su vida, vale más palabra viva que mensaje muerto, respetemos su escritura con frases de consagrado. No dejemos de decir nuestra verdad, demostrar que un gobierno sustentado en las infamias, es la base de un regimen con miedos, pobre de espíritu, carente de ideología.

Cuba, te debemos un descanso, necesitas que te devolvamos tu existencia, respetemos tus hijos, retomemos tus colores para pintarte la existencia. Estamos en deuda contigo y no descansaremos hasta devolverte la respiración que te han robado, hasta romper las rejas que cubren tus fronteras, que callan tu alma, que silencian tu voz.


Lic. Amelia M. Doval
Foto: Google/Efe
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