20 de mayo de 2010


Un modelo para Iberoamérica

Dicen que Álvaro Uribe es un hábil jinete, tan hábil que es capaz de montar a caballo con una taza de café en la mano y no derramar ni una gota. Sin embargo, Uribe se ha dedicado en los últimos ocho años a cabalgar otro tipo de montura mucho más complicada y arriesgada: la Presidencia de la República de Colombia. Y lo ha hecho, como demuestran las encuestas y los sondeos políticos, con gran éxito de gestión y brillantez. Razón por la cual, el Comité Editorial del Grupo Intereconomía [España] decidió concederle el Premio al Mejor Dirigente Político Iberoamericano de la Década.

La vocación política de Uribe le viene de familia, de su madre, que fue una concejala comprometida con los derechos de las mujeres en Antioquia, de donde es originario el actual presidente, y en cuya capital, Medellín, nació en 1952. El gran salto político lo dio en 1982 al ser elegido alcalde de esta ciudad durante la presidencia de Betancur. Sin embargo, fue en ese cargo cuando sufrió uno de los peores golpes de su vida: el 14 de junio de 1983 su padre fue asesinado en su finca Las Guarachas cuando intentaba defenderse de un intento de secuestro por parte de las FARC.

Gracias a su imagen de honradez y firmeza –y de haber superado más de 15 intentos de asesinato– ganó las elecciones presidenciales de 2002 con el 53,04% de los votos. Y las volvería a ganar en 2006 con otro récord histórico que le convertiría en el presidente más votado de la historia de Colombia, al conseguir ser apoyado por el 62,35 % de los electores.

A ello hay que unir el hecho de que Uribe ha sido y sigue siendo según las encuestas el presidente mejor valorado de Iberoamérica después de ocho años en el poder. Su presidencia finalizará el próximo 7 de agosto, tras unas elecciones que se celebrarán este próximo 30 de mayo, y a las que Uribe, aunque considera necesario seguir en el poder para cerrar su gran proyecto de transformación del país, no podrá presentarse porque la Constitución colombiana limita a dos los mandatos presidenciales.


Cuando Uribe accedió al poder se impuso el reto de las tres “C”: Conseguir la Confianza de los Colombianos. Unos ciudadanos hartos de ver cómo su nación se desintegraba cada día más por culpa del terrorismo de las FARC. Tomó un país abatido por la violencia –cerca de 4.000 secuestros al año– y lo deja con menos de 100 en el mismo periodo de tiempo–, y con la mayor tasa de inversión de toda Iberoamérica, a pesar de la crisis.

A lo largo de estas dos legislaturas, Uribe no sólo ha logrado la confianza de la inmensa mayoría de los colombianos, sino su apoyo y admiración por transformar profundamente el país con su firme política de seguridad, su compromiso social y su economía responsable. El narcotráfico, que junto al terrorismo es el otro cáncer de Colombia, está siendo combatido con gran eficacia. En estos ocho años de Gobierno se han extraditado a cárceles extranjeras más de 1.100 cabecillas de la droga.


El aún presidente de Colombia, que cultiva los valores religiosos, la costumbre de madrugar y una infatigable tenacidad que le reconocen hasta sus adversarios, pasará a la historia como el gran político que transformó el país y lo convirtió en una nación con un gran futuro. Algo que tiene un doble mérito, ya que su ejecutoria y su perfil son un oasis en medio de un continente donde lo que predomina es el populismo y la corrupción.

http://www.intereconomia.com
5-18-10
Foto: Google
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