12 de junio de 2010


OLVIDAMOS ALGO

Elsa M. Rodríguez

Cada vez que una tragedia provocada por la actuación de un individuo que decide convertirse en Dios y terminar con la vida de sus semejantes, y en algunos casos con su propia vida, surgen voces que reclaman un mayor control de la venta de armas.

El hecho más reciente que ha afectado a nuestra comunidad, ha sido el asesinato de cuatro mujeres por un individuo al que en realidad la vida parecía no haberse portado tan mal con él, pero algo pasó por su mente, que la obnubiló y fue capaz de cometer un crimen atroz, no solamente asesinó a su compañera, sino a otras personas que no tenían nada que ver con él, y luego para completar su obra, terminó quitándose la vida.

Es cierto que estas noticias nos asustan, nos preocupan, y nos hacen pensar que efectivamente las armas en las manos de algunas personas, resultan sumamente peligrosas, pero son peligrosas no porque las armas por si solas sean capaces de crear una tragedia. La realidad es que depende de la mente, de los sentimientos y de la mano del individuo que porta ese arma. Total, que básicamente, el problema no está en él o las armas, sino en la forma tan violenta en que tienen algunas personas para resolver sus conflictos.

Más que controlar las armas, lo que habría es que investigar las razones por las cuales la gente pierde los estribos tan fácilmente y también cuál es la razón por la cual para algunos su vida y la de otros seres humanos tenga tan poco valor.

Creo que hemos olvidado el respeto a los demás, los modales y fundamentalmente los principios cívicos que debemos tener todos los ciudadanos. Falta la familia, fundamento de esta sociedad, y falta sobre todo el miedo a la muerte.

Tratemos de resolver nuestros problemas con menos violencia y posiblemente las armas, hasta las de los guardianes del orden, no serán necesarias.

Elsa M. Rodríguez
Hialeah, FL
lapupasmiami@att.net
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