se debiera
de morir
quien por bueno no lo estime".
quien por bueno no lo estime".
(Ignacio
Piñeiro)
Por:
Marlene María Pérez Mateo
“Salsa” es definida por la Real Academia de la
Lengua Española como: “Cosa que mueve o excita al gusto,/ género de música,/
composición o mezcla de varias sustancias para aderezar o condimentar la
comida”
Hacia
la octava década del siglo XX la industria musical adoptó la palabra “salsa”
por accidente, conveniencia y con grandes fines de homogenización, para
calificar a un grupo de ritmos musicales
que tenían como denominador común: la cadencia, el tempo, el estilo de las
letras, la nacionalidad de sus intérpretes, bailarines y creadores y su origen
antillano. De esa manera el mercado creó una gigante sombrilla donde cabe todo
lo a veces bueno, lo excelente, lo quizás malo y también lo pésimo. Esta batidora mega-fónica se ha universalizado
y erigido en categoría. “-Yo canto,
bailo o compongo música salsa”- es una expresión muy socorrida en debutantes y
veteranos en el mundo artístico. Resulta
curioso algo que no existe en cierta medida, se le otorga gran referencia.
En 1930, Ignacio Piñeiro notabilísimo artista cubano, en un viaje en
tren a Chicago compuso el archiconocido “Échale salsita”. Algunos han utilizado esta coincidencia de
palabras para achacar a Piñeiro y de cierta manera justificar la existencia del
vocablo y su utilización. La reputación del creador sería suficiente para acuñar
el término pero no fue así. La canción no es mas que un pregón (versificación
de expresiones que popularizan y ayudan a la comercialización de un producto) y
se refiere a un vendedor de longanizas, una especie de embutidos muy populares entonces.
“ no hay butifarra en el
mundo
como las que hace el
Congo.
Congo vive orgullecido,
sus butifarras olorosas
son las mas ricas y
sabrosas
que yo en mi Cuba he
comido”
Guaracha, cha-cha-cha, mambo, mozambique,
conga, guaguancó.... caen en el saco de la identidad perdida entre los que
dicen llamarse expertos. En el medio de tanto desparpajo se sienta plácido y
sereno el son cubano. Tronco matriz y central de la sonoridad caribeña.
Autentico patriarca de extensa y larga estirpe. Definirlo, quererlo y saber un
poco de él es un viaje a la sabia, cultural, social e histórica sincrética de
la identidad cubana.
Cubano, no,
cubanísimo es este señor de salones, solares, patios, cocinas de la abuela y de
cuanto lugar podamos ima ginar. Es que el
cubano tiene ritmo hasta para llamar a la puerta.
El primer son nació hacia el siglo XVI y la
responsable que a su vez se inmortalizo con su creación fue una mujer. Su
nombre Teodora Ginés. Mulata liberta nacida en Santiago de los Caballeros,
República Dominicana (entonces La Hispaniola). Emigra y se radica en otro
Santiago en este caso de Cuba. Allí con su hermana Micaela ejercían juntas la
profesión musical en fiestas e iglesias. Tocaba la bandola, instrumento muy
similar a la bandolina y dentro de la
familia de las cuerdas. Conformaron la orquesta de la
Catedral de Oriente, unidas al sevillano Pascual Ochoa (violinista), el
malagueño Pedro Almanza y el portugués Jacome Viceira, ambos tocadores de pífano.
Así consta en un censo de 1582. La membrecía
de esta agrupación artística que dio lugar a este nacimiento “subgeneris” es en sí misma prueba, y
notifica a una Cuba receptora y acogedora de emigrantes ya desde aquellos
siglos.
En este contexto nace el son de la “Ma'
Teodora” (Mamá Teodora). Breve, sencillo en un compás de 2 por 3, primero de su
tipo hasta ahora conocido. Con todas las características reconocibles en el son:
cadencia, coros y estribillos.
¿Dónde está la Ma'
Teodora?
Rajando la leña
está.
¿Con su palo y su
bandola?
Rajando la leña está.
¿Dónde está que no
la veo?
Rajando la leña
está.
A decir de Don Fernando Ortiz “Cuba es un
ajiaco” y diría yo “…y qué buen ajiaco” (con
el debido respeto).
Marlene María Pérez Mateo
Serie Música Cubana
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