23 de junio de 2010



La Guadalajara de Castilla:
El Palacio del Infantado

El Palacio de los Condes del Infantado simboliza el arte y la historia de Guadalajara, pues en él pusieron los Mendoza lo más intenso de su carga intelectual y humanística, y el más acendrado sentimiento de apego hacia sus tierras alcarreñas.

Se construyó, por voluntad del segundo duque del Infantado, don Íñigo López de Mendoza, a partir de 1480, y en 1483 estaba ya construida la fachada, poco después el patio, y al terminar el siglo XV lucia el monumento en todo su esplendor de goticismo, de artesonados y riquezas.

En 1569, el tataranieto del constructor, don Íñigo López de Mendoza, quinto duque del Infantado, inició una serie de reformas que tendían a parangonar su palacio con el que Felipe II levantaba en Madrid, poniendo para ello ciertos detalles renacentistas en la fachada, en el patio, y decorando los techos de los salones bajos con pinturas al fresco realizadas por los artistas italianos que por entonces vinieron a decorar El Escorial y otras obras reales.

Tuvo a su costado unos jardines, primero moriscos y luego renacentistas con asuntos mitológicos, hoy restaurados y limpios.

El Palacio del Infantado fue trazado y dirigido por Juan Guas, autor del monasterio toledano de San Juan de los Reyes. Una larga nómina de artistas mudéjares participaron en los diversos aspectos decorativos de la casona: artesonados, frisos, azulejería, pinturas y rejas. Su estilo es radicalmente hispano, pues aunque parte de la decoración y estructura de balconajes o portadas son de corte gótico de tradición flamenca, otros muchos elementos decorativos, y la disposición de vanos en la fachada, incluso el misma tema ornamental de las cabezas de clavos, son de herencia morisca, y de lo más exquisito que ha producido el arte mudéjar. Supera uno y otro estilo, y adquiere el marchamo hispánico del estilo mendocino.

En este Palacio se casó en 1560 Isabel de Valois con el rey de España Felipe II. Y en 1700, Mariana de Neoburgo, última reina consorte de los Habsburgo españoles, se retiró de la vida pública en él, donde murió cuarenta años después, en 1740.

En siglos posteriores los Mendoza abandonaron Guadalajara para marchar a la Corte, quedando el palacio abandonado. En el siglo XIX pasó a ser propiedad del Estado y en la Guerra Civil sufrió importantes pérdidas como los artesanados mudéjares, pero la restauración ha sido de excelente factura, y se realizan constantes mejoras.

Fuente: web
Foto: Google


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