¿Era éste el verdadero
rostro de San Pedro?
rostro de San Pedro?
Roma. - Las catacumbas de los primeros cristianos, que como una ciudad subterránea serpentean bajo las calles y casas de Roma, siguen ofreciéndonos descubrimientos apasionantes.
El último es la representación más antigua de cuatro apóstoles, san Pedro, san Pablo, san Andrés y san Juan, hallados en la gruta de santa Tecla, situada en los alrededores de la basílica de San Pablo Extramuros.
Según explicó Fabrizio Bisconti, superintendente arqueológico para las catacumbas, la representación pictórica de los apóstoles data de finales del siglo IV, cuando el cristianismo empezó a prender entre los nobles romanos .
Están pintadas en el techo de una habitación que una patricia romana había mandado construir para ser luego sepultada en ella. Tras viajar a Tierra Santa, la aristócrata decidió que la decoración de la estancia, bastante amplia para las habituales estrecheces de las catacumbas, estuviese basada en temas bíblicos.
«El cubículo emula un mausoleo o una basílica, con el techo forrado de láminas de oro. Además de la representación de un colegio apostólico con Cristo en el centro, a su lado aparece la señora llena de joyas junto a su hija, orando», refiere Bisconti.
«En los casos de Andrés y Juan, se trata de las representaciones más antiguas», mientras en el caso de san Pedro, aunque existen representaciones suyas desde mediados del siglo IV «nunca habíamos tenido ocasión de verlo en forma de retrato».
Recogido de La Razón, Madrid
22 de junio, 2010
Colaboración, Ramón H. Ramos
El último es la representación más antigua de cuatro apóstoles, san Pedro, san Pablo, san Andrés y san Juan, hallados en la gruta de santa Tecla, situada en los alrededores de la basílica de San Pablo Extramuros.
Según explicó Fabrizio Bisconti, superintendente arqueológico para las catacumbas, la representación pictórica de los apóstoles data de finales del siglo IV, cuando el cristianismo empezó a prender entre los nobles romanos .
Están pintadas en el techo de una habitación que una patricia romana había mandado construir para ser luego sepultada en ella. Tras viajar a Tierra Santa, la aristócrata decidió que la decoración de la estancia, bastante amplia para las habituales estrecheces de las catacumbas, estuviese basada en temas bíblicos.
«El cubículo emula un mausoleo o una basílica, con el techo forrado de láminas de oro. Además de la representación de un colegio apostólico con Cristo en el centro, a su lado aparece la señora llena de joyas junto a su hija, orando», refiere Bisconti.
«En los casos de Andrés y Juan, se trata de las representaciones más antiguas», mientras en el caso de san Pedro, aunque existen representaciones suyas desde mediados del siglo IV «nunca habíamos tenido ocasión de verlo en forma de retrato».
Recogido de La Razón, Madrid
22 de junio, 2010
Colaboración, Ramón H. Ramos
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